Cincuenta e Catro Cantigas de Amigo (2)
XXVIII
Mi amigo un mal muy grande tiene,
tal, amiga, que es tanto mal para él
que en verdad no hay mal peor que aquel,
y todo esto ved de donde le viene:
porque no cree mi bien conseguir
vive apenado, en pena por morir.
Tanto mal sufre, y que Dios dé perdón,
que él, amiga, ya lástima me dio,
y, por cuanto de sus asuntos sé yo,
todo su mal es por esta razón:
porque no cree mi bien conseguir
vive apenado, en pena por morir.
Morirá de esta, y nada es más real,
pues tiene dentro tan grande pesar
que no puede de la muerte escapar
y, amiga, viene aquí todo su mal:
porque no cree mi bien conseguir
vive apenado, en pena por morir.
Pues si creyera mi bien conseguir
mejor querría vivir que morir.
XXIX
Mi amigo: yo no puedo vivir
sin vos ni vos sin mí, y que será
de vos? Mas a Dios, que el poder da,
yo le ruego que Él quiera elegir,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así
como morimos, pues no es menester
que tal vida hayamos de pasar,
que más os valdrá muerte os dar,
mas Dios elija, si a Él le ha de placer,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así
como morimos, pues en la mayor
pena del mundo y en la más mortal
vivimos, amigo, y el mayor mal,
mas Dios elija, como buen Señor,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así
como morimos, en verdad, pues
hace mucho que este mal nos llegó
y aún sigue, y mucho nos duró,
mas Dios elija, como quien Él es,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así
como morimos, y Dios ponga aquí
remedio, amigo, a vos y a mí.
XXX
Qué ansia tuvisteis, madre y señor,
de impedirme que pudiera yo ver
a mi amigo, mi bien y mi placer,
mas si yo logro, por Nuestro Señor,
que lo vea y le pueda hablar,
lo haré, y pese a quien quiera pesar.
Vos pusisteis todo vuestro poder
en buscar que, por ninguna razón,
yo viera a mi amigo y mi corazón,
mas, si logro, con todo mi poder,
que lo vea y le pueda hablar,
lo haré, y pese a quien quiera pesar.
Mi muerte queréis, madre, y nada más,
pues hicisteis que ya nunca también
llegara a ver a mi amigo y mi bien,
mas, si logro, y no puede haber más,
que lo vea y le pueda hablar,
lo haré, y pese a quien quiera pesar.
Y si, madre, esto puedo alcanzar,
lo otro pase como pueda pasar.
XXXI
Amigo falso y desleal:
de qué os vale trabajar
por mi merced poder ganar,
pues lo habéis llevado tan mal
que, aunque quiera, no he de poder,
amigo, ya bien os hacer.
Llevasteis el asunto así
como quien no es conocedor
de bien ni de prez ni de amor,
y por esto creedme a mí
que, aunque quiera, no he de poder,
amigo, ya bien os hacer.
Caísteis en tal perdición
que remedio aquí no os sé,
pues yo ya os abandoné
de manera, y Dios dé perdón,
que, aunque quiera, no he de poder,
amigo, ya bien os hacer.
XXXII
Mi amigo viene hoy aquí
y quiere conmigo hablar
y sabe él que me hace pesar,
madre, pues yo le prohibí
que no fuese a ninguna hora
donde yo fuera, y viene ahora
aquí, y fue suyo el pecado
de pensar en su corazón
en quebrantar mi prohibición,
pues sabe que yo le he mandado
que no fuese a ninguna hora
donde yo fuera, y viene ahora
aquí, cuando yo con él hablé
ante vos, madre, y con rigor,
y así él ha perdido mi amor,
pues yo le prohibí y le mandé
que no fuese a ninguna hora
donde yo fuera, y viene ahora
aquí y, si el buen juicio ignora,
que pierda mi bien sin demora.
XXXIII
Quisiera con vos hablar de grado,
ay, mi amigo y mi enamorado,
pero no oso ahora con vos hablar
pues tengo gran miedo del airado;
airado haya a Dios quien me lo fue a dar.
En penas de mil modos me trabo
por deciros con qué yo me agravo,
pero no oso ahora con vos hablar,
pues tengo gran miedo del mal bravo;
mal bravo haya a Dios quien me lo fue a dar.
Pesar sufro, amigo, y a menudo
os quiero decir mi mal tan mudo,
pero no oso ahora con vos hablar,
pues tengo gran miedo del muy rudo;
muy rudo haya a Dios quien me lo fue a dar.
Señor de mi corazón, cautivo
estáis por yo vivir con quien vivo,
pero no oso ahora con vos hablar,
pues tengo gran miedo del esquivo;
esquivo haya a Dios quien me lo fue a dar.
XXXIV
Con mi amigo, madre, os vi yo a vos
hoy hablar y ello me dio gran placer
porque lo vi de junto a vos volver
alegre, y creo que bien me hace Dios,
pues, si él tan alegre partió de aquí,
no puede ser sino un bien para mí.
Se volvió alegre y se rio, ya que
hace mucho tiempo que no lo hacía,
mas, puesto que esto esta vez sucedía,
me quedo alegre, y Dios bien me dé,
pues, si él tan alegre partió de aquí,
no puede ser sino un bien para mí.
Él me miró a los ojos con pasión,
cuando visteis que se os despidió,
y miró hacia vos alegre y se rio,
y tengo placer en mi corazón,
pues, si él tan alegre partió de aquí,
no puede ser sino un bien para mí.
Y, aunque yo de palabra nada oí,
tengo muy gran placer en lo que vi.
XXXV
Hace tiempo, amigo, que no quiso Dios
que con mis dos ojos os viera yo a vos,
y no pone, por tal razón, en mí los
suyos mi madre, amigo, y, pues es así,
arreglad de irnos, por Dios, ya de aquí,
y que haga mi madre lo que pueda allí.
No os vi hace tiempo ni así se arregló,
pues lo impidió mi madre, a quien le pesó
este asunto, y le pesa, y me guardó
que no os viese, amigo, y, pues es así,
arreglad de irnos, por Dios, ya de aquí,
y que haga mi madre lo que pueda allí.
Que hace mucho que mis ojos no os ven
ni vi en este tiempo yo ningún bien,
pues lo impidió mi madre, e hizo también
que no os viese, amigo, y, pues es así,
arreglad de irnos, por Dios, ya de aquí,
y que haga mi madre lo que pueda allí.
Y, si no lo arreglarais muy pronto así,
os matáis, amigo, y me matáis a mí.
XXXVI
Os auxiliaría, amigo y mi bien,
si yo me atreviera, mas mirad quien
me lo impide y quiere mi mal:
mi madre, que os tiene mortal
desamor, y, con pena tal,
morir ya no me pesaría.
Os auxiliaría, por Dios, mi bien,
si yo me atreviera, mas mirad quien
me impide que lo pueda hacer:
mi madre, que tiene el poder
y muy mal os sabe querer
y ya aquí mi muerte querría.
XXXVII
Para ver a mi amigo,
que dejó de hablar conmigo,
voy allá, madre.
Para ver a mi amado,
que conmigo lo ha dejado,
voy allá, madre.
Que dejó de hablar conmigo
es por esto que yo os digo:
voy allá, madre.
Que conmigo lo ha dejado
es por esto que yo os hablo:
voy allá, madre.
XXXVIII
Me llegó, amiga, el recado
de aquel que quiero con bien,
de que, al saber mi mandado,
ya él vendrá en un amén,
y estoy yo alegre y también
hago en esto lo adecuado.
Por llegar viene angustiado,
pues sufre gran mal de amor,
porque está muy alejado
de hallar placer ni calor
sino donde yo esté, por
ser todo este su cuidado.
Con todo el mal que ha pasado,
amiga, el modo veré
de darle algo de agrado,
pues viene cual le mandé,
y luego él será, bien sé,
del mal sanado y pagado,
y del mal que le causé
desde que es mi enamorado.
XXXIX
Que vos muráis por mí muy justo es,
amigo, y mi belleza no debéis
en nada agradecer y bien sabréis
que a Dios yo gracias doy, en verdad, pues
morir por mí sin razón no ha de ser
para el que esta belleza pueda ver.
De morir por mí nada os debo yo
agradecer, pues igual ha de hacer
quien bien mire belleza de mujer,
y, pues Dios esta belleza me dio,
morir por mí sin razón no ha de ser
para el que esta belleza pueda ver.
De así por mi amor vos os matar
yo en nada nunca os lo agradeceré
y, mi amigo, aún más aquí os diré:
pues me quiso Dios tal belleza dar,
morir por mí sin razón no ha de ser
para el que esta belleza pueda ver
que Dios me ha dado, y podéis creer
que yo nada os tengo que agradecer.
XL
Mi madre querida,
al baile yo iba
de amor;
mi madre alabada,
yo al baile marchaba
de amor;
al baile yo iba
que hay en la villa,
de amor;
yo al baile marchaba
que hay en la casa,
de amor;
que hay en la villa
del que bien quería,
de amor;
que hay en casa
del que mucho amaba,
de amor;
del que bien quería,
o soy fementida,
de amor;
del que mucho amaba,
o soy perjurada,
de amor.
XLI
Infeliz vivo, amigo, porque yo no os veo
y vos vivís infeliz y con gran deseo
de verme y de hablarme, y por esto creo
que es pena tan fuerte
que no me es sino muerte,
como quien vive, amigo, en tan gran deseo.
Yo por veros, amigo, vivo apenada,
e igual vos, por verme, que ya no es nada
la vida que hacemos, y así asombrada
estoy de como vivo
sufriendo tan esquivo
mal, pues más me valdría no ser yo aquí nada.
Ya por veros, amigo, no sé quién sufriera
tal pena cual yo sufro, y vos, que no muriera,
y, así con estas penas, ya que no naciera,
qué será de mí no sé
y la muerte envidiaré
a todo hombre o mujer que ya muriera.
XLII
De vuestro amigo, ay amiga,
en el que tanto confiáis,
pronto quiero que sepáis
que una, que Dios maldiga,
lo tiene loco y maltrecho,
y yo muero de despecho.
No hay aquí verdad profunda
ni nada os es encubierto,
mas tenedlo muy por cierto
que una, que Dios cofunda,
lo tiene loco y maltrecho,
y yo muero de despecho.
No sé mujer que se pague
de quitarles a su amigo,
a las otras mas yo os digo
que una, que Dios estrague,
lo tiene loco y maltrecho,
y yo muero de despecho.
Y tengo mucho derecho,
pues quiero vuestro provecho.
XLIII
Ay, falso amigo y sin lealtad,
veo ahora la gran falsedad
con que vos tanto tiempo me hablasteis,
pues ya de otra yo sé en verdad
a la que esa piedra vos lanzasteis.
Amigo falso y muy encubierto,
veo vuestro engaño al descubierto
con que vos tanto tiempo me hablasteis,
pues ya de otra yo sé bien cierto
a la que esa piedra vos lanzasteis.
Ay, falso amigo, yo no temía
esta gran traición y felonía
con que vos tanto tiempo me hablasteis,
pues ya de otra sé, que lo sabía,
a la que esa piedra vos lanzasteis.
Y que cogierais justo sería
las falsedades que sembrasteis.
XLIV
Amigo, yo esto creo,
nunca pierdo el deseo
sino cuando os veo,
y de esto vivo apenada
con este mal tan feo
que sufro yo, agraciada.
Pues sin vos, donde sea,
mi ser siempre os desea
mientras que yo no os vea,
y de esto vivo apenada
con la pena tan fea
que sufro yo, agraciada.
Es solamente espanto
cuando no os veo cuanto
yo hallo, y quebranto,
y de esto vivo apenada
con todo este mal, tanto,
que sufro yo, agraciada.
XLV
Por Dios, intentad ver a mi estimado
amigo, amiga, que aquí llegó,
y decidle, aunque me ha importunado,
que lo que muchas veces me rogó,
que a él le hiciera yo aquel placer,
por mor de mi madre no he de poder.
Si vos lo veis os lo agradeceré,
pues sabéis cuánto hace que me sirvió,
y decidle, aunque se lo reproché,
que lo que él rogó siempre que me vio,
que a él le hiciera yo aquel placer,
por mor de mi madre no he de poder.
Si vos lo veis gran gozo tendré aquí,
pues de mi bien desesperado está;
por esto, amiga, decidle así:
que aquello que él mucho me rogó ya,
que a él le hiciera yo aquel placer,
por mor de mi madre no he de poder.
Y por esto no tengo yo el poder
de procurarle a él ni a mí placer.
XLVI
Amiga: aquel que os ama
y está por vos penado
y que vuestro se llama,
desde que fue enamorado
no vio placer, yo lo sé;
por esto morirá
y de ello me doleré.
Aquel que pena fuerte
tuvo desde aquel día
que os vio, que igual que muerte
le es, por santa María,
nunca vio placer ni bien;
por esto morirá
y me pesa a mí también.
XLVII
Amigo: mientras no os vi
no descansé ni dormí,
pero ahora ya aquí
que os veo, descansaré
y veré placer en mí
pues veo cuánto deseé.
Porque no os llegaba a ver
calma no pude tener,
y ya, Dios os fue a traer,
que os veo, descansaré
y veré en mí placer
pues veo cuánto deseé.
Cuando mis ojos no os ven
no han placer, y pierdo el buen
juicio, mas ahora también
que os veo, descansaré
y veré todo mi bien
pues veo cuánto deseé.
Poder veros es mi paz
y además me place asaz,
y si hace Dios, que es veraz,
que os veo, descansaré
y tendré muy gran solaz
pues veo cuánto deseé.
XLVIII
Pues ya dice mi amigo
que quiere irse conmigo,
pues a él place asaz,
me place, bien os digo;
este es mi solaz.
Pues dice que a porfía
vamos a nuestra vía,
pues a él place asaz,
me place, y en buen día;
este es mi solaz.
