28 de febrero de 2014

Joán Ɀorro


Dez Cantigas de Amigo


I

Quién la hermosa andar veía
cual yo vi, de amor penada,
tanto y tan enamorada
que llorando así decía:
«Ay, amor: dejadme ahora bajo las ramas holgar
y después venid conmigo para a mi amigo buscar»
.

Quién la viera andar, la hermosa,
cual yo vi, de amor llorando
y diciendo así y rogando
por amor de la Gloriosa:
«Ay, amor: dejadme ahora bajo las ramas holgar
y después venid conmigo para a mi amigo buscar»
.

Quién la viera andar haciendo
quejas mil de amor de amigo,
por no tenerlo consigo,
y llorando así y diciendo:
«Ay, amor: dejadme ahora bajo las ramas holgar
y después venid conmigo para a mi amigo buscar»
.



II

—El que es mis ojos y es mi corazón
y también mi luz junto al Rey se fue.
—Que me digáis, y Dios os dé perdón,
quién es, ay hija, os lo agradeceré.
Os lo diré y, cuando os lo dijera,
no os pese, madre, si aquí él viniera
.

—¿Qué ansia tuvo el Rey para llevar
cuanto bien yo tuve ni he de tener?
—No os vale la pena, hija, callar;
que yo lo sepa mejor ha de ser.
Os lo diré y, cuando os lo dijera,
no os pese, madre, si aquí él viniera
.



III

A orillas del río
vi remar el navío
y me place la ribera.

A orillas del estuario
vi remar el barco
y me place la ribera.

Vi remar el navío,
en él viene mi amigo
y me place la ribera.

Vi remar el barco,
en él viene mi amado
y me place la ribera.

En él viene mi amigo,
va a llevarme consigo
y me place la ribera.

En él viene mi amado,
va a llevarme de grado
y me place la ribera.



IV

El rey de Portugal
barcos mandó labrar,
e irá en los barcos consigo,
hija mía, vuestro amigo
.

El buen rey portugués
barcos mandó hacer,
e irá en los barcos consigo,
hija mía, vuestro amigo
.

Barcos mandó labrar
y en el mar los echar,
e irá en los barcos consigo,
hija mía, vuestro amigo
.

Barcos mandó hacer
y en el mar los meter,
e irá en los barcos consigo,
hija mía, vuestro amigo
.



V

—Cabellos, ay mis cabellos,
el Rey envió a por ellos;
ay madre: ¿y yo qué haría?
—Hija: al Rey se los daría
.

—Ay, trenzas, mis trenzas bellas,
el Rey envió a por ellas;
ay madre: ¿y yo qué haría?
—Hija: al Rey se las daría
.



VI

Por la orilla del río
cantando iba la dama virgo
de amor:
«Vengan los barcos por el río
a sabor»
.

Por la orilla del estuario
cantando iba la dama de algo
de amor:
«Vengan los barcos por el río
a sabor»
.



VII

—Manda el Rey barcos al mar tan fuerte;
quien tiene amigo, Dios se lo muestre.
Allá va, madre, el que yo añoro.

—Manda el Rey barcos a Estremadura;
quien tiene amigo, Dios lo conduzca.
Allá va, madre, el que yo añoro.



VIII

Entre el mar y el río,
yo enamorada iré;
donde arma el Rey navío,
amores, yo con vos me iré.

Entre el mar y el estuario,
yo enamorada iré;
donde arma el Rey su barco,
amores, yo con vos me iré.

Donde arma el Rey navío,
yo enamorada iré;
por llevar a la virgo,
amores, yo con vos me iré.

Donde arma el Rey su barco,
yo enamorada iré;
por llevar a la de algo,
amores, yo con vos me iré.



IX

En la ribera del río subido
yo retocé, madre, con mi amigo;
tengo amor conmigo que no tuviera:
hice por amigo lo que no hiciera
.

En la ribera del río agitado
yo retocé, madre, con mi amado;
tengo amor conmigo que no tuviera:
hice por amigo lo que no hiciera
.



X

Bailemos ahora, por Dios, ay bellidas,
bajo las avellanedas floridas,
y quien es bellida, cual somos bellidas,
de amigo amar,
bajo las avellanedas floridas
vendrá a bailar
.

Bailemos ahora, por Dios, ay loadas,
bajo las avellanedas granadas,
y quien es loada, cual somos loadas,
de amigo amar,
bajo las avellanedas granadas
vendrá a bailar
.



Nota
· Cantiga II, veher: Ver nota → Pero García Burgalés.
· Cantiga VII, Estremadura: Antigua región del litoral de Portugal que se correspondería aproximadamente con los actuales distritos de Leiria, Lisboa y Setúbal.

Universo Cantigas. Joan Zorro
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Johan Zorro
Xacopedia. João Zorro
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. João Zorro
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




I

Quen visse andar fremosía
com’ eu vi, d’ amor coitada
e tan moito namorada
que chorando assí dizía:
«Ai, amor: leixédesm’ oje de so lo ramo folgar
e depois tréidesvos mig o meu amigo demandar».

Quen visse andar a fremosa
com’ eu vi, d’ amor chorando
e dizendo e rogando
por amor da Gloriosa:
«Ai, amor: leixédesm’ oje de so lo ramo folgar
e depois tréidesvos mig o meu amigo demandar».

Quen lhi visse andar fazendo
queixumes d’ amor d’ amigo
que avía sempre sigo
e chorando, assí dizendo:
«Ai, amor: leixédesm’ oje de so lo ramo folgar
e depois tréidesvos mig o meu amigo demandar».


II

—Os meus olhos e o meu coraçón
e o meu lume foise con el-Rei.
—Quen ést’, ai filha, se Deus vos perdón,
que mho digades, gracírvo-lo ei.
—Diréivol’ eu e, pois que o disser,
non vos pes, madre, quand’ aquí venher.

—Que coit’ ouv’ ora el-Rei de me levar
quanto ben avía nen ei d’ aver?
—Non vos ten prol, filha, de mho negar;
ante vo-lo terrá de mho dizer.
—Diréivol’ eu e, pois que o disser,
non vos pes, madre, quand’ aquí venher.


III

Per ribeira do río
vi remar o navío
e sabor ei da ribeira.

Per ribeira do alto
vi remar o barco
e sabor ei da ribeira.

Vi remar o navío,
i vai o meu amigo
e sabor ei da ribeira.

Vi remar o barco,
i vai o meu amado
e sabor ei da ribeira.

I vai o meu amigo,
querme levar consigo
e sabor ei da ribeira.

I vai o meu amado,
querme levar de grado
e sabor ei da ribeira.


IV

El-Rei de Portugale
barcas mandou lavrare,
e lá irá nas barcas sigo,
mha filha, o voss’ amigo.

El-Rei portugueese
barcas mandou fazere,
e lá irá nas barcas sigo,
mha filha, o voss’ amigo.

Barcas mandou lavrare
e no mar as deitare,
e lá irá nas barcas sigo,
mha filha, o voss’ amigo.

Barcas mandou fazere
e no mar as metere,
e lá irá nas barcas sigo,
mha filha, o voss’ amigo.


V

—Cabelos, los meus cabelos,
el-Rei me enviou por elos;
ai, madre: que lhis farei?
—Filha: dádeos a el-Rei.

—Garcetas, las mías garcetas,
el-Rei m’ enviou por elas;
ai, madre: que lhis farei?
—Filha: dádeas a el-Rei.


VI

Pela ribeira do río
cantando ía la dona virgo
d’ amor:
«Venhan nas barcas polo río
a sabor».

Pela ribeira do alto
cantando ía la dona d’ algo
d’ amor:
«Venhan nas barcas polo río
a sabor».


VII

—Mete el-Rei barcas no río forte;
quen amigo á, que Deus lho amostre.
—Alá vai, madre, o d’ ei suidade.

—Mete el-Rei barcas na Estremadura;
quen amig’ á, que Deus lho aduga.
—Alá vai, madre, o d’ ei suidade.


VIII

Jus’ a lo mar e o río,
eu namorada irei;
u el-Rei arma navío,
amores, convusco m’ irei.

Juso a lo mar e o alto,
eu namorada irei;
u el-Rei arma o barco,
amores, convusco m’ irei.

U el-Rei arma navío,
eu namorada irei;
pera levar a virgo,
amores, convusco m’ irei.

U el-Rei arma o barco,
eu namorada irei;
pera levar a d’ algo,
amores, convusco m’ irei.


IX

Pela ribeira do río salido
trebelhei, madre, con meu amigo;
amor ei migo que non ouvesse:
fiz por amig’ o que non fezesse.

Pela ribeira do río levado
trebelhei, madre, con meu amado;
amor ei migo que non ouvesse:
fiz por amig’ o que non fezesse.


X

Bailemos agora, por Deus, ai velidas,
so aquestas avelaneiras frolidas,
e quen for velida, come nós velidas,
se amigo amar,
so aquestas avelaneiras frolidas
verrá bailar.

Bailemos agora, por Deus, ai loadas,
so aquestas avelaneiras granadas,
e quen for loada, come nós loadas,
se amigo amar,
so aquestas avelaneiras granadas
verrá bailar.




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27 de febrero de 2014

Joán Servando


Vinte e seis Cantigas de Amigo


I

Cuando yo a San Servando el otro día fui
allá en romería y a mi amigo vi,
en verdad que os digo lo que de él comprendí:
Vengo muy confortada
de cuanto allí le hablé,
mas tan enamorada
que nunca sanaré
.

Pasé junto a mi amigo muy buena romería,
pues le dije, a Dios gracias, cuanto decir quería
y también el enfado que con él yo tenía.
Vengo muy confortada
de cuanto allí le hablé,
mas tan enamorada
que nunca sanaré
.

Cuando él habló conmigo me dijo esta cuestión:
«Por Dios, ¿y qué haríais?» Y dije con razón:
«Tendré por vos gran pena aquí en mi corazón.»
Vengo muy confortada
de cuanto allí le hablé,
mas tan enamorada
que nunca sanaré
.

Nunca de este paseo más que bien me vendrá,
pues sabe ya mi amigo el ansia que me da
su amor, y de él creo que alegre de ello va.
Vengo muy confortada
de cuanto allí le hablé,
mas tan enamorada
que nunca sanaré
.



II

Marcharse quiere mi amigo
mas de él me pienso vengar,
pues, aunque esté a mal conmigo,
antes yo me he de enojar:
si enojada me ve a mí
no osará de partir aquí
.

Aunque temprano irse quiera
por salir de aquí a su antojo,
y aunque miedo él no tuviera
de que le haga mal mi enojo,
si enojada me ve a mí
no osará de partir aquí
.

Fue a hacer el otro día
oración a San Servando
por no hacerme compañía,
mas, al irme yo enojando,
si enojada me ve a mí
no osará de partir aquí
.



III

A San Servando a orar marchó
mi amigo y, porque yo no
fui, lloraron cual no se vio
estos mis ojos con pesar,
y ya nunca pueden dejar
estos mis ojos de llorar
.

Pues ahora se marchó de aquí
mi amigo y yo no lo vi,
se echaron a llorar así
estos mis ojos con pesar,
y ya nunca pueden dejar
estos mis ojos de llorar
.



IV

En San Servando estuvo mi amigo,
mas, porque no vino a hablar conmigo,
a Dios se lo diré
y con mis ojos lloraré
.

Si lo viera, ya estaré curada,
mas, madre, pues me tenéis guardada,
a Dios se lo diré
y con mis ojos lloraré
.

De no verlo, estará por mí muerto,
mas, porque me hizo agravio tan cierto,
a Dios se lo diré
y con mis ojos lloraré
.



V

Ahora van a San Servando las damas en romería
y no me dejan con ellas ir, que yo pronto allá iría,
porque va allí mi amigo.

Si fuera en tal compañía de damas, voy protegida,
pero no quiso mi madre que yo hiciera esta salida
porque va allí mi amigo.

Tal romería de damas va allá que no tiene par
e iría yo hoy con ellas, mas no me quieren dejar
porque va allí mi amigo.

Nunca mi madre me vea, si de ella no soy vengada,
pues no voy a San Servando y me tiene hoy muy guardada
porque va allí mi amigo.



VI

A San Servando van hoy todas a orar,
madre hermosa, y, por Dios os vengo a rogar
que me dejéis allá ir,
a San Servando y, de mi amigo venir,
feliz seré, por no mentir
.

Pues dicen que mi amigo viene también,
madre hermosa y señora, estará bien
que me dejéis allá ir,
a San Servando y, de mi amigo venir,
feliz seré, por no mentir
.

Pues todas van de grado a oración hacer,
madre hermosa, por Dios vengo a os convencer
que me dejéis allá ir,
a San Servando y, de mi amigo venir,
feliz seré, por no mentir
.



