Cincuenta e Catro Cantigas de Amigo (1)
I
Yo bien comprendí, amigo,
que muy gran pesar tuvisteis
cuando hablar vos no pudisteis
el otro día conmigo,
mas estad seguro, amigo,
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.
Y bien tengo por verdad
que estabais tan apenado
que no lo habréis remediado,
mas amigo, regresad
y tened bien por verdad
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.
No hay duda, amigo, yo advierto,
que al pesar vuestro aquel día
otro igual no se vería,
mas el mío fue más cierto
y por eso yo os advierto
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.
Pues no se me puede notar
ni yo lo podría negar.
II
Mucho hace, amiga, a la sazón,
que de aquí con el Rey se fue
mi amigo, y por eso pensé
mil veces en mi corazón
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.
Porque ya él tarda tanto allá
y nunca me volvió a ver,
amiga, y yo tenga placer,
más de mil veces pensé ya
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.
Amiga: era su voluntad
el regresar muy pronto aquí
donde ver mis ojos y a mí,
y mil veces pienso, en verdad,
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.
III
Que triste que está mi amigo,
ay amiga, en su corazón,
pues no puede hablar conmigo
ni verme, y tiene gran razón
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.
Triste anda, y Dios me ayude,
con derecho, pues no me ve
y tiene, nadie lo dude,
muy gran razón, cual yo sé,
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.
Anda triste y apenado,
pues no lo vi ni él a mí
ni recibió mi recado
y tiene gran derecho aquí
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.
Mas, Dios, ¿cómo puede aguantar
que aún no murió de pesar?
IV
De los que en la hueste van ahora,
amiga, yo quiero saber
si vienen ya o con demora,
por lo que aquí habéis de ver:
porque en la hueste va mi amigo.
Quiero saber yo el recado
de los que están, pues nada sé,
amiga, por Dios, de grado,
por lo que ahora os diré:
porque en la hueste va mi amigo.
¿Y más queréis que os diga?
Dios buen recado me dé
pues quiero yo saber, amiga,
nuevas de ellos, y ved por qué:
porque en la hueste va mi amigo.
Que por nada más os lo digo.
V
Cuánto hace que no llegó
el recado de mi amigo,
y, amiga, él habló conmigo
justo aquí, dónde estoy yo,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.
Mucho tarda ya, sin duda,
que no llega su recado,
cuando él me había jurado
justo aquí, si Dios me ayuda,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.
Y si yo verdad os diga,
estuvo él mucho llorando
y estuvo por mí jurando
donde ahora estoy, amiga,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.
Mas, pues no viene ni envía
recado, es muerto o mentía.
VI
Ahora me llegó recado,
amiga, de vuestro amigo,
y dice el que habló conmigo
que está él tan apenado
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.
Dice que es el tercer día
que lo salváis de la muerte,
mas tuvo pena tan fuerte
y allí tan triste yacía
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.
Por el mal que vos le hicisteis
me juró, mi amiga hermosa,
sabiendo que poderosa
fuisteis de él cuanto quisisteis,
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.
Y gran pérdida tendréis
si tal amigo perdéis.
VII
De mi amigo, amiga, no quiero, no,
que tenga gran pesar ni gran placer
pues quiero ya este asunto así traer,
y a tanto en lo suyo me atrevo yo:
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.
Pues, si amor yo le mostrara, bien sé
que eso le causaría tan gran bien
que le habrían de entender, si lo ven,
cuanto me quiere, y por eso así haré:
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.
Y, si le mostrara algún desamor,
no podría salvarse de la muerte,
pues él tendría una pena muy fuerte,
mas, para no errar en lo que es mejor,
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.
Y así puede ya su tiempo pasar,
cuando con placer, cuando con pesar.
VIII
Amiga: Dios muy loado sea
de que aquí viene mi amigo,
pero podréis creer conmigo,
cuando con mis ojos lo vea,
que el día que lo pueda ver
nunca veré mayor placer.
Y doy gracias a Dios loado
porque lo hace venir aquí,
pero podéis creerme a mí,
cuando vea a mi enamorado,
que el día que lo pueda ver
nunca veré mayor placer.
IX
Vos, que en los cantares vuestros ya sé
que mi amigo os llamáis, creed bien o mal
que nada yo doy por jactancia tal,
y por esto, señor, os mandaré
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.
Llévese el diablo lo poco que doy
por tal jactancia un embustero hacer,
pues no me quita ni me ha de poner,
y por esto, señor, os mando hoy
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.
