10 de octubre de 2014

Gerardo Diego

Lluvia o llanto

La tierra está sedienta. abierta, rota,
seca de aristas, dura de cristales.
El alma es toda vidrios y arenales.
Ni una flor, ni una brizna en ella brota.

Súbita sombra extiende, ofende, acota,
ennegrece vergeles y arrabales.
Y cae de arriba —oh nubes maternales—
grávida, ardiente, la primera gota.

Llueve, el milagro es hecho, llueve, llueve.
Bebe la flor, el labio bebe y bebe
agua de amarga sal, dulce delicia.

Mas ya se rasga el gris y el azul vuelve,
lágrima inmensa azul, azul. Disuélve-
me el corazón, oh cielo de Galicia.


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