Lucernario


Recopilación de frases y versos de variados temas hurtados (no siempre con fidelidad) de diversas fuentes, como la literatura, el cómic, el cine, la tele o las canciones, parte de ellos utilizados como epígrafes en algunos de mis poemas, otros no, y colocados aquí sin demasiado orden ni coherencia.


Las citas son útiles en períodos de
ignorancia y creencias oscurantistas.
Guy Debord




Lanza una fría mirada
sobre la vida y sobre la muerte:
¡Jinete, pasa de largo!
   W. B. Yeats, Bajo el Ben Bulben



Abandónate de todo corazón a Cloto:
déjala que teja tu vida
con los acontecimientos que le plazcan.
   Marco Aurelio, Meditaciones



Seres efímeros:
¿qué es un hombre? ¿qué no es?
No es más que la sombra de un sueño.
   Píndaro, Pítica VIII



Somos de la misma materia
de que están hechos los sueños
y nuestra corta vida
se encierra en un sueño.
   W. Shakespeare, La tempestad



Hombre verdadero soy
y hombres verdaderos frecuento.
   Petronio, El Satiricónn



Que no ha de ser el hombre cual la nave
que pasa sin dejar rastro ni seña
o como en el ligero viento el ave.
   F. de Quevedo, Riesgos del matrimonio…



¡Oh brujas, oh miseria, oh odio,
a vosotros ha sido confiado mi tesoro!
   A. Rimbaud, Una temporada en el infierno



Jamás, Jamás, Jamás.
De modo tan solemne se dirige
el mar a las arenas de la orilla.
   E. A. Poe, A alguien en el paraíso



¡Desgraciada!
¡Maldito el día que en nací
y maldito el día en que subí a esta nave!
¡Isolda, amiga, y vos, Tristán,
habéis bebido vuestra muerte!
   J. Bedier, Tristán e Isolda



Arturo: —¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?
Merlín: —Has hecho pedazos lo irrompible.
¡Has roto la esperanza!
   J. Boorman, R. Pallenberg, Excalibur



Amigo mío, tú que conoces la batalla
y que tienes experiencia en la lucha,
si te has frotado con hierbas,
no debes temer la muerte,
portador del resplandor divino.
¡Que tu voz retumbe como un timbal!
¡Que la parálisis se vaya de tus brazos!
¡Que tus rodillas recobren su fuerza!
¡Dame tu mano y caminemos juntos!
¡Deja que tu corazón se deleite en el combate!
Desprecia la muerte y obtendrás la vida.
   Poema de Gilgamesh



Iremos aún más lejos, sin avanzar jamás.
   G. Apollinaire, Siempre



León Doderlín,
es usted incorregible:
No fuma, no se inyecta,
jamás usa el teléfono,
come poco y apenas habla…
¿Será saludable
su dieta de rimas y champán?
   F. del Barrio, León Doderlín



Porque se desvió de lo que era eterno
y separó su cuerpo de la unidad
y se entregó al tiempo dividido
de las calles sin piedad.
   S. de Mello, Marinero sin mar



Deambulo por los días como
una puta en un mundo sin aceras.
   E. Cioran, Silogismos de la amargura



Es inútil proseguir ni es posible retroceder.
   J. E. Cirlot



—¿Vuelan aún los cuervos sobre la montaña?
—Sí— contestó el pastor.
—¿Cuelgan como antes unos árboles muertos
sobre los precipicios del Kisfhauser?
—¿Quién podría arrancarlos, si no fuera la tempestad?
—¿No te ha hablado nadie de la aparición de una anciana?
—¡No!
—Está bien. Aún me queda un siglo de sueño.
   X. B. Saintine, Mitología del Rin



Miro hacia atrás, hacia los días
en que me ahogaba en la niebla
entre lingüistas y contendientes.
No me burlo ni discuto. Atestiguo y espero.
   W. Whitman, Canto de mí mismo



Más vale al que Dios ayuda
que al que mucho madruga.
   M. de Cervantes, D.Q. 2, XXXIV



Mas a mí, con el tiempo, la necesidad
me ha enseñado a tener aprecio a mis desgracias.
   Sófocles, Filoctetes



La belleza, o es esta entrega
a quien de súbito la descubre,
o se esconde, cruel, a quien hace de su busca
una persecución de carnicero.
   E. de Andrade



La poesía es el asunto del poema;
de ella surge el poema y
a ella vuelve.
   W. Stevens, El hombre de la guitarra azul, XXII



Caída, profunda,
en la mecánica repetitiva, obsesiva,
iterativa, que es también
la mecánica del signo.
   E. Villa, Poesía es