Que no me quita nada ni me da
el jactarse de mí tan sin razón
quien nunca tuvo de mí la atención,
y por esto, señor, os mando ya
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.
Y vos seguid tal como estáis, sin mí,
y desde ahora jactaos así.
X
Me rogó a mí hoy, hija, vuestro amigo
muy afligido que mucho os rogara
que de que él os ame no os pesara,
y por esto os ruego y así os lo digo
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.
Y, cuando de vos él me estaba hablando
y esto que os digo mucho me rogaba,
me dolí de él, pues tanto lloraba,
y por esto, hija, os ruego y os mando
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.
Pues en que os ame él de corazón
no veo nada que así vos perdáis,
si allí más no hubiera, sino ganáis,
y por esto así, con mi bendición,
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.
XI
Me ha causado pesar mi amigo,
amiga, pero bien sé yo
que en su corazón no pensó
darme pesar, pues yo os digo
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.
Nunca creyó que me pesara
lo que él hizo, pues muy bien sé
que no había nada en lo que fue;
y así veo, si eso pensara,
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.
Lo hizo sin idea encubierta,
pues sé que se habría de matar
antes que causarme pesar,
y por esto es cosa bien cierta
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.
Pues de él morir o de vivir
sabe que puedo decidir.
XII
Amiga: yo bien sé de una mujer
que se esfuerza en con vos enemistar
a vuestro amigo, y lo quiere matar,
mas todo esto, amiga, solo ha de ser
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.
Y así le busca con vos cuanto mal
ella puede, y muy bien lo sé yo,
y todo esto no lo hace sino
por su bien y es el motivo real,
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.
Ella se esfuerza, en toda ocasión,
en causarle así vuestro desamor,
y con ello tiene el placer mayor,
y de todo esto, amiga, es la razón
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.
Y así ella hará cuanto esté en su poder
para lograr que él os llegue a perder.
XIII
Buen día vi al amigo:
su recado es conmigo,
lozana;
buen día vi al amado:
conmigo es su recado,
lozana;
su recado es conmigo
y ruego a Dios y digo,
lozana;
conmigo es su recado
y ruego a Dios de grado,
lozana;
y ruego a Dios y digo
por ese mi amigo,
lozana;
y ruego a Dios de grado
por ese enamorado,
lozana;
por ese mi amigo,
que yo lo vea conmigo,
lozana;
por ese enamorado,
que ya hubiera llegado,
lozana.
XIV
No llegó, madre, mi amigo,
y hoy está el plazo cumplido;
ay, madre, muero de amor.
No llegó, madre, mi amado,
y hoy está el plazo pasado;
ay, madre, muero de amor.
Y hoy está el plazo cumplido;
¿por qué mintió el fementido?
ay, madre, muero de amor.
Y hoy está el plazo pasado;
¿por qué mintió el perjurado?
ay, madre, muero de amor.
¿Por qué mintió el fementido?
Me pesa, que aposta ha mentido;
ay, madre, muero de amor.
¿Por qué mintió el perjurado?
Me pesa, pues mintió de grado;
ay, madre, muero de amor.
XV
—¿De qué morís, hija, la del cuerpo bellido?
—Madre, muero de amores que me dio mi amigo.
—¡El alba es, ve ligero!
—¿De qué morís, hija, la del cuerpo lozano?
—Madre, muero de amores que me dio mi amado.
—¡El alba es, ve ligero!
—Madre, muero de amores que me dio mi amigo
cuando veo esta cinta que por su amor ciño.
—¡El alba es, ve ligero!
—Madre, muero de amores que me dio mi amado
cuando veo esta cinta que por su amor traigo.
—¡El alba es, ve ligero!
—Cuando veo esta cinta que por su amor ciño
y me recuerda, hermosa, cuando él habló conmigo.
—¡El alba es, ve ligero!
—Cuando veo esta cinta que por su amor traigo
y me recuerda, hermosa, cuando hablamos ambos.
—¡El alba es, ve ligero!
XVI
—Ay flores, ay flores del verde pino,
si supierais noticias de mi amigo,
ay Dios, ¿dónde está?
Ay flores, ay flores del verde ramo,
si supierais noticias de mi amado,
ay Dios, ¿dónde está?
Si supierais noticias de mi amigo,
aquel que mintió lo que habló conmigo,
ay Dios, ¿dónde está?
Si supierais noticias de mi amado,
aquel que mintió lo que había jurado,
ay Dios, ¿dónde está?
—Vos me preguntabais por vuestro amigo
y yo aquí os digo que está sano y vivo.