VII

Si mi amigo a San Servando fuera,
por su amor, si Dios se lo permitiera,
quiero, madre, irlo yo a ver.

Y si él fuera, como me demandó,
a San Servando, donde antes me vio,
quiero, madre, irlo yo a ver.

A mi amigo, a quien vos me prohibís,
aunque ahora por él me maldecís,
quiero, madre, irlo yo a ver.



VIII

Madre mía hermosa, ya no me guardéis
de ir a San Servando, pues, si vos lo hacéis,
moriré de amores.

Ya no me guardéis, y así bien hayáis,
de ir a San Servando, pues, si me guardáis,
moriré de amores.

Y, si me guardáis con tanta porfía
de ir a San Servando a la romería,
moriré de amores.

Y, si me guardáis, yo bien os lo digo,
de ir a San Servando a ver a mi amigo,
moriré de amores.



IX

Triste ando yo, hermosa, y así os lo digo,
porque no me dejan ya ver a mi amigo;
me pueden ahora guardar,
mas no me impedirán a él amar
.

Aunque me pegaron por él aquel día,
fui a San Servando por si lo veía;
me pueden ahora guardar,
mas no me impedirán a él amar
.

Y, aunque me guardaran, y que no lo vea,
no pasará esto, por nada que sea;
me pueden ahora guardar,
mas no me impedirán a él amar
.

Mucho me pueden guardar
que no me impedirán a él amar.



X

Está ya ahora mi amigo recién
ido y él me juró que por mi bien
tanto me quiso y me quiere también,
pero yo pienso que esto no es así:
antes creo que morirá él por mí
y yo por él; en mala hora lo vi
.

Cuando se fue, me vio triste quedar,
y después dijo, por no darme pesar,
que por mi bien me supo tanto amar,
pero yo pienso que esto no es así:
antes creo que morirá él por mí
y yo por él; en mala hora lo vi
.

El día que se fue, él me juró
que por mi bien siempre tanto me amó
y amará, pues conmigo comenzó,
pero yo pienso que esto no es así:
antes creo que morirá él por mí
y yo por él; en mala hora lo vi
.

Por San Servando, sé que será así:
he de morir yo por él y él por mí.



XI

Fui yo a San Servando a ver allí a mi amigo
y no lo vi en la ermita ni él habló conmigo:
enamorada.

Me dieron la noticia de quien mucho deseo,
que vendrá a San Servando y, aunque yo no lo veo:
enamorada.



XII

Dice mi amigo que le haga bien yo,
mas no dice qué bien quiere él de mí;
yo por bien tengo haber venido aquí
para verlo, pero él cree que no,
mas, si supiera qué bien él querría,
de mí, yo así con él lo arreglaría
.

Cuando lo veo me lo pide a mí,
mas no dice qué bien quiere obtener
y creo que el que yo lo vaya a ver
le es un gran bien, mas no cree él así;
mas, si supiera qué bien él querría,
de mí, yo así con él lo arreglaría
.

Me pide él bien, mas no sé su intención
y no me dice qué bien el querrá
de mí, y yo pienso, que verlo a él ya
le es gran bien, y no me da razón,
mas, si supiera qué bien él querría,
de mí, yo así con él lo arreglaría
.

Por San Servando, me enojaré un día
si él no dice qué bien de mí querría.



XIII

Hija: el que queréis así
se marchó ahora de aquí
y ya más no os quiso ver,
¿y habéis de bien querer
a quién no os quiere ver?


Hija: que mal actuáis,
que sin mi gusto lo amáis
puesto que no os quiere ver,
¿y habéis de bien querer
a quién no os quiere ver?


Por esto le quiero mal,
hija, por ser desleal,
porque no os quiso ver,
¿y habéis de bien querer
a quién no os quiere ver?


Y seguís por él llorando
mas fue hoy a San Servando
y no os quiso más ver,
¿y habéis de bien querer
a quién no os quiere ver?




XIV

Me dijeron que quería partir
mi amigo, porque me quiso tundir
mi madre, y si a verme no ha de venir,
si yo puedo, en esto mal hallará;
si sin mi gusto a donde él quiera va,
si yo puedo, en esto mal hallará
.

Me hizo agravio y además me mintió
pues no vino a verme, y lo prometió,
y porque lo mandado no cumplió,
si yo puedo, en esto mal hallará;
si sin mi gusto a donde él quiera va,
si yo puedo, en esto mal hallará
.

Y, aunque me rogó que le quiera bien,
ruego a Dios y los Santos que le den
penas de amor, y, pues se va, también,
si yo puedo, en esto mal hallará;
si sin mi gusto a donde él quiera va,
si yo puedo, en esto mal hallará
.

A San Servando fui yo en oración
para verle, y no vino en la ocasión
y por lo tanto, y Dios me dé perdón,
si yo puedo, en esto mal hallará;
si sin mi gusto a donde él quiera va,
si yo puedo, en esto mal hallará
.



XV

De mi amigo, que me hace vivir
triste e infeliz desde que lo encontré,
que morirá por mí yo bien lo sé;
y, pues pronto por él he de morir,
se asombrarán de tal fin mucho aquí
cuando yo muera por él y él por mí
.

Por Nuestro Señor, vivo infeliz hoy
por mi amigo, que no me quiere ya
cuidar, y sé que por mí morirá,
mas, pues yo por él pronto a morir voy,
se asombrarán de tal fin mucho aquí
cuando yo muera por él y él por mí
.

Y que no se ha de salvar sabe bien
mi amigo, lo que me causa pesar,
pues morirá, no lo puedo dudar,
por mí, y, pues yo moriré también,
se asombrarán de tal fin mucho aquí
cuando yo muera por él y él por mí
.

Por San Servando, a quien rogué y pedí,
no morirá ya mi amigo por mí.



XVI

Iros ya queréis, amigo,
y ello me causa un gran pesar,
porque me hacéis muy triste andar
por vos, y bien os lo digo,
pues no tengo, sin yo os ver,
amigo, donde halle placer;
¿y cómo tendré, sin yo os ver,
dónde hallar algún placer?


Y os diré además también,
ya que vos os queréis ir,
mi amigo, y de mí partir,
que he perdido todo mi bien,
pues no tengo, sin yo os ver,
amigo, donde halle placer;
¿y cómo tendré, sin yo os ver,
dónde hallar algún placer?


Llorarán mucho estos mis dos
ojos si os vais sin mi agrado,
porque me estáis enojado;
mas quedad conmigo, por Dios,
pues no tengo, sin yo os ver,
amigo, donde halle placer;
¿y cómo tendré, sin yo os ver,
dónde hallar algún placer?


Y a San Servando iré a ofrecer
por que me dé de vos placer.



Nota
San Servando: «Tal vez San Servando se refiera a la ermita de San Servando, sita en el lugar de Pazos, parroquia de Barxés, en el ayuntamiento ourensano de Muíños». (Nota de Universo Cantigas).

Universo Cantigas. Joan Servando
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Johan Servando
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. João Servando
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




I

Quand’ eu a San Servando fui un día d’ aquí
faze-la romaría e meu amig’ i vi,
direivos con verdade quant’ eu del entendí:
muito venho pagada
de quanto lhi falei,
mais á m’ el namorada
que nunca lhi guarrei.

Que boa romaría con meu amigo fix,
ca lhi dix’, a Deus grado, quanto lh’ eu dizer quix
e díxilh’ o gran torto que sempre dele prix;
muito venho pagada
de quanto lhi falei,
mais á m’ el namorada
que nunca lhi guarrei.

U el falou comigo díssem’ esta razón:
«Por Deus, que lhi faría?» E díxilh’ eu entón:
«Averei de vós doo eno meu coraçón»;
muito venho pagada
de quanto lhi falei,
mais á m’ el namorada
que nunca lhi guarrei.

Nunca m’ eu desta ida acharei senón ben,
ca dix’ a meu amigo a coita ’n que me ten
o seu amor, e cuido que vai ledo por én;
muito venho pagada
de quanto lhi falei,
mais á m’ el namorada
que nunca lhi guarrei.


II

Ir se quer o meu amigo,
non me sei eu del vingar,
e, pero mal está migo,
se me lh’ eu ant’ assanhar:
quando m’ el sanhuda vir
non s’ ousará d’ aquend’ ir.

Ir se quer el d’ aquí cedo
por mi non fazer companha,
mais, pero que non á medo
de lhi mal fazer mha sanha,
quando m’ el sanhuda vir
non s’ ousará d’ aquend’ ir.

Foi el fazer noutro día
oraçón a San Servando
por s’ ir ja d’ aquí sa vía,
mais, se m’ eu for assanhando,
quando m’ el sanhuda vir
non s’ ousará d’ aquend’ ir.


III

A San Servand’ en oraçón
foi meu amig’ e, porque non
foi eu, choraron des entón
estes meus olhos con pesar,
e non os poss’ end’ eu quitar
estes meus olhos de chorar.

Pois que s’ agora foi d’ aquí
o meu amig’ e o non vi,
filhárons’ a chorar des i
estes meus olhos con pesar,
e non os poss’ end’ eu quitar
estes meus olhos de chorar.


IV

A San Servando foi meu amigo,
e porque non veo falar migo,
direio a Deus
e chorarei dos olhos meus.

Se o vir, madre, serei cobrada,
e porque me teendes guardada
direio a Deus
e chorarei dos olhos meus.

Se m’ el non vir será per mí morto,
mais, porque m’ el fezo tan gran torto,
direio a Deus
e chorarei dos olhos meus.


V

Ora van a San Servando donas fazer romaría
e non me leixan con elas ir, ca log’ alá iría,
porque vén i meu amigo.

Se eu foss’ en tal companha de donas, fora guarida,
mais non quis oje mha madre que fezess’ end’ eu a ida
porque vén i meu amigo.

Tal romaría de donas vai alá que non á par
e fora oj’ eu con elas, mais non me queren leixar
porque vén i meu amigo.

Nunca me mha madre veja se dela non for vingada,
porque oj’ a San Servando non vou e me ten guardada
porque vén i meu amigo.


VI

A San Servand’, u ora van todas orar,
madre velida, por Deus vin vo-lo rogar
que me leixedes alá ir,
a San Servand’ e, se o meu amigo vir,
leda serei, por non mentir.

Pois mi dizen do meu amigo ca i vén,
madre velida e senhor, faredes ben
que me leixedes alá ir,
a San Servand’ e, se o meu amigo vir,
leda serei, por non mentir.

Pois todas i van de grado oraçón fazer,
madre velida, por Deus venho vo-lo dizer
que me leixedes alá ir,
a San Servand’ e, se o meu amigo vir,
leda serei, por non mentir.


VII

Se meu amig’ a San Servando for
e lho Deus guisa, polo seu amor,
ilo quer’ eu, madre, veer.

E se el for, como me demandou,
a San Servando, u m’ outra vez buscou,
ilo quer’ eu, madre, veer.

O meu amigo, que mi vós tolhedes,
pero m’ agora por el maldizedes,
ilo quer’ eu, madre, veer.


VIII

Mha madre velida, e non me guardedes
d’ ir a San Servando, ca, se o fazedes,
morrer ei d’ amores.

E non me guardedes, se vós ben ajades,
d’ ir a San Servando, ca, se me guardades,
morrer ei d’ amores.

E, se me guardades vós d’ atal perfía
d’ ir a San Servando fazer romaría,
morrer ei d’ amores.

E, se me guardades, eu ben vo-lo digo,
d’ ir a San Servando veer meu amigo,
morrer ei d’ amores.


IX

Triste and’ eu, velida, e ben vo-lo digo,
porque mi non leixan veer meu amigo;
poden m’ agora guardar,
mais non me partirán de o amar.

Pero me feriron por el noutro día,
fui a San Servando, se o veería;
poden m’ agora guardar,
mais non me partirán de o amar.

E, pero me guardan, que o eu non veja,
esto non pode seer, per ren que seja;
poden m’ agora guardar,
mais non me partirán de o amar.

Muito me poden guardar,
e non me partirán de o amar.


X

Fois’ agora meu amig’ e por én
á mi jurado que polo meu ben
me quis e quer mui melhor d’ outra ren,
mais eu ben creo que non est’ assí:
ante cuid’ eu que moira el por mí
e eu por el; en tal ora o vi.

Quando se foi, viume triste cuidar,
e logo disse, por me non pesar,
que por meu ben me soube tant’ amar,
mais eu ben creo que non est’ assí:
ante cuid’ eu que moira el por mí
e eu por el; en tal ora o vi.