Siglos de siglos y solo en el presente
ocurren los hechos;
innumerables hombres en el aire,
en la tierra y el mar,
y todo lo que realmente pasa me pasa a mí.
   J. L. Borges, El jardín…



Odio el buen gusto;
es lo peor que le puede pasar
a una persona creativa.
   H. Newton, Turning Heads



El orden se marchó del reino de la palabra,
nos hemos quedado solos tú y yo en esta asamblea;
ven que la alegremos y la embellezcamos.
Ofréceme vino, que yo me lo beberé,
y tú escucharás los poemas que voy a leer.
   Fuzulî, Leylâ y Mecnûm



Así pues, el vino es el espejo del hombre.
   Alceo de Mitilene, frg. 16 (104 D)



Como el viento desenfrenado
que en las montañas se abate sobre los bosques,
el amor estremece mi ser.
   Safo, frg. 44



—¿Por qué, entonces, no saludas a una venerable diosa?
—¿A cuál? Ten cuidado de que tu lengua no ofenda.
—A esta que está junto a tu puerta, a Afrodita.
—Puesto que soy casto, de lejos la saludo.
—Pero ella es respetada e ilustre entre los mortales.
—Cada dios y cada hombre tienen sus preferencias.
—Te deseo buena fortuna, si fueras sensato como debes.
—No me place ninguno de los dioses honrados por la noche.
—Preciso es, hijo mío, honrar a todos los dioses.
   Eurípides, Hipólito



Y todos lo sabéis: la confianza
es el principal enemigo de los mortales.
   W. Shakespeare, Macbeth, III, 5



Cayó sobre nosotros la desgracia.
Cayó la desgracia
sobre los hijos de Scáthach.
Yo, quebrantado. Yo, sangrando.
Tú, ahí tendido. Tú, muerto.
Cayó sobre nosotros la desdicha,
sobre los hijos de Scáthach.
Tú, muerto y vivo yo.
Locura es el valor.
   J. M. Álvarez Flórez (trad.), El perro del Úlster



Es cosa averiguada, así lo siente Metrodoro Chío,
y otros muchos, que no se sabe nada y que todos
son ignorantes; y aún esto no se sabe de cierto,
que a saberse ya se supiera algo: sospéchase.
   F. de Quevedo, El mundo por de dentro



Nada de ti, nada de mí;
una brisa sin aire soy yo,
nada de nadie.
   E. Sobredo, Nada de nada



Dejemos de amarla
sin remordimientos:
la luna esa, subiendo y bajando
va haciéndonos viejos.
   Cantares de Ise, 88



El hemisferio sur de Urano reluce debido a un fenómeno similar
a las auroras boreales terrestres. Además de los cinco satélites
conocidos de Urano: Oberon, Umbriel, Titania, Ariel y Miranda,
se descubrieron otros diez. El mayor tiene un diámetro de 170 km.
La geología de los satélites conocidos ha impactado a los científicos,
sobre todo la muy fracturada de Miranda.
   T. Camuñas (El País 20/8/89)



Bastaría ver las imágenes de la superficie arrugada
de Miranda, esa nueva luna recién descubierta,
para darse cuenta de que algo se está riendo
de nosotros desde los límites extremos del sistema solar.
   L. Martín Santos, Teoría de la catástrofe... (El País. 7/6/86)



—¿Y más allá de los planetas?
—Las estrellas.
—¿Y más allá de las estrellas?
—La galaxia.
—¿Y más allá de la galaxia?
—Más galaxias.
—¿Y más allá de las galaxias?
—El espacio, el infinito.
—¿Y más allá del infinito?
—Es hora de dormir.
—¿Y más allá del infinito?
—El espacio, el espacio, el espacio…
   De Drummons (Serie de tv. 1985-1987)



Buscaremos otra civilización,
si es posible lejos de esta habitación.
   Luna, Es un sueño



Alma no tenían, juicio no tenían,
ni sangre ni voz, ni buen color;
alma les dio Odín, juicio les dio Háenir,
voz y sangre Lódur, y buen color.
   Edda, Völuspá



El hombre transmite su miseria al hombre.
   P. Larkin, Este es el verso



Han hecho llegar a las prostitutas a Eleusis;
están los cadáveres listos para el banquete
por orden de la usura.
   E. Pound, Con la usura



Que no tiene el que gana mucho, ni el que hereda
mucho, ni el que recibe mucho; solo tiene el que
tiene y no gasta. Y quien tiene poco, tiene, y si tiene
dos pocos, tiene algo, y si tiene dos algos, más es,
y si tiene dos mases, tiene mucho,
y si tiene dos muchos, es rico.
   F. de Quevedo, Visita de los chistes



Y enviaron contra ellos, como una tempestad,
fiebres, enfermedades, pestes y epidemias.
   Poema de Atrahasis