—Ay Dios, ¿dónde está?
—Vos me preguntabais por vuestro amado
y yo aquí os digo que está vivo y sano.
—Ay Dios, ¿dónde está?
—Y yo os digo aquí que está sano y vivo
y vendrá antes del plazo cumplido.
—Ay Dios, ¿dónde está?
—Y yo os digo aquí que está vivo y sano
y vendrá antes del plazo pasado.
—Ay Dios, ¿dónde está?
XVII
Temprano la bellida,
se levantó al alba,
y va a lavar camisas;
al remanso
va a lavarlas al alba.
Temprano la lozana,
se levantó al alba,
va a lavar blusas blancas;
al remanso
va a lavarlas al alba.
Y va a lavar camisas,
se levantó al alba,
el viento las cogía;
al remanso
va a lavarlas al alba.
Va a lavar blusas blancas,
se levantó al alba,
el viento las llevaba;
al remanso
va a lavarlas al alba.
El viento las cogía,
se levantó al alba,
se metió el alba en ira;
al remanso
va a lavarlas al alba.
El viento las llevaba,
se levantó al alba,
se metió el alba en saña;
al remanso
va a lavarlas al alba.
XVIII
Amigo, mi amigo:
valga Dios,
ved la flor del pino
y poneos a andar.
Amigo, mi amado:
valga Dios,
ved la flor del ramo
y poneos a andar.
Ved la flor del pino,
valga Dios,
ensillad el bayito
y poneos a andar.
Ved la flor del ramo,
valga Dios,
ensillad el caballo
y poneos a andar.
Ensillad el bayito,
valga Dios,
veníos, ay amigo,
y poneos a andar.
Ensillad el caballo,
valga Dios,
veníos, ay amado,
y poneos a andar.
XIX
Vuestro amigo, desde que os conoció
de corazón tanto os mira y tan bien,
por Dios, amiga, que no sé yo quién
esto vea que no entienda que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.
Y quien sepa como a vos os miró
amiga, cuando aquí vino, también,
de no ser que fuera alguien sin muy buen
juicio, pronto puede entender que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.
Y cuando él viene a donde estáis, sé yo
que intenta encubrirse ante los que estén
allí, y eso cree, mas todos lo ven,
pues cuando él os mira entienden que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.
XX
¿Cómo osará aparecer ante mí
ese mi amigo, ay amiga, por Dios,
y aun como osará mirar mis dos
ojos, si lo trajera Dios aquí,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer?
Y, amiga: ¿cómo se atreverá,
siquiera a osar con sus ojos mirar
si él mis ojos viera un poco alzar,
o incluso corazón como tendrá,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer?
Pues sé que él no verá muy en razón,
puesto que me tiene tan gran amor,
osar llamarme su dama, ni valor
tendrá para verme, ni corazón,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer.
XXI
—En mala hora, señora, hablar yo os oí
y estos ojos míos os vieron a vos.
—Decid, amigo, qué he de hacer yo de mí
por vos en este asunto, así os valga Dios.
—Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
—Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.
—Desde el punto en que yo os oí hablar,
señora, ya no pude más paz tener.
—Amigo, os quiero ahora preguntar
lo que de mí por vos podría yo hacer.
—Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
—Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.
—Desde que os vi y os oí hablar, que no
vi placer, señora, ni dormí ni holgué.
—Amigo, por Dios, decid qué es lo que yo
de mí haga por vos, pues yo no lo sé.
—Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
—Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.
XXII
—Amiga: me tiene muy asombrada
como vivir mi amigo ha de poder
donde mis ojos él no puede ver
o como se retrasa su llegada,
pues yo nunca tal maravilla vi:
que pueda mi amigo vivir sin mí,
pues, por Dios, es cosa poco adecuada.
—Amiga: estad ahora vos callada
un rato, y dejadme a mí responder:
por lo que cierto sé y puedo entender
nunca en el mundo fue mujer amada
como vos por vuestro amigo, y así
no tiene culpa él si tarda allí,
y si no, quedaré yo por culpada.
—Ay, amiga: estoy tan preocupada
que no puedo encontrar ningún placer
pensando en como se puede entender
que no esté ya conmigo de tornada,
y, por Dios, porque no lo he visto aquí,
de que esté muerto sospecha cogí,
y si está muerto, seré desdichada.
—Amiga muy hermosa y mesurada:
no niego que muerte pueda tener,
pues hombre es, y así deberá ser,
mas por Dios no seáis malpensada
de otra cosa, pues desde que nací
nunca de otro hombre tan leal oí,
y quien no dice así, no dice nada.