Aquel día que se foi, mi jurou
que por meu ben me sempre tant’ amou
e amará, pois migo começou,
mais eu ben creo que non est’ assí:
ante cuid’ eu que moira el por mí
e eu por el; en tal ora o vi.

Par San Servando, sei que será assí:
de morrer eu por el e el por mí.


XI

Fui eu a San Servando por veer meu amigo
e non o vi na ermida nen falou el comigo:
namorada.

Disséronmi mandado do que muito desejo,
ca verría a San Servando e, pois eu non o vejo:
namorada.


XII

Diz meu amigo que lhi faça ben,
mais non mi diz o ben que quer de min;
eu por ben tenho de que lh’ aquí vin
polo veer, mais el assí non ten,
mais, se soubess’ eu qual ben el querría
aver de mí, assí lho guisaría.

Pédem’ el ben quant’ á que o eu vi
e non mi diz o ben que quer aver
de min, e tenh’ eu que de o veer
lh’ é mui gran ben, e el non ten assí,
mais, se soubess’ eu qual ben el querría
aver de mí, assí lho guisaría.

Pédem’ el ben, non sei en qual razón,
pero non mi diz o ben que querrá
de min, e tenh’ eu de que o vi ja
que lh’ é mui gran ben, e el ten que non,
mais, se soubess’ eu qual ben el querría
aver de mí, assí lho guisaría.

Par Servand’, e assanharm’ ei un día
se m’ el non diz qual ben de min querría.


XIII

Filha: o que queredes ben
partius’ agora d’ aquén
e non vos quiso veer,
e ides vós ben querer
a quen vos non quer veer?

Filha: que mal baratades,
que o sen meu grad’ amades
pois que vos non quer veer,
e ides vós ben querer
a quen vos non quer veer?

Por esto lhi quer’ eu mal,
mha filha, e non por al,
porque vos non quis veer,
e ides vós ben querer
a quen vos non quer veer?

Andades por el chorando
e foi ora a San Servando
e non vos quiso veer,
e ides vós ben querer
a quen vos non quer veer?


XIV

Disséronmi ca se quería ir
o meu amigo, porque me ferir
quiso mha madr’, e se m’ ante non vir,
achars’ á end’ el mal, se eu poder;
se ora for sen meu grad’ u ir quer,
achars’ á ende mal, se eu poder.

Torto mi fez que m’ agora mentiu,
a veer m’ ouv’ e pero non me viu,
e, porque m’ el de mandado saiu,
achars’ á end’ el mal, se eu poder;
se ora for sen meu grad’ u ir quer,
achars’ á ende mal, se eu poder.

El me rogou que lhi quisesse ben,
e rogo a Deus que lhi día por én
coitas d’ amor, e, pois s’ el vai d’aquén,
achars’ á end’ el mal, se eu poder;
se ora for sen meu grad’ u ir quer,
achars’ á ende mal, se eu poder.

A San Servando foi en oraçón
eu, que o viss’, e non foi el entón
e por atanto, se Deus mi perdón,
achars’ á end’ el mal, se eu poder;
se ora for sen meu grad’ u ir quer,
achars’ á ende mal, se eu poder.


XV

O meu amigo, que me faz viver
trist’ e coitada des que o eu vi,
esto sei ben: que morrerá por mí;
e, pois eu logo por el ar morrer,
maravilhars’ án todos d’ atal fin
quand’ eu morrer por el e el por min.

Vivo coitada, par Nostro Senhor,
por meu amigo, que me non quer ja
valer, e sei que por mí morrerá,
mais, pois eu logo por el morta for,
maravilha s’ án todos d’ atal fin
quand’ eu morrer por el e el por min.

Sabe mui ben que non á de guarir
o meu amigo, que mi faz pesar,
ca morrerá, non o meto en cuidar,
por mí, e, pois m’ eu por el morrer vir,
maravilhars’ án todos d’ atal fin
quand’ eu morrer por el e el por min.

Por San Servando, que eu rogar vin,
non morrerá meu amigo por min.


XVI

Irvos queredes, amigo,
e ei end’ eu mui gran pesar,
ca me fazedes trist’ andar
por vós, eu ben vo-lo digo,
ca non ei, sen vós a veer,
amigo, ond’ eu aja prazer;
e com’ ei, sen vós a veer,
ond’ eu aja nen un prazer?

E ar direivos outra ren:
pois que vós vos queredes ir,
meu amig’, e de mí partir,
perdud’ ei eu todo meu ben,
ca non ei, sen vós a veer,
amigo, ond’ eu aja prazer;
e com’ ei, sen vós a veer,
ond’ eu aja nen un prazer?

Chorarán estes olhos meus
pois vos ides sen meu grado,
porque mi andades irado;
mais ficade migo, por Deus,
ca non ei, sen vós a veer,
amigo, ond’ eu aja prazer;
e com’ ei, sen vós a veer,
ond’ eu aja nen un prazer?

A San Servand’ irei dizer
que me mostre de vós prazer.




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Tan bien



Como suele pasar,
yo hago también
algunas cosas bien
y otras regular.

egm. 2014

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26 de febrero de 2014

Bernal de Bonaval


Oito Cantigas de Amigo


I

Hermosas: Dios loado, qué buen día conmigo,
pues nuevas me dijeron que ya viene mi amigo;
que ya viene mi amigo,
qué buen día conmigo.

Qué buen día conmigo, hermosas, Dios loado,
pues nuevas me dijeron que ya viene mi amado;
que ya viene mi amado,
hermosas, Dios loado.

Pues nuevas me dijeron que viene ya mi amigo
por eso estoy alegre, pues recado hay conmigo;
pues recado hay conmigo
que viene ya mi amigo.

Pues nuevas me dijeron que viene ya mi amado
por eso estoy alegre, pues conmigo hay recado;
pues conmigo hay recado
que viene ya mi amado.



II

Os quiero yo, hermana mía, rogar
por mi amigo y os quiero decir
que no os pese si a verme ha de venir,
y además os quiero desengañar:
si así os pluguiera, os lo agradeceré,
mas si os pesara, no lo dejaré
.

Si viene mi amigo y os fuera bien
con él, confiaré más en vuestro amor
y siempre estaré a vuestro favor,
y además os quiero decir también:
si así os pluguiera, os lo agradeceré,
mas si os pesara, no lo dejaré
.

Cuando venga mi amigo, conocer
podré si vos me queréis bien o mal,
y, hermana mía, os diré algo igual,
pues no sé mi corazón esconder:
si así os pluguiera, os lo agradeceré,
mas si os pesara, no lo dejaré
.



III

—Ay, tan bonita, y bien tengáis:
lejos del pueblo ¿quién aguardáis?
Vine a esperar a mi amigo.

—Ay, tan bonita, y bien tenéis:
lejos del pueblo ¿quién buscaréis?
Vine a esperar a mi amigo.

—Lejos del pueblo ¿quién aguardáis?
—Yo os lo diré, pues preguntáis:
vine a esperar a mi amigo.

—Lejos del pueblo ¿quién buscaréis?
—Yo os lo diré, pues no sabéis:
vine a esperar a mi amigo.



IV

Ya que me decís, amigo,
que me queréis a mí mejor
que a cuantas en el mundo son,
decidme, por Nuestro Señor:
si vos me queréis tanto a mí
¿cómo podéis iros de aquí?

Y, pues decís que no podéis,
a ninguna otra tanto amar
como a mí, ay mi amigo,
decid, y Dios os va a amparar:
si vos me queréis tanto a mí
¿cómo podéis iros de aquí?

Y, pues yo os oigo decir,
que no amáis a nadie igual
que a mí, decid, ay amigo,
y Dios os lleve a Bonaval:
si vos me queréis tanto a mí
¿cómo podéis iros de aquí?

Porque yo siempre oí decir
que si un hombre ama a una mujer
nunca se puede él de ella ir,
me pesará de no saber,
si vos me queréis tanto a mí
¿cómo podéis iros de aquí?



V

Si viniera ya mi amigo
a Bonaval y lo viera,
ved lo que yo le diría,
antes que de él me partiera:
«Si os fuerais, no tardéis
tanto como vos soléis».
Le diría: «No tardéis,
amigo, como soléis».


Le diría yo: «Mi amigo,
si a mí mucho vos me amáis,
haced por mí de este modo,
y buena ventura hayáis:
si os fuerais, no tardéis
tanto como vos soléis».
Le diría: «No tardéis,
amigo, como soléis».


Qué alegre que yo estaría
si él viniera a hablar conmigo
y, tras haber conversado,
le diría yo: «Mi amigo,
si os fuerais, no tardéis
tanto como vos soléis».
Le diría: «No tardéis,
amigo, como soléis»
.



VI

Dijo la hermosa en Bonaval así:
«Ay, Dios: ¿dónde está mi amigo de aquí,
de Bonaval?

Creo que está triste en su corazón
pues no ha venido a la consagración
de Bonaval.

Porque de sus noticias nada sé,
alegre ya partir yo no podré
de Bonaval.

Pues sus noticias no me llegan hoy,
muy más alegre vine que me voy
de Bonaval».



VII

Rogaros yo quiero, por favor, que hoy,
madre y señora, no me habléis mal si voy
a Bonaval, pues mi amigo va allí.

Si no os pesara, madre, os rogaré,
por Dios, que no me habléis mal, y yo iré
a Bonaval, pues mi amigo va allí.



VIII

Hija hermosa: mirad que yo os digo
que no habléis nada a vuestro amigo
sin mí, ay hija hermosa.

Y si vos, hija, mi amor queréis,
yo os ruego que nunca le habléis
sin mí, ay hija hermosa.

Y hay más aquí que vos no cuidáis:
perdéis así tanto como le habláis
sin mí, ay hija hermosa.



Nota
Bonaval: Barrio extramuros de la Santiago de Compostela medieval, donde se fundó a comienzos del siglo XIII el convento de San Domingos (Santo Domingo) de Bonaval, hoy sede del Museo do Pobo Galego y del Panteón de Galegos Ilustres.

Universo Cantigas. Bernal de Bonaval
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Bernal de Bonaval
Xacopedia. Bernal de Bonaval
Real Academia de la Historia. Bernal de Bonaval
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. Bernal de Bonaval
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




I

Fremosas: a Deus grado, tan bon día comigo,
ca novas mi disseron ca vén o meu amigo;
ca vén o meu amigo,
tan bon día comigo.

Tan bon día comigo, fremosas, a Deus grado,
ca novas mi disseron ca vén o meu amado;
ca vén o meu amado,
fremosas, a Deus grado.

Ca novas mi disseron que vén o meu amigo
e and’ end’ eu mui leda, pois tal mandad’ ei migo;
pois tal mandad’ ei migo
ca vén o meu amigo.

Ca novas mi disserón ca vén o meu amado
e and’ end’ eu mui leda, pois mig’ ei tal mandado;
pois mig’ ei tal mandado
que vén o meu amado.


II

Quero vos eu, mha irmana, rogar
por meu amig’ e quero vos dizer
que vos non pes de m’ el vinhir veer,
e ar quero vos d’ al desenganar:
se vos prouguer con el, gracírvo-lo ei,
e se vos pesar, non o leixarei.

Se venher meu amig’ e vos for ben
con el, fiarm’ ei máis en voss’ amor
e sempre m’ end’ averedes melhor,
e ar quero vos dizer outra ren:
se vos prouguer con el, gracírvo-lo ei,
e se vos pesar, non o leixarei.

Quando venher meu amigo, cousir
vos ei se me queredes ben, se mal,
e, mha irmana, direivos log’ al,
ca non vos quero meu cor encobrir:
se vos prouguer con el, gracírvo-lo ei,
e se vos pesar, non o leixarei.


III

—Ai, fremosinha, se ben ajades:
longi de vila, quen asperades?
—Vin atender meu amigo.

—Ai, fremosinha, se gradoedes:
longi de vila, quen atendedes?
–Vin atender meu amigo.

—Longi de vila, quen asperades?
—Diréivol’ eu, pois me preguntades:
Vin atender meu amigo.

—Longi de vila, quen atendedes?
—Diréivol’ eu, poi-lo non sabedes:
Vin atender meu amigo.


IV

Pois mi dizedes, amigo,
ca mi queredes vós melhor
de quantas eno mundo son,
dizede, por Nostro Senhor:
se mi vós queredes gran ben,
como podedes ir d’ aquén?

E, pois dizedes ca poder
non avedes d’ al tant’ amar
come min, ai meu amigo,
dizede, se Deus vos ampar:
se mi vós queredes gran ben,
como podedes ir d’ aquén?

E, pois vos eu ouço dizer
ca non amades tan muit’ al
come mí, dized’, amigo,
se Deus vos lev’ a Bonaval:
se mi vós queredes gran ben,
como podedes ir d’ aquén?

