13 de agosto de 2025

Paul Batchelor

El velo de mármol

Este lugar desconocido, si logramos descifrar qué sucede, podría ser el lugar de un secreto. Y, suponiendo que así sea, podría transmitir ciertas cosas, cosas que no podemos controlar, cosas fatales, cosas que no son controlables a voluntad. Debemos encontrar un equilibrio entre lo que controlamos y lo que provocamos.
Jean Nouvel

Lo que se esconde en la oscuridad y qué verdades vela.
Andrew Crozier


0

Si algunas cosas se pierden,
otras se encubren

y si estas categorías son dispares
o si una puede disolverse en la otra...

esa pérdida puede ser una forma
cuyo elemento es el tiempo

pues, con el tiempo, las cuestiones de pérdida
devienen cuestiones de fe


I

como quien al pasar por Ca’ Rezzonico
Museo del Settecento —la ciudad en declive
ya, el gran sueño
volviéndose lúcido, los párpados temblorosos, la laguna
recogiendo luz natural— puede detenerse
ante la Dama Velata:
el busto de mármol de la Pureza
de Antonio Corradini
representada
de acuerdo a la convención
como una mujer joven
pero (esto es nuevo) con el rostro cubierto,
el velo como recurso
para mostrar la habilidad del artista
de plasmar la fluidez en piedra
—el impulso es tocar y probar su
quiero decir ductilidad;
dúctil: podría significar fácil de moldear,
pero no es eso— que parece discurrir
por su frente y nariz,
ampliándose para reunirse
en su hombro derecho, colgando más libre
sobre el izquierdo, los bordes orlados
con una sencilla serie de pliegues dibujada
a lo largo de su pecho
al cielo e al tempo
Un velo de mármol. La especialidad de Corradini.


II

Estas son las palabras ocultas
que pronunció el Yeshúa viviente
y que Yehuda Toma el gemelo registró

así comienza.
Dichos ocultos: enshaje ethep (copto)
ethep: oculto/secreto/oscuro…
los traductores deben elegir.
los eruditos han cogido las llaves del conocimiento
y las han ocultado…
No hay nada oculto que no sea revelado

El traductor ha elegido.
Si algunas cosas se ven mejor
oscurecidas, es esa la lógica del velo para ti.
¿Es que es el deseo de claridad
lo que la distorsiona? La lógica del velo.
Algunas cosas se pierden
de acuerdo a la convención. ¿Está
el rostro de la Dama Velata encubierto
o perdido para siempre? Perdido, diría yo,
suponiendo que exista, pero se traslucen cosas:
la belleza —absoluta: convencional—
y que su cabello está trenzado, y sus ojos
están cerrados —no bajos: cerrados
como en un ensueño—.
Nada de lo que está oculto se pierde,
pero al mismo tiempo nada de lo que es hallado
es absolutamente nuevo



III

parpadeante incandescencia …
punzantes destellos blanquecinos
como el brillo del sol sobre aguas agitadas…
silencio —dispuesto, contenido—
luego la luz volvió a centellear
tensa como una sábana al viento en un tendedero…
de madrugada
deslizándome para despertarte
y que ambos pudiéramos
presenciar la revelación:
el refulgente jaspeado de los anfiteatros de nubes
era nuestro
nuestro por un momento
—casi podríamos haber leído con esa luz
pero qué habríamos leído—
mi cabeza en tu regazo
ambos mirando
los desiguales tejados, terrazas
chimeneas, antenas
ventanas y contraventanas, campanarios,
la acumulación de mosaicos del horizonte de Dorsoduro,
fachadas estucadas
el patio, un foso de orquesta abierto bajo nosotros…
il lampo che candisce
alberi e muri e li sorprende in quella
eternità d’istante
, ¿algo así,
strana sorella?


IV

o Los papeles de Aspern,
la gran y terrible escena en que la señorita Bordereau
aparece por detrás del protagonista
justo cuando está a punto de robarle
—o eso cree él—
las cartas de su amante fallecido hace mucho tiempo,
el velo verde se levanta de sus ojos definitivamente
(acaba de revelarse que es ciega…
su sobrina, incrédula, le pregunta al narrador
¿Crees que puede ver? )
y entonces: allí, en camisón,
en la puerta de su cuarto...
con las manos levantadas,
había alzado la cortina eterna
que cubría la mitad de su rostro,
y por primera, última
y única vez contemplé sus extraordinarios ojos
que me miraron con ira, me hicieron sentir
terriblemente avergonzado...
Fui hacia ella para decirle que no tenía malas intenciones
pero ella me alejó con un gesto de sus viejas manos,
retrocediendo ante mí… horrorizada.
Lo siguiente que supe es que había caído hacia atrás
con un breve espasmo, como si
la muerte se hubiera abatido sobre ella.
Inolvidable... salvo que
yo había logrado olvidarlo.