Y allí quedó muerto, abrazado a un cadáver,
tras haber obtenido en suerte
la celebración de los ritos nupciales
—¡el pobre!— en las moradas del Hades,
poniendo al descubierto
como la intransigencia es, con mucho,
la más grande calamidad que asedia al hombre.
   Sófocles, Antígona



¿Miedo? Un hombre ha de tener miedo,
si no no es un hombre;
pero ha de enfrentarse al miedo,
si no tampoco es hombre.
   W. Shakespeare, Enrique V



No necesitamos educación,
no necesitamos control mental
ni oscuros sarcasmos en el aula.
¡Eh! ¡Profesores! ¡Dejen a los niños en paz!
Al final es solo otro ladrillo en la pared.
Al final eres solo otro ladrillo en la pared.
   R. Waters, Another Brick in the Wall



Estamos a 200 km de Chicago,
tenemos el depósito lleno
y medio paquete de tabaco,
es de noche y llevamos gafas de sol.
   D. Aykroyd, J. Landis, The Blues Brothers



Déjame que pose para ti,
eres tú mi artista preferidꜵ;
déjame tenerte junto a mí,
prometo estarte agradecido,
prometo estarte agradecido.
   R. Mercado, Agradecido



En mi ciudad el hombre muere,
oprimido el corazón;
el hombre muere,
su corazón no puede albergar esperanza.
Yo he mirado por encima de la muralla
y he visto los cadáveres flotando en el río.
En cuanto a mí, mi destino será idéntico,
así es en verdad,
porque el más alto de los hombres
no puede tocar el cielo
y el más grande de los hombres
no puede circundar la tierra.
    Gilgamesh y el País de la vida



Dejad que os tienda una mano, chicas,
dejad que os la tienda:
la vida es un vals, un temporal.
   E. Villa, A veces, un destello…



Créeme, las respuestas son breves,
aunque un día viajes a años luz,
aunque la luz se vuelva interminable,
como cuando muere una estrella,
otra emerge, asombrosa y sin razón alguna.
   F. Sze-Lorrain, Towering



La eternidad es apenas más larga que la vida.
   R. Char, Las hojas de Hypnos, 110



¡Que Dios no te guarde!
Revives deseos
que la desesperación había apagado
y luego impides paladearlos.
¿De qué ruinas procedes?
   Al-Hamadânî, Maqâmât



Las heridas recibidas por Sigfrido
todavía le dolían a Krimilda.
   Cantar de los nibelungos



Hasta la raíz se gastarán
las uñas de vuestros cinco dedos;
hasta vuestros diez dedos
se gastarán para vengarme.
   J. M. Álvarez Flórez (trad.), El libro secreto de los mongoles



Luego contra sus hijos,
por el parco sustento resentido,
lanzó una maldición de lengua amarga:
que por su mano, armada con el hierro,
ambos la herencia un día partirían.
   Esquilo, Los siete contra Tebas



¡Desdichados! ¿Qué mal os aflige? En noche envueltos
están vuestras cabezas y rostros y también las rodillas;
os abrasan gemidos y las mejillas se os cubren de lágrimas;
chorrean sangre los muros y los hermosos intercolumnios
y llenos están el vestíbulo y el patio de los espectros
de los que marchan a Erebo; el sol ha desaparecido
del cielo y por doquier se ha extendido funesta niebla.
   Homero, Odisea, XX



¡Permite a tu corazón
deleitarse en el combate!
   Poema de Gilgamesh



¿Te han dicho que es bueno vencer?
Yo también digo que es bueno caer:
Las batallas se pierden
con el mismo espíritu con el que se ganan.
   W. Whitman, Canto de mí mismo, 18



Cruzando el mar noche y día
yo te vi con el viento,
yo te vi no dudar;
y envié mi barquita,
la que cruza ligera,
a buscar otra playa, sí,
donde pueda vivir sin amar.
   P. Baroja, Los amores tardíos (Habanera)



Tu amor no arde,
solo escupe fuego.
   Á. Stanich, Escupe fuego



Qué grandes corazones poseían;
vísceras inmensas, tripas sentimentales
y un estómago lleno de poesía.
   C. Drummond de Andrade, Necrológica de los desilusionados del amor



B. —¿Es necedad amar?
R. —No es gran prudencia.
B. —Metafísico estáis.
R. —Es que no como.
   M. de Cervantes, Diálogo entre Babieca y Rocinante



¡Ay de mí! ¡Así que es cierto
que el vino vive más que nosotros,
pobres hombrecillos! Bebamos pues
hasta hartarnos. El vino es vida.
   Petronio, El Satiricón, XXXIV



Es mi vida
recorrida por un alcohol penetrante, es la inmediata
atención al misterioso trabajo de la edad.
   H. Helder, Elegia múltiple, VII



