30 de junio de 2017

Hilda Hilst

Alcohólicas

a
Goffredo da Silva Telles Júnior
Ignacio da Silva Telles
José Aristodemo Pinotti
por las aguas intensas de la amistad



Drink we till we prove more, not lesse, then men,
And turn not beasts, but Angels
…and forget to dy.
Richard Crashaw (poeta y santo)

I
a Jamil Snege

Es cruda la vida. Asa de tripa y metal.
En ella deshojo: piedra demora herida.
Es cruda y dura la vida. Cual mordisco de víbora.
Me la como en la lividez de la lengua.
Sucia, te lavo los antebrazos, Vida; me lavo
en el estrecho-poco
de mi cuerpo; lavo las vigas de los huesos, mi vida,
tu uña plúmbea, mi abrigo rosa,
y rondamos distinguidas por la calle,
rojas, góticas, altas de cuerpo y copas.
La vida es cruda. Hambrienta como el pico del cuervo.
Y puede ser tan generosa y mítica: arroyo, lágrima,
manantial, bebida. La vida es líquida.


II

También son crudas y duras las palabras y las caras
antes de sentarnos a la mesa, tú y yo, Vida,
delante del coruscante oro de la bebida. Poco a poco
van haciéndose remansos, lentejas de agua, diamantes,
sobre los insultos del pasado y del ahora. Poco a poco
somos dos señoras, empapadas de risa, rosadas,
de un color mora, uno que entreví en tu aliento, amigo,
cuando me permitiste el paraíso. Lo siniestro de las horas
va haciéndose tiempo de conquista. Languidez y sufrimiento
van haciéndose olvido. Después de acostadas, la muerte
es un rey que nos visita y nos cubre de mirra.
Susurras: Ah, la vida es líquida.


III

Alturas, tiras, las subo, las recorto
y nos cernimos las dos, yo y la Vida,
en el carmín de la borrasca. Embriagadas
nos zambullimos nítidas en un cenagal que croa.
Qué elegante broma. Qué desencorvados
serafines. Nosotras dos en los vapores,
lobotómicas líricas, y la cuneta
se transforma en cúspide, y es traslúcido
el fango y es ardorosa la Nada.
Descascaro lo desquiciado cotidiano
y su rito pastoso de parábolas.
Pacientes, canónicas, muy bien educadas,
aguardamos al tibio poniente, la copa, la casa.


IV

Ah, el todo se dignifica cuando la vida es líquida
y bebiendo, Vida, rechazamos lo sólido,
lo nudoso, el frior-artimaña
de algún rostro sobrio, cierta voz
que se amplía, cierta mirada que condena
nuestra mirada vaporosa: Así que, ¿bebiendo?
Y respondemos, lasas labias lúdicas,
lo lunar de las lagartijas, lo lustrado
de las quillas, barcas, gaviotas, drenajes,
y se aleja de nosotras lo sólido de fruncido ceño.
Se regocijan nuestras coronarias. Me regocijo
en la noche navegada, y río, río, y remiendo
mi abrigo rosa tejido de azucenas.
Si deductiva y líquida, la Vida es plena.


V

Te amo, Vida, líquida estera en la que me acuesto,
granada baba regaliz, tu trenzado rosado
salpicado de negro, de dulzuras y de iras.
Te amo, Líquida, desciendo escurriéndome
por la víscera, y así olvido

Hambres
País
La risa suelta
La dentadura etérea
Bollo
Miseria.


Bebiendo, Vida, invento casa, comida
y un Más que se agiganta, un Más
conquistando un fulcro poderoso en la garganta,
un látigo, una llama, un canto. Ámame.
Embriagada. Interdicta. Ámame. Soy menos
cuando no soy líquida.


VI

Ven, señora, estoy sola, me dice la Vida.
Mientras te demoras en los textos elocuentes,
aquellos donde meditas la carne, esa cosa
que gime sufre y muere, quedan vacías las copas,
queda en reposo la bebida, y tú sabes que ella es más viva
en tanto se vierte. Si te demoras, empiezas a pensar
en todo lo que se evapora, y cantarás: Cómo es de triste
el poniente. Y la casa, cómo es de antigua. Ya ves
que te haces banal en la rima y la medida.

Corre. El abrigo y las botas están en su sitio.
Encarminadas y altas, vamos a revisar las calles,
y como decía aquel: los ojos en las nonadas.
Como tú dices siempre: los ojos en lo absurdo.

Ven. Haz líquido el mundo.


VII

Mandíbulas. Hombros. Frente y anverso.
La Vida hace resonar las botas en la acera.
Estoy más que viva: embriagada.
Borrachos y locos son quienes meditan la carne y el cuerpo,
vastedad y cenizas. Conceptos y palabras.
Como conviene a los borrachos, grito lo inarticulado,
la garganta candente, invadida.
Algunos se ofenden. Las caras son paredes. Acuéstame.
La noche es un infinito que se aleja. Embudo. Galaxia.
Líquida y bienaventurada, sobrevuelo. Yo, y el abrigo rosa
que no tengo, pero que cada noche recreo
sobre los hombros.


