Los días polvorientos se han ido,
Rosa de Cimarrón.
R. Young (Poco), Rose of Cimarron
Ráfagas de ocaso, dunas escampadas.
R. M. del Valle-Inclán, Rosa de llamas
Monta el acero,
fuerza el asfalto; empuja al viento,
mira hacia el sol.
Chillan caballos,
gruñen leones, rugen disparos
en el motor.
Muerde las horas,
hiere los labios: canta la Rosa
de Cimarrón.
Bullen las nubes
en la meseta; la tarde funde
cian en fulgor.
Calma a la bestia,
enfría el hierro; dale a la rueda
paz y pasión.
Duerme, descansa:
sueña en infiernos de ardiente lava
y acre vapor.
Revive luego
tu fe en el cosmos. Vuelve sin miedo
al viejo hoy.
Alzando el día
va la mañana; el cuero vibra
y entra en calor.
Suelta los músculos,
traza tu ruta sobre el dibujo
del caracol.
Rugen colores,
graznan serpientes, hierven leones
en tu interior.
Cabalga el hierro;
escucha al este, olvida el vértigo
en su frescor.
El mar se acerca
y la caricia de la marea
al malecón.
Polvo en los ojos.
Mantén la aguja, en cada escollo,
bajo control.
Polvo a lo lejos.
Allá se fueron los polvorientos
días de amor.
Viento en la boca:
susurras suave la hermosa Rosa
de Cimarrón.
egm.2019
Revisión del poema publicado en Luz de invierno en octubre de 2010
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