Borrachos y locos son quienes meditan la carne y el cuerpo,
vastedad y cenizas. Conceptos y palabras.
Como conviene a los borrachos, grito lo inarticulado,
la garganta candente, invadida.
   H. Hilst, Alcoólicas



Los poetas inmaduros imitan, los maduros roban;
los malos poetas desfiguran aquello que toman
pero los buenos lo convierten en algo superior o,
cuando menos, diferente. El buen poeta amalgama
sus robos en un conjunto de sentimientos que es
único y totalmente distinto a aquello de lo que fue
arrancado; el malo lo arroja en un algo sin cohesión.
Un buen poeta suele tomar prestado de autores
remotos en el tiempo o ajenos a su lengua o de
intereses diferentes.
   T. S. Eliot, Philip Massinger



Aunque yo muera el poema encontrará
una playa donde romper sus olas.
   S. de Mello, El poema



Soy un trozo de nácar,
tú, nubes de abril:
dame gotas de agua,
toma perlas en su lugar.
Tú eres el sol,
yo, la tierra negra:
dame el fuego,
recibe a cambio puro mineral.
   Fuzulî, Leylâ y Mecnûm



Óyeme, flor de mayo,
yo soy el hombre-rayo,
soy el cantar del gallo
cuando lo parte el rayo.
   D. Lindley, El Rayo X



Es una canción triste
y cada vez que la escucho es más triste.
   A. Yerkovich, F. Military, D. Pyne, Litle Miss Dangerous



El pájaro oscuro
clamó la noche entera. Algunos dicen
que la tierra tenía fiebre y temblaba.
   W. Shakespeare, Macbeth, 2, 3



El viejo acechador del crepúsculo,
aquel que, ardiendo, busca túmulos,
el gozoso tesoro encontró abierto;
el maléfico dragón desnudo
que en la noche vuela envuelto en fuego.
   Beowulf, 2270-74



Lo que ha emergido puede hundirse
y lo que se ha hundido puede emerger.
   H. P. Lovecraft, La llamada de Cthulhu



Cuando el cielo arriba no tenía aún nombre
y abajo la tierra no había sido nombrada,
y el primigenio Apsu, quien los engendró,
y la creadora Tiamat, la madre de todos,
sus aguas mezclaban en un solo conjunto;
cuando los pastos no se habían formado
y todavía no existían los cañaverales,
cuando ninguno de los dioses había surgido,
ni ningún nombre había sido pronunciado,
ni ningún destino había sido decretado,
los dioses fueron creados dentro de ellos.
   Poema babilónico de la creación



De ajenas desnudeces te socorres
y procesos de mármol multiplicas.
   F. de Quevedo, Moralidad útil…



Esos cuatro perros
sus yelmos, cobre,
sus hocicos, cinceles,
sus lenguas, leznas,
sus corazones, hierro,
espadas, las fustas,
avanzan implacables,
beben el rocío, cabalgan el viento.
Los días de la matanza
comen la carne de los hombres.
Los días del combate
con carne humana se alimentan.
Sin cadenas, quién les detendrá?
Ya se acercan, gozosos.
Babeantes, ávidos, se acercan.
   J. M. Álvarez Flórez (trad.), El libro secreto de los mongoles



¿Quién nunca a ti se volvió
ni quién osa hablarme así,
ni qué se me importa a mí
que me conozcas o no?
   J. Zorrilla, Don Juan Tenorio, 1, I, XII



Los que quedan son los inacabados,
los finalmente humanos,
nativos de una esfera disminuida.
   W. Stevens, Lebensweisheitspielerei



Un hombre que duda es un hombre libre.
   Á. Cunqueiro, Orestes, 2, V



Reinas de la noche
presas en el bar,
perdidas en el tiempo,
pasos de balet,
son estrellas que se olvidan con el día.
   Stukas, Reinas de la noche



Qué estafa era
la maldita primavera.
Pasa ligera
la maldita primavera,
me maldice solo a mí.
   P. A. Cassella, T. Savio, Maledetta primavera



—¡Eh, Junkie, me ha dicho que era un caso grave!
—¿Un caso grave? ¡Ese soy yo!
—Nada hay para él tan grave como la gravedad marciana.
   De un cómic publicado en la revista 1984



Pensé que a ti
te bastaba llegar hasta aquí,
escapada quizá de algún naufragio.
   L. Dalla, G. Mango, Flor de verano



Pero nosotros gocemos contándonos nuestros
tristes infortunios mientras bebemos y comemos
en mi cabaña, pues también un hombre se deleita
rememorando sus penas cuando ya tiene
mucho padecido y trajinado vagando por la tierra.
   Homero, Odisea, XV