V

pero ninguno de los cinco hechos sagrados
relativos a Giorgione ayudan
con La Tempesta
o, tal y como aparece en la Gallerie dell’Accademia,
La zingarella e il soldato
aunque sin duda se trata de Eva
—hosca, imperfectamente representada,
con la pierna derecha dislocada—
amamantando a Caín —Estos bebés lactantes
son como los que entran en el reino
…—
Adán la mira, orgulloso, contrapposto,
apoyado en un bastón, vestido
como un soldado con su casaca corta carmesí…
Tú estabas a punto; yo no. Los primeros días
y nuestros ilustres progenitores
ajenos a la reprimenda
que rasga los cielos
sobre Castelfranco, las murallas de la ciudad
blasonadas con el escudo de armas de los Carraresi…
Una ciudad construida sobre una alta colina y fortificada
no puede caer,
ni puede ocultarse;

ciegos, también, a las riquezas de la tierra,
las hierbas del campo
que trabajarán con dolor y sudor
todos los días de su vida
a partir de mañana: porque ahora
todos los ojos están puestos en el niño.


VI

y ahí está de nuevo en Carducci:
A le cineree trecce alzato il velo
verde
… Una comida formal en Venecia rara vez es
buena idea. La comida callejera es lo mejor.
Los lugareños se mueven veloces,
con la cabeza gacha, monásticos.
Hinchado y automedicado, rozando la cuarentena,
me acerco al ya basta desde diferentes ángulos.
¿Es el dueño de la viña un buen hombre
o un usurero: ourothe enchre[sto]s
o ourome enchre[ste]s?
El restaurador debe elegir. De cualquier manera
sus sirvientes serán golpeados, su hijo
asesinado de cualquier manera. Cinéreo,
sin aliento, compitiendo con la gárgola
de Santa Maria Formosa
que tanto ofendió a Ruskin…
¿Y la madre de Yeshúa le dio
vida o mentira?
Un siglo después de Corradini
los bustos velados causaban furor:
para Strazza, Rossi, Monti representaban
el alma de Italia, una Madonna secular
enlazada en vainica, un artificio
destinado a despertar emociones quizá no
especialmente profundas. Il velo verde.
Si la expresión «velo verde» aparece cinco veces
debe haber algo en ella.


VII

No es que sea histórico, me refiero a
la Caída en La Tempesta, Adán y Eva como
venecianos libertinos, mundanos, demasiado estupendos;
es eterno, esperando a ser encontrado
en todas partes, antes y ahora; llámalo
El soldado y la gitana,
llámalo la historia de un hombre de letras
que sueña con ser ladrón
hasta que la vida lo convierte en jardinero —un pequeño
pensamiento verde que llega hasta muy lejos—
Ahora no todos podemos tener nuestros jardines
ni nuestros agradables campos
para meditar al atardecer

En cuanto a nosotros, disidentes de por vida,
sin hijos y a la deriva entre
la cosecha de bambini mimados de la Madre Italia,
nuestro dinero se va en agua mineral,
pistachio gelato, falsas baratijas de Murano,
entradas para la última de Damien Hirst…
Cosas que ver, cosas gratis, la Regata Storica
elige un color: anímalos: verde:
¿por qué no? Si tu barco gana
apenas importa. En este sueño estamos
solos con nosotros mismos, con amor que derrochar
como tanta futura-perfecta culpa.
Y es como si fueran niños
que viven en un campo que no es suyo



VIII

Siempre todo ya terminado,
éxtasis coribántico, la nunca-alcanzada
república de la promesa, fantástica y compleja,
infame cuentista
que come el pan de la amargura,
ciudad sin sonido, incluso la sombra
de lo que una vez fue grande ha desaparecido.
Ruskin se escondió aquí, Rilke
sufrió una desgracia, en su primera visita
después de la guerra —No sabéis, princesa,
lo diferente que es ahora el mundo...
Quien piense en vivir como antes
se verá continuamente atrapado
en el simple una-vez-más
y su esterilidad
— Diez décadas después,
el fascista Salvini tuitea
con entrecomilleo trumpiano: “Censimento” dei Rom
e controllo dei soldi pubblici spesi

mientras la Madonna asiente con muda aquiescencia
wie eine Nymphe die den Zeus empfing
y esas piedras variegadas de Venecia
—jaspe y pórfido,
serpentina salpicada
de motas de nieve, sus azulonas venas que besar—
trinan y brillan
mientras ella alza a San Giorgio como copa de vino al sol
y contempla lánguidamente las olas
.