Pues que llevarme veo
que es su solo deseo,
pues a él place asaz,
me place, y ya lo creo;
este es mi solaz.
XLIX
Por Dios, amiga, lamentad el mal
que anda diciendo aquel muy desleal,
pues dice de mí, y de vos igual,
y a muchos, que yo le hice bien
y que vos sabéis de todo este mal,
mas tal cosa yo ignoro, y vos también.
Debéis lamentaros de esta cuestión
pues anda diciendo muy gran traición
de mí y de vos, que Dios nos dé perdón,
y se alaba de que yo le hice bien
y que vos sabéis toda la cuestión,
mas tal cosa yo ignoro, y vos también.
Y que aquí os lamentéis muy justo es
pues habla muy mal, y todo al revés,
de mí y de vos allá donde esté, pues
él dice, amiga, que yo le hice bien
y que vos sabéis todo tal como es,
mas tal cosa yo ignoro, y vos también.
L
Me habló hoy mi amigo
muy bien y muy humildoso
de mi semblante hermoso,
amiga, estando conmigo,
mas, aun así yo os digo
que no le quedó recado
que a él le fuera de su agrado.
Me dijo él, amiga, cuanto
yo mejor que él sabía
que de cuán bien yo lucía
era todo su quebranto,
mas, aun así sabed tanto:
que no le quedó recado
que a él le fuera de su agrado.
Me dijo él: «Señora, creed
que vuestra gran hermosura
me hace un mal sin mesura,
por esto de mí doled».
Aun así, amiga, sabed
que no le quedó recado
que a él le fuera de su agrado.
Y se fue tan apenado
que ya me ha preocupado.
LI
Se marcha mi amigo a muy lejos morar
y, amiga, por Dios, de eso tengo pesar,
porque ya se va, en mi corazón,
tan grande que no se puede contar,
pues se lo prohibí, y tengo gran razón.
Yo le prohibí que se marchara de aquí,
pues todo mi bien perdería él así,
y ahora se va y me hace gran traición,
y desde hoy no sé qué va a ser de mí
y morir sólo, amiga, es mi ambición.
LII
No sé, amigo, de quién padeciera
pena cual padezco, que no muriera,
sino yo, infeliz, mejor no naciera,
porque no os veo cuanto yo querría,
y quiera Dios que yo olvidar pudiera
que os vi, amigo, en aquel mal día.
No sé, amigo, mujer que pasara
pena cual yo paso, que lo soportara
y no muriera o se desesperara,
porque no os veo cuanto yo querría,
y quiera Dios que yo no recordara
que os vi, amigo, en aquel mal día.
No sé, amigo, quién el dolor sintiera
que yo siento, que así lo encubriera,
sino yo, infeliz, que Dios maldijera,
porque no os veo cuanto yo querría,
y quiera Dios que yo nunca supiera
que os vi, amigo, en aquel mal día.
LIII [Pastorela]
La pastora se quejaba
mucho tiempo el otro día
y consigo allí hablaba
y lloraba y aun decía,
del amor que la forzaba:
«Por Dios, te vi en mal día,
ay, amor».
Y se seguía quejando
como mujer con gran pena
y que al pesar, desde cuando
nació, siempre fue ajena,
y allí decía llorando:
«Tú no eres sino mi pena,
ay, amor».
Penas le daban amores
que no le eran sino muerte,
y se acostó entre unas flores
y dijo con pena fuerte:
«Mal te venga en donde mores,
pues no eres sino mi muerte,
ay, amor».
LIV [Pastorela]
Una pastora agraciada
pensando iba en su amigo
y estaba, bien os lo digo,
por lo que vi, disgustada,
y dijo: «No vale nada
el fiarse de enamorado
la mujer enamorada,
pues el mío ha perjurado».
Ella traía en la mano
un papagayo hermoso
cantando muy delicioso,
pues ya entraba el verano,
y dijo: «Amigo lozano,
¿qué haría por amores,
pues hablasteis tan en vano?»
Y cayó entre unas flores.
Una gran parte del día
yació allí, y nada hablaba,
y a veces despertaba,
y a veces desfallecía,
y dijo: «Ay, santa María,
¿qué será de mí ahora?».
Y el papagayo decía:
«Bien, por lo que sé, señora».
«Si no me quieres herida»,
dice ella, «di la verdad,
papagayo, en caridad,
porque me es muerte esta vida».
Dijo él: «Señora cumplida
en todo, no os quejéis,
pues al que os tiene servida,
alzad la vista y veréis».
LV [Pastorela]
Vi yo hoy de amor cantar
en un hermoso vergel
a una pastora sin par
en belleza, que hasta aquel
día nunca igual la vi;
por eso le dije así:
«Señora: soy vuestro y fiel».
Se enojó entonces con
lo que allí me oyó decir,
y dijo: «Idos, varón;
¿quién os hizo aquí venir
a causarme sinsabor
mientras canto de mi amor
lo que él me fue a escribir».
«Ya que me ordenáis marchar»,
dije «señora, me iré,
mas yo tras vos he de andar
y así siempre os serviré,
pues el amor me forzó
y a ser vuestro me obligó,
y vuestro siempre seré».
Dijo ella: «Nada yo doy
por lo que habláis ni quién
sois me importa, y ya estoy
harta de oíros también,
pues mi corazón no es
en verdad, ni será, pues
sino del que quiero bien».
«Ni el mío» le dije «ya,
señora, se apartará
de vos, y es vuestro rehén».
«El mío» dijo «será
de quien fue y con quien está,
y por vos siente desdén».
☛ Universo Cantigas. Don Denis
☛ B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Don Denis
☛ Xacopedia. Don Denís
☛ Real Academia de la Historia. Dionís de Portugal
☛ Cantigas Medievais Galego Portuguesas. D. Dinis
☛ Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014
∼
XXVIII
O meu amigo á de mal assaz
tant’, amiga, que muito mal per é
que no mal non á máis, per boa fe,
e tod’ aquesto vedes que lho faz:
porque non cuida de mí ben aver,
viv’ en coita, coitado per morrer.
Tanto mal sofre, se Deus mi perdón,
que ja eu, amiga, del doo ei,
e, per quanto de sa fazenda sei,
tod’ este mal é por esta razón:
porque non cuida de mí ben aver,
viv’ en coita, coitado per morrer.
Morrerá desta, u non pod’ aver al,
que toma en si tamanho pesar
que se non pode de morte guardar
e, amiga, venlh’ i tod’ este mal:
porque non cuida de mí ben aver,
viv’ en coita, coitado per morrer.
Ca se cuidasse de mí ben aver
ant’ el quería viver ca morrer.
XXIX
Meu amigo: non poss’ eu guarecer
sen vós nen vós sen mí, e que será
de vós? Mais Deus, que end’ o poder á,
lhi rog’ eu que El quera escolher,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí
como morremos, ca non á mester
de tal vida avermos de passar,
ca máis vos valrría de vos matar,
mais Deus escolha, se a El prouguer,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí
como morremos, ca ena maior
coita do mundo nen na máis mortal
vivemos, amigo, e no maior mal,
mais Deus escolha, come bon Senhor,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí
como morremos, ca, per boa fe,
mui gran temp’ á que este mal passou
per nós, e passa, e muito durou,
mais Deus escolha, come quen Ele é,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí
como morremos, e Deus ponha i
conselh’, amigo, a vós e a mí.
XXX
Que coita ouvestes, madr’ e senhor,
de me guardar que non possa veer
meu amig’ e meu ben e meu prazer,
mais, se eu posso, par Nostro Senhor,
que o veja e lhi possa falar,
guisarlho ei, e pes a quen pesar.
Vós fezestes todo vosso poder,
madr’ e senhor, de me guardar que non
visse meu amig’ e meu coraçón,
mais, se eu posso, a todo meu poder,
que o veja e lhi possa falar,
guisarlho ei, e pes a quen pesar.
Mha coita morte quisestes, madr’, e non al,
quand’ aguisastes que per nulha ren
eu non viss’ o meu amig’ e meu ben,
mais, se eu posso, u non pod’ aver al,
que o veja e lhi possa falar,
guisarlho ei, e pes a quen pesar.
E se eu, madr’, esto poss’ acabar,
o al passe como poder passar.
XXXI
Amig’ e fals’ e desleal:
que prol á de vos trabalhar
d’ én a mha coita mercee cobrar,
ca tanto o trouxestes mal
que non ei de vos ben fazer,
pero m’ eu quisesse, poder.
Vós trouxestes o preit’ assí
come quen non é sabedor
de ben nen de prez nen d’ amor,
e por én creede per mí
que non ei de vos ben fazer,
pero m’ eu quisesse, poder.
Caestes en tal ocajón
que sol conselho non vos sei,
ca ja vos eu desemparei
en guisa, se Deus mi perdón,
que non ei de vos ben fazer,
pero m’ eu quisesse, poder.
XXXII
Meu amigo vén oj’ aquí
e diz que quer migo falar
e sab’ el que mi faz pesar,
madre, pois que lh’ eu defendí
que non fosse per nulha ren
per u eu foss’, e ora vén
aquí, e foi pecado seu
de sol poer no coraçón,
madre, passar mha coita defensón,
ca sab’ el que lhi mandei eu
que non fosse per nulha ren
per u eu foss’, e ora vén
aquí, u eu con el falei
per ante vós, madr’ e senhor,
e oimais perde meu amor,
pois lh’ eu defendi e mandei
que non fosse per nulha ren
per u eu foss’, e ora vén
aquí, madr’, e pois fez mal sén,
dereit’ é que perça meu ben.
XXXIII
Quisera vosco falar de grado,
ai, meu amig’ e meu namorado,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar
ca ei mui gran medo do irado;
irad’ aja Deus quen me lhi foi dar.
En cuidados de mil guisas travo
por vos dizer o con que m’ agravo,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar,
ca ei mui gran medo do mal bravo;
mal brav’ aja Deus quen me lhi foi dar.
Gran pesar ei, amigo, sofrudo
por vos dizer meu mal ascondudo,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar,
ca ei mui gran medo do sanhudo;
sanhud’ aja Deus quen me lhi foi dar.
Senhor do meu coraçón, cativo
sodes en eu viver con quen vivo,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar,
ca ei mui gran medo do esquivo;
esquiv’ aja Deus quen me lhi foi dar.
XXXIV
Vivos, madre, con meu amig’ aquí
oje falar e ouv’ én gran prazer
porque o vi de cabo vós erger
led’, e tenho que mi faz Deus ben i,
ca, pois que s’ el ledo partiu d’ aquén,
non pode seer senón por meu ben.
Ergeuse ledo e riiu ja que,
o que mui gran temp’ á que el non fez,
mais, pois ja esto passou esta vez,
fic’ end’ eu leda, se Deus ben mi dé,
ca, pois que s’ el ledo partiu d’ aquén,
non pode seer senón por meu ben.
El pos os seus olhos nos meus entón,
quando vistes que xi vos espediu,
e tornou contra vós led’ e riiu,
e por end’ ei prazer no coraçón,
ca, pois que s’ el ledo partiu d’ aquén,
non pode seer senón por meu ben.
E, pero m’ eu da fala non sei ren,
de quant’ eu vi, madr’, ei gran prazer én.
XXXV
Gran temp’ á, meu amigo, que non quis Deus
que vos veer podesse dos olhos meus,
e non pon, con tod’ esto, en mí os seus
olhos mha madr’, amig’, e, pois ést’ assí,
guisade de nos irmos, por Deus, d’ aquí,
e faça mha madr’ o que poder des i.
Non vos vi á gran tempo nen se guisou,
ca o partiu mha madre, a que pesou
daqueste preit’, e pesa, e min guardou
que vos non viss’, amig’, e, pois ést’ assí,
guisade de nos irmos, por Deus, d’ aquí,
e faça mha madr’ o que poder des i.
Que vos non vi á muito, e nulha ren
non vi des aquel tempo de nen un ben,
ca o partiu mha madre, e fez por én
que vos non viss’, amig’, e, pois ést’ assí,
guisade de nos irmos, por Deus, d’ aquí,
e faça mha madr’ o que poder des i.
E, se o non guisardes mui ced’ assí,
matádesvos, amig’, e matades mí.
XXXVI
Valer vos ía, amig’ e meu ben,
se eu ousasse, mais vedes quen
me tolhe daquest’ e non al:
mha madre, que vos á mortal
desamor, e, con este mal,
de morrer non mi pesaría.
Valer vos ía, par Deus, meu ben,
se eu ousasse, mais vedes quen
me tolhe de vos non valer:
mha madre, que end’ á poder
e vos sabe gran mal querer
e por én mha coita morte quería.
XXXVII
Pera veer meu amigo,
que talhou preito comigo,
alá vou, madre.
Pera veer meu amado,
que mig’ á preito talhado,
alá vou, madre.
Que talhou preito comigo
é por esto que vos digo:
alá vou, madre.
Que mig’ á preito talhado
é por esto que vos falo:
alá vou, madre.
XXXVIII
Chegoumh, amiga, recado
daquel que quero gran ben,
que, pois que viu meu mandado,
quanto pode viir, vén,
e and’ eu leda por én
e faço muit’ aguisado.
El vén por chegar coitado,
ca sofre gran mal d’ amor,
er anda muit’ alongado
d’ aver prazer nen sabor
senón alí u eu for,
u é todo seu cuidado.
Por quanto mal á levado,
amiga, razón farei
de lhi dar end’ algun grado,
pois vén como lh’ eu mandei,
e log’ el será, ben sei,
do mal guarid’ e cobrado,
e das coitas que lh’ eu dei
des que foi meu namorado.
XXXIX
De morrerdes por mí gran dereit’ é,
amigo, ca tanto paresc’ eu ben
que desto mal grad’ ajades vós én
e Deus bon grado, ca, per boa fe,
non é sen guisa de por mí morrer
quen mui ben vir este meu parecer.
