La lábil sombra del hombre bisonte
danza en la lienta pared de la cueva,
tú fuiste el elegido por el fuego,
este es el tiempo que jamás habías
visto/olido: nuevas mitologías
para nuevos devotos, afrontamos
los mismos vientos con distinto aparejo,
en la segunda nube a la derecha
alguien había que algo temía,
en coche todos los gastos son parcos,
dicen, pero no sabemos qué dice
el (fideindigno) texto original,
nada te obliga a sentirte obligado,
bebido, desorientado y hambriento,
vagas retorciendo las vagas calles,
la asidua lluvia, los fieles magnolios,
atado a tus tercas supersticiones,
interpenetración: el mar se expande,
interdesconexión: el mar emana,
el tiempo es la embriaguez de los dioses
y cada verdad es contradicción,
pero lo que suceda o no mañana
no lo conocerás hasta mañana,
donde acaso la circunstancia muerde,
hasta mañana, nena, hastamañana,
el helecho dibujó su espiral
hace ya más de trescientos cincuenta
millones de años, hastamañana,
ha bajado el precio de la inflación,
pero no pudo construir una flor,
quizá alguien allí sugiera algo,
vagas tallando vagos talles, hay
que entender que cuando alguien entiende
que ha estado equivocado lo que
hay que entender es que no entiende nada,
en política la realidad
siempre devora a la realidad,
mil memeces mil años predicadas
no llegan a sumar una sandez,
unas veces cisne, otras veces uro,
y a veces un par de billetes sucios
en un zaguán: conocimiento oculto
y revelaciones irrelevantes,
alegre y ajeno, brinda, pues, por
todas las ledas, europas y dánaes
a las que has encontrado y perdido,
y cada barba que aguante su pelo,
qué más da cuál sea el problema: vaho,
qué más, quizá, damas, aquí da más
este suave sol de la atardecida,
el problema es no dar con el problema,
callarás o dirás lo que no piensas,
te importa poco la memoria: humo,
vaho, sus ñoños recuerdos no valen
nada de lo que tú has olvidado,
es tan solo una estación que no acaba
y otra que no acaba de comenzar,
y ese periodo intermedio en el que
no sabes qué calcetines ponerte,
〈geranios〉
no desfallezcas: los hombre no lloran
por la misma leche que las mujeres,
copos, descarta que el mito revele
poco más, la solución puede ser
que hay demasiados ritos pendientes,
perdidos ya caballo y camaradas
contemplas impasible la nevada,
el sabio disfrazado de silencio
esposa a su ingenua esposa a la cama,
el sagrado hombre bisonte pinta
el sueño, el ansia, el deseo, los miedos,
y se autorretrata en la estalagmita,
tu estilo se determina en tus límites,
con cinco micras de ®giliptonita,
{geranios}
la liebre fatiga a los lobos y huye
de la nueva ideología de masas,
las nuevas mitologías escasas,
entonces la música no existía
ni tampoco había existido antes,
ni el silencio en su disfraz de solsticio,
excepto que ella empezó a cantar,
y supiste: esta, gris, es la nube
en la que tendrás que consolidarte,
ya muy borrachos, los dioses vomitan
pedazos mal digeridos del tiempo,
después de la peste lo que no ardió
fue arrojado al vaho, bulos, injurias,
todo vale contra el gran ogro blanco,
y estamos bailando cerca y muy lento,
planeándonos descendentemente,
aféitate el solsticio: para y de,
baila conmigo en la punta del pie,
y fluidas variaciones de color
a muy pequeña escala, apocalipsis,
cuando notemos* algo lo diríamos,
en este cementerio de los sueños
se entierran los corazones de cuarzo,
marea alta: interpenetración,
retuerces las mismas aceras, dando
vueltas alrededor de la manzana
que el gusano del tiempo roe, humo,
mientras mantenemos nuestra distancia,
con el solsticio —la furia magnífica
de la poesía— bien depilado,
sí, siempre mantenemos las distancias,
los ingenieros ya están al corriente
de estos in-opinados problemas,
incéndiate, tú, que has sido elegido
por el fuego, entre estación y estación:
¡geranios!
*Nota: No se nota que nadie note nada.
egm. 2017
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