XXIII
A vuestro amigo, amiga, yo vi andar
con tal pena que nunca tuvo par
y casi ya no podía ni hablar,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Id a mi señora y mi amor rogar,
por Dios, que ella tenga merced de mí».
Él andaba triste y muy sin valor,
como el que tiene pena y gran dolor,
y perdido había juicio y color,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Id rogar a mi señora y mi amor,
por Dios, que ella tenga merced de mí».
Y, amiga, lo hallé con un andar tal
como muerto, pues es descomunal
el mal que sufre y la pena mortal,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Rogad a la señora de mi mal,
por Dios, que ella tenga merced de mí».
XXIV
—Amigo: ¿vos os queréis ir?
—Señora, debo cosa tal
hacer, pues sería mi mal
y el vuestro, y por tanto partir
me conviene de este lugar,
aunque gran pena soportar
habrá de ser sin vos vivir.
—Amigo: ¿y de mí que será?
—Señora, vos sois de buen prez
y, cuando me vaya esta vez,
lo vuestro pronto pasará,
mas la muerte me ha de causar
de vos lejos ir a morar,
y lo vuestro ha de pasar ya.
—Amigo: sin vos moriré.
—Eso nunca lo querrá Dios,
mas, si no voy donde estéis vos,
el que morirá yo seré;
quiero antes lo mío pasar
que no lo vuestro aventurar,
aunque sin vos de morir he.
—¿Me queréis, amigo, matar?
—No, señora; y por os salvar
me mato yo, pues lo busqué.
XXV
—Decime por Dios, amigo:
¿tanto y bien vos me queréis
como a mí decir soléis?
—Sí, señora, y también os digo:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.
—No creo que tanto y bien
ya me pudiérais querer
como vos decís hacer.
—Sí, señora, y diré también:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.
—Amigo: yo no os creeré,
por la fe de nuestro Señor,
que me tenéis tan grande amor.
—Sí, señora, y también diré:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.
XXVI
—No puedo yo, mi amigo,
en vuestra soledad
vivir, bien os lo digo,
y por esto morad,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.
No puedo, si no os veo,
vivir, esto creed,
y tanto yo os deseo
que por vivir haced,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.
Nací en mal día, siento,
y, amigo, impedid
vos mi gran mal sin cuento
y por esto vivid,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.
—Iré, bien lo creáis,
señora, donde mandáis.
XXVII
Por Dios, amigo, quién creería
que nunca pudierais vos partir
tan largo tiempo sin mí a vivir,
mas desde hoy, por santa María,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.
Dijisteis cuando de mí marchasteis:
«Muy pronto aquí estaré, sin temor»;
y así lo jurasteis por mi amor,
mas desde hoy, pues vos perjurasteis,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.
Jurasteis allí muy obstinado
que pronto pronto, sin más tardar,
queríais conmigo regresar,
mas desde hoy, ay vos, perjurado,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.
Y así haré yo, bien os lo digo,
por cuanto vos hicisteis conmigo.
☛ Universo Cantigas. Don Denis
☛ B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Don Denis
☛ Xacopedia. Don Denís
☛ Real Academia de la Historia. Dionís de Portugal
☛ Cantigas Medievais Galego Portuguesas. D. Dinis
☛ Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014
∼
I
Ben entendí, meu amigo,
que mui gran pesar ouvestes
quando falar non podestes
vós noutro día comigo,
mais certo seed’, amigo,
que non foi o vosso pesar
que s’ ao meu podess’ iguar.
Mui ben soub’ eu por verdade
que erades tan coitado
que non avía recado,
mais, amigo, acá tornade,
sabede ben por verdade
que non foi o vosso pesar
que s’ ao meu podess’ iguar.
Ben soub’, amigo, por certo
que o pesar daquel día
vosso, que par non avía,
mais pero foi encoberto,
e por én seede certo
que non foi o vosso pesar
que s’ ao meu podess’ iguar.
Ca o meu non se pod’ osmar
nen eu non o pudi negar.
II
Amiga: muit’ á gran sazón
que se foi d’ aquí con el-Rei
meu amigo, mais ja cuidei
mil vezes no meu coraçón
que algur morreu con pesar,
pois non tornou migo falar.
Porque tarda tan muito lá
e nunca me tornou veer,
amiga, si veja prazer,
máis de mil vezes cuidei ja
que algur morreu con pesar,
pois non tornou migo falar.