De morrerdes por mí non vos dev’ eu
bon grado poer, ca esto fará quenquer
que ben cousir parecer de molher,
e, pois mi Deus este parecer deu,
non é sen guisa de por mí morrer
quen mui ben vir este meu parecer.
De vos por mi amor assí matar,
nunca vos desto bon grado darei
e, meu amigo, máis vos én direi:
pois me Deus quis este parecer dar,
non é sen guisa de por mí morrer
quen mui ben vir este meu parecer
que mi Deus deu, e podedes creer
que non ei ren que vos i gradecer.
XL
Mha madre velida,
voum’ a la bailía
do amor;
mha madre loada,
voum’ a la bailada
do amor;
voum’ a la bailía
que fazen en vila
do amor;
voum’ a la bailada
que fazen en casa
do amor;
que fazen en vila
do que eu ben quería
do amor;
que fazen en casa
do que eu muit’ amava
do amor;
do que eu ben quería;
chamarm’ án garrida
do amor;
do que eu muit’ amava;
chamarm’ án perjurada
do amor.
XLI
Coitada viv’, amigo, porque vos non vejo
e vós vivedes coitad’ e con gran desejo
de me veer e mi falar, e por én sejo
sempr’ en coita tan forte
que non m’ é senón morte,
come quen viv’, amigo, en tan gran desejo.
Por vos veer, amigo, vivo tan coitada,
e vós, por me veer, que oimais non é nada
a vida que fazemos, e maravilhada
soo de como vivo
sofrendo tan esquivo
mal, ca máis mi valrría de non seer nada.
Por vos veer, amigo, non sei quen sofresse
tal coita qual eu sofr’, e vós, que non morresse,
e, con aquestas coitas, eu que non nacesse,
non sei de min que seja
e da mort’ ei enveja
a todo ome ou molher que ja morresse.
XLII
O voss’ amig’, ai amiga,
de que vós muito fiades,
tanto quer’ eu que sabiades
que unha, que Deus maldiga,
vo-lo ten louc’ e tolheito,
e moir’ end’ eu con despeito.
Non ei ren que vos asconda
nen vos será encoberto,
mais sabede ben por certo
que unha, que Deus cofonda,
vo-lo ten louc’ e tolheito,
e moir’ end’ eu con despeito.
Non sei molher que se pague
de lh’ outras o seu amigo
filhar, e por én vos digo
que unha, que Deus estrague,
vo-lo ten louc’ e tolheito,
e moir’ end’ eu con despeito.
E faço mui gran dereito,
pois quero vosso proveito.
XLIII
Ai, fals’ amig’ e sen lealdade,
ora vej’ eu a gran falsidade
con que mi vós á gran temp’ andastes,
ca doutra sei eu ja por verdade
a que vós atal pedra lançastes.
Amigo fals’ e muit’ encoberto,
ora vej’ eu o gran mal deserto
con que mi vós á gran temp’ andastes,
ca doutra sei eu ja ben por certo
a que vós atal pedra lançastes.
Ai, fals’ amig’, eu non me temía
do gran mal e da sabedoría
con que mi vós á gran temp’ andastes,
ca doutra sei eu, que o ben sabía,
a que vós atal pedra lançastes.
E de colherdes razón sería
da falsidade que semeastes.
XLIV
Meu amig’, u eu sejo
nunca perço desejo
senón quando vos vejo,
e por én vivo coitada
con este mal sobejo
que sofr’ eu, ben talhada.
U quer que sen vós seja
sempr’ o meu cor deseja
vos, ata que vos veja,
e por én vivo coitada
con gran coita sobeja
que sofr’ eu, ben talhada.
Non é senón espanto
u vos non vejo quanto
eu desej’, e quebranto,
e por én vivo coitada
com aqueste mal, tanto,
que sofr’ eu, ben talhada.
XLV
Por Deus, punhade de veerdes meu
amig’, amiga, que aquí chegou,
e dizédelhi, pero me foi greu,
o que m’ el ja muitas vezes rogou,
que lhi faría end’ eu o prazer,
mais tólhem’ ende mha madr’ o poder.
De o veerdes gradecérvo-lo ei,
ca sabedes quant’ á que me serviu,
e dizédelhi, pero lh’ estranhei,
o que m’ el rogou cada que me viu,
que lhi faría end’ eu o prazer,
mais tólhem’ ende mha madr’ o poder.
De o veerdes gran prazer ei i,
pois do meu ben desasperad’ está;
por énd’, amiga, dizédelh’ assí:
que o que m’ el per vezes rogou ja,
que lhi faría end’ eu o prazer,
mais tólhem’ ende mha madr’ o poder.
E por aquesto non ei eu poder
de fazer a min nen a el prazer.
XLVI
Amiga: quen vos ama
e por vós é coitado
e se por vosso chama,
des que foi namorado
non viu prazer, seio eu;
por én ja morrerá
e por aquesto m’ é greu.
Aquel:que coita forte
ouve des aquel día
que vos el viu, que morte
lh’ é, par santa María,
nunca viu prazer nen ben;
por én ja morrerá
e a min pesa muit’ én.
XLVII
Amigo: pois vos non vi
nunca folguei nen dormí,
mais ora ja des aquí,
que vos vejo, folgarei
e verei prazer de mí
pois vejo quanto ben ei.
Pois vos non pudi veer
ja máis non ouvi lezer,
e, u vos Deus quis trager
que vos vejo, folgarei
e verei de min prazer
pois vejo quanto ben ei.
Des que vos non vi, de ren
non vi prazer, e o sén
perdí, mais pois que mi avén
que vos vejo, folgarei
e verei todo meu ben
pois vejo quanto ben ei.
De vos veer a min praz
tanto que muito é assaz,
mais, u m’ este ben Deus faz
que vos vejo, folgarei
e averei gran solaz
pois vejo quanto ben ei.
XLVIII
Pois que diz meu amigo
que se quer ir comigo,
pois que a el praz,
praz a mí, ben vos digo;
este é o meu solaz.
Pois diz que toda vía
nos imos nossa vía,
pois que a el praz,
prazm’ e vej’ i bon día;
este é o meu solaz.
Pois m’ ende levar vejo
que este é o seu desejo,
pois que a el praz,
prazmi muito sobejo;
este é o meu solaz.
XLIX
Por Deus, amiga, pesvos do gran mal
que diz andand’ aquel meu desleal,
ca diz de mí, e de vós outro tal,
andand’ a muitos, que lhi fiz eu ben
e que vós soubestes tod’ este mal,
de que eu nen vós non soubemos ren.
De vos én pesar é mui gran razón
ca diz andando mui gran traiçón
de min e de vós, se Deus mi perdón,
u se louva de min que lhi fiz ben
e que vós soubestes end’ a razón,
de que eu nen vós non soubemos ren.
De vos én pesar dereito per é
ca diz de min gran mal, per boa fe,
e de vós, amiga, cada u sé
falando, ca diz que lhi fiz eu ben
e ca vós soubestes todo com’ é,
de que eu nen vós non soubemos ren.
L
Faloum’ oj’ o meu amigo
mui ben e muit’ omildoso
no meu parecer fremoso,
amiga, que eu ei migo,
mais, pero tanto vos digo
que lhi non tornei recado
ond’ el ficasse pagado.
Díssem’ el, amiga, quanto
m’ eu melhor ca el sabía
que de quan ben parecía
que tod’ era seu quebranto,
mais, pero sabede tanto:
que lhi non tornei recado
ond’ el ficasse pagado.
Díssem’ el: «Senhor, creede
que a vossa fremosura
mi faz gran mal sen mesura,
por én de mí vos doede».
Pero, amiga, sabede
que lhi non tornei recado
ond’ el ficasse pagado.
E fois’ end’ el tan coitado
que tom’ end’ eu ja coidado.
LI
Vais’ o meu amig’ alhur sen mí morar
e, par Deus, amiga, ei end’ eu pesar,
porque s’ ora vai, eno meu coraçón,
tamanho que esto non é de falar,
ca lho defendí, e faço gran razón.
Defendilh’ eu que se non fosse d’ aquí,
ca todo meu ben perdería per i,
e ora vais’ e faz mi gran traiçón,
e des oimais non sei que seja de mí
nen ar vej’ i, amiga, se morte non.
LII
Non sei oj’, amigo, quen padecesse
coita qual padesco, que non morresse,
senón eu, coitada, que non nacesse,
porque vos non vejo com’ eu quería;
e quisesse Deus que m’ escaecesse
vos que vi, amigo, en grave día.
Non sei, amigo, molher que passasse
coita qual eu passo, que ja durasse,
que non morresse ou desasperasse,
porque vos non vejo com’ eu quería;
e quisesse Deus que me non nembrasse
vos que vi, amigo, en grave día.
Non sei, amigo, quen o mal sentisse
que eu senço, que o sol encobrisse,
se non eu, coitada, que Deus mal disse,
porque vos non vejo com’ eu quería;
e quisesse Deus que nunca eu visse
vos que vi, amigo, en grave día.
LIII
Unha pastor se queixava
muit’ estando noutro día
e sigo medes falava
e chorava e dizía,
con amor que a forçava:
«Par Deus, vi t’ en grave día,
ai, amor».
Ela s’ estava queixando
come molher con gran coita
e que a pesar, des quando
nacera, non fora doita,
por én dizía chorando:
«Tu non es senón mha coita,
ai, amor».
Coitas lhi davan amores
que non lh’ eran senón morte,
e deitous’ antr’ unhas flores
e disse con coita forte:
«Mal ti venha per u fores,
ca non es se non mha morte,
ai, amor».
LIV
Unha pastor ben talhada
cuidava en seu amigo
e estava, ben vos digo,
per quant’ eu vi, mui coitada,
e diss’: «Oimais non é nada
de fiar per namorado
nunca molher namorada,
pois que mi o meu á errado».
Ela tragía na mao
un papagai mui fremoso
cantando mui saboroso,
ca entrava o verao,
e diss’: «Amigo louçao,
que faría por amores,
pois m’ errastes tan en vao?»
E caeu antr’ unhas flores.
Unha gran peça do día
jouv’ alí, que non falava,
e a vezes acordava,
e a vezes esmorecía,
e diss’: «Ai, santa María,
que será de min agora?»
E o papagai dizía:
«Ben, per quant’ eu sei, senhora»
«Se me queres dar guarida»,
diss’ a pastor, «di verdade,
papagai, por caridade,
ca morte m’ é esta vida».
Diss’ ele: «Senhor comprida
de ben, e non vos queixedes,
ca o que vos á servida,
erged’ olho e veelo edes».
LV-507
Vi oj’ eu cantar d’ amor
en un fremoso virgeu
unha fremosa pastor
que ao parecer seu
ja máis nunca lhi par vi,
e por én díxilh’ assí:
«Senhor: por vosso vou eu».
Tornou sanhuda entón,
quando m’ est’ oíu dizer,
e diss’: «Ídevos, varón;
quen vos foi aquí trager
pera m’ irdes destorvar
d’ u dig’ aqueste cantar
que fez quen sei ben querer?»
«Pois que me mandades ir»,
dixi lh’ eu «senhor, irm’ ei,
mais ja vos ei de servir
sempr’ e por voss’ andarei,
ca voss’ amor me forçou
assí que por vosso vou,
cujo sempr’ eu ja serei».
Dix’ ela: «Non vos ten prol
esso que dizedes nen
mi praz de o oír sol;
ant’ ei noj’ e pesar én,
ca meu coraçón non é
nen será, per boa fe,
senón do que quero ben».
«Nen o meu» díxilh’ eu «ja,
senhor, non se partirá
de vós, por cujo s’ el ten».
«O meu» diss’ ela «será
u foi sempr’ e u está
e de vós non curo ren».
Cincuenta e Catro Cantigas de Amigo (1)
I
Yo bien comprendí, amigo,
que muy gran pesar tuvisteis
cuando hablar vos no pudisteis
el otro día conmigo,
mas estad seguro, amigo,
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.
Y bien tengo por verdad
que estabais tan apenado
que no lo habréis remediado,
mas amigo, regresad
y tened bien por verdad
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.
No hay duda, amigo, yo advierto,
que al pesar vuestro aquel día
otro igual no se vería,
mas el mío fue más cierto
y por eso yo os advierto
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.
Pues no se me puede notar
ni yo lo podría negar.
II
Mucho hace, amiga, a la sazón,
que de aquí con el Rey se fue
mi amigo, y por eso pensé
mil veces en mi corazón
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.
Porque ya él tarda tanto allá
y nunca me volvió a ver,
amiga, y yo tenga placer,
más de mil veces pensé ya
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.
Amiga: era su voluntad
el regresar muy pronto aquí
donde ver mis ojos y a mí,
y mil veces pienso, en verdad,
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.
III
Que triste que está mi amigo,
ay amiga, en su corazón,
pues no puede hablar conmigo
ni verme, y tiene gran razón
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.
Triste anda, y Dios me ayude,
con derecho, pues no me ve
y tiene, nadie lo dude,
muy gran razón, cual yo sé,
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.
Anda triste y apenado,
pues no lo vi ni él a mí
ni recibió mi recado
y tiene gran derecho aquí
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.
Mas, Dios, ¿cómo puede aguantar
que aún no murió de pesar?
IV
De los que en la hueste van ahora,
amiga, yo quiero saber
si vienen ya o con demora,
por lo que aquí habéis de ver:
porque en la hueste va mi amigo.
Quiero saber yo el recado
de los que están, pues nada sé,
amiga, por Dios, de grado,
por lo que ahora os diré:
porque en la hueste va mi amigo.
¿Y más queréis que os diga?
Dios buen recado me dé
pues quiero yo saber, amiga,
nuevas de ellos, y ved por qué:
porque en la hueste va mi amigo.
Que por nada más os lo digo.
V
Cuánto hace que no llegó
el recado de mi amigo,
y, amiga, él habló conmigo
justo aquí, dónde estoy yo,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.