Este verano será inhumano,
tirando tejos llegaré lejos.
   Los Inhumanos, Verano inhumano



Dame crack y sexo anal.
Coge el único árbol que queda
y rellena el agujero en tu cultura.
Devuélveme el muro de Berlín;
dame a Stalin y a san Pablo.
Yo he visto el futuro, amigo: es un crimen.
   L. Cohen, El futuro (The Future)



Dolor en tus caricias
y cuentos chinos.
   T. Casal, Eloise



La lencería femenina… ¡Uy…!
¿Recuerdas la lencería femenina?
   T. Hayes, Mad Max 2



¡Atrás, oh mensajero de no importa qué dios!
Si has venido para arrebatarme
la víscera de mi corazón de hombre,
no se te entregará
la víscera de mi corazón de hombre
a ti que caminas y que obedeces
a los dioses de las ofrendas.
¡Que tales dioses caigan sobre su rostro
y caminen errantes por la tierra!
   Libro de los muertos



¡Soñar es muy cansado!
   Á. Cunqueiro, Orestes, 4



Hay extraños seres en el gran abismo
y el buscador de sueños debe tener cuidado
de no encontrar ni despertar a los que no le convienen.
   H. P. Lovecraft, La extraña casa de la niebla



En Tritón la nave ha fotografiado un panorama de desolados
volcanes dormidos que en otro tiempo vomitaron líquidos
ultracongelados mezclados con lodo. Su superficie aparece
en colores blanco, rosa y azul, con una combinación de imágenes
de apariencia rígida en la que se observa una corteza de líneas
cruzadas y terraplenes de color naranja que serpentean entre
las fallas de posibles terremotos. Se observan también puntos
oscuros rodeados de halos que asemejan amapolas.
   Tritón, la luna rosada y fría, sueño de poetas (Agencias, Pasadena, El País 27/8/89)



Pero si un día me olvidara de todo,
espero envejecer
tomando café en Creta
con el Minotauro,
bajo la mirada de dioses sin vergüenza.
   J. de Sena, En Creta, con el Minotauro



Zarabullí, ay bullí,
bullí de zarabullí.
Bullicuzcuz de la Veracruz;
Yo me bullo y me meneo,
me bailo, me zangoteo,
me refocilo y recreo
por medio maravedí:
Zarabullí.
   F. de Quevedo, Discurso de todos los diablos



Era verdad o, en todo caso,
desde que lo dijo comenzó a serlo.
   M. Vargas Llosa, La guerra del fin del mundo, 4, V



—Yo soy de Irlanda,
de la Sagrada Tierra de Irlanda,
y el tiempo corre— gritó ella.
—Sal, por caridad,
y baila conmigo en Irlanda.
   W. B. Yeats



Solo soy un soldado,
pero formo parte de un ejército;
conozco la puerta secreta de la Muerte,
soy uno de sus parientes
y puedo mostraros la Eternidad,
sin ceremonia y sin escándalos.
   R. L. Stevenson, El club de los suicidas, 1



La lujuria te hará volar y flotarás
sobre el aliento del dragón.
¡Cabalga! ¡Cabalga! ¡Cabalga!
   J. Boorman, R. Pallenberg, Excalibur



Sredni Vashtar atacó:
Sus pensamientos eran
rojos pensamientos
y blancos sus dientes eran.
Sus enemigos suplicaron paz
pero él les trajo muerte.
Sredni Vashtar, el hermoso.
El Gran Hurón.
   Saki, Sredni Vashtar



Yo hendí la espina del esturión,
tajé en dos la espina del pez kilene,
conquisté lo visible,
cabalgué lo exterior.
Bello de rostro,
largo de talle
soy.
   J. M. Álvarez Flórez (trad.), El libro secreto de los mongoles



—¿Qué se siente al viajar en el tiempo?
—Luz blanca… Dolor… Es como nacer.
   J. Cameron, G. Anne Hurd, W. Wisher, The Terminator



Esto digo:
Mi corazón ha salido de mí en silencio
y corre hacia un lugar que conoce;
ha ido hacia el sur para poder ver Menfis.
¡Ojalá pudiera estar con él!
Estoy esperando que vuelva mi corazón
y me diga cómo es Menfis;
no puedo hacer trabajo alguno
mientras mi alma no está en mí.
¡Ven a mí, alma mía, y llévame a Menfis!
   Texto egipcio, s. XIII a.C.