VIII

El abrigo rosa me espía. La lana
deshecha por el mal trato
está gastada y rugosa en las axilas.
El frente revela manchas vivas,
irregulares, distintas,
porque cuando me quito las botas
en la alborada, o cuando me las pongo rápida
en el crespúsculo, siempre me caigo de bruces.
La Vida es lo que me pone en pie. Y la sed.
Y la saliva. La lengua busca aquel sabor,
aquel seco dorado, y acaricia los labios
babeando impúdica en el abrigo.

Es bueno y manso mi abrigo rosa.
A veces grita: Ay, si te acordaras de mí
cuando prolija. Lávame, Hilda.


IX

Si un día te alejaras de mí, Vida, —cosa que no creo,
porque algunas intensidades tienen la apariencia de la bebida—
bebe por mí pasión y turbulencia, camina
por donde haya uvas y amapolas negras (invéntalas).
Recuérdame, Vida: pasea mi abrigo, acuéstate
con aquel que sin mí ha de sentir un prolongado vacío.
Préstale mis botas y mi abrigo rosa: comprenderá
el porqué de buscar conocimiento en la embriaguez de la vía manifiesta.
Deambula. Acuéstate conmigo. Aprehende la experiencia lésbica:
El éxtasis de acostarte contigo. Bebe.
Despedaza tu propia medida.



Hilda Hilst. Alcoólicas (poetasnosingular.blogspot.com)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

Alcoólicas

a
Goffredo da Silva Telles Júnior
Ignacio da Silva Telles
José Aristodemo Pinotti
pelas águas intensas da amizade

Drink we till we prove more, not lesse, then men,
And turn not beasts, but Angels.
... and forget to dy.
Richard Crashaw (poet e saint)

I
a Jamil Snege

É crua a vida. Alça de tripa e metal.
Nela despenco: pedra mórula ferida.
É crua e dura a vida. Como um naco de víbora.
Como-a no livro da língua
Tinta, lavo-te os antebraços, Vida, lavo-me
No estreito-pouco
Do meu corpo, lavo as vigas dos ossos, minha vida
Tua unha púmblea, me casaco rosso
E perambulamos de coturno pela rua
Rubras, góticas, altas de corpo e copos.
A vida é crua. Faminta como o bico dos corvos.
E pode ser tão generosa e mítica: arroio, lágrima
Olho d’água, bebida. A vida é liquída.


II
Também são cruas e duras as palavras e as caras
Antes de nos sentarmos à mesa, tu e eu, Vida
Diante do coruscante ouro da bebida. Aos poucos
Vão se fazendo remansos, lentilhas d’água, diamantes
Sobre os insultos do passado e do agora. Aos poucos
Somos duas senhoras, encharcadas de riso, rosadas
De um amora, um que entrevi no teu hálito, amigo
Quando me permitiste o paraíso. O sinistro das horas
Vai se fazendo olvido. Depois deitadas, a morte
É um rei que nos visita e nos cobre de mirra.
Sussuras: ah, a vida é liquída.

III
Alturas, tiras, subo-as, recorto-as
E pairamos as duas, eu e a Vida
No carmim da borrasca. Embriagadas
Mergulhamos nítidas num borraçal que coaxa.
Que estiola galhofa. Que desempenados
Serafins. Nós duas nos vapores
Lobotômicas líricas, e a gaicagem
Se transforma em galarim, e é translúcida
A lama e é extremoso o Nada.
Descasco o dementado cotidiano
E seu rito pastoso de parábolas.
Pacientes, canonisas, muito bem-educadas
Aguardamos o tépido poente, o copo, a casa.

Ah, o todo se dignifica quando a vida é liquída.

IV
E bebendo, Vida, recusamos o sólido
O nodoso, a friez-armadilha
De algum rosto sóbrio, certa voz
Que se amplia, certo olhar que condena
O nosso olhar gasoso: então, bebendo?
E respondemos lassas lérias letícias
O lusco das lagartixas, o lustrino
Das quilhas, barcas, gaivotas, drenos
E afasta-se de nós o sólido de fechado cenho.
Rejubilam-se nossas coronárias. Rejubilo-me
Na noite navegada, e rio, rio, e remendo
Meu casaco rosso tecido de acuçena.
Se dedutiva e líquida, a Vida é plena.

V
Te amo, Vida, líquida esteira onde me deito
Romã baba alcaçuz, teu trançado rosado
Salpicado de negro, de doçuras e iras.
Te amo, Líquida, descendo escorrida
Pela víscera, e assim esquecendo
Fomes
País
O riso solto
A dentadura etérea
Bola
Miséria.
Bebendo, Vida, invento casa, comida
E um Mais que se agiganta, um Mais
Conquistando um fulcro potente na garganta
Um látego, uma chama, um canto. Ama-me.
Embriagada. Intedita. Ama-me. Sou menos
Quando não sou líquida.

VI
Vem, senhora, estou só, me diz a Vida.
Enquanto te demoras nos textos eloqüentes
Aqueles onde meditas a carne, essa coisa
Que geme sofre e morre, ficam vazios os copos
Fica em repouso a bebida, e tu sabes que ela é mais viva
Enquanto escorre. Se te demoras, começas a pensar
Em tudo que se evola, e cantarás: como é triste
O poente. E a casa como é antiga. Já vês
Que te fazes banal na rima e na medida.

Corre. O casaco e o coturno estão em seus lugares.
Carminadas e altas, vamos rever as ruas
E como dizia o Rosa: os olhos nas nonadas.
Como tu dizes sempre: os olhos no absurdo.