Amiga: o coraçón seu
era de tornar ced’ aquí
u visse os meus olhos en mí,
e por én mil vezes cuid’ eu
que algur morreu con pesar,
pois non tornou migo falar.
III
Que trist’ oj’ é meu amigo,
amiga, no seu coraçón,
ca non pode falar migo
nen veerm’, e faz gran razón
meu amigo de trist’ andar,
pois m’ el non vir e lh’ eu nembrar.
Trist’ anda, se Deus mi valha,
ca me non viu, e dereit’ é,
e por esto faz sen falha
mui gran razón, per boa fe,
meu amigo de trist’ andar,
pois m’ el non vir e lh’ eu nembrar.
D’ andar triste faz guisado,
ca o non vi nen vio el mí
nen ar oío meu mandado,
e por én faz gran dereit’ i
meu amigo de trist’ andar,
pois m’ el non vir e lh’ eu nembrar.
Mais, Deus, como pode durar
que ja non morreu con pesar?
IV
Dos que ora són na oste,
amiga, querría saber
se se verrán tard’ ou toste,
por quanto vos quero dizer:
porque é alá meu amigo.
Querría saber mandado
dos que alá són, ca o non sei,
amiga, par Deus, de grado,
por quanto vos ora direi:
porque é alá meu amigo.
E queredes que vos diga?
Se Deus bon mandado mi dé,
querría saber, amiga,
deles novas, vedes por que:
porque é alá meu amigo.
Ca por al non vo-lo digo.
V
Que muit’ á ja que non vejo
mandado do meu amigo,
pero, amiga, pos migo
ben aquí, u mi ora sejo,
que logo m’ enviaría
mandad’ ou s’ ar tornaría.
Muito mi tarda, sen falha,
que non vejo seu mandado,
pero ouve m’ el jurado
ben aquí, se Deus mi valha,
que logo m’ enviaría
mandad’ ou s’ ar tornaría.
E que vos verdade diga,
el seve muito chorando
er seve por mí jurando
u m’ agora sej’, amiga,
que logo m’ enviaría
mandad’ ou s’ ar tornaría.
Mais, pois non vén nen envía
mandad’, é mort’ ou mentía.
VI
Chegoum’ or’ aquí recado,
amiga, do voss’ amigo,
e aquel que falou migo
dizmi que é tan coitado
que per quanta poss’ avedes
ja o guarir non podedes.
Diz que oje tercer día
ben lhi partirades morte,
mais ouv’ el coita tan forte
e tan coitad’ er jazía
que per quanta poss’ avedes
ja o guarir non podedes.
Con mal que lhi vós fezestes
juroumh, amiga fremosa,
que, pero vós poderosa
fostes del quanto quisestes,
que per quanta poss’ avedes
ja o guarir non podedes.
E gran perda per fazedes
u tal amigo perdedes.
VII
O meu amig’, amiga, non quer’ eu
que aja gran pesar nen gran prazer
e quer’ eu este preit’ assí trager,
ca m’ atrevo tanto no feito seu:
non o quero guarir nen o matar
nen o quero de mí desasperar.
Ca, se lh’ eu amor mostrasse, ben sei
que lhi sería end’ atán gran ben
que lh’ averían d’ entender por én
qual ben mi quer; por end’ esto farei:
non o quero guarir nen o matar
nen o quero de mí desasperar.
E, se lhi mostrass’ algún desamor,
non se podía guardar de morte,
tant’ avería én coita forte,
mais, por eu non errar end’ o melhor,
non o quero guarir nen o matar
nen o quero de mí desasperar.
E assí se pode seu tempo passar,
quando con prazer, quando con pesar.
VIII
Amiga: bon grad’ aja Deus
do meu amigo que mi vén,
mais podedes creer mui ben,
quando o vir dos olhos meus,
que possa aquel día veer
que nunca vi maior prazer.
Aja Deus ende bon grado
porque o faz viir aquí,
mais podedes creer per mí,
quand’ eu vir o namorado,
que possa aquel día veer
que nunca vi maior prazer.
IX
Vós, que vos en vossos cantares meu
amigo chamades, creede ben
que non dou eu por tal enfinta ren,
e por aquesto, senhor, vos mand’ eu
que, ben quanto quiserdes des aquí
fazer, façades enfinta de mí.
Ca demo lev’ essa ren que eu der
por enfinta fazer o mentiral
de min, ca me non monta ben nen mal,
e por aquesto vos mand’ eu, senher,
que, ben quanto quiserdes des aquí
fazer, façades enfinta de mí.