Y no en carrozas ni en dromedarios,
sino a pie y en ayunas.
   M. de Cervantes, D.Q. 2, XXXVI



Siempre fuisteis enigmático
y epigramático y ático
y gramático y simbólico
y, aunque os escucho flemático,
sabed que a mí lo hiperbólico
no me resulta simpático.
   P. Muñoz Seca, Don Mendo, 2



No pienses que estoy muy triste
si no me ves sonreír,
es simplemente despiste:
maneras de vivir.
   R. Mercado, Maneras de vivir



Yo me vi rodeando el mundo,
yo me vi rodeándolo por ti;
no sabes cómo sufrí.
   M. Ostiz, No sabes cómo sufrí



Una vez más, alzándome en el aire,
desde la Roca Blanca
en las oscuras olas me sumerjo,
de lujuria ebrio.
   Anacreonte, PMG 376



Desde el punto de vista del destino hay dos tipos
de hombres: los unos siguen el rumbo trazado por
los padres, la familia el ambiente; los otros tratan
de cambiar su destino. Los unos toman la carretera
ancha; los otros, el sendero difícil y tortuoso.
Los primeros, vulgares y oscuros, no se distinguen;
los otros, si aciertan, pasan por ilustres; pero si
yerran, son ridículos, porque después de su fracaso
tienen que marchar con los demás y en montón
por la carretera.
   P. Baroja, Los amores tardíos, 3,1



Ni mojar mis labios en el manantial equino
ni haber soñado en el Parnaso de doble cumbre
recuerdo, para, al pronto, así poeta hallarme.
Las helicónides y la pálida Pirene
a aquellos cedo cuyas efigies acaricia
la trepadora hiedra, pues yo, semipagano,
al culto de los vates mis cánticos ofrendo.
   Persio, Coliambos



No seas poética, por favor.
   C. García Berlanga, Ivonne



La saxífraga es mi flor, la que abre
las rocas.
   W. C. Williams, Una especie de canción



Los laureles de Hipocrene no son para mí,
no cruzaré los siglos encuadernado en piel;
pero al ver cuán poca gente lee la Ilíada
de Homero me tomo mejor el no ser leído.
   M. Yourcenar, Opus nigrum



Pocos versos, a través de los siglos,
se distinguen bajo la herrumbre del tiempo;
y menos aún los nombres de sus autores.
   G. de la Mirandelle, Los hilos de Urd



Dichoso aquel al que las musas aman,
cuán dulce la voz de su boca fluye.
   Hesiodo, Teogonía, 97



La palabra es la perla verdadera
que nos cuenta los tesoros del corazón,
la que define al hombre,
la que lo pone en relación
con un mundo mágico.
Cuando el hombre sabe usarla,
la palabra se convierte en espíritu puro;
dicen que la palabra redime al hombre,
permite que yerre o que acierte.
   Fuzulî



¡Ay de los que llevan en la frente una estrella!
¡Ay de los que llevan en la boca un cantar!
   M. Curros Enríquez, A Rosalía



Por favor, basta. Me atrevo a hacer
cuanto sea propio de un hombre;
quien se atreva a más, no lo es.
   W. Shakespeare, Macbeth, 1, 7



Desdichado, este es un tiempo falso;
que no te engatusen las ilusiones
ni te apegues a un solo estado:
gira como las noches giran.
   Al-Hamadânî, Maqâmât



Capitán pirata
de la mar salada;
sé contar las mil estrellas
que brillan de noche en el mar.
   Barrio Sésamo, Capitán pirata



¿Dónde podremos ocultarnos
los náufragos de la tempestad?
   E. Waugh, Retorno a Brideshead



—Los acontecimientos
de la noche del lunes veintidós
comenzaron con una exhibición privada.
—¿Una exhibición privada de qué, señora?
—De lady Clancarron tirando al niño
junto con el agua de la bañera.
—¿Y tiene usted una fotografía
de ese proceder tan destructivo?
—No, señor… pero tengo
una agradable reproducción
de “El quinto y sexto días de la Creación”.
   M. Innes, A Private View



¡El repaponostiójono!
   F. Luna, C. Faraco, Tris Tras Tres



¿Es tan difícil comprender
que se puede muy bien rezar
a un dios en el que no se cree
en un idioma que no se entiende?
   J. Torrente Ballester, Cotufas en el golfo



Espejo roto, sal derramada o pan caído,
puedan esos dioses sin rostro perdonarme siempre.
   G. Apollinaire, Sobre las profecías



Todo está cerca, todo está lejos;
todo le es dado
al hombre en préstamo.
   P. Lagerkvist, Es más hermoso al oscurecer



Vosotros sois
como perra que se come su propia placenta,
como pantera que ataca en el desfiladero,
como león que no puede refrenar su furia,
boa que engulle vivos a los animales,
águila que ataca a su propia sombra,
lucio que traga quedo su presa,
camello que muerde los talones de su propia cría,
lobo que se ampara en la tempestad para atacar,
ganso que devora los polluelos que no pueden seguirle,
chacal que protege su guarida,
tigre que atrapa sin vacilación a la presa,
fiera que se lanza a ciegas sobre la víctima;
vosotros, que no tenéis
otra compañía que la de vuestra propia sombra
ni otro látigo que la cola de vuestro caballo.
   L. Ramírez Bellerín (trad.), Historia secreta de los mongoles