Vem. Liquidifica o mundo.

VII
Mandíbulas. Espáduas. Frente e avesso.
A Vida ressoa o coturno na calçada.
Estou mais do que viva: embriagada.
Bêbados e loucos é que repensam a carne o corpo
Vastidão e cinzas. Conceitos e palavras.
Como convém a bêbados grito o inarticulado
A garganta candente, devassada.
Alguns se ofendem. As caras são paredes. Deitam-me.
A noite é um infinito que se afasta. Funil. Galáxia.
Líquida e bemaventurada, sobrevôo. Eu, e o casaco rosso
Que nào tenho, mas que a cada noite recrio
Sobre a espádua.

VIII
O casaco rosso me espia. A lã
Desfazida por maus tratos
É gasta e rugosa nas axilas.
A frente revela nódoas vivas
Irregulares, distintas
Porque quando arranco os coturnos
Na alvorada, ou quando os coloco rápida
Ao crespúsculo, caio sempre de bruços.
A Vida é que me põe em pé. E a sede.
E a saliva. A língua procura aquele gosto
Aquele seco dourado, e acaricia os lábios
Babando impudente no casaco.

É bom e manso o meu casaco rosso.
Às vezes grita: ah, se te lembrasses de mim
Quando prolixa. Lava-me, Hilda.

IX
Se um dia te afastares de mim, Vida - o que não creio
Porque algumas intensidades têm a parecença da bebida -
Bebe por mim paixão e turbulência, caminha
Onde houver uvas e papoulas negras (inventa-as)
Recorda-me, Vida: passeia meu casaco, deita-te
Com aquele que sem mim há de sentir um prolongado vazio.
Empresta-lhe meu coturno e meu casaco rosso : compreenderá
O porquê de buscar conhecimento na embriaguês da via manifesta.
Pervaga. Deita-te comigo. Apreende a experiência lésbica:
Estilhaça a tua própria medida




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29 de junio de 2017

Control de plagio (IV)



31
Llega llena de vapores
de arco iris;
todo el aire es de colores;
toda ella es risa y flores,
y arcoíris.

32
La víbora se desliza
por las húmedas ramas y parece
que desaparece…


33
Yo te quería,
penuria mía,
y me dejaste la caña vacía
y el alma fría.
Hambrienta harpía.

34
Anotaba en un cuaderno los nombres
de todos sus amantes. Junto al mío
puso: «Podría haber sido peor…
o peor que peor».

35
Caparazones de crustáceos crujen
—gamuza, tules—
estrujados bajo mis pies azules.

36
Danza el rodezno en la rueda
de tu molino;
nunca pagó mi moneda
grano tan fino.

37
La pantera nebulosa
parecía peligrosa
pero es una madre amorosa…


38
Yo la llevé a la playa
creyéndome que era un tío,
y resultó que era paya,
pero igual se apuntó al trío.

39
Despoetizan los pohetas
que escritan para sus exposas,
sus arnantes o sus novietas.

40
(Aún) espero algo;
cada día vuelvo, bebo, salgo,
porque espero algo.


(continuará)

egm. 2017

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28 de junio de 2017

Hilda Hilst

Vía vacía

I

Yo soy Miedo. Estertor.
Tú, mi Dios, un caballo de hierro
pegado a la futilidad de las alturas.


II

Me muevo en la poza. Entre el junco y el lagarto.
Y Tú, como Petrarca, debes cantar a tu Laura:
«Le stelle, il cielo, caldi sospiri».
Y no hay ni luna esta noche. Nacidas de este canto,
de las palabras, solo hay burbujas en el agua.


III

Ratón de agua, círculo en el remolino de la búsqueda.
Que soy tu hijo, Padre, me dicen. Husmeo.
Con la hociquez que me fue dada
encuentro algunos excrementos. Después, tendido
en la piedra (que dicen ser tu pecho), busco una señal.
Y de nuevo husmeo. Hace cuánto tiempo. Hace cuánto tiempo.


IV

A la carne, al pelo, a la garganta, a la lengua,
¿a todo eso te asemejas?
Pero, ¿y el después de la muerte, Padre?
Las chispas que nacen de la carne bajo tierra,
el estar allí cintilando de tiniebla. ¿Qué?
¿A la tiniebla te asemejas?


V

Dame la vía del exceso. El estupor.
Amputado de gestos, dame la elocuencia de la Nada,
los huesos cintilando
en el lloviznado frior de tu desierto.


VI

Que vértigo, Padre.
Pueril y disoluto,
en el furor de tu víscera
cada día trituras
mi exiguo espacio.


VII

¿Tú sabes que sierran caballos vivos
para que queden suaves
las carteras de los ricos?
¿Tú gozas o defecas
ante el acto sin nombre,
el rojo de esa orgía?


VIII

Descansa.
El Hombre ya se hizo,
el oscuro ciego rabioso animal
que pretendías.


IX

Una mujer suspendida entre las líneas y los dientes.
Antiquísima ave, marioneta de plumas,
las alas que pensó le fueron arrancadas.
Lavado de luces, un dios me impulsa.
Indiferente. Bufo.


X

PIEDRA DE AGUA, ABISMO, PIEDRA-HIERRO,
¿cómo te llamas? Para que yo pueda al menos
deletrear tu nombre, agarrada a tu hondura.