Porque oí sempre dizer,
d’ u ome muit’ amou molher,
que se non podía end’ ir,
pesarmi á se eu non souber,
se mi vós queredes gran ben,
como podedes ir d’ aquén?


V

Se venhess’ o meu amigo
a Bonaval e me visse,
vedes como lh’ eu diría,
ante que m’ eu del partisse:
«Se vos fordes, non tardedes
tan muito como soedes».
Diríalh’ eu: «Non tardedes,
amigo, como soedes».

Diríalh’ eu: «Meu amigo,
se vós a min muit’ amades,
fazede por mí atanto
que boa ventura ajades:
se vos fordes, non tardedes
tan muito como soedes».
Diríalh’ eu: «Non tardedes,
amigo, como soedes».

Que leda que eu sería
se venhess’ el falar migo
e, ao partir da fala,
diríalh’ eu: «Meu amigo,
se vos fordes, non tardedes
tan muito como soedes».
Diríalh’ eu: «Non tardedes,
amigo, como soedes».


VI

Diss’ a fremosa en Bonaval assí:
«Ai, Deus: u é meu amigo d’ aquí,
de Bonaval?

Cuid’ eu: coitad’ é no seu coraçón
porque non foi migo na sagraçon
de Bonaval.

Pois eu migo seu mandado non ei,
ja m’ eu leda partir non poderei
de Bonaval.

Pois m’ aquí seu mandado non chegou,
muito vin eu máis leda ca me vou
de Bonaval».


VII

Rogar vos quer’ eu, mha madre e mha senhor,
que mi non digades oje mal, se eu for
a Bonaval, pois meu amig’ i vén.

Se vos non pesar, mha madre, rogar vos ei,
por Deus, que mi non digades mal, e irei
a Bonaval, pois meu amig’ i vén.


VIII

Filha fremosa, vedes que vos digo:
que non faledes ao voss’ amigo
sen mí, ai filha fremosa.

E se vós, filha, meu amor queredes,
rógovos eu que nunca lhi faledes
sen mí, ai filha fremosa.

E al á i de que vos non guardades:
perdedes i de quanto lhi falades
sen mí, ai filha fremosa.




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25 de febrero de 2014

Pero de Ver


Seis Cantigas de Amigo


I

Ay, Dios: porque mi amigo ya se fue,
gran pena tengo pues yo me quedé
moza y de él enamorada.

Cuando de Xullán tuvo que partir
me quedé yo, hermosa, por no mentir,
moza y de él enamorada.

Y allí tuve de mi muerte temor
pues me quedé, joven y con dolor,
moza y de él enamorada.



II

Con vos me enfadé, amigo, el otro día;
mas, bien sabe ahora santa María
que nunca fue por haceros traición,
sino fue, amigo, por otra razón.



III

A Santa María hice ir a mi amigo
y no le cumplí lo hablado conmigo;
y así lo perdí
porque le mentí
.

Hice ir a mi amigo a Santa María
y no fui allí con él aquel día;
y así lo perdí
porque le mentí
.



IV

De mi amigo me tienen muy guardada,
a quien bien quiero, y no oso por nada
a Santa María ir.

Pues me guardan de él, que no le vea,
y no me dejan, por nada que sea,
a Santa María ir.

Que a él no lo vea, aunque quisiera,
ya arreglaron, y que no pudiera
a Santa María ir.

Ni yo le viera ni tanto le amara,
pues Dios me envió a quien no me dejara
a Santa María ir.

Desde que lo vi en Xullán un día,
ya no me dejan, como yo solía,
a Santa María ir.



V

Me enojé con vos, amigo, es verdad, en demasía,
como una mujer se enoja con quien no lo merecía;
mas, si con vos me enojé,
ya me desenojaré.



VI

—Os veo, hija, muy de corazón
llorar tanto que me causa pesar
y os vengo por esto a preguntar
que me digáis, y Dios os dé perdón,
por qué siempre andáis tan triste y llorando.
—No puedo, madre, siempre andar cantando
.

—No os veo yo, hija, tanto cantar
sino llorar mucho y creo también
que a algún amigo queréis con bien;
y decid, y Dios os ha de amparar,
por qué siempre andáis tan triste y llorando.
—No puedo, madre, siempre andar cantando
.



Nota
· Cantigas II y IV, Xullán: Lugar en la parroquia de Tuimil, ayuntamiento de Bóveda, provincia de Lugo, donde también se encuentra la parroquia de Ver.
· Cantigas III y IV, Santa María: Ermita o iglesia de difícil localización; podría tratarse de Santa María de Tuimil, aunque la iglesia actual es del siglo XVII.

Universo Cantigas. Pero de Veer
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Pero de Veer (Ver)
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. Pero de Ver
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




I

Ai Deus: que doo que eu de mí ei
porque se foi meu amig’ e fiquei
pequena e del namorada.

Quando s’ el ouve de Julhán a ir,
fiquei, fremosa, por vos non mentir,
pequena e del namorada.

Alí ouv’ eu de mha morte pavor
u eu fiquei, mui coitada pastor,
pequena e del namorada.


II

Assanhéimevos, amigo, noutro día;
mais, ben o sab’ ora santa María
que non foi por vosso mal,
per boa fe, meu amigo, foi por al.


III

A Santa María fiz ir meu amigo
e non lh’ atendí o que pos comigo;
con el me perdí
porque lhi mentí.

Fiz ir meu amigo a Santa María
e non foi eu i con el aquel día;
con el me perdí
porque lhi mentí.


IV

Do meu amig’, a que eu quero ben,
guárdanme del, e non ouso per ren
a Santa María ir.

Pois guárdanme del, que o non veja,
e non me leixan, per ren que seja,
a Santa María ir.

Que o non visse, macar quisesse,
por én guisaron que non podesse
a Santa María ir.

Nen o viss’ eu nen o tant’ amasse,
pois mi Deus deu quen me non leixasse
a Santa María ir.

Des que o vi en Julhán un día,
ja me non leixan, como soía,
a Santa María ir.


V

Assanhéimevos, amigo, per boa fe, con sandece,
como se molher assanha a quen lho nunca merece;
mais, se mi vos assanhei,
desassanhármi vos ei.


VI

—Véjovos, filha, tan de coraçón
chorar tan muito que ei én pesar
e venho vos por esto preguntar
que mi digades, se Deus vos perdón,
por que mi andades tan trist’ e chorando.
—Non poss’ eu, madre, sempr’ andar cantando.

—Non vos vej’ eu, filha, sempre cantar
mais chorar muit’ e creo que por én
algun amigo queredes gran ben;
e dized’ ora, se Deus vos ampar,
por que mi andades tan trist’ e chorando.
—Non poss’ eu, madre, sempr’ andar cantando.




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24 de febrero de 2014

Nuno Porco


Unha Cantiga de Amigo


Iré pronto al mar para ver a mi amigo;
le preguntaré si ha de vivir conmigo,
y voy yo enamorada.

Iré pronto al mar para ver a mi amado;
le preguntaré si hará lo que he mandado,
y voy yo enamorada.

Le preguntaré por qué no está conmigo;
le diré la pena en que por él yo vivo,
y voy yo enamorada.

Le preguntaré por qué me ha rechazado
y si injustamente él se me ha enojado,
y voy yo enamorada.



Nota
El refrán en los manuscritos dice e voumeu namorado, ‘y me voy yo enamorado’. Frente a la lectura habitual, que considera namorado errata por namorada, la web Universo Cantigas opta por leer e vou, meu namorado, ‘y voy, mi enamorado’.

Universo Cantigas. Nuno Porco
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Nuno Porco
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. Nuno Porco
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




Irei a lo mar vee-lo meu amigo;
preguntalo ei se querrá viver migo,
e voum’ eu namorada.

Irei a lo mar vee-lo meu amado;
preguntalo ei se fará meu mandado,
e voum’ eu namorada.

Preguntalo ei por que non vive migo
e direilh’ a coita ’n que por ele vivo,
e voum’ eu namorada.

Preguntalo ei por que m’ á despagado
e se xi mi assanhou a tort’ endoado,
e voum’ eu namorada.




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23 de febrero de 2014

Pero de Berdía


Cinco Cantigas de Amigo


I

Enojado está mi amigo y no sé
—lo sabe Dios—, por qué se me enojó,
pues todo cuanto él a mí me mandó
hacer, hice y nunca así le falté,
y su enfado no tengo en nada ya
pues sé de donde a mí un bien me vendrá
.

No está tan enojado, si quisiera
yo, que muy lejos pueda ir a vivir;
y por soberbia le quiero decir
que lo haga, si es que hacerlo pudiera,
y su enfado no tengo en nada ya
pues sé de donde a mí un bien me vendrá
.

Y, porque su mandato no quise hacer,
no se puede mi amigo dejar
de venirme todo el tiempo a rogar
lo que antes no me supo agradecer,
y su enfado no tengo en nada ya
pues sé de donde a mí un bien me vendrá
.

Cuando él me vea en Santa Marta estar
muy hermosa, mi amigo yo bien sé
que vendrá a hablarme y yo no querré;
y así pienso que de él me he de vengar,
y su enfado no tengo en nada ya
pues sé de donde a mí un bien me vendrá
.



II

Me juraba a mí mi amigo,
cuando él hablaba conmigo,
que nunca más viviría
sin mí, y no me quería
tanto a mí como él decía
.

Fui un día, al amanecer,
a Santa Marta, a lo ver
y allí juró que moría
por mí, mas no me quería
tanto a mí como él decía
.

Si me deseara tanto
como él decía, ya cuánto
antes que dijo vendría,
mas sé que no me quería
tanto a mí como él decía
.

Tarde él ya cuanto quisiera,
mas, por jurar que viniera,
yo ya nunca lo creería
pues sé que no me quería
tanto a mí como él decía
.

Ay, falso: ¿y por qué mentía
cuando a mí no me quería?



III

Dios lo sabe: apenada vivo, más que solía,
pues se marchó mi amigo, y vi, cuando partía,
que no volvía conmigo.

Y ya le dije, antes que de mí se marchara,
que pronto aquí volviera, y, si allá él tardara,
que no volvía conmigo.

Y ya le dije, antes que de aquí él se fuera,
que, si vivir quería donde a mí no me viera,
que no volvía conmigo.



IV

Se me enojó mi amigo
porque yo no arreglé
cómo él hablara conmigo;
Dios lo sabe, yo no osé,
y así, si quiere, que ande
enojado, y no lo demande,
cuanto él quiera; en tanto, ande
enojado y no lo demande
.

Enviar quiero yo, bonita,
a mi amigo a que sea
en Santa Marta, en la ermita,
conmigo alegre y me vea
si él quiere, y si no, que ande
enojado, y no lo demande,
cuanto él quiera; en tanto, ande
enojado y no lo demande
.

Después que lo hube arreglado,
él se fue de aquí ofendido,
y yo esperé su recado
y no llegó, y me ha perdido
él a mí; y que allá ande
enojado, y no lo demande,
cuanto él quiera; en tanto, ande
enojado y no lo demande
.

De mí aún no sabe nada,
pues enviarme no quiere
recadero y se me enfada,
pues vendrá, si yo quisiere;
mas no quiero, y que él ande
enojado, y no lo demande,
cuanto él quiera; en tanto, ande
enojado y no lo demande
.



V

Se fue mi amigo de aquí
enojado, pues no lo vi;
y me pesara, mas oí
un dicho antiguo, y por mí tiene
mucha verdad, pues dice así:
«Quien tonto va, tonto igual viene».

[Por un único placer vil
«esares tuve más de mil].



Notas
· Cantigas I, II y IV, Santa Marta: Capilla o ermita, hoy desaparecida, quizá situada en la parroquia de Santa Mariña de Verdía, Santiago de Compostela.
· Cantigas II, veher, viñer, y III, vehesse, viñese: Ver nota → Pero García Burgalés.
· Cantiga V, tonto: En los manuscritos leve, palabra que en gallego antiguo, además de ‘leve’, ‘ligero’, significaba ‘leve de juicio’, ‘tonto’.
El pareado final aparece en uno solo de los manuscritos, aislado del texto y sin relación argumental con la cantiga, por lo que no parece que forme parte de esta.

Universo Cantigas. Pero de Berdia
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Pero de Bardia (Berdia)
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. Pero de Berdia
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




I

Sanhudo m’ é meu amig’ e non sei
—Deu’ lo sabe—, por que xi m’ assanhou,
ca toda ren que m’ el a mí mandou
fazer, fij’ eu e nunca lh’ i errei,
e por aquesto non tenh’ eu en ren
sanha, que sei onde mi verrá ben.