El gran peligro no admite a un hombre cobarde.
Si hemos de morir ¿por qué consumir en vano
una vejez sin gloria, sentados en la oscuridad,
privados de todo cuanto es bello?
   Píndaro, Olímpica I, 81-84



La casa de Gingiz se extinguió hace mil años.
Yacen sus cuatro reyes en un oasis
y la dulcísima agua de diez fuentes
se vierte por los caños de sus huesos.
   Á. Cunqueiro, Los cuatro jefes de la casa de Gingiz



Reyes, poetas y amantes que murieron
legando al sutil polvo sus conquistas.
   O. Jayam (trad. J. V. González), Rubaiyat



Nadie llama a mi puerta,
como no sea el céfiro de la mañana.
   Fuzulî, Leyla y Mechnum



Cuando hubieron subido al lecho bien construido,
fueron los espléndidos aderezos
lo que Anquises le quitó de su cuerpo:
los broches, las retorcidas espirales,
los pendientes en forma de flor y los collares.
Desató su cintura, la desnudó de sus resplandecientes vestidos
y los colocó sobre un asiento de argénteos clavos.
Luego, según la voluntad de los dioses y el hado,
con la inmortal diosa compartió su lecho el mortal
sin tener un claro conocimiento de ello.
   Himno homérico a Afrodita, 160-7



Lo que entrevemos, o lo que vemos,
es, todo, un sueño dentro de un sueño.
   E. A. Poe, Un sueño…



Ah, dejadme solo en mi parque pubescente,
en mi jardín musgoso.
Dejadlas jugar junto a mí para siempre.
¡Y que nunca crezcan!
   V. Nabocov, Lolita



Jardines llenos de flores,
corazón negro de amor.
   T. Larriva, La flor de mal



No se oyó hablar de ella en Canaán
ni fue vista en Temán;
ni tan siquiera los hijos de Agar,
que inquieren la ciencia por toda la tierra,
ni los mercaderes de Merrán y de Temán,
fabuladores y buscadores de conocimiento,
han averiguado el camino de la sabiduría
ni recuerdan sus senderos.
   Libro de Baruc, 3, 22-23



Hacer siempre lo incorrecto
es una forma de acertar.
   C. Rosenvinge, N. Vegas, Verano fatal



Otros hay, y en estos, que son los peores, entro yo,
que no saben nada ni quieren saber nada, ni creen
que se sepa nada, y dicen de todos que no saben nada,
y todos dicen de ellos lo mismo, y nadie miente.
   F. de Quevedo, El mundo por de dentro



Reprodúcete, apíñate, avanza,
expándete, autoextínguete, desaparece,
homo llamado sapiens.
   E. St. Vincent Millay, Apóstrofe al Hombre



Así se me aparece en el friso de Lascaux,
madre fantasmagóricamente disfrazada,
la Sabiduría con los ojos llenos de lágrimas.
   R. Char, La Bestia innombrable



Invocó al uro
en un giro salvaje; el cálido flanco con pestañas,
todo él cálido, moribundo, de rodillas
en el suelo.
   J. Spece, Lascaux



Detén tu navío
para escuchar nuestra voz.
   Homero, Odisea, XII



Las sirenas pueden salvarte la vida
o arrebatártela;
no sabrás cuál de las dos cosas
hasta que llegue la mañana.
   A. Xango, Terpsícore



Oír la dulce voz de una sirena
y no poder del mástil desasirse.
   L. de Vega, Ir y quedarse…



Mirola él a los pechos por el escote del vestido:
—Entre esas dos lomas pondría yo mi lanza.
—Solo si matas a cien al pie de cada una.
—Entre esas dos lomas pondré yo mi lanza.
—Solo si das el salto del salmón de los héroes
cargando el doble de lo que peso en oro.
—Entre esas dos lomas pongo yo mi lanza.
   J. M. Álvarez Flórez (trad.), El perro del Úlster



Era Lai de Donn, vagabunda y carnal,
desdoblada en seis mujeres diferentes
y todas excitadas e incansables en el amor.
Luego se dijo que todas las hadas de Irlanda
eran putas públicas. Mentira.
   Á. Cunqueiro, Los sesenta nombres



Mas ya se rasga el gris y el azul vuelve,
lágrima inmensa azul, azul. Disuélve-
me el corazón, oh cielo de Galicia.
   G. Diego, Lluvia o llanto