XI

En las ciénagas, en el palo lacre,
aquel de nervaduras y hojas brillantes, transitas.
En el palo de voltear tripas, solo en este último, Padre,
yo sé que te demoras, meditando mi víscera.


XII

Aguas de gran sombra, agua de espinos:
El Tiempo no roerá el verso de mi boca.
Aguas manchadas de un sopor de vinos:
He de tragarlas todas. Y lúbrico, discontinuo,
EL TIEMPO NO VIVIRÍA SI TOCASE MI BOCA.



Nota
palo lacre (pau-de-lacre): Vismia brasiliensis, planta arbustiva de la familia de las gutíferas, nativa del Nordeste y Sudeste de Brasil, con propiedades medicinales y de cuyo tronco, y por medio de incisiones, se extrae la goma lacre.
palo de voltear tripas (pau-de-virar-tripa): Palo largo y estrecho usado para voltear las tripas de animales como cerdo, oveja o buey para limpiarlas antes de embutirlas.

Hilda Hilst. Via Vazia. Obra poética reunida (docplayer.com.br)
Paula Cristina Dolenc Cabral Tacca. Imagens da poesia erótica de Hilda Hilst (repositorio.unicamp.br)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

Via Vazia

I
Eu sou Medo. Estertor.
Tu, meu Deus, uma cavalo de ferro
Colado à futilidade das alturas.

II
Movo-me no charco. Entre o junco e o lagarto.
E Tu, como Petrarca, deves cantar tua Laura:
“Le Stelle, il cielo, caldi sospiri”
E nem há lua esta noite. Nascidas deste canto
Das palavras, só há borbulhas n’água.

III
Rato d’água, círculo no remoinho da busca.
Que sou teu filho, Pai, me dizem. Farejo.
Com a focinhez que me foi dada
encontro alguns dejetos. Depois, estendido
Na pedra (que dizem ser teu peito) , busco um sinal.
E de novo farejo. Há quanto tempo. Há quanto tempo.

IV
À carnem aos pêlos, à garganta, à língua
A tudo isso te assemelhas?
Mas e o depois da morte, Pai?
As centelhas que nascem da carne sob a terra
O estar ali cintilando de treva.
À treva te assemelhas?

V
Dá-me a via do excesso. O estupor.
Amputado de gestos, dá-me a eloqüência do Nada
Os ossos cintilando
Na orvalhada friez do teu deserto.

VI
Que vertigem, Pai.
Pueril e devasso
No furor da tua víscera
Trituras a cada dia
Meu exíguo espaço.

VII
Tu sabes que serram cavalos vivos
Para que fiquem macias
As sacolas dos ricos?
Tu gozas ou defecas
Diante do ato sem nome
O rubro dessa orgia?

VIII
Descansa.
O Homem já se fez
O escuro cego raivoso animal
Que pretendias.

IX
Uma mulher suspensa entre as linhas e os dentes.
Antiqüíssima ave, marionete de penas
As asas que pensou lhe foram arrancadas.
Lavado de luzes, um deus me movimenta.
Indiferente. Bufo.

X
PEDRA D’ÁGUA, ABISMO, PEDRA-FERRO
Como te chamas? Para que eu possa ao menos
Soletrar teu nome, grudada à tua fundura.


XI
Nos pauis, no pau-de-lacre,
Aquele de nervuras e de folhas brilhantes, transitas.
No pau-de-virar-tripa, só neste último, Pai
Eu sei que te demoras, meditando minha víscera.

XII
Águas de grande sombra, água de espinhos:
O Tempo não roerá o verso da minha boca.
Águas manchadas de um torpor de vinhos:
Hei de tragá-las todas. E lúbrico, descontínuo
O TEMPO NÃO VIVERÁ SE TOCAR A MINHA BOCA.





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27 de junio de 2017

Hilda Hilst

Vía espesa


I

De cigarras y piedras, quieren nacer palabras.
Pero el poeta vive
a solas en un pasillo de lunas, una casa de aguas.
De mapamundis, de atajos, quieren nacer viajes.
Pero el poeta habita
el campo de posadas de la locura.

De la carne de mujeres quieren nacer los hombres.
Y el poeta preexiste, entre la luz y lo sin-nombre.


II

Si te pertenezco me separo de mí.
Pierdo mi paso en los caminos de tierra
y de Dioniso sigo la carne, la ebriedad.
Si te pertenezco pierdo la luz y el nombre
y la nitidez de la mirada de todos los comienzos:
Lo que me parecía un diseño en lo eterno,
si te pertenezco es un acorde ilusorio en el silencio.

Y por eso, por perder el mundo,
me separo de mí. Por lo Absurdo.


III

Observando mi paseo
hay un loco sobre el muro,
balanceando los pies.
Me muestra el pecho poblado de pelo
y tiene entre los muslos un revoltijo de papeles:
—¿Busca a Dios, señora? ¿Busca a Dios?

Y simétrico de celos, tambaleante,
te rodea de un salto enseñando el trasero.


IV

El loco se tendió sobre el puente
y atravesó el instante.
Me tendí al lado de la locura
porque quise oír el rojo del bronce

y pasar la lengua sobre la tintura espesa
de un azote.

Un loco permitió que yo uniera su luz
a mi dura noche.