Ca mi non tolh’ a mi ren nen mi dá
de s’ enfinger de mi mui sen razón
ao que eu nunca fiz se mal non,
e por én, senhor, vos mand’ ora ja
que, ben quanto quiserdes des aquí
fazer, façades enfinta de mí.
E estade com’ estades de mí,
e enfingédevos ben des aquí.
X
Rógam’ oje, filha, o voss’ amigo
muit’ aficado que vos rogasse
que de vos amar non vos pesasse,
e por én vos rog’ e vos castigo
que vos non pes de vos el ben querer,
mais non vos mand’ i, filha, máis fazer.
E, u m’ estava en vós falando
e m’ esto que vos digo rogava,
doíme del, tan muito chorava,
e por én, filha, vos rog’ e mando
que vos non pes de vos el ben querer,
mais non vos mand’ i, filha, máis fazer.
Ca de vos el amar de coraçón
non vej’ eu ren que vós i perçades,
sen i máis aver, mais guaanhades,
e por esto, pola mha coita beençón,
que vos non pes de vos el ben querer,
mais non vos mand’ i, filha, máis fazer.
XI
Pesar mi fez meu amigo,
amiga, mais sei eu que non
cuidou el no seu coraçón
de mi pesar, ca vos digo
que ant’ el querría morrer
ca mi sol un pesar fazer.
Non cuidou que mi pesasse
do que fez, ca sei eu mui ben
que do que foi non fora ren;
por én sei, se én cuidasse,
que ant’ el querría morrer
ca mi sol un pesar fazer.
Fézeo por encoberta,
ca sei que se fora matar
ante ca mi fazer pesar,
e por esto soo certa
que ant’ el querría morrer
ca mi sol un pesar fazer.
Ca de morrer ou de viver
sab’ el ca x’ é no meu poder.
XII
Amiga: sei eu ben dunha molher
que se trabalha de vosco buscar
mal a voss’ amigo, polo matar,
mais tod’ aquest’, amiga, ela quer
porque nunca con el pode poer
que o podesse por amig’ aver.
E búscalhi convosco quanto mal
ela máis pode, aquesto sei eu,
e tod’ aquest’ ela faz polo seu
e por este preito e non por al,
porque nunca con el pode poer
que o podesse por amig’ aver.
Ela trabálhase, á gran sazón,
de lhi fazer o vosso desamor
aver, e á ende mui gran sabor,
e tod’ est’, amiga, non é senón
porque nunca con el pode poer
que o podesse por amig’ aver.
E por esto faz ela seu poder
pera fazelo convosco perder.
XIII
Bon día vi amigo,
pois seu mandad’ ei migo,
louçana;
bon día vi amado,
pois mig’ ei seu mandado,
louçana;
pois seu mandad’ ei migo,
rog’ eu a Deus e digo,
louçana;
pois migo ei seu mandado,
rog’ eu a Deus de grado,
louçana;
rog’ eu a Deus e digo
por aquel meu amigo,
louçana;
rog’ eu a Deus de grado
por aquel namorado,
louçana;
por aquel meu amigo,
que o veja comigo,
louçana;
por aquel namorado,
que fosse ja chegado,
louçana.
XIV
Non chegou, madre, o meu amigo,
e oj’ ést’ o prazo saído;
ai madre, moiro d’ amor.
Non chegou, madr’, o meu amado,
e oj’ ést’ o prazo passado;
ai madre, moiro d’ amor.
E oj’ ést’ o prazo saído;
por que mentiu o desmentido?
ai madre, moiro d’ amor.
E oj’ ést’ o prazo passado;
por que mentiu o perjurado?
ai madre, moiro d’ amor.
Por que mentiu o desmentido?
Pésami, pois per si é falido;
ai madre, moiro d’ amor.
Por que mentiu o perjurado?
Pésami, pois mentiu per seu grado;
ai madre, moiro d’ amor.
XV
—De que morredes, filha, a do corpo velido?
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amigo.
—Alva é, vai liero!
—De que morredes, filha, a do corpo louçano?
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amado.
—Alva é, vai liero!
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amigo
quando vej’ esta cinta que por seu amor cingo.
—Alva é, vai liero!
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amado
quando vej’ esta cinta que por seu amor trago.
—Alva é, vai liero!
—Quando vej’ esta cinta que por seu amor cingo
e me nembra, fremosa, como falou conmigo.
—Alva é, vai liero!
—Quando vej’ esta cinta que por seu amor trago
e me nembra, fremosa, como falamos ambos.
—Alva é, vai liero!
