20 de abril de 2022

Fernando Pessoa (Álvaro de Campos)

Mecanografía

Dibujo solo, en mi celda de ingeniero, el plano;
firmo el proyecto, aquí aislado,
alejado incluso de quien yo soy.

Al lado, acompañamiento banalmente siniestro,
el tac-tac restallante de las máquinas de escribir.
¡Qué náusea de vida!
¡Qué abyección esta regularidad!
¡Qué sueño este ser así!

Antaño, cuando yo era otro, había castillos y caballeros
(ilustraciones, tal vez, de algún libro de la infancia),
antaño, cuando era fiel a mi sueño,
había grandes paisajes del Norte, explícitos de nieve,
había grandes palmerales del Sur, opulentos de verde.

Antaño.

Al lado, acompañamiento banalmente siniestro,
el tac-tac restallante de las máquinas de escribir.

Todos tenemos dos vidas:
la real, que es la que soñamos en la infancia
y que seguimos soñando, adultos, en un sustrato de niebla,
y la falsa, que es la que vivimos en convivencia con los demás,
que es la práctica, la útil,
aquella en la que acaban metiéndonos en un ataúd.

En la otra no hay ataúdes, ni muertes,
hay solo ilustraciones de la infancia:
grandes libros coloridos, para ver, no para leer;
grandes páginas de colores para recordar más adelante.
En la otra somos nosotros,
en la otra vivimos;
en esta morimos, que es lo que significa vivir.
En este momento, entre la náusea, vivo en la otra...

Pero al lado, acompañamiento banalmente siniestro,
alza la voz el tac-tac restallante de las máquinas de escribir.




F. Pessoa. Dactilografia (arquivopessoa.net)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2022


                    ∼

Dactilografia

Traço sozinho, no meu cubículo de engenheiro, o plano,
Firmo o projecto, aqui isolado,
Remoto até de quem eu sou.

Ao lado, acompanhamento banalmente sinistro,
O tic-tac estalado das máquinas de escrever.
Que náusea da vida!
Que abjecção esta regularidade!
Que sono este ser assim!

Outrora, quando fui outro, eram castelos e cavaleiros
(Ilustrações, talvez, de qualquer livro de infância),
Outrora, quando fui verdadeiro ao meu sonho,
Eram grandes paisagens do Norte, explícitas de neve,
Eram grandes palmares do Sul, opulentos de verdes.

Outrora.

Ao lado, acompanhamento banalmente sinistro,
O tic-tac estalado das máquinas de escrever.

Temos todos duas vidas:
A verdadeira, que é a que sonhamos na infância,
E que continuamos sonhando, adultos num substrato de névoa;
A falsa, que é a que vivemos em convivência com outros,
Que é a prática, a útil,
Aquela em que acabam por nos meter num caixão.

Na outra não há caixões, nem mortes,
Há só ilustrações de infância:
Grandes livros coloridos, para ver mas não ler;
Grandes páginas de cores para recordar mais tarde.
Na outra somos nós,
Na outra vivemos;
Nesta morremos, que é o que viver quer dizer;
Neste momento, pela náusea, vivo na outra…

Mas ao lado, acompanhamento banalmente sinistro,
Ergue a voz o tic-tac estalado das máquinas de escrever.



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