V

El loco (mi sombra) abrió la boca:
—Lo que quedó de nosotros descifrado en los sueños,
los arrozales, tu nombre, tardes, juncos,
tus calles que en mi camino recorrí,
ah, sí, me acuerdo de un sentir de adornos,

pero hay una luz sin nombre que me quema
y de las cosas creadas me he olvidado.


VI

El loco saltimbanqui
atraviesa la calzada de tierra
de mi calle y grita ante mi puerta:
—Oh, señora Samsara, oh señora.
Le pregunto por qué me tiene a mí tan perseguida,
si esa de nombre excéntrico aquí no vive.

—Pues aquello que camina en círculos
es Samsara, señora.
Y henchido de risas murmura cosas indecibles
pegado a mi oído.


VII

¿Debo volver a la luz que me pensó
de polvo y comienzos?
¿Debo volver al barro y a las manos de vidrio
que ya frágiles me pensaron?
¿Debo pensar el loco (mi sombra)
a la luz de las emboscadas?
Ay, girasoles sobre la mesa de aguas.

—Estetizante —me dice el loco
agarrado a mi poético omóplato.

—¿Los girasoles? Ah, Samsara, tu olvidado sol.
¿Una mesa de aguas? Qué voluptuosidad, qué máscara
y qué ambiguo deleite
para la voracidad de tu alma.


VIII

Eran aguas marrones las que yo veía.
Caras de paja y cuerda en las barcazas blancas.
Velas de linos nuevos, relucientes.
Pero residuos. Sobras.

Se pegó mi sombra a mi espalda:
—Qué equipaje, señora.
La Nada navegando a tu puerta.


IX

El loco se cerró a la risa,
se retorció convulso de fingida agonía
y como si arrojara flores al hoyo de un muerto
me lanzó unos guijarros.
¿Por qué? Pregunté adusta y resentida.

—Oh, señora, porque habita en la muerte
aquel que busca a Dios en la austeridad.


X

—Es el ojo copioso de Dios. Es el ojo ciego
de quien quiere ver. ¿Ves? De tan abierto,
quemado de amarillo.
Así me dijo el loco (esbelto y rubio),
mirando al girasol que había nacido en mi techo.


XI

De canoas verdes, de amargos olivares,
de ríos pastosos, de grava y polvo,
de todo eso mi salmodia y hierbas negras.
Me grita el loco:
—De moras. De tintas rojas del instante
es de lo que se tiñe la vida. De embriaguez, Samsara.

Y atravesó en la risa la tarde ámbar.


XII

Temiendo desde agosto el fuego y el viento
camino junto a las cercas, precavida,
en la tarde de quemas, tarde ciega.
Hay un viejo leño ennegrecido de quemas antiguas.
Y allí reencuentro al loco:
—¿Temiendo tus límites, Samsara desvanecida?
¿Por qué no dejas al fuego omnividente
lamer el cuerpo y la escritura? ¿Y por qué no arder
casando lo omnisciente a tu vida?


XIII

—¿Quieres volar, Samsara? ¿Quieres cambiar lo moroso de tus piernas
por la magia de las plumas y planear fulgurante
sobre la demencia? Porque te veo en las tardes deseosa
de ser una de las aves retrasadas del huerto;
aquella de allí tal vez, rumbo a poniente.

Pues puede ser, le dije. Santos y lobos
deben haber tenido mi mismo pensamiento; ojos en el cielo,
orando, aullando a los cuervos.

Entonces se aproximó a mi cuello:
—Olvida texto y sabiduría: las cadenas del gozo,
y llamaradas de lo intenso harán tu vuelo.


XIV

Tejas, caños,
cuerdas de luz que se hicieron palabra.
Alguien sueña la carne de mi alma.

Ecos, pozo,
el olvido persiguiendo un cuerpo.
Aquí me tienes, entre la vigilia y el encanto,

cautiva de la locura,
persiguiendo al loco.


XV

Eran azules las paredes del prostíbulo.
Ella se tendió desnuda entre los arcos de la sala
y se mató invadida de ternura.
«Qué azul insoportable», antes gritó,
«como si adulta una cuna me habitara».

Fue esta la canción de Navidad cantada por el loco
cuando me dio a Hilde, la cerda que llevaba sobre el hombro.


XVI

—¿No te das cuenta, Samsara, de que Aquel que se esconde,
y que tú sueñas hombre, quiere oír tu grito?
¿Que hay una luz que nace de la blasfemia
y se atenúa en la pena? ¿Que es ceniza el color de tu lamento
y el grito tiene el color de la sangre de Aquel que se esconde?

Vive el carmín, Samsara. La herida.
Y tendrás un indicio del Hombre en tu camino.


XVII

Mi sombra en mi frente desdoblada,
¿sombra de su propia sombra? Sí. En sueños veía.
Plateado de guijarros
el loco susurraba un estribillo erudito:
—Ipseidad, Samsara. Ipseidad, señora.

Y acumulando energía, centelleante,
hizo de nosotros dos un único individuo.



Hilda Hilst. Via Espessa. Obra poética reunida (docplayer.com.br)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

Via Espessa

I
De cigarras e pedras, querem nascer palavras.
Mas o poeta mora
A sós num corredor de luas, uma casa de águas.
De mapas-múndi, de atalhos, querem nascer viagens.
Mas o poeta habita
O campo de estalagens de loucura.
Da carne de mulheres, querem nascer os homens.
E o poeta preexiste, entre a luz e o sem-nome.

