yo sé donde el viejo loco
enterró su tesoro,
hay campos cultivados,
aunque jamás lo tocaré,
hay un camino que va
y otro que viene,
pero no son el mismo,
hay árboles, pinos, robles,
acechan los cuervos la tarde,
eucaliptos, laureles,
hay un puentecillo de piedra
y otro de madera donde
el río se une al río
que va, pasa, y nunca vuelve,
el mirlo mide las sombras,
los líquenes duermen la piedra,
umbría y humedad, libélulas
y algún martín pescador,
yo soy una brizna bajo la niebla
—la niebla me alimenta y me devora—,
no sé por qué el viejo loco
escondió aquí su tesoro.
egm. 2017
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