Dans le fond des forêts votre image me suit.
Racine
Un jaguar viene siguiendo mis pasos;
él será quien un día me dé muerte:
su avidez ha incendiado los bosques,
merodea más altivo que el sol.
Muy suave, muy blandamente se desliza,
avanzando siempre detrás de mí;
en la lúgubre cicuta los grajos graznan el desastre:
la caza ha comenzado y está armada la trampa.
Despellejada por las espinas cruzo entre peñas,
ojerosa en el blanco y ardiente mediodía.
Por la roja red de sus venas,
¿qué fuego corre, qué ansia se despierta?
Insaciable, escudriña el terreno
condenado por nuestro yerro ancestral,
gritando: sangre, dejad que la sangre se derrame;
la carne debe saciar la herida abierta de su boca.
Afilados los dientes que desgarran y dulce
la requemada furia de su pelaje,
sus besos abrasan, cada garra una zarza;
el hado consuma su apetito.
En la estela del salvaje felino,
quemadas como teas para su regocijo,
yacen mujeres renegridas y calcinadas,
convertidas en cebo de su voraz cuerpo.
Ya las colinas incuban amenaza, engendran sombra;
la medianoche envuelve la sofocante arboleda;
el merodeador oscuro, al que el amor lleva
sobre fluidas ancas, se mantiene a distancia.
Entre los enredados matorrales de mis ojos
se esconde ágil; en la emboscada del sueño
brillan esas zarpas que destrozan la carne
y hambrientos, hambrientos, los tensos muslos.
Su ardor me atrapa, ilumina los árboles,
y voy corriendo con la piel en llamas;
¿qué respiro, qué frescor puede calmarme
cuando quema y marca esa mirada amarilla?
Arrojo mi corazón para cortarle el paso,
para aplacar su sed derrocho sangre;
él come, y aun así su necesidad busca alimento,
impone un sacrificio absoluto.
Su voz me acecha, presagia un trance,
el bosque destruido cae en cenizas;
aterrada por el secreto deseo, me precipito
desde un gran ataque de luminosidad.
Al entrar en la torre de mis miedos,
cierro mis puertas a esa culpa oscura,
atranco la puerta, cada puerta la atranco.
La sangre se acelera, tintineando en mis oídos:
Las pisadas del jaguar están en la escalera,
subiendo, subiendo por la escalera.
☛ Sylvia Plath. Pursuit (books.google.es)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2016
∼
Pursuit
Dans le fond des forêts votre image me suit.
Racine
There is a panther stalks me down:
One day I’ll have my death of him;
His greed has set the woods aflame,
He prowls more lordly than the sun.
Most soft, most suavely glides that step,
Advancing always at my back;
From gaunt hemlock, rooks croak havoc:
The hunt is on, and sprung the trap.
Flayed by thorns I trek the rocks,
Haggard through the hot white noon.
Along red network of his veins
What fires run, what craving wakes?
Insatiate, he ransacks the land
Condemned by our ancestral fault,
Crying: blood, let blood be spilt;
Meat must glut his mouth’s raw wound.
Keen the rending teeth and sweet
The singeing fury of his fur;
His kisses parch, each paw’s a briar,
Doom consummates that appetite.
In the wake of this fierce cat,
Kindled like torches for his joy,
Charred and ravened women lie,
Become his starving body’s bait.
Now hills hatch menace, spawning shade;
Midnight cloaks the sultry grove;
The black marauder, hauled by love
On fluent haunches, keeps my speed.
Behind snarled thickets of my eyes
Lurks the lithe one; in dreams’ ambush
Bright those claws that mar the flesh
And hungry, hungry, those taut thighs.
His ardor snares me, lights the trees,
And I run flaring in my skin;
What lull, what cool can lap me in
When burns and brands that yellow gaze?
I hurl my heart to halt his pace,
To quench his thirst I squander blood;
He eats, and still his need seeks food,
Compels a total sacrifice.
His voice waylays me, spells a trance,
The gutted forest falls to ash;
Appalled by secret want, I rush
From such assault of radiance.
Entering the tower of my fears,
I shut my doors on that dark guilt,
I bolt the door, each door I bolt.
Blood quickens, gonging in my ears:
The panther’s tread is on the stairs,
Coming up and up the stairs.
☛ PyoZ ☚