Tan sanhudo non m’ é, se m’ eu quiser,
que muit’ alhur sen mí possa viver,
e en sobervia lho quer’ eu meter
que o faça, se o fazer poder,
e por aquesto non tenh’ eu en ren
sanha, que sei onde mi verrá ben.

E, des que eu de mandado saír,
non se pode meu amigo guardar
que me non aja pois muit’ a rogar,
polo que m’ agora non quer gracir
e por aquesto non tenh’ eu en ren
sanha, que sei onde mi verrá ben.

Quando m’ el vir en Santa Marta estar
mui fremosa, meu amigo ben leu
querrá falar migo e non querrei eu;
entón me cuido ben del a vingar,
e por aquesto non tenh’ eu en ren
sanha, que sei onde mi verrá ben.


II

Jurávami o meu amigo,
quand’ el falava comigo,
que nunc’ alhur vivería
sen mí, e non mi quería
tan gran ben como dizía.

Foi un día polo veer
a Santa Marta, e maer,
u m’ el jurou que morría
por mí, mais non mi quería
tan gran ben como dizía.

Se m’ el desejasse tanto
como dizía, logo, ant’ o
tempo que disse, verría,
mais sei que mi non quería
tan gran ben como dizía.

Pod’ el tardar quanto quiser,
mais, por jurar quando venher,
ja volh’ eu non creería
ca sei que mi non quería
tan gran ben como dizía.

Ai, fals’: e por que mentía
quando mi ben non quería?


III

Deu’ lo sabe: coitada vivo, máis ca soía,
ca se foi meu amigo, e ben vi, quando s’ ía,
ca se perdería migo.

E disséralh’ eu, ante que se de min quitasse,
que se venhesse cedo, e, se alá tardasse,
ca se perdería migo.

E disséralh’ eu, ante que se de min partisse,
que, se muito quisesse viver u me non visse,
ca se perdería migo.


IV

Assanhous’ o meu amigo
a mí, porque non guisei
como falasse comigo;
Deus lo sabe, non ousei,
e por én, se quiser, ande
sanhud’, e non mho demande,
quant’ el quiser; atant’, ande
sanhud’ e non mho demande.

Enviar quer’ eu, velida,
a meu amigo que seja
en Santa Marta, na ermida,
migo led’, e i me veja
se quiser e, se non, ande
sanhud’, e non mho demande,
quant’ el quiser; atant’, ande
sanhud’ e non mho demande.

Depoi-lo tiv’ eu guisado,
que s’ el foi d’ aquí sanhudo
e atendí seu mandado
e non o vi, e perdudo
é comigo; e alá x’ ande
sanhud’, e non mho demande,
quant’ el quiser; atant’, ande
sanhud’ e non mho demande.

Sei que non sab’ a mha manha,
pois que m’ enviar non quer
mandadeir’ e xi m’ assanha,
ca verrá, se m’ eu quiser;
mais non quer’ eu, e el ande
sanhud’, e non mho demande,
quant’ el quiser; atant’, ande
sanhud’ e non mho demande.


V

Fois’ o meu amigo d’ aquí
sanhudo, porque o non vi,
e pesarm’ ía, mais oí
un verv’ antig’, e de mí ben
verdadeir’ é, ca diz assí:
“Quen leve vai, leve x’ ar vén”.

[Per huno soyllo prazer vil
pesares vi ja mais de mil.]




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22 de febrero de 2014

Estevan Fernándiɀ de Elvas


Catro Cantigas de Amigo


I

Madre: estos que ahora están aquí
dicen que está loco mi amigo;
no penséis que por nada esto digo,
mas yo creo, si me vieran, que así,
madre, a mi amigo por loco ya no
lo tendrían, si por mí enloqueció
.

Y los que dicen que el juicio también
perdió por mí, no hablarían tan mal
si supieran lo qué es, y sé que tal
como me vieran, que ahora ellos bien
madre, a mi amigo por loco ya no
lo tendrían, si por mí enloqueció
.

Y aquellos que dicen que él está
loco por mí, así Dios dé perdón,
cada uno, madre, en su corazón,
si ellos me vieran, y cierto será,
madre, a mi amigo por loco ya no
lo tendrían, si por mí enloqueció
.



II

Mi amigo, madre, que el juicio por mí
ha perdido, loco también ya era
y, pues Dios quiere que aún no muriera
y a vos pesa que mi querer le di,
porque me quiera mal, fea me haré
ver yo, y lo desenloqueceré
.

Por Dios, madre, perdón os pido yo
y que una vez me dejéis junto a él ir,
pues yo una cosa le quiero decir
que lo curará si me ve y, si no,
porque me quiera mal, fea me haré
ver yo, y lo desenloqueceré
.

Y el sentido perdió, madre y señora,
por mí, de quien esta pena le viene,
mas curará, pues gran amor me tiene,
si me viera, y si no, desde ahora
porque me quiera mal, fea me haré
ver yo, y lo desenloqueceré
.


III

—Haré yo, hija, que nunca os vea
vuestro amigo. —¿Por qué, madre, por Dios?
—Porque dicen que él se entiende con vos.
—Madre y señora, tal cosa no sea;
yo debo pagarlo, pues lo volví
loco, y con locura él lo dice así
.

— Tengo queja de vos y de él también.
—¿Por qué, madre? —Porque no es apropiado,
me lo pagará ese perjurado.
—Mas, porque él es mi luz y mi bien
yo debo pagarlo, pues lo volví
loco, y con locura él lo dice así
.

—Me mataré, hija, si tal hicierais.
—¿Por qué os habéis, madre, de matar?
—Antes que del falso no me vengar.
—Ay madre, si vos vengaros quisierais,
yo debo pagarlo, pues lo volví
loco, y con locura él lo dice así
.



IV

—Madre: vino mi amigo hoy aquí.
—Nueva es, hija, que placer no me da.
—Por Dios, madre, gran daño me hará.
—No hay daño, hija, pues perdéis así.
Más pierdo, madre, si lo he de perder.
Vos bien le sabéis, ay hija, querer.



Universo Cantigas. Estevan Fernandiz d'Elvas
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Estevan Fernandiz d' Elvas
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. Estêvão Fernandes d'Elvas
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




I

Estes que agora, madre, aquí son
dizen que é sandeu meu amigo;
non tenhades que o por al digo,
mais ben creo, se me vissen, que non
terrían meu amigo por sandeu,
madre, de que por mí ensandeceu.

E os que dizen que perdeu o sén
por mí, madre, non me dirían mal
se soubessen com’ é, e seime eu al:
pois que me vissen, que nunca por én
terrían meu amigo por sandeu,
madre, de que por mí ensandeceu.

E aqueles que ja dizen que é
por mí sandeu, assí Deus me perdón,
cada un deles no seu coraçón,
se me vissen, nunca, per boa fe,
terrían meu amigo por sandeu,
madre, de que por mí ensandeceu.


II

O meu amigo, que por min o sén
perdeu, ai madre, tornad’ é sandeu
e, pois Deus quis que me inda non morreu
e a vós pesa de lh’ eu querer ben,
que me quera ja mal; mal me farei
parecer, e desensandecel’ ei.

Por Deus vos rogo, mha madre, perdón,
que mho leixedes unha vez veer,
ca lhi quer’ eu unha cousa dizer
per que guarrá se me vir e, se non,
que me quera ja mal; mal me farei
parecer, e desensandecel’ ei.

E el á perdudo o sén por mí
que lhi esta coita dei, madr’ e senhor,
e guarría, ca mi á mui grande amor,
se me visse e, se non, des aquí,
que me quera ja mal; mal me farei
parecer, e desensandecel’ ei.


III

—Farei eu, filha, que vos non veja
vosso amigo. —Por que, madr’ e senhor?
—Ca me dizen que é entendedor
voss’. —Ai, mha madre, por Deus non seja;
eu o dev’ a lazerar, que o fiz
sandeu, e el con sandice o diz.

—De vós e del, filha, ei queixume.
—Por que, madre? –Ca non é guisado,
lazerarmi á esse perjurado
—Porque, madre, é meu ben e meu lume
eu o devo a lazerar, que o fiz
sandeu, e el con sandice o diz.

—Matarm’ ei, filha, se mho disserdes.
—Por que vos avedes, madr’, a matar?
—Ante que m’ eu do falso non vengar.
—Madre, se vós vos vengar quiserdes,
eu o devo a lazerar, que o fiz
sandeu, e el con sandice o diz.


IV

—Madre: chegou meu amig’ oj’ aquí.
—Novas son, filha, con que me non praz.
—Por Deus, mha madre, gran torto per faz.
—Non faz, mha filha, ca perdedes i.
—Máis perderei, madre, se el perder.
—Ben lhe sabedes, mha filha, querer.




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21 de febrero de 2014

Roi Martinɀ de Ulveira


Tres Cantigas de Amigo


I

Desde hoy, amiga, quiero yo hablar
con mi amigo cuanto esté en mi poder;
ved por qué, pues me tiene tal querer
que yo os digo que debo pensar,
por cuanto sé, que no me he de inquietar:
él mal nunca me haría, por saber
que podía ya aquí mi bien tener
.

Hablaré con él, pues no me estará
mal cosa alguna, y cortesía haré
de hablarle, pues, yo muy bien de él sé
que me quiere y siempre me querrá,
y así ved el gran amor que me da:
él mal nunca me haría, por saber
que podía ya aquí mi bien tener
.

Hablaré con él, pues esto es así,
por Dios, amiga, que siempre intentó
servirme, y nunca a mí me falló
desde que fue mío, y de él comprendí,
y además os diré qué entendí:
él mal nunca me haría, por saber
que podía ya aquí mi bien tener
.

Y pues, como oís, me da su querer,
de hablar con él nada he de temer.



II

—Dice que morirá de amor, por Dios,
vuestro amigo hace tiempo, si yo a él ver
no os dejo, hija; mas quiero saber
qué pierdo así si el muriera por vos.
—Diré, madre, las pérdidas aquí:
él se perderá y yo puedo perder
el cuerpo y vos, madre, el vuestro por mí.

—Ay hija mía, entenderá quienquiera
que en todo le dais a él la razón;
mas decid, y que Dios os dé perdón,
qué pierdo yo, si él morir ya quisiera.
—Diré, madre, lo que yo comprendí:
él se perderá y yo pierdo en unión
el cuerpo y vos, madre, el vuestro por mí.



III

Ay, madre: mi amigo se muere así
como aquel que de penas morirá
grandes de amor, y vos no queréis ya
que me vea, y él muere, yo lo sé,
por mí de amor; pero yo moriré,
si él muere por mí, por él, pronto aquí.

Y aunque penas de amores tiene quien
por mí, madre, ya no puede vivir,
vivirá si a verme puede venir
y yace muriendo por mí de amor;
mas moriré, madre, con gran dolor,
si él muere por mí, por él, yo también.



Universo Cantigas. Roi Martiinz d'Ulveira
B. D. Lírica Profana Galego-Portuguesa. Roi Martinz d' Ulveira
Cantigas Medievais Galego Portuguesas. Rui Martins de Ulveira
Rip Cohen, 500 Cantigas d’ Amigo: Edição Crítica / Critical Edition
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2014




I

Oimais, amiga, quer’ eu ja falar
con meu amigo quanto x’ el quiser,
vedes por que, ca tan gran ben mi quer
que ben vos dig’ eu, quant’ é semelhar
per quant’ eu sei, que non ei de cuidar:
non querría meu dano por saber
que podía per i meu ben aver.

Falarei con el, que non m’ estará
mal nulha ren, e mesura farei
de lhi falar, ca, per quant’ eu del sei,
que mi quer ben e sempre mho querrá,
que vejades o grand’ amor que mi á:
non querría meu dano por saber
que podía per i meu ben aver.

Falarei con el, pois está assí
par Deus, amiga, ca sempre punhou
de me servir, des i nunca m’ errou
des que meu fui, per quant’ eu aprendí,
e máis vos direi que del entendí:
non querria meu dano por saber
que podía per i meu ben aver.

E, pois m’ el quer com’ oídes dizer,
de sa fala non ei ren que temer.


II

—Muit’ á que diz que morrerá d’ amor
o voss’ amigo, se vo-lo veer
non faço, filha; mais quer’ eu saber
que perç’ eu i, se por vós morto for.
—Direivos, madr’, as perdas que á i:
perders’ á el, e poss’ eu i perder
o corp’ e vós, madr’, o vosso por mí.

—Ai, mha filha: entenderá quenquer
que vós teedes por el sa razón;
mais dized’ ora, se Deus vos perdón,
que perç’ eu i, se x’ el morrer quiser.
—Direivos, madre, quant’ eu entendí:
perders’ á el, e perderei entón
o corp’ e vós, madr’, o vosso por mí.


