21 de febrero de 2018

De la observación de los elementos físicos



A partir de observaciones reales
alcanzamos conclusiones dudosas
dependiendo de si llueve o decrece

la luna; debe inferirse de ello
que, natural o adquirido, el saber
percibir sí vale la pena, a menos

que se abandone a sus propios recursos,
intencional o innecesariamente,
tanto si el clima es condescendiente

como arcoíris, isla o lapislázuli,
o si lino, nogal o alcor, corcel
o elefantes, espiga o galopadas,

ya sea erupción o ya fuste de mármol
ceroso del roce de cien mil pieles,
tanto pájaro como maldeamores,

ya sea hormigas en el perineo
como relámpago de dopamina,
ya se trate de alfombra, cama o césped,

o crambe o playa, o campo de amapolas
inflamadas de la luz del verano
o agrio temporal en los roquedos,

ya espejo o farallón, parpadeante
estrella tras la nube o precipicio,
o erección, acción y eyaculación;

ya bien vagina o pubis afeitado
cada sábado a media tarde, ya
perla o nácar, ya fórmula o blasfemia,

tanto si llueve o si orina la luna,
caemos en infaustas conclusiones
observando fielmente lo real.

egm. 2018

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