XVI
—Ai flores, ai flores do verde pino,
se sabedes novas do meu amigo,
ai Deus, e u é?
Ai flores, ai flores do verde ramo,
se sabedes novas do meu amado,
ai Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amigo,
aquel que mentiu do que pos conmigo,
ai Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amado,
aquel que mentiu do que mi á jurado,
ai Deus, e u é?
—Vós me preguntades por voss’ amigo
e eu ben vos digo que é san’ e vivo.
—Ai Deus, e u é?
—Vós me preguntades por voss’ amado
e eu ben vos digo que é viv’ e sano.
—Ai Deus, e u é?
—E eu ben vos digo que é san’ e vivo
e será vosco ant’ o prazo saído.
—Ai Deus, e u é?
—E eu ben vos digo que é viv’ e sano
e será vosco ant’ o prazo passado.
—Ai Deus, e u é?
XVII
Levantous’ a velida,
levantous’ a alva,
e vai lavar camisas;
eno alto
vailas lavar a alva.
Levantous’ a louçana,
levantous’ a alva,
e vai lavar delgadas;
eno alto,
vailas lavar a alva.
E vai lavar camisas,
levantous’ a alva,
o vento lhas desvía;
eno alto,
vailas lavar a alva.
E vai lavar delgadas,
levantous’ a alva,
o vento lhas levava;
eno alto,
vailas lavar a alva.
O vento lhas desvía,
levantous’ a alva,
meteus’ a alva en ira;
eno alto,
vailas lavar a alva.
O vento lhas levava,
levantous’ a alva,
meteus’ a alva en sanha;
eno alto,
vailas lavar a alva.
XVIII
Amig’, o meu amigo:
valha Deus,
véde-la frol do pinho
e guisade d’ andar.
Amig’, o meu amado:
valha Deus,
véde-la frol do ramo
e guisade d’ andar.
Véde-la frol do pinho,
valha Deus,
selad’ o baiosinho
e guisade d’ andar.
Véde-la frol do ramo,
valha Deus,
selad’ o bel cavalo
e guisade d’ andar.
Selad’ o baiosinho,
valha Deus,
tréidevos, ai amigo,
e guisade d’ andar.
Selad’ o bel cavalo,
valha Deus,
tréidevos, ai amado,
e guisade d’ andar.
XIX
O voss’ amigo tan de coraçón
pon ele en vós seus olhos e tan ben,
par Deus, amiga, que non sei eu quen
o veja que non entenda que non
pod’ el poder aver d’ aver prazer
de nulha ren se non de vos veer.
E quen ben vir com’ el seus olhos pon
en vós, amiga, quand’ ante vós vén,
se xi non for mui minguado de sén,
entender pode del mui ben que non
pod’ el poder aver d’ aver prazer
de nulha ren se non de vos veer.
E quand’ el vén u vós sodes, razón
quer el catar que s’ encobra, e ten
que s’ encobre, pero non lhi val ren,
ca nos seus olhos entenden que non
pod’ el poder aver d’ aver prazer
de nulha ren se non de vos veer.
XX
Com’ ousará parecer ante mí
o meu amig’, ai amiga, por Deus,
e com’ ousará catar estes meus
olhos, se o Deus trouxer per aquí,
pois tan muit’ á que non veo veer
mí e meus olhos e meu parecer?
Amiga: ou como s’ atreverá
de m’ ousar sol dos seus olhos catar,
se os meus olhos vir un pouc’ alçar,
ou no coraçón como o porrá,
pois tan muit’ á que non veo veer
mí e meus olhos e meu parecer?
Ca sei que non terrá el por razón,
como quer que m’ aja mui grand’ amor,
de m’ ousar veer nen chamar senhor
nen sol non o porrá no coraçón,
pois tan muit’ á que non veo veer
mí e meus olhos e meu parecer.
XXI
—En grave día, senhor, que vos oí
falar e vos viron estes olhos meus.
—Dized’, amigo, que poss’ eu fazer i
en aqueste feito, se vos valha Deus.
—Faredes mesura contra mí, senhor.
—Farei, amigo, fazend’ eu o melhor.
—U vos en tal ponto eu oí falar,
senhor, que non pudi depois ben aver.
—Amigo, quero vos ora preguntar
que mi digades o que poss’ i fazer.
—Faredes mesura contra mí, senhor.
—Farei, amigo, fazend’ eu o melhor.
—Des que vos vi e vos oí falar, non
vi prazer, senhor, nen dormí nen folguei.
—Amigo, dizede, se Deus vos perdón,
o que eu i faça, ca eu non o sei.