Mucho tarda ya, sin duda,
que no llega su recado,
cuando él me había jurado
justo aquí, si Dios me ayuda,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.
Y si yo verdad os diga,
estuvo él mucho llorando
y estuvo por mí jurando
donde ahora estoy, amiga,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.
Mas, pues no viene ni envía
recado, es muerto o mentía.
VI
Ahora me llegó recado,
amiga, de vuestro amigo,
y dice el que habló conmigo
que está él tan apenado
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.
Dice que es el tercer día
que lo salváis de la muerte,
mas tuvo pena tan fuerte
y allí tan triste yacía
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.
Por el mal que vos le hicisteis
me juró, mi amiga hermosa,
sabiendo que poderosa
fuisteis de él cuanto quisisteis,
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.
Y gran pérdida tendréis
si tal amigo perdéis.
VII
De mi amigo, amiga, no quiero, no,
que tenga gran pesar ni gran placer
pues quiero ya este asunto así traer,
y a tanto en lo suyo me atrevo yo:
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.
Pues, si amor yo le mostrara, bien sé
que eso le causaría tan gran bien
que le habrían de entender, si lo ven,
cuanto me quiere, y por eso así haré:
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.
Y, si le mostrara algún desamor,
no podría salvarse de la muerte,
pues él tendría una pena muy fuerte,
mas, para no errar en lo que es mejor,
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.
Y así puede ya su tiempo pasar,
cuando con placer, cuando con pesar.
VIII
Amiga: Dios muy loado sea
de que aquí viene mi amigo,
pero podréis creer conmigo,
cuando con mis ojos lo vea,
que el día que lo pueda ver
nunca veré mayor placer.
Y doy gracias a Dios loado
porque lo hace venir aquí,
pero podéis creerme a mí,
cuando vea a mi enamorado,
que el día que lo pueda ver
nunca veré mayor placer.
IX
Vos, que en los cantares vuestros ya sé
que mi amigo os llamáis, creed bien o mal
que nada yo doy por jactancia tal,
y por esto, señor, os mandaré
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.
Llévese el diablo lo poco que doy
por tal jactancia un embustero hacer,
pues no me quita ni me ha de poner,
y por esto, señor, os mando hoy
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.
Que no me quita nada ni me da
el jactarse de mí tan sin razón
quien nunca tuvo de mí la atención,
y por esto, señor, os mando ya
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.
Y vos seguid tal como estáis, sin mí,
y desde ahora jactaos así.
X
Me rogó a mí hoy, hija, vuestro amigo
muy afligido que mucho os rogara
que de que él os ame no os pesara,
y por esto os ruego y así os lo digo
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.
Y, cuando de vos él me estaba hablando
y esto que os digo mucho me rogaba,
me dolí de él, pues tanto lloraba,
y por esto, hija, os ruego y os mando
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.
Pues en que os ame él de corazón
no veo nada que así vos perdáis,
si allí más no hubiera, sino ganáis,
y por esto así, con mi bendición,
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.
XI
Me ha causado pesar mi amigo,
amiga, pero bien sé yo
que en su corazón no pensó
darme pesar, pues yo os digo
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.
Nunca creyó que me pesara
lo que él hizo, pues muy bien sé
que no había nada en lo que fue;
y así veo, si eso pensara,
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.
Lo hizo sin idea encubierta,
pues sé que se habría de matar
antes que causarme pesar,
y por esto es cosa bien cierta
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.
Pues de él morir o de vivir
sabe que puedo decidir.
XII
Amiga: yo bien sé de una mujer
que se esfuerza en con vos enemistar
a vuestro amigo, y lo quiere matar,
mas todo esto, amiga, solo ha de ser
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.
Y así le busca con vos cuanto mal
ella puede, y muy bien lo sé yo,
y todo esto no lo hace sino
por su bien y es el motivo real,
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.
Ella se esfuerza, en toda ocasión,
en causarle así vuestro desamor,
y con ello tiene el placer mayor,
y de todo esto, amiga, es la razón
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.
Y así ella hará cuanto esté en su poder
para lograr que él os llegue a perder.
XIII
Buen día vi al amigo:
su recado es conmigo,
lozana;
buen día vi al amado:
conmigo es su recado,
lozana;
su recado es conmigo
y ruego a Dios y digo,
lozana;
conmigo es su recado
y ruego a Dios de grado,
lozana;
y ruego a Dios y digo
por ese mi amigo,
lozana;
y ruego a Dios de grado
por ese enamorado,
lozana;
por ese mi amigo,
que yo lo vea conmigo,
lozana;
por ese enamorado,
que ya hubiera llegado,
lozana.
XIV
No llegó, madre, mi amigo,
y hoy está el plazo cumplido;
ay, madre, muero de amor.
No llegó, madre, mi amado,
y hoy está el plazo pasado;
ay, madre, muero de amor.
Y hoy está el plazo cumplido;
¿por qué mintió el fementido?
ay, madre, muero de amor.
Y hoy está el plazo pasado;
¿por qué mintió el perjurado?
ay, madre, muero de amor.
¿Por qué mintió el fementido?
Me pesa, que aposta ha mentido;
ay, madre, muero de amor.
¿Por qué mintió el perjurado?
Me pesa, pues mintió de grado;
ay, madre, muero de amor.
XV
—¿De qué morís, hija, la del cuerpo bellido?
—Madre, muero de amores que me dio mi amigo.
—¡El alba es, ve ligero!
—¿De qué morís, hija, la del cuerpo lozano?
—Madre, muero de amores que me dio mi amado.
—¡El alba es, ve ligero!
—Madre, muero de amores que me dio mi amigo
cuando veo esta cinta que por su amor ciño.
—¡El alba es, ve ligero!
—Madre, muero de amores que me dio mi amado
cuando veo esta cinta que por su amor traigo.
—¡El alba es, ve ligero!
—Cuando veo esta cinta que por su amor ciño
y me recuerda, hermosa, cuando él habló conmigo.
—¡El alba es, ve ligero!
—Cuando veo esta cinta que por su amor traigo
y me recuerda, hermosa, cuando hablamos ambos.
—¡El alba es, ve ligero!
XVI
—Ay flores, ay flores del verde pino,
si supierais noticias de mi amigo,
ay Dios, ¿dónde está?
Ay flores, ay flores del verde ramo,
si supierais noticias de mi amado,
ay Dios, ¿dónde está?
Si supierais noticias de mi amigo,
aquel que mintió lo que habló conmigo,
ay Dios, ¿dónde está?
Si supierais noticias de mi amado,
aquel que mintió lo que había jurado,
ay Dios, ¿dónde está?
—Vos me preguntabais por vuestro amigo
y yo aquí os digo que está sano y vivo.
—Ay Dios, ¿dónde está?
—Vos me preguntabais por vuestro amado
y yo aquí os digo que está vivo y sano.
—Ay Dios, ¿dónde está?
—Y yo os digo aquí que está sano y vivo
y vendrá antes del plazo cumplido.
—Ay Dios, ¿dónde está?
—Y yo os digo aquí que está vivo y sano
y vendrá antes del plazo pasado.
—Ay Dios, ¿dónde está?
XVII
Temprano la bellida,
se levantó al alba,
y va a lavar camisas;
al remanso
va a lavarlas al alba.
Temprano la lozana,
se levantó al alba,
va a lavar blusas blancas;
al remanso
va a lavarlas al alba.
Y va a lavar camisas,
se levantó al alba,
el viento las cogía;
al remanso
va a lavarlas al alba.
Va a lavar blusas blancas,
se levantó al alba,
el viento las llevaba;
al remanso
va a lavarlas al alba.
El viento las cogía,
se levantó al alba,
se metió el alba en ira;
al remanso
va a lavarlas al alba.
El viento las llevaba,
se levantó al alba,
se metió el alba en saña;
al remanso
va a lavarlas al alba.
XVIII
Amigo, mi amigo:
valga Dios,
ved la flor del pino
y poneos a andar.
Amigo, mi amado:
valga Dios,
ved la flor del ramo
y poneos a andar.
Ved la flor del pino,
valga Dios,
ensillad el bayito
y poneos a andar.
Ved la flor del ramo,
valga Dios,
ensillad el caballo
y poneos a andar.
Ensillad el bayito,
valga Dios,
veníos, ay amigo,
y poneos a andar.
Ensillad el caballo,
valga Dios,
veníos, ay amado,
y poneos a andar.
XIX
Vuestro amigo, desde que os conoció
de corazón tanto os mira y tan bien,
por Dios, amiga, que no sé yo quién
esto vea que no entienda que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.
Y quien sepa como a vos os miró
amiga, cuando aquí vino, también,
de no ser que fuera alguien sin muy buen
juicio, pronto puede entender que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.
Y cuando él viene a donde estáis, sé yo
que intenta encubrirse ante los que estén
allí, y eso cree, mas todos lo ven,
pues cuando él os mira entienden que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.
XX
¿Cómo osará aparecer ante mí
ese mi amigo, ay amiga, por Dios,
y aun como osará mirar mis dos
ojos, si lo trajera Dios aquí,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer?
Y, amiga: ¿cómo se atreverá,
siquiera a osar con sus ojos mirar
si él mis ojos viera un poco alzar,
o incluso corazón como tendrá,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer?
Pues sé que él no verá muy en razón,
puesto que me tiene tan gran amor,
osar llamarme su dama, ni valor
tendrá para verme, ni corazón,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer.
XXI
—En mala hora, señora, hablar yo os oí
y estos ojos míos os vieron a vos.
—Decid, amigo, qué he de hacer yo de mí
por vos en este asunto, así os valga Dios.
—Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
—Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.
—Desde el punto en que yo os oí hablar,
señora, ya no pude más paz tener.
—Amigo, os quiero ahora preguntar
lo que de mí por vos podría yo hacer.
—Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
—Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.
—Desde que os vi y os oí hablar, que no
vi placer, señora, ni dormí ni holgué.
—Amigo, por Dios, decid qué es lo que yo
de mí haga por vos, pues yo no lo sé.
—Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
—Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.
XXII
—Amiga: me tiene muy asombrada
como vivir mi amigo ha de poder
donde mis ojos él no puede ver
o como se retrasa su llegada,
pues yo nunca tal maravilla vi:
que pueda mi amigo vivir sin mí,
pues, por Dios, es cosa poco adecuada.
—Amiga: estad ahora vos callada
un rato, y dejadme a mí responder:
por lo que cierto sé y puedo entender
nunca en el mundo fue mujer amada
como vos por vuestro amigo, y así
no tiene culpa él si tarda allí,
y si no, quedaré yo por culpada.
—Ay, amiga: estoy tan preocupada
que no puedo encontrar ningún placer
pensando en como se puede entender
que no esté ya conmigo de tornada,
y, por Dios, porque no lo he visto aquí,
de que esté muerto sospecha cogí,
y si está muerto, seré desdichada.
—Amiga muy hermosa y mesurada:
no niego que muerte pueda tener,
pues hombre es, y así deberá ser,
mas por Dios no seáis malpensada
de otra cosa, pues desde que nací
nunca de otro hombre tan leal oí,
y quien no dice así, no dice nada.
XXIII
A vuestro amigo, amiga, yo vi andar
con tal pena que nunca tuvo par
y casi ya no podía ni hablar,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Id a mi señora y mi amor rogar,
por Dios, que ella tenga merced de mí».
Él andaba triste y muy sin valor,
como el que tiene pena y gran dolor,
y perdido había juicio y color,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Id rogar a mi señora y mi amor,
por Dios, que ella tenga merced de mí».
Y, amiga, lo hallé con un andar tal
como muerto, pues es descomunal
el mal que sufre y la pena mortal,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Rogad a la señora de mi mal,
por Dios, que ella tenga merced de mí».
XXIV
—Amigo: ¿vos os queréis ir?
—Señora, debo cosa tal
hacer, pues sería mi mal
y el vuestro, y por tanto partir
me conviene de este lugar,
aunque gran pena soportar
habrá de ser sin vos vivir.
—Amigo: ¿y de mí que será?
—Señora, vos sois de buen prez
y, cuando me vaya esta vez,
lo vuestro pronto pasará,
mas la muerte me ha de causar
de vos lejos ir a morar,
y lo vuestro ha de pasar ya.
—Amigo: sin vos moriré.
—Eso nunca lo querrá Dios,
mas, si no voy donde estéis vos,
el que morirá yo seré;
quiero antes lo mío pasar
que no lo vuestro aventurar,
aunque sin vos de morir he.
—¿Me queréis, amigo, matar?
—No, señora; y por os salvar
me mato yo, pues lo busqué.
XXV
—Decime por Dios, amigo:
¿tanto y bien vos me queréis
como a mí decir soléis?
—Sí, señora, y también os digo:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.
—No creo que tanto y bien
ya me pudiérais querer
como vos decís hacer.
—Sí, señora, y diré también:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.
—Amigo: yo no os creeré,
por la fe de nuestro Señor,
que me tenéis tan grande amor.
—Sí, señora, y también diré:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.
XXVI
—No puedo yo, mi amigo,
en vuestra soledad
vivir, bien os lo digo,
y por esto morad,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.
No puedo, si no os veo,
vivir, esto creed,
y tanto yo os deseo
que por vivir haced,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.
Nací en mal día, siento,
y, amigo, impedid
vos mi gran mal sin cuento
y por esto vivid,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.
—Iré, bien lo creáis,
señora, donde mandáis.
XXVII
Por Dios, amigo, quién creería
que nunca pudierais vos partir
tan largo tiempo sin mí a vivir,
mas desde hoy, por santa María,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.
Dijisteis cuando de mí marchasteis:
«Muy pronto aquí estaré, sin temor»;
y así lo jurasteis por mi amor,
mas desde hoy, pues vos perjurasteis,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.
Jurasteis allí muy obstinado
que pronto pronto, sin más tardar,
queríais conmigo regresar,
mas desde hoy, ay vos, perjurado,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.