III

Ai, madr’: o meu amigo morr’ assí
come quen morre de coitas que á
grandes d’ amor, e non queredes ja
que me veja, e el morr’, eu o sei,
por mí d’ amor; mais eu morta serei,
pois el morrer por mí, por el, log’ i.

E amores tantas coitas lhi dan
por mí, madre, que non pode guarir,
pero sei eu que guarrá se me vir,
e jaz morrend’ assí por mí d’ amor;
mais eu morrerei, madr’ e mha senhor,
pois el morrer por mí, por el, de pran.




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Richard Dawkins

El quinto simio

La teoría de Charles Darwin sobre la evolución de las especies por medio de la selección natural abrió una brecha en nuestra cómoda explicación de la vida y nos enfrentó a una verdad cegadoramente evidente pero al mismo tiempo inquietante: Los seres humanos no estamos por encima de los animales sino que somos animales, somos el quinto simio.

Pero incluso Darwin dudó en decir esto en voz alta; cuestiona nuestra confianza en los demás seres humanos. ¿Nuestros principios morales y nuestra educación son un simple barniz? Si la lucha por la existencia rige la evolución, ¿cómo es que nosotros, los humanos, no vivimos en un mundo de egoísmo despiadado? Y el genocidio y la limpieza étnica, ¿podría ser que fueran una estrategia para sobrevivir?

A continuación voy a abordar el asunto que Darwin eludió en El origen de las especies: la evolución de los seres humanos. Quiero preguntarme qué significa para nosotros haber evolucionado. La pregunta es más urgente que nunca; cada vez hay más gente, religiosa y no religiosa, que ataca al darwinismo porque, para ellos, justifica el egoísmo y la barbarie. A lo largo de mi carrera me he esforzado por conciliar mis valores liberales con la guerra despiadada que tiene lugar en la naturaleza y que Darwin nos reveló. De modo que ahora os llevaré al corazón de las tinieblas del darwinismo, y buscaremos respuestas y esperanza.

La selección natural es la fuerza impulsora de nuestra evolución, pero esto no quiere decir que la sociedad haya de regirse por los principios darwinistas. Como científico me entusiasma la selección natural, pero como ser humano me repugna que sea un principio para organizar la sociedad.

La evolución mediante la selección natural es una idea muy sencilla: A lo largo de miles de generaciones las variaciones que tienen éxito en la lucha por la subsistencia consiguen sobrevivir y reproducirse. Es un proceso que gradualmente va esculpiendo la vida y logrando formas cada vez más especializadas. Formas de vida entre las cuales están los simios: los gibones, los orangutanes, los gorilas, los chimpancés, y nosotros.

En el zoológico de Londres, en la década de 1830, la llegada de los primeros simios escandalizó a la sociedad biempensante. La reina Victoria, por ejemplo, los encontró «dolorosa y desagradablemente humanos». Pero había otro visitante que estaba encantado: El joven Charles Darwin veía como la verdad inequívoca lo miraba fijamente desde el otro lado de la jaula. La extraña familiaridad de las manos de los simios y la humanidad que nos parece entrever en sus ojos fueron para Darwin una prueba más que confirmaba la idea de la evolución, de que toda la vida está emparentada. Se dio cuenta de que los simios africanos son nuestros primos evolutivos más cercanos.

El África oriental es mi lugar de nacimiento y, lo que es más importante, el lugar de nacimiento de la especie humana. Hace entre cinco y seis millones de años vivió en África un simio que tuvo dos hijos; uno estaba destinado a originarnos a nosotros, el otro a originar a los chimpancés. Si me quedo aquí de pie y le doy la mano a mi madre, y ella le da la mano a su madre, y su madre le da la mano a la suya, y así hasta retroceder hasta el antepasado de todos los humanos y los chimpancés, ¿hasta dónde llegaría la hilera? La respuesta es unos quinientos kilómetros. A lo largo de esta distancia, sorprendentemente corta, el registro fósil muestra pruebas de cambios extraordinarios.

El paleontólogo Richard Leakey y su familia han descubierto las más contundentes en el Valle del Rift de Kenia. Unas pruebas que trazan el mapa de la evolución de nuestros antepasados humanos remotos:

RICHARD LEAKEY: ―Hace 1,9 millones de años aparecen cráneos pertenecientes al denominado homo hábilis; un cerebro más grande con una cara todavía grande y amplia, y probablemente antepasado del homo erectus. El homo erectus, que surgió en África hace 1,8 millones de años, es el antepasado del homo sapiens. Se mantuvo así durante casi un millón de años para acabar dando paso a un individuo con un cerebro todavía mayor, el homo sapiens, mucho más parecido a nosotros, con un gran arco craneal; el cerebro se ha expandido, está mucho más cerca de un hombre moderno en medida y forma. En el momento en que éste aparece todos los demás han desaparecido del registro fósil. Todos los grandes pasos de la historia humana se han producido en África.
R.D. ―A menudo me encuentro con gente que me dice: «Nadie me dirá que yo soy un simio». ¿Tú crees que existe una especie de repugnancia visceral? ¿Te lo has encontrado tú también?
R.L.: ―Sí que me lo encuentro, pero me parece muy fuera de lugar. Porque, como ya sabes, nosotros somos el quinto simio. Nunca nos hemos separado de los simios; hacemos las cosas de una manera diferente y nada más. Es divertido ir a la zona de los simios en uno de los grandes zoológicos, donde puedes observar a la gente mirando a un grupo de chimpancés, y lo que resulta muy claro, si observas la expresión de sus caras, es que no están tan seguros de que los simios se les parezcan, pero si miran a la gente de alrededor piensan: «Sí, hay un parecido con la persona que está en el otro extremo de la jaula.» Estamos más cerca del chimpancé africano que el caballo del asno. Los caballos y los asnos pueden cruzarse y tener descendencia. «Vaya ―dice todo el mundo― no estarás insinuando que… ¡oh!» Pues sí, eso mismo, ja ja ja.

Es un pensamiento inquietante. En términos evolutivos estamos tan cerca de los chimpancés que no es ridículo preguntarnos si sería posible cruzarnos con ellos. Somos el animal humano: erguido, con el cerebro grande; unos primos de los simios que han evolucionado y han superado a sus competidores pensando. Como biólogo me he preguntado sobre el desafío que esto supone, qué nos dice de la sociedad humana actual. Pero a casi la mitad de los habitantes de la Tierra les horroriza tanto lo que el darwinismo nos revela sobre nuestros orígenes que, simplemente, se niegan a creerlo.

―Yo soy un simio. ¿Lo es usted?
―No, no. Yo soy un ser humano.

Estoy haciendo un viaje de exploración al lado oscuro del darwinismo. Quiero enfrentarme a lo que significa para nosotros haber evolucionado dentro de la lucha brutal de la naturaleza. ¿Por qué el quinto simio habría de querer al vecino? La idea de nuestro origen animal puede inquietar a la gente. Si leemos El origen de las especies, la obra capital de Darwin en la que expuso su teoría de la evolución, tan solo encontraremos unas cuantas referencias de pasada a los orígenes humanos. Dios había hecho al hombre a imagen suya y la separación respecto a los animales era lo que definía al ser humano. Hablar de la evolución humana era demasiado arriesgado. Darwin desistió y se limitó a escribir, hacia el final: «Un día se aclarará el origen del hombre y su historia.» Pero cuando el libro se publicó, en 1859, lo que más se comentó fueron sus extraordinarias implicaciones para la Humanidad. ¿Éramos solo bestias bien vestidas? La evolución pasó a ser conocida como «la teoría del mono».

El alboroto no se ha extinguido aún. En Kenia, la cuna de la humanidad, grupos religiosos intentan impedir la inauguración de la exposición de fósiles homínidos del Museo Nacional. El registro fósil de los antepasados del ser humano tiene una fascinación especial. Para mí esos cráneos son mucho más valiosos que las joyas de la Corona. El «niño de Turkana» es un homo erectus de 1,5 millones de años; el esqueleto homínido completo más antiguo encontrado hasta ahora. Es una de las reliquias más preciosas de todos los museos de todo el mundo y sería una gran lástima que, por culpa de algún tipo de presión, no pudiera ser contemplado.

El poderoso movimiento evangélico de Kenia, con diez millones de fieles, ha organizado la campaña «Escondamos los huesos». Casualmente nací justo al lado de la iglesia donde el obispo Bonifes Adoyo encabeza la protesta.

R.D.: ―¿Cómo está, señor obispo? Ha sido muy amable aceptando este encuentro.
BONIFES ADOYO: ―Estoy encantado de conocer a un profesor tan importante.
R.D.: ―Vayamos dentro. ¿Sabe que nací pasando aquella calle, allá?
B. A. ―¿Sí? A mí me habían dicho que al otro lado.
R.D.: ―Tendremos que aclarar eso después.
B. A. ―Sí, bien, bien.

Ya quedó claro desde el comienzo que no nos entenderíamos…

R.D.: ―Yo soy un simio. ¿Y usted?
B. A. ―No, no. Yo no soy ningún simio. Je je. Yo soy especial, hecho a imagen de Dios, con la mente creadora de Dios, y soy creativo como Dios que me ha creado. Esta es la diferencia entre un simio y yo.
R.D.: ―Pues yo soy un simio, un simio africano. Y estoy muy orgulloso de serlo. Y usted también debería estarlo. ¿No cree que las pruebas deberían mostrarse para que la gente las vea y pueda decidir qué piensa?
B. A. ―Sí, todo el mundo ha de poder decidirlo.
R.D.: ―Usted está en contra de la exposición…
B. A. ―No estoy en contra de la exposición; estoy en contra de vincular la exposición a la teoría de la evolución. Nada más.
R.D.: ―Entonces, ¿usted estaría de acuerdo con que se mostraran los huesos pero sin mensajes evolucionistas?
B. A. ―Sí, porque son cráneos humanos…
R.D.: ― Realmente, no. Son cráneos mucho más pequeños que el nuestro y tienen mucha menos capacidad cerebral. El de tres millones de años de antigüedad tenía un cerebro de la medida del de un chimpancé. Era una especie de chimpancé que se había puesto de pie. Fue el primer paso en la transformación hacia el ser humano. Y el siguiente paso fue, en el «niño de Turkana», tener un cerebro más grande. El último paso fue tener un cerebro todavía mayor, como el nuestro.
B. A. ―Si este fue nuestro origen y hemos evolucionado hasta donde estamos ahora, ¿cómo es que los chimpancés no evolucionan hasta convertirse en hombres, cómo es que no se han extinguido? En el tiempo que hemos tardado en llegar a donde estamos ya deberían haberse extinguido.
R.D.: ―La evolución no funciona así. Nosotros no descendemos de ellos; somos sus primos. Tanto nosotros como ellos venimos de un antepasado común. Aquí están los chimpancés y aquí nosotros, y todos podemos remontarnos a un antepasado común. Este antepasado común no era ni un hombre ni un chimpancé, era otra cosa. Y fue evolucionando hacia el chimpancé y, en una dirección diferente, fue evolucionando hacia el hombre. Los chimpancés han estado evolucionando todo este tiempo, y los hombres también. Y seguramente ambos seguiremos evolucionando aunque no podemos predecir hacia dónde.

Nuestra conversación hizo surgir en aquel momento un punto importante sobre la evolución.

B. A. ―Entonces, ¿cuál es el objetivo de la evolución, el objetivo final? ¿que tengamos la cabeza muy grande?
R.D.: ―No, no hay objetivo.
B. A. ―¿No hay ningún objetivo?
R.D.: ―Sencillamente sucede.
B. A. ―Eso no contesta a mi pregunta. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Dónde podremos decir: Este es el límite de la evolución?
R.D.: ―La evolución no tiene objetivos. Decir que tiene objetivos es no entender bien la evolución. Hay cambios y ya está.

Esto es crucial para entender la evolución por medio de la selección natural. Debe entenderse que no es un gran plan con objetivos; es un proceso duro, sin guía, que simplemente favorece a aquellos que tienen más éxito transmitiendo sus genes. No hay moralidad ni propósito alguno. Y nosotros, los humanos, simplemente somos uno más de sus productos. Darwin hizo bajar al hombre de su pedestal y lo convirtió en un animal más. Nosotros hemos evolucionado dentro de la despiadada competencia de la naturaleza. Pero ¿qué significa esto para nosotros y nuestra sociedad?