—Faredes mesura contra mí, senhor.
—Farei, amigo, fazend’ eu o melhor.
XXII
—Amiga: fáçome maravilhada
como pode meu amigo viver
u os meus olhos non pode veer
ou como pod’ alá fazer tardada,
ca nunca tan gran maravilha vi:
poder meu amigo viver sen mí,
e, par Deus, é cousa mui desguisada.
—Amiga: estade ora calada
un pouco, e leixad’ a min dizer:
per quant’ eu sei cert’ e poss’ entender
nunca no mundo foi molher amada
come vós de voss’ amig’, e assí,
se el tarda, sol non é culpad’ i;
se non, eu quer’ én ficar por culpada.
—Ai, amiga: eu ando tan coitada
que sol non poss’ en mí tomar prazer
cuidand’ en como se pode fazer
que non é ja comigo de tornada,
e, par Deus, porque o non vej’ aquí,
que é morto gran sospeita tom’ i,
e se mort’ é, mal día eu fui nada.
—Amiga fremosa e mesurada:
non vos dig’ eu que non pode seer
voss’ amigo, pois om’ é, de morrer,
mais, por Deus, non sejades sospeitada
doutro mal del, ca des quand’ eu nací
nunca doutr’ ome tan leal oí
falar, e quen end’ al diz, non diz nada.
XXIII
O voss’ amig’, amiga, vi andar
tan coitado que nunca lhi vi par
que adur mi podía ja falar,
pero quando me viu, díssemi assí:
“Ai senhor, id’ a mha senhor rogar,
por Deus, que aja mercee de mí”.
El andava trist’ e mui sen sabor,
come quen é tan coitado d’ amor,
e perdud’ á o sén e a color,
pero quando me viu, díssemi assí:
“Ai senhor, ide rogar mha senhor,
por Deus, que aja mercee de mí”.
El, amiga, achei eu andar tal
come morto, ca é descomunal
o mal que sofr’ e a coita mortal,
pero quando me viu, díssemi assí:
“Senhor, rogad’ a senhor do meu mal,
por Deus, que aja mercee de mí”.
XXIV
—Amigo: querédesvos ir?
—Si, mha senhor, ca non poss’ al
fazer, ca sería meu mal
e vosso; por end’ a partir
mi convén daqueste logar,
mais que gran coita d’ endurar
mi será, pois me sen vós vir.
—Amig’: e de min que será?
—Ben, senhor boa e de prez,
e, pois m’ eu for daquesta vez,
o vosso mui ben passará,
mais morte m’ é de m’ alongar
de vós e irm’ alhur morar,
mais pass’ o voss’ unha vez ja.
—Amig’: eu sen vós morrerei.
—Non querrá Deus esso, senhor,
mais, pois u vós fordes non for,
o que morrerá eu serei;
máis quer’ eu ant’ o meu passar
ca assí do voss’ aventurar,
ca eu sen vós de morrer ei.
—Querédesmi, amigo, matar?
—Non, mha senhor; mais, por guardar
vós, mátomi, que mho busquei.
XXV
—Dizede por Deus, amigo:
tamanho ben me queredes
como vós a mí dizedes?
—Si, senhor, e máis vos digo:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.
—Non creo que tamanho ben
mi vós podéssedes querer
camanh’ a mí ides dizer.
—Si, senhor, e máis direi én:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.
—Amig’, eu non vos creerei,
fe que dev’ a nostro Senhor,
que m’ avedes tan grand’ amor.
—Si, senhor, e máis vos direi:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.
XXVI
—Non poss’ eu, meu amigo,
con vossa soidade
viver, ben vo-lo digo,
e por esto morade,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.
Non poss’, u vos non vejo,
viver, ben o creede,
tan muito vos desejo
e por esto vivede,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.
Nací en forte ponto
e, amigo, partide
o meu gran mal sen conto
e por esto guaride,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.
—Guarrei, ben o creades,
senhor, u me mandardes.
XXVII
Por Deus, amigo, quen cuidaría
que vós nunca ouvéssedes poder
de tan longo tempo sen mí viver,
e des oimais, par santa María,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.
Disséstesmi u vos de min quitastes:
“Log’ aquí serei convosco, senhor”;
e jurástesmi polo meu amor,
e des oimais, pois vos perjurastes,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.
Jurástesm’ entón muit’ aficado
que logo logo, sen outro tardar,
vos queriades pera mí tornar,
e des oimais, ai meu perjurado,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.
E assí farei eu, ben vos digo,
por quanto vós passastes comigo.
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