14 de enero de 2020

Subacuático el mundo,



                                                las sirenas
lucen largas melenas rubias, muy
rara vez morenas o pelirrojas,
tienen finas cejas y lindos pechos
y carecen de ombligo, las sirenas

mordisquean la carne blanda y lívida
de los desventurados que ellas antes
han hecho ahogar, y dicen, ay caray,
que empiezan a comerlos por el pene,
y las medusas alrededor, luego

roen todos sus huesos, sin dejar
ni fibra, y después de saciarse reptan
las olas, nadan furtivas y salen
a vomitar los jugos del ahogado
a alguna playita apartada, cantan

las sirenas sobre los arrecifes
de la orilla, en las noches vaporosas
—cualquiera junto al mar puede escucharlas—
las sirenas nos llaman, ay caray,
y las medusas alrededor, cuentan

también, subacuático el mundo, que
un pescador de la ría vio encima
de una peña a una sirena preciosa,
y además morenita, pero cuando
ella alzó la mano para atraerlo

y embobarlo, él se dio cuenta de
que no veía que tuviera ombligo
y le huyó veloz, remando hacia tierra
más ligero que un mújol, uy caray,
y las medusas alrededor, jóvenes

mueren todas las sirenas, y no
tienen huesos, cartílago ni espinas,
ni queda de ellas una sola escama
en el frío fondo del mar, y es
subacuático el mundo, recaray.

egm.2020

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