Para comenzar a bregar con este problema hemos de entender qué es la naturaleza, con todo su esplendor brutal. Parece una naturaleza en armonía pero, como vio Darwin, hay una lucha constante; todos los actores trabajan en su propio beneficio y, como están rodeados de otros que trabajan en su propio beneficio, propenden a explotarse los unos a los otros. En el bosque umbrío todas las plantas pugnan por llegar a la luz; los grandes árboles obtienen el premio legítimamente creciendo hacia el sol. Pero el ficus estrangulador hace una cosa muy extraña y cruel: ha comenzado su vida en la parte alta del árbol, a partir de una semilla que quizá ha dejado caer un mono frugívoro, después ha enviado las raíces hacia tierra para extraer el alimento y finalmente estas raíces proliferan en torno al árbol original y lo matan asfixiándolo. A la larga el árbol acabará pudriéndose y el ficus se mantendrá en pie solo, después de haber usurpado su lugar en el sol.

La encarnizada lucha por la supervivencia en la naturaleza ha sido la fuerza dinámica que ha impulsado la evolución de la vida. Y aquí es donde comienza mi lucha con las consecuencias del darwinismo. Los atacantes de Darwin afirman que su teoría sin objetivos, sin alma, ha hecho surgir lo peor de la naturaleza humana. Si la naturaleza es una competición despiadada, y es hacia donde hemos evolucionado, entonces, ¿es este el modelo para la sociedad humana? ¿cada uno a lo suyo? Veamos, hay un área de los asuntos humanos donde el principio de que el hombre es un lobo para el hombre a muchos les parece lo más natural: el mundo de los negocios.

A ciertos elementos de este mundo les ha encantado lo que para ellos es el mensaje de Darwin: Los fuertes han de sobrevivir y los débiles deben sucumbir. Aquí hay una aparente justificación del capitalismo descontrolado y de la negación de la ayuda a los pobres. Algunos de los empresarios de principios del siglo veinte, capitalistas sin escrúpulos como el magnate del petróleo John D. Rockefeller, eran darwinistas sociales declarados; creían que el progreso de la Humanidad se conseguiría aplicando a la economía y a la sociedad el modelo de la naturaleza, de la lucha incesante de la selva.

He acudido a un congreso de empresarios en Londres para observar de cerca al animal de negocios de hoy en día:

ERIC BEINHOCKER, analista financiero: ―La observación de las similitudes entre el sistema económico y el biológico viene de lejos, sobre todo en lo que respecta a la noción de la competitividad de ambos sistemas. Cuando las empresas compiten podemos considerarlas como diseños, de tal modo que podremos tener un diseño para un banco, una manera de llevarlo; cada uno de los bancos de la calle principal tendrá una manera ligeramente diferenciada de llevar el negocio, un diseño diferente, y la competición evolutiva consistiría en que nosotros caminamos por la calle principal y miramos qué banco nos va mejor, qué diseño se ajusta mejor a nuestras necesidades.
R.D.: ―Así, ¿tenemos simios empresariales que luchan por la supremacía sin compasión enseñando los dientes? Me pregunto si eso no es más una pose que una realidad. ¿Cree que existe el riesgo de exagerar la analogía darwiniana?
E. B.: ―Sí, por supuesto. A la prensa le encanta presentar a esos directores generales y empresarios como unos héroes, y en muchos sentidos lo son, trabajan muchísimo y hacen grandes sacrificios, pero es un mito que sean grandes visionarios, gente que pueda predecir el futuro y llevar una organización hacia ese futuro. La realidad es que los sistemas económicos, igual que los biológicos, son enormemente complejos y ser capaz de predecir lo que pasará a largo plazo es extraordinariamente difícil o imposible. Lo que hacen algunas empresas, más que intentar adivinar hacia dónde va el mercado, es producir una cierta variedad y después dejan que elija el mercado, que los clientes decidan qué productos y servicios prefieren.
R.D.: ―Respecto a aquellos magnates legendarios que surgieron, ¿fue una cuestión de suerte que fueran ellos los que acertaron? Mirándolo a posteriori, ¿podemos decir que acertaron, pero solo porque lo miramos a posteriori?
E. B.: ―No es por restarle méritos al talento que pudieran tener aquellos individuos, pero si nos imaginamos una habitación llena de gente lanzando monedas al aire, si la habitación es lo bastante grande, a alguno le saldrá cara diez veces seguidas y si le preguntas a esta persona cómo lo ha hecho te dirá: «Soy un experto lanzador de monedas. Sé cómo lanzarlas.» Pues en el mundo de los negocios sucede lo mismo.

Así pues, el darwinismo de los negocios parece que es poco más que una metáfora, una analogía. Está bien claro que no proporciona ninguna ley natural sencilla para el progreso económico, como defendían los darwinistas sociales.

Pero ¿puede el darwinismo ser aplicado a otros campos de los asuntos humanos? ¿Y si decidimos coger las riendas de nuestra propia evolución, no copiar a la naturaleza sino controlarla, acelerar el proceso de eliminación?

«Los deficientes son más felices y útiles en estas instituciones que en casa. Pero habría sido mucho mejor que no hubieran nacido.»

Ya se había probado. El movimiento eugenésico de principios del siglo veinte pretendía impedir que los débiles procrearan a través de la esterilización obligatoria de los incapacitados.

«La eugenesia busca aplicar las nuevas leyes de la herencia para impedir la degeneración de la raza y mejorar las cualidades innatas.» Julian Huxley, 1937.

Aquí se abría una pendiente resbaladiza hacia una pesadilla. En el peor de los casos la eugenesia se convirtió en una oscura visión tribal que se utilizó en última instancia para justificar el genocidio étnico de la Alemania nazi. La eugenesia no es una versión de la selección natural. Hitler, a pesar de lo que dice la leyenda popular, no era darwinista. Cualquier granjero, horticultor o criador de palomas sabía cómo seleccionar los animales o las plantas para obtener el resultado deseado; los eugenistas como Hitler siguieron lo que hacían los criadores. De lo que tan solo Darwin se dio cuenta fue de que la naturaleza podía hacer el papel de un criador.

A Darwin se le ha manipulado. Siempre he detestado que se le utilizara para justificar la competencia salvaje en los negocios o el racismo y las políticas de derecha, y a lo largo de mi carrera me he enfrentado a la aparente paradoja de como la cooperación, la bondad e incluso la moralidad podían haber surgido evolutivamente de la brutalidad ciega de la naturaleza.

Charles Darwin defendió en El origen de las especies que una lucha brutal por la existencia es lo que impulsa la evolución de la vida en la Tierra. La selección natural puede parecernos cruda a muchos biólogos y no hay duda de que la naturaleza puede ser despiadada y cruel. Pero me intrigan los aparentes actos de amabilidad en la naturaleza: Chillar para avisar, apiñarse para darse calor y confort y despiojarse mutuamente; los animales muestran lo que llamamos altruismo. Le dan a otro una cosa que les ha costado un esfuerzo. La pregunta a la que he intentado responder como biólogo es: ¿por qué? La explicación debe implicar en algún punto al cerebro.

El altruismo, como cualquier otra conducta, debe haber surgido por evolución, con el tiempo, igual que nuestro cerebro actual. Por eso ahora quiero hablar con alguien que sabe de la evolución de nuestra psicología:

R.D.: ―Hola Steve, encantado de verte.
STEVE PINKER, psicólogo evolucionista: ―Hola, bienvenido.
R.D.: ―Cuando enseñamos evolución tendemos, naturalmente, a centrarnos en la anatomía, pero también podríamos decir que la psicología, que nuestras mentes son órganos o sistemas orgánicos evolucionados, ¿no es así?
S. P.: ―Sí. Tenemos motivos para creer que la mente es un producto de la actividad del cerebro. El cerebro es un órgano, tiene una historia evolutiva. Todas las partes que contiene un cerebro humano podemos encontrarlas en el de un chimpancé o en el de otros mamíferos. Y también sabemos que el cerero no es tan solo una red neuronal aleatoria; tenemos también motivos para creer que muchos de los productos del cerebro, la percepción o las emociones, el lenguaje, las formas de pensar, son estrategias para gestionar el mundo, sobrevivir, educar a los niños, buscar pareja, gestionar relaciones…
R.D.: ―Todos podemos entender por qué el deseo sexual tiene valor darwinista con respecto a la supervivencia, ¿pero tú dirías que los mecanismos de la culpa, de la confianza, son algo así como el deseo sexual? ¿existe un deseo de confiar?
S. P.: ―Sí, efectivamente. La gente no tiene problemas en aceptar la explicación darwinista para emociones provocadas por el mundo físico, miedo a las alturas, a las serpientes, a las arañas, a la oscuridad, a las aguas profundas, asco ante las secreciones corporales que pueden contener parásitos, la carne podrida, etcétera, pero a menudo muestran sorpresa o incluso contrariedad ante la idea de que nuestras emociones morales puedan tener una base evolutiva como la confianza, la solidaridad, la gratitud. Pero del mismo modo que el miedo tiene una base evolutiva, nuestras emociones morales pueden también analizarse así.

Creo que Steve Pinker tiene razón y que sí tenemos una moralidad producto de la evolución. Pero también entiendo por qué provoca resistencia esta idea. ¿Por qué los genes de las partes del cerebro implicadas en la generosidad a costa de uno mismo habrían sido heredados en la brutal lucha por la existencia en la naturaleza? Darwin definió esto como «selección sexual»; advirtió que en la evolución no se trata solo de qué animales sobreviven sino también de cuáles pueden triunfar en la lucha por ganarse los favores del sexo opuesto.

Deben suceder dos cosas para que un individuo transmita sus genes a la siguiente generación; ha de sobrevivir y ha de resultar atractivo para el sexo opuesto. Un pavo real es una valla publicitaria ambulante; la cola de un pavo real, con sus puntos como ojos, es como un rótulo de neón ambulante.

En Estados Unidos estoy investigando una manera imprevista en que las mujeres practican lo que podría considerarse como una forma de cría selectiva. Voy al encuentro de un grupo de mujeres solas que, fríamente, escogen los atributos con los cuales quieren emparejarse y que quieren transmitir a sus hijos. ¿Existe la remota posibilidad de que la amabilidad o el altruismo sean algunas de las cosas que les interesan? Estas mujeres quieren recurrir a un donante de semen para convertirse en madres. Es una especie de selección sexual de tecnología punta.

R.D.: ―¿Escogeríais a un hombre que os atraiga?
AMY AVERSON, cliente de un banco de esperma: ―Por supuesto. Es algo parecido a una web de contactos. Pagas una suscripción de tres meses, miras las fotos… Conozco mujeres que lo ven de esta manera; buscas a alguien saludable, atractivo, educado e inteligente. Yo querría estas cualidades para mi hijo, las mismas que hubiera querido tener en una pareja. Que sean atractivas para la gente en general. Al menos así es como yo lo veo.

Para las parejas potenciales de las mujeres, parejas que ellas nunca conocerán, el proceso comienza aquí:

CLAUS RODGAARD, gerente de un banco de esperma: ―Aquí tenemos las salas de los donantes, donde pueden hacer aquello que tienen que hacer.
R.D.: ―Unas fotografías adecuadas en la pared, ¿eh?
C.R.: ―Pues claro. Debes tener material para inspirarte, para que la cosa funcione, je je.
R.D.: ―Pero ¿qué escogen las mujeres? ¿Hay alguna que diga: «Deme uno al azar»?
C.R.: ―Es algo muy extraño.
R.D.: ―Entiendo.
C.R.: ―¿Qué mujer entra en una zapatería y dice: «Deme cualquier zapato»? Eso no pasa.
R.D.: ―No. Es verdad, ¿Pero qué piden? Compres lo que compres, dedicas un tiempo a decidirte.
C.R.: ―Por supuesto.
R.D.: ―Pero en nuestra sociedad parece como que haya un tabú contra la elección eugenésica y podría ser que las mujeres, de acuerdo con eso, dijeran: «Estoy contra la eugenesia y por lo tanto, pues…»
C.R.: ―Esto es América. Es una sociedad de competitividad y consumismo. La gente está acostumbrada a comprar por internet y a preguntar cosas de los productos.

Los donantes deben proporcionar detalles completos e íntimos de todos los aspectos de su vida: el número que calzan, las alergias, el tono de piel, si se broncean fácilmente…

R.D.: ―Animal de compañía preferido…
C.R.: ―Animal de compañía preferido, si es fumador…
R.D.: ―Le gusta James Bond.
C.R.: ―Le gusta el Aston Martin, le gusta el jazz…

Pero yo quiero volver al misterio del altruismo. ¿Es posible que entre las cualidades que una mujer quiere en un donante de esperma esté que sea agradable, que sea amable?