IX

diez años de gloria
—escultor de la corte, Viena: 1700 florines al año
(más gastos)— hasta que la moda cambia:
comienza la interminable búsqueda
de un benefactor no-inestable,
y las pruebas, y los proyectos, y la Vestale Velata
que tuvo que realizar
sin encargo
y que nunca se vendió;
y vuelta a Nápoles para un último trabajo: Verità Velata:
La verdad velada
: una última obra en mármol,
una estatua, un ornamento funerario
para Cecilia Gaetani dell’Aquila d’Aragona,
la madre de su mecenas,
cuya defunción exigía algo menos
monumental —no esta
turbación para el duelo— un logro
que excedía la ocasión, por alguien
muy a menudo ignorado, con demasiado que demostrar;
¿o acaso él, Antonio Corradini, el primer hombre en Italia
en luchar por —y conseguir— una distinción legal
entre cantero y escultor, entre trabajo y arte,
pensó en su padre,
que pasó lo mejor de su vida cosiendo
lonas para el aparejo latino de los trirremes
y empaquetando obenques para los bergantines,
siendo ese su oficio, siendo él un veler?



Nota: veler es un término para referirse a quienes empaquetaban velas para los barcos. Así define la Wikipedia en inglés la profesión del padre de Antonio Corradini: «a professional veler (packer of sails for ships)». Se trata pues de un jueguecillo de palabras entre la especialidad del hijo, el velo (veil), y el oficio del padre, veler.
Paul Batchelor. The Marble Veil (poetryfoundation.org)
paulbatchelor.co.uk

Trad. E. Gutiérrez Miranda 2025


                    ∼

The Marble Veil

This unfamiliar place, if we succeed in figuring out what’s going on, could be the locus of a secret. And it might, assuming that’s the case, then convey certain things, things we cannot control, things that are fatal, voluntarily uncontrolled. We need to find a compromise between what we control and what we provoke.
—Jean Nouvel

What hides in darkness and what truths
it veils.
—Andrew Crozier


0
That some things are lost
some occluded

And of  whether these categories are discrete
or if one may be solved in the other—

That loss may be a form
whose element is time

That, in time, questions of  loss
become questions of faith

I
as one passing through Ca’ Rezzonico
Museo del Settecento—the city in decline
already, the great dream
turning lucid, eyelids trembling, the lagoon
picking up natural light—may pause
before Dama Velata:
Antonio Corradini’s
marble bust of  Purity
depicted
according to convention
as a young woman
but (this is new) with her face covered,
the veil a device
to show the artist’s skill
at rendering fluency in stone—
urge to touch & try its
I want to say ductility;
ductile: might have meant easily led
but doesn’t—so it appears to stream
down her forehead & nose,
sweeping to gather
at her right shoulder, hang more loose
upon her left, edges embroidered
with a homely button pattern drawn
across her breast
al cielo e al tempo …
A marble veil. Corradini’s specialty.

II
These are the hidden sayings
that the living Yeshua spoke
and Yehuda Toma the twin recorded
 …
so it begins.
Hidden sayings: enshaje ethep (Coptic)
ethep: hidden/secret/obscure—
translators must choose.
the scholars have taken the keys of  knowledge
and have hidden them ...
There is nothing hidden that will not be revealed
 ...
The translator has chosen.
That some things are better seen
obscured—that’s veil logic for you.
That it is the wish for clarity
distorts? Veil logic.
Some things are lost
according to convention. Is
Dama Velata’s face occluded
or lost for good? Lost, I’d say,
supposing it exists, but things get through:
beauty—absolute: conventional—
and that her hair is plaited, and that her eyes
are closed—not downcast: closed
as in reverie.
Nothing that is hidden is lost,
but at the same time nothing that is found
is absolutely new
 …

III
flickering candescence—
phosphors vexed livid
like sun-dazzle on choppy waters ...
silence—primed, held—
then light once more shook out to flare
taut as a wind-snapped sheet on a clothesline ...
in the small hours
creeping to wake you
that we both might
witness the revelation:
the flashbulb-lit marbling of cloud amphitheaters,
it was ours
ours for a moment—
almost we could have read by that light
but what would we have read
my head in your lap
both of us looking out over
crazed rooftops, terraces
chimney pots, aerials
shuttered windows, bell towers
the tessellated congeries of the Dorsoduro skyline
stuccoed façades
courtyard an orchestra pit open below us—
il lampo che candisce
alberi e muri e li sorprende in quella
eternità d’istante
, something like that,
strana sorella?

IV
or The Aspern Papers,
the great, terrible bit where Miss Bordereau
appears at our man’s shoulder
just as he is about to pilfer—
so he reckons—
her long-dead lover’s letters,
the green shade lifted from her eyes once & for all
(that she is blind has only just been revealed—
her niece, incredulous, asking the narrator
Do you think she can see? )
and then: there in her nightdress,
in the doorway of her room …
her hands were raised,
she had lifted the everlasting curtain
that covered half  her face,
and for the first, the last,
the only time I beheld her extraordinary eyes.
They glared at me, they made me
horribly ashamed....
I went toward her, to tell her I meant no harm.
She waved me off with her old hands,
retreating before me
in horror … next thing I knew she had fallen back
with a quick spasm, as if
death had descended on her
 …
Unforgettable—except
I’d managed to forget.