II
Se te pertenço, separo-me de mim.
Perco meu passo nos caminhos de terra
E de Dionísio sigo a carne, a ebriedade.
Se te pertenço perco a luz e o nome
E a nitidez do olhar de todos os começos:
O que me parecia um desenho no eterno
Se te pertenço é um acorde ilusório no silêncio.
E por isso, por perder o mundo
Separo-me de mim. Pelo Absurdo.

III
Olhando o meu passeio
Há um louco sobre o muro
Balançando os pés.
Mostra-me o peito estufado de pêlos
E tem entre entre as coxas um lixo de papéis:
— Procura Deus, senhora? Procura Deus?
E simétrico de zelos, balouçante
Dobra-te num salto desnuda o traseiro.

IV
O louco estendeu-se sobre a ponte
E atravessou o instante.
Estendi-me ao lado da loucura
Porque quis ouvir o vermelho do bronze
E passar a língua sobre a tintura espessa
De um açoite.
Um louco permitiu que eu juntasse a sua luz
À minha dura noite.

V
O louco (a minha sombra) escancarou a boca:
— O que restou de nós decifrado nos sonhos
Os arrozais, teu nome, tardes, juncos
Tuas ruas que no meu caminho percorri
Ai, sim, me lembro de um sentir de adornos
Mas há uma luz sem nome que me queima
E das coisas criadas me esqueci.

VI
O louco saltimbanco
Atravessa a estrada de terra
Da minha rua, e grita à minha porta:
— Ó senhora Samsara, ó senhora —
Pergunto-lhe por que me faz a mim tão perseguida
Se essa de nome esdrúxulo aqui não mora.
— Pois aquilo que caminha em círculos
É Samsara, senhora —
E recheado de risos, murmura uns indizíveis
Colado ao meu ouvido.

VII
Devo voltar à luz que me pensou
De poeira e começos?
Devo voltar ao barro e às mãos de vidro
Que fragilizadas me pensaram?
Devo pensar o louco (a minha sombra)
À luz das emboscadas?
Ai girassóis sobre a mesa de águas.
- Estetizante - disse-me o louco
Grudado à minha poética omoplata.
—Os girassóis? Ah, Samsara, teu esquecido sol.
Uma mesa de águas? Que volúpia, que máscara
E que ambíguo deleite
Para a voracidade de tua alma.

VIII
Eram águas castanhas as que eu via.
Caras de palha e corda nas barcaças brancas.
Velas de linhos novos, luzidios
Mas resíduos. Sobras.
Colou-se minha sombra às minhas costas:
— Que bagagem, senhora.
O Nada navegando à tua porta.

IX
O louco se fechou ao riso
Se torceu convulso de fingida agonia
E como se lançasse flores à cova de um morto
Atirou-me os guizos.
Por quê? perguntei adusta e ressentida.
— Ó senhora, porque mora na morte
Aquele que procura Deus na austeridade.

X
— É o olho copioso de Deus. É o olho cego
De quem quer ver. Vês? De tão aberto
Queimado de amarelo —
Assim me disse o louco (esguio e loiro)
Olhando o girassol que nasceu no meu teto.

XI
De canoas verdes de amargas oliveiras
De rios pastosos de cascalho e poeira
De tudo isso meu cantochão e ervas negras.
Grita-me o louco:
— De amoras. De tintas rubras do instante
É que se tinge a vida. De embriaguez, Samsara.
E atravessou no riso a tarde fulva.

XII
Temendo desde agosto o fogo e o vento
Caminho junto às cercas, cuidadosa
Na tarde de queimadas, tarde cega.
Há um velho mourão enegrecido de queimadas antigas.
E ali reencontro o louco:
— Temendo os teus limites, Samsara esvaecida?
Por que não deixas o fogo onividente
Lamber o corpo e a escrita? E por que não arder
Casando o Onisciente à tua vida?

XIII
— Querer voar, Samsara? Queres trocar o moroso das pernas
Pela magia das penas. e planar coruscante
Acima da demência? Porque te vejo às tardes desejosa
De ser uma das aves retardatárias do pomar.
Aquela ali talvez, rumo ao poente.
Pois pode ser, lhe disse. Santos e lobos
Devem ter tido o meu mesmo pensar. Olhos no céu
Orando, uivando aos corvos.
Então aproximou-se rente ao meu pescoço:
— Esquece texto e sabença: as cadeias do gozo.
E labaredas do intenso te farão o vôo.

XIV
Telhas, calhas
Cordas de luz que se fizeram palavra
Alguém sonha a carne da minha alma.
Ecos, poço
O esquecimento perseguindo um corpo
Aqui me tens entre a vigília e o encanto
Cativa da loucura
Perseguindo o louco.


XV
Eram azuis as paredes do prostíbulo
Ela estendeu-se nua entre os arcos da sala
E matou-se devassada de ternura.
“Que azul insuportável”, antes gritou.
“Como se adulta um berço me habitasse”
Foi esta a canção de Natal cantada pelo louco
Quando me deu a Hilde: a porca que levava sobre o dorso.

