En otros otroras
fui otros muchos
otros, pero
ahora óyeme, nena,
a quién cajones pretendes
tú causarle pena,
que eléctricas pacen ovejas
en pixelados prados
mentiras viejas
y ya palmó el jardinero,
tras los días tranquilos
en el hormiguero,
si pársecs con ángstroms te enhebro,
puede ser el universo tan grande
como lo sea tu cerebro
y a partir de la idea básica
de que estamos ambos equivocados,
comencemos a discutir de dados
y que pase lo que pase,
que lo que está pasando
es lo que siempre pasa,
patea al guardia y pisotea al fraile
pero cuida de que aún te queden
suelas para el último baile,
conque —penas, duelos y desdoros—
al rey dragón
nunca le faltarán tesoros,
pues más peor que un mal querer
es no querer
ni siquiera querer querer.
egm. 2022
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