Y así haré yo, bien os lo digo,
por cuanto vos hicisteis conmigo.
☛ Universo Cantigas. Don Denis
☛ B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Don Denis
☛ Xacopedia. Don Denís
☛ Real Academia de la Historia. Dionís de Portugal
☛ Cantigas Medievais Galego Portuguesas. D. Dinis
☛ Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014
∼
I
Ben entendí, meu amigo,
que mui gran pesar ouvestes
quando falar non podestes
vós noutro día comigo,
mais certo seed’, amigo,
que non foi o vosso pesar
que s’ ao meu podess’ iguar.
Mui ben soub’ eu por verdade
que erades tan coitado
que non avía recado,
mais, amigo, acá tornade,
sabede ben por verdade
que non foi o vosso pesar
que s’ ao meu podess’ iguar.
Ben soub’, amigo, por certo
que o pesar daquel día
vosso, que par non avía,
mais pero foi encoberto,
e por én seede certo
que non foi o vosso pesar
que s’ ao meu podess’ iguar.
Ca o meu non se pod’ osmar
nen eu non o pudi negar.
II
Amiga: muit’ á gran sazón
que se foi d’ aquí con el-Rei
meu amigo, mais ja cuidei
mil vezes no meu coraçón
que algur morreu con pesar,
pois non tornou migo falar.
Porque tarda tan muito lá
e nunca me tornou veer,
amiga, si veja prazer,
máis de mil vezes cuidei ja
que algur morreu con pesar,
pois non tornou migo falar.
Amiga: o coraçón seu
era de tornar ced’ aquí
u visse os meus olhos en mí,
e por én mil vezes cuid’ eu
que algur morreu con pesar,
pois non tornou migo falar.
III
Que trist’ oj’ é meu amigo,
amiga, no seu coraçón,
ca non pode falar migo
nen veerm’, e faz gran razón
meu amigo de trist’ andar,
pois m’ el non vir e lh’ eu nembrar.
Trist’ anda, se Deus mi valha,
ca me non viu, e dereit’ é,
e por esto faz sen falha
mui gran razón, per boa fe,
meu amigo de trist’ andar,
pois m’ el non vir e lh’ eu nembrar.
D’ andar triste faz guisado,
ca o non vi nen vio el mí
nen ar oío meu mandado,
e por én faz gran dereit’ i
meu amigo de trist’ andar,
pois m’ el non vir e lh’ eu nembrar.
Mais, Deus, como pode durar
que ja non morreu con pesar?
IV
Dos que ora són na oste,
amiga, querría saber
se se verrán tard’ ou toste,
por quanto vos quero dizer:
porque é alá meu amigo.
Querría saber mandado
dos que alá són, ca o non sei,
amiga, par Deus, de grado,
por quanto vos ora direi:
porque é alá meu amigo.
E queredes que vos diga?
Se Deus bon mandado mi dé,
querría saber, amiga,
deles novas, vedes por que:
porque é alá meu amigo.
Ca por al non vo-lo digo.
V
Que muit’ á ja que non vejo
mandado do meu amigo,
pero, amiga, pos migo
ben aquí, u mi ora sejo,
que logo m’ enviaría
mandad’ ou s’ ar tornaría.
Muito mi tarda, sen falha,
que non vejo seu mandado,
pero ouve m’ el jurado
ben aquí, se Deus mi valha,
que logo m’ enviaría
mandad’ ou s’ ar tornaría.
E que vos verdade diga,
el seve muito chorando
er seve por mí jurando
u m’ agora sej’, amiga,
que logo m’ enviaría
mandad’ ou s’ ar tornaría.
Mais, pois non vén nen envía
mandad’, é mort’ ou mentía.
VI
Chegoum’ or’ aquí recado,
amiga, do voss’ amigo,
e aquel que falou migo
dizmi que é tan coitado
que per quanta poss’ avedes
ja o guarir non podedes.
Diz que oje tercer día
ben lhi partirades morte,
mais ouv’ el coita tan forte
e tan coitad’ er jazía
que per quanta poss’ avedes
ja o guarir non podedes.
Con mal que lhi vós fezestes
juroumh, amiga fremosa,
que, pero vós poderosa
fostes del quanto quisestes,
que per quanta poss’ avedes
ja o guarir non podedes.
E gran perda per fazedes
u tal amigo perdedes.
VII
O meu amig’, amiga, non quer’ eu
que aja gran pesar nen gran prazer
e quer’ eu este preit’ assí trager,
ca m’ atrevo tanto no feito seu:
non o quero guarir nen o matar
nen o quero de mí desasperar.
Ca, se lh’ eu amor mostrasse, ben sei
que lhi sería end’ atán gran ben
que lh’ averían d’ entender por én
qual ben mi quer; por end’ esto farei:
non o quero guarir nen o matar
nen o quero de mí desasperar.
E, se lhi mostrass’ algún desamor,
non se podía guardar de morte,
tant’ avería én coita forte,
mais, por eu non errar end’ o melhor,
non o quero guarir nen o matar
nen o quero de mí desasperar.
E assí se pode seu tempo passar,
quando con prazer, quando con pesar.
VIII
Amiga: bon grad’ aja Deus
do meu amigo que mi vén,
mais podedes creer mui ben,
quando o vir dos olhos meus,
que possa aquel día veer
que nunca vi maior prazer.
Aja Deus ende bon grado
porque o faz viir aquí,
mais podedes creer per mí,
quand’ eu vir o namorado,
que possa aquel día veer
que nunca vi maior prazer.
IX
Vós, que vos en vossos cantares meu
amigo chamades, creede ben
que non dou eu por tal enfinta ren,
e por aquesto, senhor, vos mand’ eu
que, ben quanto quiserdes des aquí
fazer, façades enfinta de mí.
Ca demo lev’ essa ren que eu der
por enfinta fazer o mentiral
de min, ca me non monta ben nen mal,
e por aquesto vos mand’ eu, senher,
que, ben quanto quiserdes des aquí
fazer, façades enfinta de mí.
Ca mi non tolh’ a mi ren nen mi dá
de s’ enfinger de mi mui sen razón
ao que eu nunca fiz se mal non,
e por én, senhor, vos mand’ ora ja
que, ben quanto quiserdes des aquí
fazer, façades enfinta de mí.
E estade com’ estades de mí,
e enfingédevos ben des aquí.
X
Rógam’ oje, filha, o voss’ amigo
muit’ aficado que vos rogasse
que de vos amar non vos pesasse,
e por én vos rog’ e vos castigo
que vos non pes de vos el ben querer,
mais non vos mand’ i, filha, máis fazer.
E, u m’ estava en vós falando
e m’ esto que vos digo rogava,
doíme del, tan muito chorava,
e por én, filha, vos rog’ e mando
que vos non pes de vos el ben querer,
mais non vos mand’ i, filha, máis fazer.
Ca de vos el amar de coraçón
non vej’ eu ren que vós i perçades,
sen i máis aver, mais guaanhades,
e por esto, pola mha coita beençón,
que vos non pes de vos el ben querer,
mais non vos mand’ i, filha, máis fazer.
XI
Pesar mi fez meu amigo,
amiga, mais sei eu que non
cuidou el no seu coraçón
de mi pesar, ca vos digo
que ant’ el querría morrer
ca mi sol un pesar fazer.
Non cuidou que mi pesasse
do que fez, ca sei eu mui ben
que do que foi non fora ren;
por én sei, se én cuidasse,
que ant’ el querría morrer
ca mi sol un pesar fazer.
Fézeo por encoberta,
ca sei que se fora matar
ante ca mi fazer pesar,
e por esto soo certa
que ant’ el querría morrer
ca mi sol un pesar fazer.
Ca de morrer ou de viver
sab’ el ca x’ é no meu poder.
XII
Amiga: sei eu ben dunha molher
que se trabalha de vosco buscar
mal a voss’ amigo, polo matar,
mais tod’ aquest’, amiga, ela quer
porque nunca con el pode poer
que o podesse por amig’ aver.
E búscalhi convosco quanto mal
ela máis pode, aquesto sei eu,
e tod’ aquest’ ela faz polo seu
e por este preito e non por al,
porque nunca con el pode poer
que o podesse por amig’ aver.
Ela trabálhase, á gran sazón,
de lhi fazer o vosso desamor
aver, e á ende mui gran sabor,
e tod’ est’, amiga, non é senón
porque nunca con el pode poer
que o podesse por amig’ aver.
E por esto faz ela seu poder
pera fazelo convosco perder.
XIII
Bon día vi amigo,
pois seu mandad’ ei migo,
louçana;
bon día vi amado,
pois mig’ ei seu mandado,
louçana;
pois seu mandad’ ei migo,
rog’ eu a Deus e digo,
louçana;
pois migo ei seu mandado,
rog’ eu a Deus de grado,
louçana;
rog’ eu a Deus e digo
por aquel meu amigo,
louçana;
rog’ eu a Deus de grado
por aquel namorado,
louçana;
por aquel meu amigo,
que o veja comigo,
louçana;
por aquel namorado,
que fosse ja chegado,
louçana.
XIV
Non chegou, madre, o meu amigo,
e oj’ ést’ o prazo saído;
ai madre, moiro d’ amor.
Non chegou, madr’, o meu amado,
e oj’ ést’ o prazo passado;
ai madre, moiro d’ amor.
E oj’ ést’ o prazo saído;
por que mentiu o desmentido?
ai madre, moiro d’ amor.
E oj’ ést’ o prazo passado;
por que mentiu o perjurado?
ai madre, moiro d’ amor.
Por que mentiu o desmentido?
Pésami, pois per si é falido;
ai madre, moiro d’ amor.
Por que mentiu o perjurado?
Pésami, pois mentiu per seu grado;
ai madre, moiro d’ amor.
XV
—De que morredes, filha, a do corpo velido?
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amigo.
—Alva é, vai liero!
—De que morredes, filha, a do corpo louçano?
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amado.
—Alva é, vai liero!
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amigo
quando vej’ esta cinta que por seu amor cingo.
—Alva é, vai liero!
—Madre, moiro d’ amores que mi deu meu amado
quando vej’ esta cinta que por seu amor trago.
—Alva é, vai liero!
—Quando vej’ esta cinta que por seu amor cingo
e me nembra, fremosa, como falou conmigo.
—Alva é, vai liero!
—Quando vej’ esta cinta que por seu amor trago
e me nembra, fremosa, como falamos ambos.
—Alva é, vai liero!
XVI
—Ai flores, ai flores do verde pino,
se sabedes novas do meu amigo,
ai Deus, e u é?
Ai flores, ai flores do verde ramo,
se sabedes novas do meu amado,
ai Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amigo,
aquel que mentiu do que pos conmigo,
ai Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amado,
aquel que mentiu do que mi á jurado,
ai Deus, e u é?
—Vós me preguntades por voss’ amigo
e eu ben vos digo que é san’ e vivo.
—Ai Deus, e u é?
—Vós me preguntades por voss’ amado
e eu ben vos digo que é viv’ e sano.
—Ai Deus, e u é?
—E eu ben vos digo que é san’ e vivo
e será vosco ant’ o prazo saído.
—Ai Deus, e u é?
—E eu ben vos digo que é viv’ e sano
e será vosco ant’ o prazo passado.
—Ai Deus, e u é?
XVII
Levantous’ a velida,
levantous’ a alva,
e vai lavar camisas;
eno alto
vailas lavar a alva.
Levantous’ a louçana,
levantous’ a alva,
e vai lavar delgadas;
eno alto,
vailas lavar a alva.
E vai lavar camisas,
levantous’ a alva,
o vento lhas desvía;
eno alto,
vailas lavar a alva.
E vai lavar delgadas,
levantous’ a alva,
o vento lhas levava;
eno alto,
vailas lavar a alva.
O vento lhas desvía,
levantous’ a alva,
meteus’ a alva en ira;
eno alto,
vailas lavar a alva.
O vento lhas levava,
levantous’ a alva,
meteus’ a alva en sanha;
eno alto,
vailas lavar a alva.
XVIII
Amig’, o meu amigo:
valha Deus,
véde-la frol do pinho
e guisade d’ andar.
Amig’, o meu amado:
valha Deus,
véde-la frol do ramo
e guisade d’ andar.
Véde-la frol do pinho,
valha Deus,
selad’ o baiosinho
e guisade d’ andar.
Véde-la frol do ramo,
valha Deus,
selad’ o bel cavalo
e guisade d’ andar.
Selad’ o baiosinho,
valha Deus,
tréidevos, ai amigo,
e guisade d’ andar.
Selad’ o bel cavalo,
valha Deus,
tréidevos, ai amado,
e guisade d’ andar.
XIX
O voss’ amigo tan de coraçón
pon ele en vós seus olhos e tan ben,
par Deus, amiga, que non sei eu quen
o veja que non entenda que non
pod’ el poder aver d’ aver prazer
de nulha ren se non de vos veer.
E quen ben vir com’ el seus olhos pon
en vós, amiga, quand’ ante vós vén,
se xi non for mui minguado de sén,
entender pode del mui ben que non
pod’ el poder aver d’ aver prazer
de nulha ren se non de vos veer.
E quand’ el vén u vós sodes, razón
quer el catar que s’ encobra, e ten
que s’ encobre, pero non lhi val ren,
ca nos seus olhos entenden que non
pod’ el poder aver d’ aver prazer
de nulha ren se non de vos veer.
XX
Com’ ousará parecer ante mí
o meu amig’, ai amiga, por Deus,
e com’ ousará catar estes meus
olhos, se o Deus trouxer per aquí,
pois tan muit’ á que non veo veer
mí e meus olhos e meu parecer?
Amiga: ou como s’ atreverá
de m’ ousar sol dos seus olhos catar,
se os meus olhos vir un pouc’ alçar,
ou no coraçón como o porrá,
pois tan muit’ á que non veo veer
mí e meus olhos e meu parecer?