XVI
— Não percebes, Samsara, que Aquele que se esconde
E que tu sonhas homem, quer ouvir teu grito?
Que há uma luz que nasce da blasfêmia
E amortece na pena? Que é o cinza a cor do teu queixume
E o grito tem a cor do sangue Daquele que se esconde?
Vive o carmim, Samsara. A ferida.
E terás um vestígio do Homem na tua estrada.

XVII
Minha sombra à minha frente desdobrada
Sombra de sua própria sombra? Sim. Em sonhos via.
Prateado de guizos
O louco sussurava um refrão erudito:
— Ipseidade, Samsara. Ipseidade, senhora. —
E enfeixando energia, cintilando
Fez de nós dois um único indivíduo.




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23 de junio de 2017

Control de plagio (III)



21
Tal como la noche al día
decolora,
el día a la noche ahora
invadía.

22
Las abejas asan al avispón
sin clavar ningún aguijón…


23
El poema revela,
al ser publicado, un sentido
diferente al que tuvo al ser escrito;
su verdadero —y oculto— sentido.

24
El mirlo celebra el atardecer.
Yo escucho… y callo;
yo no sé nada que no sepa el mirlo.

25
Inalcanzable, su pelo
de ondas leves
—inquieta—, sus pechos breves,
anhelo.

26
Cuando me haga viejo
y me disperse loco,
dejadme, ebrio, bajo un tejo,
dejadme solo ante mi espejo,
donde al averno invoco.

27
Sembrando la destrucción total,
las hormigas marabunta
no tienen rival en el reino animal…


28
Si alguna vez fui ducho en amores,
Dolores,
lo aprendí de tus labios —reidores—
mayores.

29
El día a la noche en hora
dividía,
igual que la noche al día
ya devora.

30
Llega San Juan y aún arde
el mismo leño en la misma hoguera.


(continuará)

egm. 2017

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22 de junio de 2017

Chillido



A dónde vas, gaviota,
chillando en esta noche
ardiente; ella

duerme ahora su sueño
sin desmemoria
y yo estoy demasiado

borracho para
ni recordar sus ojos.
Ni recordar sus ojos.

egm. 2017

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20 de junio de 2017

Control de plagio (II)



11
La amistad causa dolor,
y no menos el amor,
por eso siempre es mejor
un islote hacia estribor.

12
Los saltamontes solitarios
se convierten en gregarios…


13
El primer instante,
el segundo átomo,
el tercer planeta,
la cuarta dimensión,
el quinto simio,
el sexto sentido,
el séptimo verso
de un poema simplón.

14
Las hojas del magnolio cuchichean
y chillan las gaviotas en la playa:
«¡La Belle Dame sans merci
te ha tomado —necio— por esclavo!»

15
Los hombres no lloran.
El que no llora, no mama.
Ergo: A mamarla a Parla.

16
Loquito (lo quito) por ti, ayer
aguardaba algún hoy
—alondra atolondrada—, pero, a ver,
voy si soy lo que doy.

17
Y es evidente   al día siguiente
después del turno   nocturno
que el nido   está bien escondido…


18
¡Jodido beatón!
Sabes: el mundo está bien
chungo. Y tú, en tu sillón.

19
Viejo engaño, suelo fingir que finjo:
simulo clavar un clavo
mientras finjo que lo desclavo.

20
Hay un fuego dentro del fuego:
hay un infierno ardiendo
en el valle incendiado.
Dice: «Enciéndete y camina conmigo».


(continuará)

egm. 2017

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Marianne Moore

Una medusa

Visible, invisible,
un hechizo fluctuante,
una ambarina amatista
lo habita; acercas
tu brazo y
se abre y
se cierra;
has intentado
atraparlo,
y se encoge;
abandonas
la idea;
—se abre, y se
cierra, y alargas
la mano—
el azul
que lo envuelve
se nubla, y
flota lejos
de ti.



Marianne Moore. A Jelly-Fish (poets.org)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

A Jelly-Fish

Visible, invisible,
A fluctuating charm,
An amber-colored amethyst
Inhabits it; your arm
Approaches, and
It opens and
It closes;
You have meant
To catch it,
And it shrivels;
You abandon
Your intent—
It opens, and it
Closes and you
Reach for it—
The blue
Surrounding it
Grows cloudy, and
It floats away
From you.




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19 de junio de 2017

Objetos



Y el objeto se levanta indeciso
y consigue mantenerse derecho
y se acerca despacio a la ventana

y aparta el extremo de la cortina
y ve el barranco del otro edificio
y las ventanas vacías e inertes

y busca una mirada que le busque
y solo encuentra cortinas inmóviles
y un insondable cielo sin refugio

y vuelve —objeto— a su mundo, de objetos.

egm. 2017

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18 de junio de 2017

Control de plagio (I)



