7 de marzo de 2024

Historia secreta de los mongoles

Alan Qo’a y las cinco flechas

Duwa Soqor tenía un solo ojo en medio de la frente con el que podía ver a una distancia de tres jornadas.

Un día Duwa Soqor subió al monte Burqan en compañía de su hermano menor, Dobun Mergen, y como avistara desde lo alto gran tropel de gentes que bordeaban el río Tönggelik, dijo: «En medio de esas gentes hay una carreta de toldo negro y, al frente de ella, una hermosa muchacha. Si aún no es casada, la pediremos por esposa para ti, hermano Dobun Mergen».

Dicho esto, envió al hermano a informarse. Y el hermano, Dobun Mergen, entró por medio de la multitud y supo que la muchacha, ciertamente hermosa, se llamaba Alan Qo’a y no había sido dada a hombre alguno.

Las gentes eran de la casa de Qorilartai Mergen, que en su día fuera comandante de los qori-tumat, casado con Barqujin Qo’a, hija de Barqudai Mergen, el otrora señor de Köl Barqujin; con ella tuvo en Ariq Usun a esta muchacha, que llamaron Alan Qo’a.

Qorilartai Mergen había roto con los mayores de su clan a raíz de que estos prohibieran la caza de martas cibelinas, ardillas y otros animales en el territorio de los qori-tumat. Sabiendo que en el Burqan la caza era abundante, partió hacia allí con toda su familia y se puso bajo la protección del chamán de la montaña, Shinchi Bayan, formando el clan de los qorilar.

Fue así que Dobun Mergen pidió y tomó por esposa a Alan Qo’a, hija de Qorilartai Mergen, nacida cabe el río Ariq.

Alan Qo’a y Dobun Mergen tuvieron dos hijos, Bügünütei y Belgünütei; y Duwa Soqor, hermano mayor de Dobun Mergen, cuatro. Vivían todos juntos, pero al morir Duwa Soqor, sus cuatro hijos dejaron de reconocer como tío a Dobun Mergen y, separándose de él, tomaron por nombre de clan el de dörben.

Un día, pasado algún tiempo, Dobun Mergen salió a cazar a Toqochaq Ündür y en medio del bosque encontró a un hombre de la tribu de los uriangqan que estaba asando las costillas y las entrañas de un corzo de tres años que había cazado.

Dobun Mergen le pidió carne, y el uriangqai apartó para sí la cabeza, medio pecho y la piel y le dio el resto. Una vez cargado el corzo en su caballo, Dobun Mergen echó a andar, y en el camino de vuelta topó con un hombre muy pobre que venía con su hijo.

Dobun Mergen le preguntó de quién era, y el hombre dijo: «Soy Ma’aliq, del clan baya’ut, y estoy en la mayor miseria. Dame carne de ese corzo que llevas y yo te daré a mi hijo». Y Dobun Mergen le dio una pata trasera del corzo, llevando consigo a casa al hijo de ese hombre para que le sirviera de criado.

Muerto Dobun Mergen, su esposa Alan Qo’a parió tres hijos, que se llamaron Buqu Qadagi, Buqatu Salji y Bodonchar.

Pero Belgünütei y Bügünütei, los dos hijos que había tenido cuando aún vivía Dobun Mergen, decían a espaldas de ella: «Esta madre nuestra no tiene marido ni cuñados, y ha parido estos tres hijos. Y en nuestra casa solo vive el criado, de la casa de Ma’aliq el baya’ut; a fe que los ha tenido con él».

La madre oyó lo que decían y, un día de primavera, mientras aliñaba cecina de oveja, llamó a los cinco hijos, y sentándolos en fila dio a cada uno una flecha y les pidió que las partieran; y todos partieron su flecha. Mas luego ató juntas cinco flechas y les pidió que las partieran; y los cinco lo intentaron, uno tras otro, pero ninguno pudo partirlas.

Entonces la madre les dijo: «Belgünütei y Bügünütei, vosotros dos dudáis de con quién he tenido estos tres hijos. Hacéis bien en dudar, mas no sabéis que todas las noches, un hombre de color oro y plata entraba por el respiradero o el dintel de la puerta y venía a acariciarme la piel del vientre, y su brillo penetraba en él. Y cuando se iba tomaba la forma de un perro dorado, y salía trepando por un rayo de sol o de luna. No hagáis juicios precipitados, pues estos son sin duda hijos venidos del cielo, a los que no hay que tomar por seres comunes. Con eI tiempo, cuando sean reyes, habréis de comprenderlo».

Y a modo de consejo Alan Qo’a les dijo: «Vosotros cinco, hijos míos, sois todos nacidos de un mismo vientre. Como acabáis de ver con las flechas, separados, cualquiera podrá partiros; pero si obráis de común acuerdo y os mantenéis unidos como las cinco flechas, no habrá quien pueda destruiros». Poco tiempo después, Alan Qo’a murió.



Historia secreta de los mongoles. Edición, traducción y notas de Laureano Ramírez Bellerín (altaica.ru, pdf pp. 70-76)



☛ PyoZ ☚