Terranova es, o lo era, un lugar lleno de gente interesante.
Como Larry, que se reía de sí mismo en las esquinas
por unas monedas. Estaban el ruso que se presentaba como
El Gran Duque, y del que decían que era un verdadero duque
de algún sitio, y la mujer que lo acompañaba a menudo en sus rondas.
El doctor Hanks, el matasanos, era un cirujano realmente bueno
cuando no estaba absolutamente borracho, que era casi todo el tiempo;
aún medio borracho podía realizar una cirugía craneal decente.
Estaba el ciego que no hablaba nunca
pero producía sonidos espectrales con una sierra musical.
Estaba Walsh, con su tienda de comestibles selectos.
Qué placer cuando mamá o papá
nos llevaban hasta allí, patinando sobre la resbaladiza nieve
y el hielo, y nos premiaban con un exótico higo dulce.
Tenían tés de todos los países que te puedas imaginar
y muchos pastelitos de Escocia, raros jereces
y madeiras para premiar a las tías y los tíos que venían a bailar.
En la eterna luz de las tardes de verano era una alegría
solo el estar allí y pensar. Dábamos largos paseos por el campo,
que siempre eran detenidos por algún que otro pantano. Entonces
era hora de volver a casa, lo que a todo el mundo le parecía bien,
al descubrir cada uno que él o ella podrían dar una cabezadita.
En fin, allí había un mayor porcentaje de personas interesantes
per cápita que casi en cualquier lugar de la Tierra, pero la población
era escasa, lo que significa que no había tantas personas interesantes.
Pero por todo eso nos amábamos unos a otros y tuvimos momentos
interesantes recogiendo el cerebro de los demás y secando redes
en los muelles de madera. Siempre llegaban algunos de nosotros.
Es un lugar del mundo de completa belleza, lo que nadie puede
negar —lo declaro— y de fuertes fronteras con las que tropezar.
Bien puede darse allí el culto a los poderes ctónicos, pero rara vez
es evidente. Eso nos encantaba también, ya que formábamos parte
de todo lo que sucedía, lo malo y lo bueno, y todos los matices
intermedios, felices de responder cuando pasaban lista, o competir
en los concursos de ortografía. Era demasiado de una cosa buena,
pero al menos ya se acabó. Están haciendo un documental sobre ello,
según me han contado. Lo pondrán pronto en un cine próximo a tu casa.
☛ John Ashbery. Interesting People of Newfoundland (griffinpoetryprize.com)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017
∼
Interesting People of Newfoundland
Newfoundland is, or was, full of interesting people.
Like Larry, who would make a fool of himself on street corners
for a nickel. There was the Russian who called himself
the Grand Duke, and who was said to be a real duke from somewhere,
and the woman who frequently accompanied him on his rounds.
Doc Hanks, the sawbones, was a real good surgeon
when he wasn’t completely drunk, which was most of the time.
When only half drunk he could perform decent cranial surgery.
There was the blind man who never said anything
but produced spectral sounds on a musical saw.
There was Walsh’s, with its fancy grocery department.
What a treat when Mother or Father
would take us down there, skidding over slippery snow
and ice, to be rewarded with a rare fig from somewhere.
They had teas from every country you could imagine
and hard little cakes from Scotland, rare sherries
and Madeiras to reward the aunts and uncles who came dancing.
On summer evenings in the eternal light it was a joy
just to be there and think. We took long rides
into the countryside, but were always stopped by some bog or other.
Then it was time to return home, which was OK with everybody,
each of them having discovered he or she could use a little shuteye.
In short there was a higher per capita percentage of interesting people
there than almost anywhere on earth, but the population was small,
which meant not too many interesting people. But for all that
we loved each other and had interesting times
picking each other’s brain and drying nets on the wooden docks.
Always some more of us would come along. It is in the place
in the world in complete beauty, as none can gainsay,
I declare, and strong frontiers to collide with.
Worship of the chthonic powers may well happen there
but is seldom in evidence. We loved that too,
as we were a part of all that happened there, the evil and the good
and all the shades in between, happy to pipe up at roll call
or compete in the spelling bees. It was too much of a good thing
but at least it’s over now. They are making a pageant out of it,
one of them told me. It’s coming to a theater near you.
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