Los poetas inmaduros saquean; los maduros fusilan.
T. S. Eliot

1
Esta noche nadie sale,
nadie habla,
nadie piensa ni vendrá.

2
Un retazo poéticovisual
apocalíptico-arrebatador…


3
Tu hambre me sacia,
tu impotencia me potencia;
tu saciedad me azuza,
tu cerrazón me abre:
tu enfermedad me cura.

4
Cuando muerde,
la esperanza es lo último
que te pierde.

5
Las letras compartidas
–ABEHKMOPTY–
por latín, griego y cirílico:
el vórtice es el mensaje.

6
Algunos de mis mejores poemas
son peores
que algunos de tus peores eczemas.

7
Porque los osos hambrientos
siempre son osos violentos…


8
Extrañolito que arañas
el mundo sin precaución:
una de las dos extrañas
ha de herniarte el esternón.

9
Flipatis flipandis,
jodí la soledad de la naranja
por donde más le exprimía.

10
El uno está contenido en el cero;
el cero está contenido en el otro.


(continuará)

egm. 2017

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16 de junio de 2017

La incompetencia es la suegra de la pseudociencia



Vuelvo a la duda meditando en algo
vagamente especial (ven a jugar
conmigo), mientras que me arranco esta

superflua obra de arte del fondo
del flácido esternón
—la paciencia lleva a la salvación—,

no mames más de las ubres-icono
de la petulancia profunda pues
entre los esqueletos hallarás

toda la información que menosprecias
perfilada sobre roca caliza
—bella, melancólica, reflexiva—,

los murmullos de las piedras encharcan
las autopistas, en las mudas dudas
(léelo como si lo comprendieras)

logras la salvación
—paciencia—, nadie supo ni sabrá,
pero pronto llegarán más mensajes.

egm. 2017

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8 de junio de 2017

Catherine Krause

Lista de cosas que no eran normales antes de 2017

1
Un zapato cayó sobre mi cabeza
y otros diez siguieron su ejemplo.
El primer zapato los censuró
y me alabó por seguir en pie
después de diez zapatos en la cabeza.
Once, le dije, once zapatos,
y él me respondió que no politizara las cosas.

2
Contra toda expectativa
he cumplido los treinta y dos
y la tapa de cristal de una olla se hizo añicos
a través de mi pecho y sobre la encimera.

3
Me pasé todo el año desgañitándome en el césped de mi casero;
su determinación se vuelve cada vez más fuerte.
Yo culpo a los selfies y a los trofeos de participación,
aunque nadie ha sido claro sobre por qué
su coche se precipitó por la pared de un acantilado,
pero si hay algún culpable, es su césped.

4
Siempre que salgo ahí fuera hay políticos
despotricando de mí, lo que es bastante normal,
pero no suelen lanzar sus diatribas
como poesía abstracta. Hay una guerra contra Dadá
emprendida por personas que usan los métodos de Dadá
desde sus torres yámbicas en el borde de Central Park.

5
En la cima de una montaña la bestia del Cristal Oscuro
me gritó que no estaba prestando atención.
Yo había emprendido el ascenso pensando tan solo
que la montaña sería mejor que el suelo,
pero todo lo que logré fue odiar más el suelo tras
mi inevitable descenso sobre mermelada y gelatina.



Catherine Krause. List of Things That Weren’t Normal Before 2017 (uutpoetry.tumblr.com)
catherinebkrause.com
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

List of Things That Weren’t Normal Before 2017

1
A shoe fell on my head
and ten other shoes followed its lead.
The first shoe condemned them
and praised me for standing up
after ten shoes to the head.
Eleven, I said, eleven shoes,
and he told me not to politicize things.

2
Against all expectations,
I turned thirty-two
and the glass lid of a pot shattered
across my chest and onto the countertop.

3
I’ve been shouting at my landlord’s lawn all year;
its resolve is only getting stronger.
I blame the selfies and participation trophies,
although no one has ever been clear on why
their car slid off the side of a cliff,
but if anything is guilty, it’s his lawn.

4
Every time I go outside there are politicians
ranting at me, which is normal enough,
but they don’t usually word their rants
as abstract poetry. There is a war on Dada
waged by people who use the methods of Dada
from their iambic towers on the edge of Central Park.

5
On a mountaintop, the beast from the Dark Crystal
cried that I wasn’t paying attention.
I began my ascent, thinking always
that the mountain would be better than the ground,
but all it did was make me hate the ground more
after my inevitable descent into a peanut butter and jelly.




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3 de junio de 2017

Deshielo



Ahora el Dios está bajo los hielos,
Enki, Ishtar, Ra, Zeus, Brahma,
bajo los hielos,
héroes, reyes, sacerdotes, hetairas,
están bajo los hielos,
los quarks, leptones y bosones
aguardan bajo los hielos,
el chamán, la matrona y el psiquiatra,
también bajo los hielos,
los ritos, el arte, el conocimiento,
están bajo los hielos,
la Realidad yace
bajo el sueño de los hielos;

la Tierra ahora está bajo los hielos,
y aun el Sol
está bajo los hielos,
el pez, el pájaro, el insecto, el simio,
bajo los hielos,
esta galaxia y el grupo local
de galaxias, también bajo los hielos,
el Universo —este universo—
aguarda bajo los hielos,
tu realidad, junto a la mía,
bajo el sueño de los hielos,
el Ente Creador, el Anticristo,
ahí, bajo los hielos;

ahora el hielo está bajo los hielos,
el permafrost,
bajo el hielo de los hielos,
aguardando el deshielo
de la primavera del Tiempo, que
—la masa, la luz, la energía,
bajo los hielos—
no tendrá fuerza suficiente
para deshelar el sueño,
y también el estío hallará hielo
bajo el hielo, hielo eterno ocultando,
apropiándose, en el hielo,
de todas las efímeras palabras;

ahora el Ahora está
soñando, mudas realidades,
el vórtice remoto del deshielo.

egm. 2017

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