Ca sei que non terrá el por razón,
como quer que m’ aja mui grand’ amor,
de m’ ousar veer nen chamar senhor
nen sol non o porrá no coraçón,
pois tan muit’ á que non veo veer
mí e meus olhos e meu parecer.
XXI
—En grave día, senhor, que vos oí
falar e vos viron estes olhos meus.
—Dized’, amigo, que poss’ eu fazer i
en aqueste feito, se vos valha Deus.
—Faredes mesura contra mí, senhor.
—Farei, amigo, fazend’ eu o melhor.
—U vos en tal ponto eu oí falar,
senhor, que non pudi depois ben aver.
—Amigo, quero vos ora preguntar
que mi digades o que poss’ i fazer.
—Faredes mesura contra mí, senhor.
—Farei, amigo, fazend’ eu o melhor.
—Des que vos vi e vos oí falar, non
vi prazer, senhor, nen dormí nen folguei.
—Amigo, dizede, se Deus vos perdón,
o que eu i faça, ca eu non o sei.
—Faredes mesura contra mí, senhor.
—Farei, amigo, fazend’ eu o melhor.
XXII
—Amiga: fáçome maravilhada
como pode meu amigo viver
u os meus olhos non pode veer
ou como pod’ alá fazer tardada,
ca nunca tan gran maravilha vi:
poder meu amigo viver sen mí,
e, par Deus, é cousa mui desguisada.
—Amiga: estade ora calada
un pouco, e leixad’ a min dizer:
per quant’ eu sei cert’ e poss’ entender
nunca no mundo foi molher amada
come vós de voss’ amig’, e assí,
se el tarda, sol non é culpad’ i;
se non, eu quer’ én ficar por culpada.
—Ai, amiga: eu ando tan coitada
que sol non poss’ en mí tomar prazer
cuidand’ en como se pode fazer
que non é ja comigo de tornada,
e, par Deus, porque o non vej’ aquí,
que é morto gran sospeita tom’ i,
e se mort’ é, mal día eu fui nada.
—Amiga fremosa e mesurada:
non vos dig’ eu que non pode seer
voss’ amigo, pois om’ é, de morrer,
mais, por Deus, non sejades sospeitada
doutro mal del, ca des quand’ eu nací
nunca doutr’ ome tan leal oí
falar, e quen end’ al diz, non diz nada.
XXIII
O voss’ amig’, amiga, vi andar
tan coitado que nunca lhi vi par
que adur mi podía ja falar,
pero quando me viu, díssemi assí:
“Ai senhor, id’ a mha senhor rogar,
por Deus, que aja mercee de mí”.
El andava trist’ e mui sen sabor,
come quen é tan coitado d’ amor,
e perdud’ á o sén e a color,
pero quando me viu, díssemi assí:
“Ai senhor, ide rogar mha senhor,
por Deus, que aja mercee de mí”.
El, amiga, achei eu andar tal
come morto, ca é descomunal
o mal que sofr’ e a coita mortal,
pero quando me viu, díssemi assí:
“Senhor, rogad’ a senhor do meu mal,
por Deus, que aja mercee de mí”.
XXIV
—Amigo: querédesvos ir?
—Si, mha senhor, ca non poss’ al
fazer, ca sería meu mal
e vosso; por end’ a partir
mi convén daqueste logar,
mais que gran coita d’ endurar
mi será, pois me sen vós vir.
—Amig’: e de min que será?
—Ben, senhor boa e de prez,
e, pois m’ eu for daquesta vez,
o vosso mui ben passará,
mais morte m’ é de m’ alongar
de vós e irm’ alhur morar,
mais pass’ o voss’ unha vez ja.
—Amig’: eu sen vós morrerei.
—Non querrá Deus esso, senhor,
mais, pois u vós fordes non for,
o que morrerá eu serei;
máis quer’ eu ant’ o meu passar
ca assí do voss’ aventurar,
ca eu sen vós de morrer ei.
—Querédesmi, amigo, matar?
—Non, mha senhor; mais, por guardar
vós, mátomi, que mho busquei.
XXV
—Dizede por Deus, amigo:
tamanho ben me queredes
como vós a mí dizedes?
—Si, senhor, e máis vos digo:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.
—Non creo que tamanho ben
mi vós podéssedes querer
camanh’ a mí ides dizer.
—Si, senhor, e máis direi én:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.
—Amig’, eu non vos creerei,
fe que dev’ a nostro Senhor,
que m’ avedes tan grand’ amor.
—Si, senhor, e máis vos direi:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.
XXVI
—Non poss’ eu, meu amigo,
con vossa soidade
viver, ben vo-lo digo,
e por esto morade,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.
Non poss’, u vos non vejo,
viver, ben o creede,
tan muito vos desejo
e por esto vivede,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.
Nací en forte ponto
e, amigo, partide
o meu gran mal sen conto
e por esto guaride,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.
—Guarrei, ben o creades,
senhor, u me mandardes.
XXVII
Por Deus, amigo, quen cuidaría
que vós nunca ouvéssedes poder
de tan longo tempo sen mí viver,
e des oimais, par santa María,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.
Disséstesmi u vos de min quitastes:
“Log’ aquí serei convosco, senhor”;
e jurástesmi polo meu amor,
e des oimais, pois vos perjurastes,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.
Jurástesm’ entón muit’ aficado
que logo logo, sen outro tardar,
vos queriades pera mí tornar,
e des oimais, ai meu perjurado,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.
E assí farei eu, ben vos digo,
por quanto vós passastes comigo.
Corenta e Sete Cantigas de Amigo (2)
XXV
Yo ya no puedo hacer que mi amigo
deje, amigas, de llamarme su amada,
y aunque me quejo no sirve de nada,
y cuando mucho le ruego y le digo
que por favor tanto ya no me quiera,
me vale igual que si no lo dijera.
Si me habla, pronto le digo yo luego
que no me hable, porque caro me sale
su hablar, pero de muy poco me vale,
y cuando mucho le digo y le ruego
que por favor tanto ya no me quiera,
me vale igual que si no lo dijera.
Y siempre me pesa su compañía
pues tengo miedo a perder mi buen prez
por él, como ya pasó otra vez,
y, aunque le digo con mucha manía
que por favor tanto ya no me quiera,
me vale igual que si no lo dijera.
XXVI
Madre: pues pensáis, para mi desdén,
que yo mal quiera a quien me quiere bien
y mucho además me rogáis también,
decidme, por Dios muy santo y leal,
si mal quisiera a quien me quiere bien,
¿querré yo bien a quien me quiera mal?
Vos me decís que si yo mal quisiera
a mi amigo, aunque él tan bien me quiera,
siempre haréis todo lo que yo dijera,
pero vengo a qué me digáis cuál:
si he de querer mal a quien bien me quiera
¿querré yo bien a quien me quiera mal?
Me será muy difícil de entender
que a quien bien me quiere he de mal querer,
y esto, madre, me lo mandáis hacer,
mas yo os hago una pregunta tal:
si a quien bien me quiere he de mal querer,
¿querré yo bien a quien me quiera mal?
Si así fuera, decir de mí han de poder
que fui yo aquella que sembró la sal.
XXVII
Dice mi amigo, y no vi cosa igual,
que muere, por no tener bien de mí,
y mucho se queja diciendo así
que yo lo mato y que hago muy mal;
él dice que lo mato, mas ¿por qué
muere porque lo mío no le dé?
Mucho ha de morir, lo puede jurar,
si muere cada vez que no le diera
nada mío, sino cuando yo quiera,
y dice que adrede lo he de matar,
él dice que lo mato, mas ¿por qué
muere porque lo mío no le dé?
Dice que de amor tanto sufre ahora
que de la muerte no se salvará
porque mi bien no tiene ni tendrá,
y me dice él: «Vos me matáis, señora»;
él dice que lo mato, mas ¿por qué
muere porque lo mío no le dé?
Y se enojó conmigo, mas yo sé
que su enojo por lo que es mío fue.
XXVIII
Vuestro amigo os quiere regalos dar,
amiga, y yo os quiero decir más:
creo que vos se los vais a aceptar,
mas, decidme, y los Cielos gloria os den:
si aceptarais sus regalos o más,
¿qué le diréis para no hacerle bien?
Vos de seguro habréis de saber,
si hoy aceptarais algo de él,
que luego bien le tendréis que hacer,
y vengo ahora a preguntaros también,
si hoy aceptarais algo de él,
¿qué le diréis para no hacerle bien?
Él insistirá mucho, lo sé yo,
en que lo aceptéis, cuando él os lo dé,
y se lo podréis aceptar o no,
mas decidme ya, si con juicio os ven:
si aceptarais todo lo que él os dé,
¿qué le diréis para no hacerle bien?
O aceptáis todo lo que él os dé,
y le hacéis el bien que él quiera, lo sé,
o no le aceptéis, con juicio también,
nada ni nunca le hagáis ningún bien.
XXIX
Mi amigo, forzado por amor, que
a vivir conmigo quiere venir
un tiempo, si lo puede conseguir,
no duerma ya mientras conmigo esté,
pues del tiempo que junto a mí viviera
él tanto perderá cuanto durmiera.
Y quien quiere bien su tiempo pasar
con su dama, no duerme nada allí;
y mi amigo, pues viene junto a mí,
no duerma mientras conmigo ha de estar,
pues del tiempo que junto a mí viviera
él tanto perderá cuanto durmiera.
Y, si le pluguiera dormir allá
donde esté, en verdad no me da placer,
porque dormir es el tiempo perder,
mas por mi gusto aquí no dormirá,
pues del tiempo que junto a mí viviera
él tanto perderá cuanto durmiera.
Y, después que él de mí se partiera,
tanto duerma como dormir quisiera.
XXX
Quiere mi amigo de mí un hecho
que él ya hace tiempo había deseado:
que le haga bien; y la hora ha llegado,
mas, como quier que es mi derecho,
le haré yo bien, por santa María,
mas no tan pronto como él querría.
Y díganle que miedo no tenga,
que yo a mal no lo voy demorando,
pues él de mí se anda quejando,
mas, como quier que después él venga,
le haré yo bien, por santa María,
mas no tan pronto como él querría.
Está él por mí tan enamorado
y mi amor lo trae así de loco
que ya no puede aguardar ni un poco,
mas, cuando yo lo haya arreglado,
le haré yo bien, por santa María,
mas no tan pronto como él querría.
Y, como quier que fuere, él querría
ya tener bien de mí cada día,
mas yo sé de él que no miraría
lo que de ello después me vendría.
XXXI
Dice, amiga, el que me quiere y espera
que nada más nunca me pedirá
si le escucho decir cuanto él quiera
y que, mientras viva, me servirá,
y veréis cómo es de conocedor:
después que yo todo este bien le hiciera,
luego él querrá que le haga algo mejor.
Pienso que me cuente mentiras cien,
pero jura que no me va a mentir,
mas si habla conmigo dice también
que mientras viva más no ha de pedir,
y veréis cómo es de conocedor:
después que le hiciera todo este bien,
luego él querrá que le haga algo mejor.
Tengo miedo a que me vaya a engañar,
pero él dice que no quiere de mí
más que hablarme, y ya nada a demandar
desde entonces ha de venir aquí,
y veréis cómo es de conocedor:
después que este bien le pueda arreglar,
luego él querrá que le haga algo mejor.
Y siempre así en el mundo habrá este error:
cuanto el hombre más consiga alcanzar,
tanto querrá tener algo mejor.
Pero venid, amiga, por mi amor,
conmigo allí donde él me quiere hablar,
pues si voy sola, será ese mi error.
XXXII
Que con agrado yo haría
gran placer a mi amigo,
amiga, bien os lo digo,
mas pronto, en el mismo día,
no dejará él, amiga,
nadie a quien no se lo diga.
Se lo haría con agrado,
porque sé que me desea,
mas, si halla donde me vea
y yo cumplo su mandado,
no dejará él, amiga,
nadie a quien no se lo diga.
Apenado él por mí anda,
sin sosiego ni cordura;
pero si yo, por ventura,
le hiciera cuanto él me manda,
no dejará él, amiga,
nadie a quien no se lo diga.
Hablador es sin fatiga
y lo dirá pronto, amiga.
XXXIII
Ved, amigo, en que tengo gran pesar:
bien sé que hay damas que saben amar
y a sus amigos les suelen hablar,
y nadie sabe en qué ellos estén;
mas si nosotros queremos probar,
pronto es sabido y no sé yo por quién.
Así una dama que, cuando va a ver
a su amigo, al que bien sabe querer,
no se lo pueden nunca conocer
los que se creen guardarla muy bien;
mas si nosotros lo vamos a hacer,
pronto es sabido y no sé yo por quién.
Lo que yo quiero, nunca sale así:
con vos hablar, ya que morís por mí,
igual que otras damas hablan, y allí
nada les saben ni nunca las ven;
mas si nosotros llegamos ahí,
pronto es sabido y no sé yo por quién.
Como nosotros sufrimos, que quien
trae este mal, males sufra también.
XXXIV
Moriréis, si no os hiciera bien,
por mí, amigo, y yo no sé qué ahí
os haga, y a menudo pienso ahí
que este caso lo veo así también:
me es muy serio a vos yo bien hacer
y es muy serio dejaros perecer.
De la muerte nada os puede librar
y yo bien sé que moriréis por mí
si no lograrais algún bien de mí,
y esto es todo cuanto yo sé pensar:
me es muy serio a vos yo bien hacer
y es muy serio dejaros perecer.
Si no os hiciera bien, por mí el amor
os matará, bien sé que será así,
mas bien os juro y os digo yo así,
y Dios me permita hacer lo mejor:
me es muy serio a vos yo bien hacer
y es muy serio dejaros perecer.
Y ruego a Dios, que tiene aquí el poder,
que Él me deje aquí lo mejor hacer.
