13 de noviembre de 2019

El aire del sueño



Media noche. Tengo que ir a la ciudad
a encontrarme con quien no quiera soñar.
A. Vega (Nacha Pop), Antes de que salga el sol

Océanos secretos de aguas centelleantes.
L. A. de Cuenca, El otro Barrio de Salamanca

Celia Merlín
vino en un sueño
desde el confín
del sur porteño.

Llegó cantando
un sutil verso
dulce y fragante
de sal y sexo.

Cisnes salvajes
volaban frescos
por las orillas
del día extenso;

nuevos colores
vertía el cielo
sobre las calles
de un barrio ingenuo.

Llegó agitando
con breve gesto
una varita
de magia y cuento.

El frío urbano
se hizo incendio
de roja hierba
y blancos pétalos;

ceniza en plomo
creció rugiendo
y alzando olas
de savia y riesgo.

Celia Merlín
maduró el juego
del no te doy
ni me lo quedo.

Dragó la sangre
y pisó muertos
siguiendo un culto
de impíos rezos;

brotaron lirios
en los paseos
y en los tejados,
acebo y muérdago.

Y una ave fiera
cernió su aliento
sobre las selvas
del mundo quieto;

cerró sus garras
contra los huesos
y agarró fuerte
entero el nervio.

El rayo antiguo
rompió los cercos
con duro brazo
de puño eléctrico.

Vibraban rápidos
ritmos etéreos
en la explanada
del pulso abierto;

potros indómitos
corrieron recios
las avenidas
del orbe incierto,

con sed de eras
iban mordiendo
cerveza y vino
en agua y hielo.

En la tormenta
de sal y sexo
murieron pájaros
sobre el mar terso,

cayeron árboles
de troncos yertos
en las veredas
del firmamento.

Y… el ave fiera
levó su vuelo
hacia otros astros
del universo.

Celia Merlín
se fue en el metro
entre los túneles
ciegos del tiempo;

movió su vara
de magia y verbo
y quebró el aire
del sortilegio.

Cisnes de plata
solos se fueron
por las orillas
del día inmenso.

«Lo que me das
yo te lo entrego,
y lo que doy
es lo que tengo…»

Celia Merlín
se abrió sin dueño
hacia el confín
gris madrileño.


egm.2019

Revisión del poema publicado en Luz de invierno en octubre de 2010
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