Sin embargo estoy aquí. Entre yo y el poema,
opaco a ambos, sin nada que decir.
   N. Júdice, Descripción de un lugar



En el aire puro del atardecer
leí una antología.
Poetas antiguos vivieron en mí, cantando.
   A. Zagajewski, Antología



La belleza es verdad; la verdad, belleza.
Esto es cuanto sabréis sobre la tierra,
y cuanto necesitáis saber.
   J. Keats, Oda a una urna griega



Y los poetas acaban así:
heridos, anulados, muertos-vivos,
y por eso los llamamos poetas.
   P. Gimferrer, Celadas



Este invitado del estío,
el vencejo que los templos frecuenta, atestigua,
con su dilecta morada, que el hálito del cielo
huele aquí seductoramente: no hay cornisa o friso,
ni arbotante o rincón favorable, en que este pájaro
no haya hecho su colgante lecho y cuna fecunda:
he observado que donde más cría y reside
es delicado el aire.
   W. Shakespeare, Macbeth



¿Sabías que las leyes celestiales
han de ser aún reelaboradas y rectificadas?
   W. Whitman, Canto de mí mismo, 22



Están los tiempos descoyuntados;
ay, maldito infortunio
haber nacido yo para reajustarlos.
   W. Shakespeare, Hamlet, I, 5



El desorden se incrementa con el tiempo
porque nosotros medimos el tiempo
en la misma dirección en la que se incrementa el desorden.
   S. Hawking, Historia del tiempo, 9



Se han explorado los cielos y están vacíos.
Y lo que yace bajo la tierra está vacío también,
lleno de huesos y de sombras.
   H. Miller, Trópico de Cáncer



Conservas un corazón ardiente
en situaciones heladoras.
   Sófocles, Antígona



Después ocurrió
que ya no iba yo
con mi corazón en bandolera.
   S. Adamo, En bandolera



A quien de ti se fiare
no le engañes, que te engañas.
   Romance El hijo de Arias Gonzalo



Después de tu muerte
yacerás en el olvido,
sin nadie que por ti se duela,
pues no participaste de las rosas de Pieria;
ignorada también en la morada de Hades
vagarás sin rumbo entre los oscuros muertos.
   Safo, frg. 63



La que siempre es tan impredecible,
la que siempre es tan impenetrable,
la que siempre es tan inaprensible,
la que siempre es tan implacable.
   N. Balestrini, Pequeña loa al público de la poesía



Oí el canto de un poeta que agonizaba en el arcén,
oí el ruido de un payaso que lloraba en un callejón.
   B. Dylan, Una fuerte lluvia va a caer



Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?
pero ¿quién nos ata?
   P. Guerrero, A cántaros



Dame la llave de tu cabeza,
dame tus ojos para que vea,
dame un camino,
ábreme una puerta
a la imaginación.
   F. de Diego, La noche entera



Canta, mendigo errante,
cantos de tu niñez,
ya que nunca tu patria
volverás a ver.
   C. Arniches, E. García Álvarez, Canción húngara



Hablando para hacer del pensamiento
un incierto paisaje, así persisto.
   J. E. Cirlot, Bronwyn, w, I



Déjame padecer esta dolencia,
que es ganancia, y no poca, el ser sensato
y parecer, en cambio, insensato.
   Esquilo, Prometeo encadenado



—¿Qué tres cosas provoca sobre todo la bebida?
—Pardiez, señor, el coloramiento de la nariz,
el sueño y la orina. En cuanto a la lujuria, señor,
la provoca y la desprovoca; provoca el deseo
pero impide la realización. Así pues, el mucho beber
se puede decir que sea equívoco para la lujuria:
la crea y la echa a perder: la pone en marcha
y la vuelve atrás: la anima y la desanima:
la hace levantarse y no levantarse;
en conclusión, la enreda llevándola a dormir
y, con ese engaño, la abandona.
   W. Shakespeare, Macbeth



Fueron más allá de las corrientes del Océano
y de la Roca Blanca, fueron más allá
de las Puertas del Sol y del País de los Sueños.
   Homero, Odisea, XXIV



Polvo y sombra somos.
   Horacio, Carmina IV, 7



Yo, igual que tú, detesto la funesta guerra;
pero yo, al contrario que tú, estoy preparado
para cualquier guerra, para defenderme a mí
y a los míos, e incluso a ti.
   H. G. Mir, Reencuentro del sí



¿Qué canto ha de cantar lo que perdura?
   H. Hilst, De la noche



—¿Y por qué lleva usted esa máscara?
—Para que puedan reconocerme; sin ella
solo soy yo mismo entre muros infranqueables.
   Moebius, El garaje hermético



Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va.
   Romance del conde Arnaldos


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