V
but none of the five sacred facts
concerning Giorgione help
with La Tempesta
or, as it appears in the Gallerie dell’Accademia,
La Zingarella e il Soldato
though surely that is Eve—
sullen, imperfectly rendered,
right leg dislocated—
giving Cain suck—These nursing babies
are like those who enter the kingdom
 …—
Adam looking on, proud, contrapposto,
propped on his staff, dressed up
like a soldier in his cutaway crimson jacket …
You were ready; I was not. Early days
and our illustrious progenitors
oblivious to the rebuke
that jags the sky
above Castelfranco, the city walls
emblazoned with the Carraresi coat of arms—
A city built upon a high hill & fortified
cannot fall,
nor can it be hidden;

blind, also, to the riches of the earth, the herbs of the field
that they will work in sorrow & sweat
all the days of their life
starting tomorrow: for the now
all eyes are on the bairn.

VI
and there it is again in Carducci:
A le cineree trecce alzato il velo
verde
… A sit-down meal in Venice is
rarely a good idea. Street food’s where it’s at.
Locals move at speed, heads bowed, monastic.
Bloated & self-medicated, pushing forty,
I approach enough’s enough from different angles.
Is ineyard owner a good man
or an usurer: ourothe enchre[sto]s
or ourome enchre[ste]s?
The restorer must choose. Either way
his servants will be beaten, his son
murdered either way. Cinereous,
out of puff, competing with the gargoyle
on Santa Maria Formosa
that so offended Ruskin …
And did Yeshua’s mother give him
life or lies?
A century after Corradini
veiled busts were all the rage:
for Strazza, Rossi, Monti they represented
the soul of Italy, a secular Madonna
vanilla-bonded, a contrivance
aiming to stir emotions maybe not
especially deep. Il velo verde.
If  the phrase “green shade” occurs five times
there must be something in it.

VII
Not that it is historical, I mean
the Fall in La Tempesta, Adam & Eve
as louche Venetians, worldly, too cool;
it is eternal, waiting to be found
everywhere, then & now—call it
The Soldier and the Gypsy Girl,
call it the story of a man of  letters
who dreams of  being a thief
until life makes him a gardener—a little
green thought goes a long way.
We cannot all have our gardens now
nor our pleasant fields
to meditate in at eventide
 …
As for us, recusants for life,
childless & at large among
Mother Italy’s crop of spoiled bambini,
our money goes on bottled water,
pistachio gelato, faux Murano baubles,
tickets for Damien Hirst’s hot tat …
Things to see, free stuff, the Regata Storica—
pick a color: cheer it: green:
why not. Should your boat win
it hardly matters. In this dream we’re
all to ourselves with love to squander like
so much future-perfect guilt.
And they are like children
living in a field that is not theirs 


VIII
Always all already over,
corybantic rapture, the never-achieved
republic of promise, fantastic & involved,
infamous pretender
eating the bread of  bitterness,
city without sound, even the shade
of  that which once was great is passed away.
Ruskin went to ground here, Rilke
came to grief—on his first visit
after the war: You do not know, Princess,
how altogether different the world is now …
Whoever thinks of living as he used to
will find himself continually caught
in the mere once-again
and its sterility
… Ten decades on
fascist Salvini tweets
with Trumpian scare-quotes: “Censimento” dei Rom
e controllo dei soldi pubblici spesi
 ...
while the Madonna nods in dumb assent
wie eine Nymphe die den Zeus empfing
and those variegated stones of  Venice—
jasper & porphyry,
serpentine spotted
with flecks of snow, her bluest veins to kiss—
lilt & dazzle
as she lifts San Giorgio like a sunstruck wineglass
and gazes languidly into the waves
.

IX
ten years of glory—
court sculptor, Vienna: 1,700 florins per annum
(plus expenses)—till the fashion turns:
begins the unending
search for a not-unreliable benefactor,
and the trials, and the schemes, and Vestale Velata
that had to be done
without a commission
and that then never sold;
then back to Naples for one last job: Verità Velata:
Veiled Truth:
one final work in marble,
a statue, a funerary ornament
for Cecilia Gaetani dell’Aquila d’Aragona,
his patron’s mother
whose passing called for something less
monumental—not this
embarrassment to mourning, accomplishment
exceeding its occasion, by one
too often overlooked, too much to prove;
or did he, Antonio Corradini, first man in Italy
to fight for—& win—a legal distinction
between mason & sculptor, between work & art,
think of  his father
whose prime was spent stitching
canvas for latin-rigs on the triremes
and packing up the shrouds for the brigantines,
such being his trade, he being a veler?


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