La intransigencia es, sobre todos,
el peor de los males que acechan al hombre.
Sófocles, Antígona
De cuantas cosas notables existen
ninguna más asombrosa que el hombre,
que atravesando el encrespado mar,
empujado por vientos tempestuosos
sobre las olas rugientes avanza,
y a la más poderosa entre las fuerzas,
la ilimitada e infatigable tierra,
la remueve y cultiva sin descanso
año tras año arándola con bestias.
El habilidoso hombre da caza,
engañándolos con trampas y redes,
a las especies de los raudos pájaros,
las manadas de las fieras salvajes
y a los muy diversos seres marinos
y, astuto, doma al animal campestre
que vive en libertad y unce al yugo
la cerviz del caballo de altas crines
y la del bravo toro montaraz.
Por sí mismo el hombre aprendió el lenguaje,
el veloz pensamiento y las maneras
civilizadas de comportamiento
y, dueño de recursos, alcanzó
a esquivar bajo los cielos el dardo
del hosco hielo y la inclemente lluvia;
solo a la muerte no logra escapar,
pero ha ideado medios de eludir
enfermedades antes incurables.
Posee el hombre un ingenio mayor
que cuantos seres el aire respiran
y astucia que le da conocimientos
que usa para el bien o para el mal;
si es justo, obtenga reconocimiento,
si no, sea desterrado por siempre.
¡Quien desprecie la ley e injustamente
actúe, que no se siente a mi mesa
ni escuche siquiera mis opiniones!
egm.2019
Revisión del poema publicado en Luz de invierno en octubre de 2010
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