AMY AVERSON, cliente de un banco de esperma: ―Aquí hay uno que me ha llamado la atención. Metro ochenta y cinco, ojos de color avellana, moreno rizado… Me interesa este, porque cuenta que una mujer de su familia tenía problemas para quedarse embarazada y que era importante para él poder ayudar a otras mujeres que necesitasen ayuda en este aspecto, y eso me ha gustado.

R.D.: ―Lo que es fascinante es que las mujeres no quieren simplemente las cualidades evidentes del macho alfa.
CLAUS RODGAARD: ―Hay muchos más factores que se tienen en cuenta además del físico y la inteligencia. Uno de los donantes que ha tenido más éxito es, de hecho, el tipo más simpático que tenemos.
R.D.: ―¿Y qué?
C.R.: ―No sé cómo expresarlo de una manera formal, pero es el tipo más simpático. No es el más listo ni el mejor plantado.
R.D.: ―Y entonces, ¿cómo saben ellas que es el tipo más simpático?
C.R.: ―Porque ha escrito un perfil muy extenso de sí mismo. Yo le he conocido y lo que dice el perfil es verdad. Sé que es un tipo muy simpático.

¿Qué está sucediendo aquí, a un nivel más básico? Esto me lleva a un tema que me interesó mucho en el pasado. La cuestión de cómo los animales evolucionan para ser buenos con los otros me fascinó cuando empecé a enseñar biología en Oxford en los años sesenta. Eso era tan solo diez años después de que Watson y Crick descifraran la estructura del ADN y de los genes. Y a mí me interesaba ver cómo la nueva ciencia de la genética podía ayudar a resolver el enigma del altruismo.

Los genes son instrucciones codificadas para construir cada ser vivo, cuerpo y mente. Son los que hacen que vaya apareciendo esa nariz familiar especial a lo largo de las generaciones, dictan de qué color tendremos los ojos. Pero estos ejemplos solo son la punta visible del iceberg. Lo esencial es que nosotros los organismos, nosotros, yo, un pulpo, un caballo o una jirafa, somos máquinas de sobrevivir, somos vehículos para los genes que viajan dentro de nosotros; unos vehículos que se averían una vez que han transmitido la preciosa información codificada a la generación siguiente mediante la reproducción. Los genes van copiándose de una generación a otra, una y otra vez, de manera que los genes, y solo los genes, son inmortales.

Yo propugné una visión de la naturaleza desde el punto de vista de los genes. Los genes que sobreviven son aquellos que proporcionan cuellos ligeramente más largos, una visión ligeramente mejorada o un camuflaje mejor y de esta manera ayudan a su vehículo a sobrevivir y por lo tanto a transmitir estos mismos genes. La supervivencia de los más aptos es en realidad la supervivencia de los genes, porque los genes son los únicos que sobreviven a través de muchas generaciones. Un gen que no mirase por sus propios intereses no sobreviviría; este es el significado de la expresión “gen egoísta”.

Muy bien. Pero entonces, ¿cómo puede ser que los genes egoístas promuevan la amabilidad? Si los genes se esfuerzan egoístamente por hacer más copias de sí mismos, ¿cómo puede un gen alcanzar este objetivo egoísta haciendo que su portador se comporte de una manera altruista? Una parte de la respuesta reside en el parentesco. Un gen altruista puede propagarse por la población siempre que el altruismo se dirija a otros organismos que tengan el mismo gen, en otras palabras, a la familia. De forma que los genes egoístas construyen animales padres que protegen a sus crías; en términos humanos, padres que entrarían en un edificio en llamas para salvar a sus hijos. Es la llamada «selección familiar». La otra parte de la respuesta es el «altruismo recíproco»: Si me rascas la espalda yo te rascaré la tuya. Cuando los animales viven en grupos en los que se encuentran repetidamente los unos con los otros, los genes para devolver favores pueden sobrevivir. Los individuos se sacrifican los unos por los otros, se dan comida los unos a los otros, a los parientes próximos y a otros individuos que pueden devolver el favor en otra ocasión. Los genes egoístas dan lugar a individuos altruistas.

En los años setenta escribí un libro en el que reunía todas estas ideas titulado El gen egoísta. La idea de que, en última instancia, el altruismo se reduce a un juego de supervivencia de los genes irritó a algunos, aunque ahora está ampliamente aceptada entre los biólogos. Pero la historia no termina aquí. Me he dado cuenta de que parece que haya una cosa extraña en los humanos. ¿No son los humanos más generosos de lo que podría esperarse incluso con la teoría del gen egoísta? Damos dinero a organizaciones benéficas, donamos sangre, lloramos porque le ha ocurrido una desgracia a unos desconocidos. Quiero investigar el porqué de esto.

Toda mi vida me he preguntado por qué la gente es tan buena y solidaria con los otros. A primera vista esto parece que se contradiga con la maldad del mundo feroz y competitivo del darwinismo. De acuerdo, el darwinismo se suavizó porque a los genes, egoístamente, les interesaba construir animales altruistas. Hay buenas razones genéticas para algunos actos limitados de bondad; pero no puedo dejar de preguntarme: ¿es suficiente con esto para explicar la bondad humana e incluso la de los chimpancés?

El primatólogo holandés Frans De Waal ha sido un crítico de la idea del gen egoísta. Estudia a los chimpancés y cree que nuestros parientes vivos más próximos muestran una empatía y una preocupación moral que va más allá del altruismo con los parientes y la reciprocidad de los genes egoístas.

FRANS DE WAAL: ―Pongamos que hay una gran pelea y hay uno que pierde. Frecuentemente hay otro que se le acerca, lo rodea con el brazo, intenta calmarlo, lo despioja… A eso lo llamamos comportamiento de consolación y es tan común que se pueden recoger datos.

De Waal me ha acusado de promover con mi libro lo que él denomina «la teoría del barniz», la idea de que la moralidad es una fina capa de barniz que hay encima de la de maldad inherente a nuestra naturaleza animal.

F.D.W.: ―La razón de que yo hable de la teoría del barniz es que hemos visto durante treinta años como se publicaban libros sobre como los humanos no son buenos por naturaleza, que en el fondo son malvados y si son buenos es solo para causar una buena impresión y si son morales es solo por un fino barniz que hay encima de nuestra naturaleza humana. Yo estoy en contra de eso.
R.D.: ―Mi opinión es que los fenómenos que vemos, que tú has descrito como empáticos, son fenómenos que necesitan una explicación. Y en mi caso los explicaré basándome en los genes egoístas. Los genes egoístas son tan buenos explicando los comportamientos altruistas como los egoístas.
F.D.W.: ―Ciertamente los genes se preocupan de sí mismos, pero quizá el problema es que la palabra “egoísta” tiene un contenido motivacional y opino que es aquí donde la gente se confunde y piensa: «Si tenemos genes egoístas hemos de ser egoístas» y estas cosas deberían diferenciarse.
R.D.: ―Por supuesto. Es una confusión muy desafortunada porque la mayor parte del libro trata sobre el comportamiento altruista.
F.D.W.: ―Y también se ha utilizado en la ideología política, por ejemplo en lo que denominamos darwinismo social, tan importante en este país, Estados Unidos. Es una especie de trampa ideológica que dice: los animales no son buenos entre ellos, y nosotros, los humanos, no deberíamos ser buenos los unos con los otros; no hay ningún motivo por ejemplo para ayudar a los pobres porque los pobres han de arreglárselas por sí mismos y si no lo consiguen, que se mueran, no pasa nada.

Yo también detesto el darwinismo social, pero eso no quiere decir que hayamos de idealizar la naturaleza y que no nos hayamos de enfrentar a los hechos cuando tratamos de las raíces genéticas del altruismo. Pienso que la selección familiar en pequeños grupos en la naturaleza ha favorecido el altruismo pero que, cuando se trata del ser humano, ha sucedido alguna cosa especial. Hemos ido más allá de la selección familiar. Nuestro mundo, ahora, ha subido de escala; vivimos en medio de poblaciones grandes y anónimas de desconocidos que no son familiares que compartan nuestros genes ni gente de la que podamos esperar que nos devuelva los favores, y a pesar de todo tenemos el deseo de ser buenos.

R.D.: ―La norma que tenemos grabada en el cerebro dice: «Sé bueno con todo aquel que te encuentres». Y eso funciona en la naturaleza porque todo el que te encuentras forma parte del grupo pequeño y es muy probable que sea un primo, por tanto, cuando yo veo a otro ser humano sufriendo, llorando o alguna cosa así, siento un impulso casi incontrolable de consolarlo, de rodearlo con el brazo. «¿Qué te sucede? ¿Cómo puedo ayudarte? Déjame ayudarte, por favor.» Es un impulso interno muy fuerte que, como darwinista, creo que tiene raíces ancestrales en un pasado en el que vivíamos en pequeños grupos, en pequeñas bandas, en el que era muy probable que estuvieras rodeado por parientes o por individuos que podían corresponderte. Ya no lo estamos. Aquella persona que llora es un completo desconocido para mí; no me corresponderá nunca, pero a pesar de todo el impulso está ahí, no puedo evitarlo.

¿Por qué los humanos somos a menudo tan buenos con los completos desconocidos? ¿Podría ser porque nuestros genes egoístas en cierto sentido, en un sentido fantástico, fallan? Comparémoslo con el deseo sexual, con el deseo de copular; aunque utilicemos la contracepción expresamente para frustrar la finalidad evolutiva, el deseo continúa existiendo a causa de los circuitos cerebrales creados por los genes. De la misma manera tenemos un deseo de ser buenos, incluso con desconocidos, porque la bondad ha quedado grabada en nuestros circuitos cerebrales desde la época en que vivíamos en pequeños grupos de parientes y amigos íntimos con los que valía la pena intercambiar favores.

Este es para mí el antídoto a la oscuridad que algunos han visto en nuestra herencia darwiniana. Y va aún más lejos. La alegría de ser seres humanos conscientes es lo que nos hace levantarnos por encima de nuestros orígenes. El fallo de los genes egoístas significa que nosotros no imitamos la maldad de la naturaleza sino que nos escapamos de ella y vivimos de acuerdo con nuestros valores.

Como Darwin reconoció, los humanos somos la primera y única especie que ha podido desligarse de la fuerza brutal que nos creó, la selección natural. Nosotros, los humanos civilizados, hacemos todo lo posible por controlar el proceso de eliminación. Construimos asilos para los retrasados, los mutilados y los enfermos, hacemos leyes para favorecer a los pobres y nuestros médicos se esfuerzan para salvar la vida de todo el mundo hasta el último momento.

El Club 999 en el East End de Londres acoge a los menos afortunados, alcohólicos, drogadictos y vagabundos, y les proporciona té y comidas calientes. Para mí un altruismo como este representa una de las cimas de la civilización humana. Nos preocupamos por los más vulnerables de nuestra sociedad, cuidamos a los enfermos, damos asistencia social a los necesitados.

IRIS FRENCH, trabajadora de una organización benéfica: ―Necesitan alguna cosa caliente que les haga entrar en calor. Después de haber pasado toda la noche durmiendo en la calle no les queda calor en el cuerpo y si al menos pueden tomar un tazón de sopa…
R.D.: ―¿Qué es lo que le hace a usted sentir la necesidad de ser tan buena?
I.F.: ―…Fui una niña de la guerra. Nunca había mucha comida y por eso siempre he intentado cuidar a esta gente tan bien como he podido. Si veo que tienen hambre les doy de comer.
R.D.: ―Así que pasó hambre de pequeña…
I.F.: ―Sí.
R.D.: ―Y pensó: No quiero que le pase eso a otras personas.
I.F.: ―Exacto. Eso pensé.

Nosotros podemos sentir empatía, podemos ponernos en la piel de los otros. Una sociedad basada en los principios darwinistas estrictos sería una sociedad despiadada. Afortunadamente, la selección natural nos ha proporcionado cerebros grandes con los cuales podemos diseñar una sociedad más benévola, el tipo de sociedad en el que nos gusta vivir.

La evolución no tiene ningún propósito. Aquí no hay benevolencia, no hay planificación de futuro. Alguna gente encuentra esto perturbador; pero hay una manera mejor de enfocarlo: solamente nosotros en la Tierra hemos evolucionado hasta el punto extraordinario en el que podemos entender cómo funcionan los genes egoístas que nos han modelado. No son modelos para nuestro comportamiento sino todo lo contrario. Como somos conscientes de estas fuerzas podemos trabajar para domesticarlas a través de la bondad y la ética, la medicina moderna, la caridad, incluso el pago de impuestos; podemos derrocar la tiranía de la selección natural. Nuestros cerebros evolucionados nos permiten rebelarnos contra nuestros genes egoístas.



The Fifth ApeDe la serie documental The Genius of Charles Darwin
Presentada por el profesor Richard Dawkins, Universidad de Oxford
IWC Media Limited 2008


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