XXXV
Alguien os dijo, amigo, y lo sé yo,
por enemistarme con vos, que hablé
con otro hombre, mas nunca eso pensé,
y, mi amigo, así os diré yo:
de mentiras no me puedo guardar,
mas me guardaré de daros pesar.
Alguien sabe que vos me queréis bien
y le pesa, y nada puede hacer
sino que quiere mentiras meter,
y, mi amigo, vos mi luz y mi bien:
de mentiras no me puedo guardar,
mas me guardaré de daros pesar.
Y bien sé de en quien tan gran placer hay
de mentir, y no teme a Dios ni a más,
que me acusa con mentiras sin más,
y, mi amigo, ved que es lo que hay:
de mentiras no me puedo guardar,
mas me guardaré de daros pesar.
De las mentiras yo me sé guardar,
mas no de quien mal me quiere acusar.
XXXVI
Amiga: el que me quiere bien
dicen que venir ya lo ven,
mas yo no lo puedo creer,
pues tanto lo quiero ver
que no lo puedo creer.
El que yo amo más que a mí
dicen que pronto estará aquí,
mas yo no lo puedo creer,
pues tanto lo quiero ver
que no lo puedo creer.
El que de aquí se fue tiempo ha
dicen que muy pronto vendrá,
mas yo no lo puedo creer,
pues tanto lo quiero ver
que no lo puedo creer.
Y no me lo harán creer
si no me lo hicieran ver.
XXXVII
—Vuestro amigo, que junto al Rey se fue,
amiga, ya muy pronto llegará:
repartid los regalos que os dará.
—Amiga, la verdad yo os diré:
me haría Dios bien si me lo trajera
y que él dé los regalos a quien quiera.
—Me han dicho ahora, y Dios me dé perdón,
que os trae regalos de Portugal,
y, amiga, no los repartáis mal.
—Yo os diré, amiga, de corazón:
me haría Dios bien si me lo trajera
y que él dé los regalos a quien quiera.
—Dicen, amiga, que no viene mi
amigo, mas el vuestro, en un amén,
y sus regalos repartidlos bien.
—Yo os diré, amiga, lo que pienso aquí:
me haría Dios bien si me lo trajera
y que él dé los regalos a quien quiera.
Y sé muy bien que desde que él viniera
tendré regalos y cuanto yo quiera.
XXXVIII
Se va mi amigo a con el Rey morar
y no me lo dijo ni le dejé,
y hace mal causándome este pesar;
mas que pierda mi hermosura y mi fe
si nunca el Rey tanto bien le hiciera
como yo le haré cuando él me quiera.
Y él mucho ansía con el Rey volver
y mi enojo lo toma con desdén;
y el Rey puede cuanto él quiere poder,
mas mal me venga donde tuve bien
si nunca el Rey tanto bien le hiciera
como yo le haré cuando él me quiera.
Y a mí mucho me procuró servir
pero al Rey nunca servicio prestó,
y así el Rey no le tiene que cumplir;
mas hermosura y buen prez pierda yo
si nunca el Rey tanto bien le hiciera
como yo le haré cuando él me quiera.
Pues más le valdrá, si yo lo quisiera,
que todo el bien que el Rey darle pudiera.
XXXIX
Amigo: vos os queréis ir,
y yo sé que me pasará:
mientras que morarais allá,
a quien de allí vea venir,
a todos les preguntaré
junto al Rey cómo os va y os fue.
Yo no os podría decir
por vuestra marcha mi pesar,
pero a cuantos vea llegar
de a donde habéis ido a vivir,
a todos les preguntaré
junto al Rey cómo os va y os fue.
Seré infeliz de amor, ¡mal haya!,
hasta que Dios os traiga a mí,
pero de cuantos sepa aquí
que vengan de a donde el Rey vaya,
a todos les preguntaré
junto al Rey cómo os va y os fue.
Y si dijeran «Bien», loaré
a Dios, y al Rey lo agradeceré.
XL
Mi amigo a la casa del Rey se fue
y, amigas, por lo mucho que le amé,
cuando él venga yo muerta ya estaré,
mas no le digáis que yo he muerto así,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.
De la muerte no me puedo librar
y moriré pronto y con gran pesar,
y amigas, cuando él venga, que al llegar
no sepa por vos qué muerte sufrí,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.
Moriré pronto, si así Dios quisiera,
y, amigas, cuando él viniera,
muy desleal será quien le dijera
qué muerte tuve porque no lo vi,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.
De la muerte no me puedo esconder,
por eso, cuando él me viniera a ver,
no le digáis que me hizo perecer
antes de tiempo por irse de aquí,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.
XLI
Yo os amé siempre, amigo, y os tuve lealtad:
si preguntar quisierais en vuestra puridad
conoceréis, amigo, que os digo la verdad;
mas si hablarais acaso con algún maldiciente
que os dijera, amigo, algo a vos diferente,
contestadle que miente, y contestadle que miente.
XLII
Mi amigo: a vos, mi bien y mi amor,
os han dicho que me vieron hablar
con otro hombre por causaros pesar,
y por eso ruego a Nuestro Señor
que confunda a quien os lo hizo entender
y a vos si así lo pudisteis creer,
y a mí si yo merecí ese rumor.
Ahora os han dicho de mí que yo hablé
con otro hombre y os traté con desdén,
mas, si lo hice, nunca tenga yo bien,
y ruego a Dios, y siempre rogaré,
que confunda a quien os lo dijo así,
y a vos si tan gran mentira de mí
creísteis, y a mí si yo eso pensé.
Sé que os han dicho, quien no fue cortés,
que hablé con otro hombre, y no fue tal
la razón sino por causarme mal,
mas ruego a Dios del Cielo que después
confunda al que hizo tal difamación
y a vos si creísteis e ese felón,
y me confunda a mí si verdad es.
Y confunda a quien tiene el gran valor
de entre mí y vos poner desamor,
pues el más grande amor del mundo es.
XLIII
A la que mi amigo a mí me quitó,
el que me servía y quería bien,
sin mi agrado y me trató con desdén,
y no me lo dijo ni preguntó,
mal le vendrá, pues se lo he de quitar
sin su agrado, y sin preguntar.
Y si un gran ultraje me hizo allí,
me dé Dios venganza de ella obtener,
pues me lo quitó sin mi parecer;
mas, si cree que se lo llevará así,
mal le vendrá, pues se lo he de quitar
sin su agrado, y sin preguntar.
Y bien adivino yo que os dirá
que hizo ella por él mucho más,
pero se lo hice yo antes quizás,
y, aunque ella cree que así lo tendrá,
mal le vendrá, pues se lo he de quitar
sin su agrado, y sin preguntar.
Y veréis mujer tras de mí andar
llorando, y yo no se lo querré dar.
XLIV
Iros queréis, y no tengo el poder,
por Dios, amigo, de aquí os detener,
mas, si os quedarais, habéis de saber,
amigo, lo que por ello os haré:
los días que vos a vuestro placer
no pasarais, yo os los compensaré.
Si os fuerais, sufriré la mayor
pena que sufrió mujer por señor,
mas, si os quedarais aquí por mi amor,
os diré lo que por ello os haré:
los días que vos a vuestro sabor
no pasarais, yo os los compensaré.
Vos os vais y me hacéis muy gran desdén
y me quedo muy infeliz también,
mas quedaos por mí, aunque gloria os den,
y os diré lo que por ello os haré:
los días que vos no pasarais bien,
ay amigo, yo os los compensaré.
XLV
Vos iros queréis, amigo,
de aquí, por causarme pesar,
y, ya que os vais a alejar
de aquí, ved lo que yo os digo:
alejad el corazón, si así es,
de mí, y marchaos después.
Y sabed, puesto que os vais,
que mayor pesar nunca vi,
y, ya que os queréis de aquí
apartar, esto así hagáis:
apartad el corazón, si así es,
de mí, y marchaos después.
XLVI
Todas las cosas del mundo alejar
yo veo de como solían ser,
y veo a la gente alejarse de hacer
bien como hacían, estos tiempos lo ven,
mas no puede el corazón alejar
de mi amigo de quererme bien.
Pese a que el hombre aleje el corazón
de las cosas que él más ama, a fe,
y se aleja el hombre del lugar donde esté
y se aleja aunque buen pago le den,
no se puede alejar el corazón
de mi amigo de quererme bien.
Todas las cosas yo veo cambiar:
mudan los tiempos y así la moral,
mudan las gentes en ir bien o mal,
mudan los vientos y el mundo también,
mas no puede mudar el corazón
de mi amigo de quererme bien.
XLVII
Por el soto de Crexente,
una moza vi andar
alejada de la gente,
y en alta voz cantar,
tapándose con la saya
cuando salía una raya
de sol a orillas del Sar.
Y las aves que volaban
cuando salía el albor
todas de amores cantaban
por el aire alrededor;
mas nadie sé que estuviera
allí que pensar pudiera
sino tan solo en amor.
Allí estuve yo muy quedo,
quise hablarle mas no osé,
pero dije con gran miedo:
«Señora, yo os hablaré
un poco, si me escucharais,
y me iré cuando mandarais;
aquí más ya no estaré».
«Señor, por santa María,
ya no estéis más ahí,
y marchad a vuestra vía;
seréis muy prudente así,
pues los que aquí llegaran,
cuando a mí con vos me hallaran,
bien dirán que hubo algo aquí».
☛ Universo Cantigas. Joan Airas
☛ B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Johan Airas
☛ Real Academia de la Historia. Johan Airas de Santiago
☛ Cantigas Medievais Galego Portuguesas. João Airas de Santiago
☛ Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
☛ Joán Airas, 47 Cantigas de Amigo (1)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014
∼
XXV
Non ei eu poder d’ o meu amigo
partir, amigas, de mi querer ben,
e pero m’ eu queixo prol non mi ten,
e quando lh’ eu rogo muit’ e digo
que se parta de mi tal ben querer,
tanto mi val come non lho dizer.
Se mi quer falar, dígolh’ eu logo
que mi non fale, ca mi vén gran mal
de sa fala, mais mui pouco mi val,
e quando lh’ eu digo muit’ e rogo
que se parta de mi tal ben querer,
tanto mi val come non lho dizer.
Sempre mi pesa con sa companha
porque ei medo de mi crecer prez
con el, com’ outra vegada ja fez,
e, pero lhi dig’ en mui gran sanha
que se parta de mi tal ben querer,
tanto mi val come non lho dizer.
XXVI
Mha madre, pois atal é vosso sén
que eu quera mal a quen mi quer ben
e me vós roguedes muito por én,
dized’ ora, por Deus que pod’ e val,
pois eu mal quiser a quen mi quer ben,
se querrei ben a quen mi quiser mal.
Dizédesmi que se eu mal quiser
a meu amigo, que mi gran ben quer,
que faredes sempre quant’ eu disser,
mais venh’ ora que mi digades al:
pois ei de querer mal quen mi ben quer
se querrei ben a quen mi quiser mal.
Muito mi será grave de sofrer
d’ aver quen mi quer ben mal a querer,
e vós, madre, mandádesmho fazer,
mais fáçovos unha pregunt’ atal:
pois quen mi quer ben ei mal a querer,
se querrei ben a quen mi quiser mal.
Se assí for, por mí poden dizer
que eu fui a que semeou o sal.
XXVII
Diz meu amigo que, u non jaz al,
morre, ca non pod’ aver ben de mí,
e quéixaseme muito e diz assí
que o mat’ eu e que faço mui mal;
mais, onde ten el que o mato eu
se el morre por lh’ eu non dar o meu?
Ten guisad’ en muitas vezes morrer,
se el morrer cada que lh’ eu non der
do meu ren, senón quando m’ eu quiser,
e diz que o mato a mal fazer,
mais, onde ten el que o mato eu
se el morre por lh’ eu non dar o meu?
Diz que tan muito é coitado d’ amor
que ren de morte non o tornará
porque non ouve ben de min nen á,
e dizm’ el: «E matádesme, senhor»;
mais, onde ten el que o mato eu
se el morre por lh’ eu non dar o meu?
E assánhaxim’ el, mais ben sei eu
que a sanha toda é sobre lo meu.
XXVIII
Voss’ amigo quer vos sas doas dar,
amiga, e quero vos dizer al:
dízenmi que lhas queredes filhar,
e dized’ ora, por Deus, unha ren:
se lhi filhardes sas doas ou al,
que diredes por lhi non fazer ben?
Vós non seredes tan sen conhocer,
se lhi filhardes nulha ren do seu,
que lhi non ajades ben a fazer,
e venh’ ora preguntarvos por én,
se lhi filhardes nulha ren do seu,
que diredes por lhi non fazer ben?
El punhará muit’ e fará razón
de lhas filhardes, quando volas der,
e vós ou lhas filharedes ou non,
e dized’ ora qual é vosso sén:
se lhi filhardes quanto vos el der,
que diredes por lhi non fazer ben?
Ou ben filhade quanto vos el der,
e fazede ben quanto x’ el quiser,
ou non filhedes, con sén, nulha ren
nen lhi façades nunca nen un ben.
XXIX
O meu amigo, forçado d’ amor,
pois agora comigo quer viver
unha sazón, se o poder fazer,
non dormha ja mentre comigo for,
ca daquel tempo que migo guarir
atanto perderá quanto dormir.
E quen ben quiser seu tempo passar
u é con sa senhor, non dorme ren;
e meu amigo, pois pera mí vén,
non dormha ja mentre migo morar,
ca daquel tempo que migo guarir
atanto perderá quanto dormir.
E, se lh’ aprouguer de dormir alá
u el é, prazer mi á, per boa fe,
pero dormir tempo perdudo é,
mais per meu grad’ aquí non dormirá,
ca daquel tempo que migo guarir
atanto perderá quanto dormir.
E, depois que s’ ele de min partir,
tanto dormha quanto quiser dormir.
