Traducción de Joseph Canga Argüelles y Bernabé Canga Argüelles publicada en Madrid en 1797
Odas
Sobre la fortaleza
¿Por qué te das tormento
con ásperos pesares? Cobra, amigo,
cobra vigor y aliento
y oponte, cual te digo,
a la desgracia y mal pecho enemigo;
entre las rudas lanzas
del contrario feroz mantente osado,
sin miedo ni mudanzas,
y ni el triunfo logrado
aplaudas en extremo alborozado
ni, si te ves vencido,
en casa recostado des al lloro
el ánimo afligido,
y alegre y con decoro
de los que dignos son aumenta el coro,
pero con los malvados
no te contristes nunca en demasía,
y de los desgraciados
hombres, más cada día,
compadece la suerte cruel e impía.
De sí mismo
Amor, dentro del pecho
un cruel ardor moviendo,
de nieblas fue envolviendo
mi vista a mi despecho
y, con ánimo avieso,
del débil corazón me robó el seso,
y así, infeliz ahora
por voluntad del cielo,
lleno de desconsuelo
y rendido a deshora
y al tiempo traspasado,
del hueso hasta la médula ha calado.
A Glauco
Mira, mi Glauco, mira
cómo el cerúleo ponto se conmueve
y cómo, lleno de ira,
sus altas olas a encrespar se atreve;
la nube pavorosa
sobre los altos árboles se asienta,
resuena tempestuosa
y un súbito pavor nos desalienta.
De sí mismo
No pienso en el tesoro
de Giges, que abundaba
en riquezas y en oro,
ni conocí la emulación esclava;
no envidio las acciones
de los dioses sagrados
ni grandes posesiones:
de todo están mis ojos alejados.
Que de nada se debe desesperar
No hay cosa alguna de que el hombre pueda
desesperar ni que sea imposible,
ni nada hay admirable e increíble
desde que Zeus la luz serena y leda
la tornó en noche horrible;
se ocultó el sol a la mitad del día
y en los míseros hombres de repente
se difundió el pavor: la humana gente
de nada, pues, desesperar debía
desde aquel accidente.
Que nadie así se admire de que acaso
trueque con el delfín pastos la fiera,
que esta a la tierra el mar tal vez prefiera
y aquel el alto monte, en igual caso,
más que a las ondas quiera.
Fragmentos
1.
Al gran emperador no estimo en nada;
al hombre generoso y fuerte quiero.
2.
Es piadoso aplicar duros castigos
a los vivos, jamás sobre los muertos;
despedazar al mísero difunto
con la maledicencia es poco honesto.
3.
Es la misericordia blanda diosa
con los que de la vida al fin llegaron
y con los que la gozan venturosos
es rígida la envidia de igual modo.
4.
He de decirte, amado compañero,
y bien sé yo que has de gustar de oírlo,
que ames con verdad y sin cansarte,
no obstante sin hablarle, al afligido.
5.
Tuyo es, Zeus, el imperio de los cielos
y sobre los mortales tú derramas
las obras de injusticia repartidas
sin olvidar también las temerarias.
☛ Joseph y Bernabé Canga Argüelles. Obras de Sapho, Erinna, Alcman… (books.google, p. 131)
☛ Bernardo Berruecos Frank. Poesía arcaica griega (unam.mx, pdf, pp. 9, 16)
☛ J. Ferraté. Líricos griegos arcaicos, Arquíloco / Os fragmentos de arquíloco em português (edu.xunta.gal)
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