XXX
Quer meu amigo de mí un preito
que el ja muitas vezes quisera:
que lhi faça ben; e ja temp’ era,
mas, como quer que seja meu feito,
fareilh’ eu ben, par santa María,
mais non tan cedo com’ el querría.
E díganlhi por mí que non tenha
que lho eu vou por mal demorando,
ca el anda se de mí queixando,
mais, como quer que depois mi venha,
fareilh’ eu ben, par santa María,
mais non tan cedo com’ el querría.
El é por mí atán namorado
e meu amor o traj’ assí louco
que se non pod’ atender un pouco
máis, tanto que eu aja guisado,
fareilh’ eu ben, par santa María,
mais non tan cedo com’ el querría.
E, como quer que fosse, el querría
aver ja ben de min toda vía,
e ben sei del que non cataría
o que m’ end’ a min depois verría.
XXXI
Diz, amiga, o que mi gran ben quer
que nunca máis mi ren demandará
sol que lh’ ouça quanto dizer quiser
e, mentre viver, que me servirá,
e vedes ora com’ é sabedor:
que, pois que lh’ eu tod’ este ben fezer,
log’ el querrá que lhi faça melhor.
Mui ben cuid’ eu que con mentira vén,
pero jura que mi non quer mentir,
mais diz que fale conmig’, e por én,
mentre viver non mi quer al pedir,
e vedes ora com’ é sabedor:
que, pois que lh’ eu fezer tod’ este ben,
log’ el querrá que lhi faça melhor.
Gran pavor ei, non me queira enganar,
pero diz el que non quer al de mí
senoón falar mig’, e máis demandar,
mentre viver, non mi quer des alí,
e vedes ora com’ é sabedor:
que, pois que lh’ eu tod’ este ben guisar,
log’ el querrá que lhi faça melhor.
E esto será mentr’ o mundo for:
quant’ ome máis ouver ou acabar,
tanto d’ aver máis averá sabor.
Mais id’, amiga, vós, por meu amor,
conmig’ alí u m’ el quiser falar,
ca mal mi venha, se lh’ eu soa for.
XXXII
Que mui de grad’ eu faría
prazer ao meu amigo,
amiga, ben vo-lo digo,
mais logo, en aquel día,
non leixará el, amiga,
nulh’ ome a que o non diga.
Faríalho mui de grado,
porque sei que me deseja,
mais, se guisar u me veja
e lhi fezer seu mandado,
non leixará el, amiga,
nulh’ ome a que o non diga.
Tan coitado por mí anda
que non á paz nen mesura;
pero se eu, per ventura,
fezer todo quant’ el manda,
non leixará el, amiga,
nulh’ ome a que o non diga.
Dizedor é de nemiga
e dirao log’, amiga.
XXXIII
Vedes, amigo, ond’ ei gran pesar:
sei muitas donas que saben amar
seus amigos e soen lhis falar
e non lho saben, assí lhis avén;
e nós, sol que o queiramos provar,
log’ é sabud’ e non sei eu per quen.
Tal dona sei eu, quando quer veer
seu amigo, a que sabe ben querer,
que lho non poden per ren entender
os que cuidan que a guardan mui ben;
e nós, sol que o queiramos fazer,
log’ é sabud’ e non sei eu per quen.
Com’ eu querría, non se guis’ assí:
falar vosco, que morredes por mí,
com’ outras donas falan, e des i
nunca lhis máis poden entender ren;
e nós, sol ante que cheguemos i,
log’ é sabud’ e non sei eu per quen.
Coita lhi venha, qual ora a nós vén,
per quen nos a nós tod’ este mal vén.
XXXIV
Morreredes, se vos non fezer ben,
por min, amig’, e non sei que vos i
faça, pero muitas vezes cuid’ i
e deste preito vedes que mi avén:
émi mui grave de vos ben fazer
e mui grav’ é de vos leixar morrer.
Ren non vos pode de morte guardar
e sei ben que morreredes por mí
se non ouverdes algún ben de mí,
e quant’ eu ei en tod’ est’ a cuidar:
émi mui grave de vos ben fazer
e mui grav’ é de vos leixar morrer.
Se vos non fezer ben, por mí amor
vos matará, ben sei que será assí,
mais ben vos jur’ e dígovos assí,
se Deus mi leix’ én fazer o melhor:
émi mui grave de vos ben fazer
e mui grav’ é de vos leixar morrer.
E rog’ a Deus, que á end’ o poder,
que El me leix’ end’ o melhor fazer.
XXXV
Alguén vos diss’, amig’, e seio eu,
por mi mizcrar convosco, que falei
con outr’ omen, mais nunca o cuidei,
e, meu amig’, én diréivo-lo eu:
de mentira non me poss’ eu guardar,
mais guardarm’ ei de vos fazer pesar.
Alguén sabe que mi queredes ben
e pésalh’ end’, e non pod’ al fazer
senón que mi quer mentira poner,
e, meu amig’ e meu lum’ e meu ben:
de mentira non me poss’ eu guardar,
mais guardarm’ ei de vos fazer pesar.
E ben sei de quen tan gran sabor á
de mentir, e non teme Deus nen al,
que mi assaca tal mentira e al,
e, meu amig’, e vedes quant’ i á:
de mentira non me poss’ eu guardar,
mais guardarm’ ei de vos fazer pesar.
De fazer mentira sei m’ eu guardar,
mais non de quen me mal quer assacar.
XXXVI
Amigas, o que mi quer ben
dízenmi ora muitos que vén,
pero non o posso creer,
ca tal sabor ei de o veer
que o non posso creer.
O que eu amo máis ca mí
dizen que cedo será aquí,
pero non o posso creer,
ca tal sabor ei de o veer
que o non posso creer.
O que se foi d’ aquí muit’ á
dízenmi que cedo verrá,
pero non o posso creer,
ca tal sabor ei de o veer
que o non posso creer.
E nunca mho farán creer
se mho non fezeren veer.
XXXVII
—O voss’ amigo, que s’ a cas d’el-Rei
foi, amiga, mui cedo vos verrá,
e partide as doas que vos dará.
—Amiga, verdade ben vos direi:
farami Deus ben se mho adusser
e sas doas deas a quen quiser.
—Disséronmi ora, se Deus mi perdón,
que vos trage doas de Portugal,
e, amiga, non as partades mal.
—Direivos, amiga, meu coraçón:
farami Deus ben se mho adusser
e sas doas deas a quen quiser.
—Dizen, amiga, que non vén o meu
amigo, mailo vosso cedo vén,
e partid’ as doas que trage ben.
—Direivos, amiga, o que dig’ eu:
farami Deus ben se mho adusser
e sas doas deas a quen quiser.
E ben sei eu que des que el venher
averei doas e quant’ al quiser.
XXXVIII
Vai meu amigo con el-Rei morar
e non mho disse nen lho outorguei,
e faz mal sén de mi fazer pesar;
mais eu perça bon parecer que ei
se nunca lh’ el-Rei tanto ben fezer
quanto lh’ eu farei quando mi quiser.
E el quer muito con el-Rei viver
e mha coita sanha non a ten en ren;
e el-Rei pode quanto quer poder,
mais mal mi venha onde vén o ben
se nunca lh’ el-Rei tanto ben fezer
quanto lh’ eu farei quando mi quiser.
E el punhou muito en me servir
e al Rei nunca lhi serviço fez,
por end’ el-Rei non á que lhi gracir;
mais eu perça bon parecer e bon prez
se nunca lh’ el-Rei tanto ben fezer
quanto lh’ eu farei quando mi quiser.
Ca mais lhi valrrá, se lh’ eu ben quiser,
que quanto ben lh’ el-Rei fazer poder.
XXXIX
Amigo, queredes vos ir,
e ben sei eu que mi averrá:
en mentre morardes alá,
a quantos end’ eu vir viir,
a todos eu preguntarei
como vos vai en cas d’el-Rei.
Non vos podería dizer
quant’ ei de vos irdes pesar,
mais a quantos eu vir chegar
d’ u ides con el-Rei viver,
a todos eu preguntarei
como vos vai en cas d’el-Rei.
Coitada ficarei d’ amor
atá que mi vos Deus adusser,
mais a quantos eu ja souber
que venheren d’ u el-Rei for,
a todos eu preguntarei
como vos vai en cas d’el-Rei.
E se disseren «Ben», loarei
Deus, e gracilo ei al rei.
XL
Fois’ o meu amigo a cas d’el-Rei
e, amigas, con grand’ amor que lh’ ei,
quand’ el venher ja eu morta serei,
mais non lhe digan que morrí assí,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.
Nen de morte non me posso guardar
que non moira ced’ e con gran pesar,
e, amigas, quand’ el aquí chegar,
non sabia per vós qual mort’ eu prendí,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.
Eu morrerei cedo, se Deus quiser,
e, amigas, quand’ el aquí venher,
desmesura fará quen lhi disser
qual mort’ eu filhei des que o non vi,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.
Ja non posso de morte guarecer,
mais, quando s’ el tornar por me veer,
non lhi digan como m’ el fez morrer
ante tempo, porque se foi d’ aquí,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.
XLI
Ameivos sempr’, amigo, e fizvos lealdade:
se preguntar quiserdes en vossa puridade
saberedes, amigo, que vos digo verdade;
ou, se falar ouverdes con algun maldizente
e vos quiser, amigo, fazer d’ al entendente,
dizédelhi que mente, e dizédelhi que mente.
XLII
Meu amig’, e meu ben e meu amor,
disséronvos que me viron falar
con outr’ ome por vos fazer pesar,
e por én rog’ eu a Nostro Senhor
que confonda quen vo-lo foi dizer
e vós, se o assí fostes creer,
e min se end’ eu fui merecedor.
Ja vos disseron por mí que falei
con outr’ om’ e que vos non tiv’ en ren,
e, se o fiz, nunca mi venha ben,
mais rog’ a Deus sempr’, e rogalo ei,
que confonda quen vo-lo diss’ assí,
e vós, se tan gran mentira de mí
crevestes, e min se o eu cuidei.
Sei que vos disseron, per boa fe,
que falei con outr’ om’, e non foi al
senón que vo-lo disseron por mal,
mais rog’ a Deus, que eno Ceo sé,
que confonda quen vos atal razón
diss’, e vós, se a crevestes entón,
e que confonda min se verdad’ é.
E confonda quen á tan gran sabor
d’ antre min e vós meter desamor,
ca o maior amor do mundo é.
XLIII
A que mi a min meu amigo filhou
mui sen meu grad’, e non me tev’ en ren,
que me serví’ e mi quería ben,
e non mho disse nen mho preguntou,
mal lhi será, quando lho eu filhar
mui sen seu grad’, e non a preguntar.
E se m’ ela mui gran torto fez i,
Deus me leixe dereito dela aver,
ca o levou de min sen meu prazer
e ora ten que o levará assí;
mal lhi será, quando lho eu filhar
mui sen seu grad’, e non a preguntar.
E ben sei eu dela que vos dirá
que non fiz eu por el quant’ ela fez;
mais quiçai mho fezera outra vez,
e, pero ten ben que o averá,
mal lhi será, quando lho eu filhar
mui sen seu grad’, e non a preguntar.
E entón veredes molher andar
por min chorand’, e non lho querrei eu dar.
XLIV
Irvos queredes, e non ei poder,
par Deus, amigo, de vos én tolher,
e, se ficardes, vos quero dizer,
meu amigo, que vos por én farei:
os días que vós a vosso prazer
non passastes, eu vo-los cobrarei.
Se vos fordes, sofrerei a maior
coita que sofreu molher por senhor,
e, se ficardes polo meu amor,
diréivo-lo que vos por én farei:
os días que vós a vosso sabor
non passastes, eu vo-los cobrarei.
Ídesvos e teéndesm’ en desdén
e fico eu mui coitada por én,
e ficade por mí, ca vos convén,
e direivos que vos por én farei:
os días que vós non passastes ben,
ai meu amigo, eu vo-los cobrarei.
XLV
Irvos queredes, amigo,
d’ aquí, por me fazer pesar,
e, pois vos queredes quitar
d’ aquí, vedes que vos digo:
quitade ben o coraçón
de min, e ídevos entón.
E pois vos ides, sabiades
que nunca maior pesar vi,
e, pois vos queredes d’ aquí
partir, vedes que façades:
partide ben o coraçón
de min, e idevos entón.
XLVI
Toda-las cousas eu vejo partir
do mund’ en como soían seer,
e vej’ as gentes partir de fazer
ben que soían, tal tempo nos vén,
mais non se pod’ o coraçón partir
do meu amigo de mi querer ben.
Pero que ome part’ o coraçón
das cousas que ama, per boa fe,
e pártes’ ome da terra ond’ é
e pártes’ ome d’ u gran prol lhi ten,
non se pode parti-lo coraçón
do meu amigo de mi querer ben.
Toda-las cousas eu vejo mudar:
múdans’ os tempos e múdas’ o al,
múdas’ a gente en fazer ben ou mal,
múdans’ os ventos e tod’ outra ren,
mais non se pod’ o coraçón mudar
do meu amigo de mi querer ben.
XLVII [Pastorela]
Pelo souto de Crexente,
unha pastor vi andar
muit’ alongada de gente,
alçando voz a cantar,
apértandose na saía
quando saía la raia
de sol nas ribas do Sar.
E as aves que voavan
quando saía l’ alvor
todas d’ amores cantavan
pelos ramos d’ arredor;
mais non sei tal que i ‘stevesse
que en al cuidar podesse
senón todo en amor.
Alí ‘stivi eu mui quedo,
quis falar e non ousei,
empero dix’ a gran medo:
«Mha senhor, falar vos ei
un pouco, se mi ascuitardes,
e ir m’ ei quando mandardes;
máis aquí non estarei».
«Senhor, por santa María,
non estedes máis aquí,
mais ídevos vossa vía;
faredes mesura i,
ca os que aquí chegaren,
pois que vos aquí acharen,
ben dirán que máis ouv’ i».