31 de agosto de 2017

Polaridad negativa



Esos carbones

He dejado salir
a los demonios; ahora no quieren
regresar a mi mente.



Lapso

Sí, tal vez eres tiempo,
y eres infinito; y también instante…
no solo eternidad.



Lazo

Hay trampas para ratones,
para zorzales, gamos y conejos…
y también para lobos.



Viciotez

Creer que los demás
son tontos es el vicio recurrente
de los mentecatos.



Reflexión

El espejo no habla
ni mira; tú lo miras y te dices,
dudosa, la verdad.



Don de estilo

Me admiran los poetas
que tienen siempre el mismo estilo; son
realmente admirables.



La verdad de Mariel

Escribí tu nombre en clara
caligrafía; a ti no te gustó
como sonaba en voz alta.



Don de Erato

Una vida insufrible
no otorga —poeta— el don de escribir
poesía aceptable.



Alborada

La noche ya no vuelve;
¿podría importarle a alguien saber
lo que dice el poema?



Mediocritas

Nunca he llegado a estar
—quizá— lo suficientemente cuerdo
ni lo bastante loco.



No haiku

El hecho de tener
tres líneas no convierte a cualquier frase
en un jodido haiku.



Desistencia

Cede —poeta— en tu dolor,
que en la vida hay cosas más importantes,
y dolorosas, que el amor.



Escribanía

Realmente preferiría
no hacerlo; no quisiera, amor, tener
que enamorarme.



Rebuzno

Necesito ignorar
que nada de lo que hago funciona,
para seguir haciéndolo.



Penaltis

Me gusta cada vez
más el fútbol: mientras miro el partido
no pienso en ella.



Salida 16

Tu amor —poeta— es
una mierda de perro en la autopista
a las diez menos cuarto.



Colapsa

Tendrás que desmoronarte
a solas; mi locura es suficiente,
no necesito más.



Del escombro

aún puedo reconstruirme,
crujir, despedazarme; y otra vez
volver a equivocarme.



Sacar y restar

No hables de ti cuando
hablo de mí; no hables de mí cuando
de quien hablo es de ti.



Delayed

Viajo en otro vuelo
que aunque suele salir mucho más tarde
a veces llega antes.



Esta insidia

no es lo que sabes,
sino lo que crees saber,

ni lo que oyes,
sino lo que crees oír;

no lo que dices,
sino lo que crees callar.



Los platelmintos

no beben, no se drogan,
no comen dulces y no se preguntan
qué hacen en la vida.



De la sordera

Quien solo habla una lengua
es mudo; quien entiende un solo idioma
es sordo, y también ciego.



De la ceguera

No hay peor ciego
que el que no quiere oír, ni peor sordo
que el que no quiere ver.



Sostenella

Siempre quien dice
que no se arrepiente de nada tiene
mucho de que arrepentirse.



Óptica política

Suelen en huerto ajeno
ladrar más fuerte los perros furiosos
que en la casa propia.



Simplicit@s

Hay cosas tan fáciles
de entender que son muchas las personas
que no las comprenden jamás.



Otredad

Intento ser otro;
pero el otro —viejo cabrón astuto—
sigue siendo yo.



Señoritas y caballeros

Quien te llama “señorita”
quiere aparecer como un caballero;
quien quiere parecer un caballero
no lo es, señorita.



Intangibles

He trazado endebles, tenues
líneas a mi alrededor que no debo
cruzar, ni dejar que cruces.



Introspección

Saberte inteligente
es lo que te ha elevado a presuntuoso
y corregido en necio.



El secreto de la Esfinge

Finge… la Esfinge finge
saber la respuesta al enigma; pero
ella también la ignora.



Sin regreso,

acaso Aquiles, en Ftía,
compuso la historia de un vate ciego
y —ebrio— después la olvidó.



Zeuxo,

nacida del Océano,
criada entre algas y arena: no dejes
que se te vaya el mar.



Poeta cuántico

No cree en Dios, pero
sí en la Física; ella también
le traicionará.



Nostalgia futura

Este hoy que vivo
no es el mañana con el que soñaba
ni el ayer que añoraré.



Curvatura

La luz no necesita
los ojos; existía antes que ellos,
y mucho antes que Dios.



Espectro visible

Ah, también el gris
es un color; no solo hay blanco y negro:
eh, también hay gris.



La quinta ley

El tiempo no se pasa
ni se gana, ni se pierde o se encuentra:
el tiempo se transforma.



Mente mortal

La mente no ignora
nada de todo cuanto el alma pueda
llegar a sentir.



Cosmogonía

El Universo no existe
para el ser humano, sino que él es
porque existe el Universo.

No está hecho el Universo
a nuestra medida, sino nosotros
lo estamos a la suya.

El Universo no fue creado
para ti, sino que tú solo eres
parte del Universo.



Cotufa del golfo al ron

A arcaicos dioses
en los que no creo oro en idiomas
que no comprendo.



Teogonía

Otros dioses yacen —muertos—
bajo el pesado cieno de los siglos;
estos también caerán.



Marea llena

Propósitos para Año
Nuevo: no preguntarme más quién soy;
soportar la resaca.



Los espectros interiores

son tan solo demonios;
aúllan de dolor, pero no pueden
causarte ningún daño.



Regresión

Viejo lobo en invierno:
sabe cazar pero el nervio le falla;
la ventisca lo cerca.



Hiedra

Aunque no pueda, puedo;
quiera o no quiera que no quiera, quiero;
sea o no exista, es.



La verdad del caso Prufrock

Yo maté a José Alfredo;
y aunque no hubo accidente, la culpa
ni siquiera fue suya.



Zarza

Detrás de las palabras
—llamas que niegan la luz— permanece,
taciturno, el poema.

egm. 2017

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27 de agosto de 2017

Control de plagio (XIII)



121
El tintineo
de mis espuelas de plata
lo han oído muy pocos;
dame a probar
tu dulce vino de fresas
y entenderás mi código.

122
Justo al lado
un camarón bandeado
se instalado como ocupa.

123
El amor
soba su beso,
lo ciega en vicio;
un amor
le vicia el juicio:
sisa su seso.

124
¿Debo
comer ese albaricoque?
¿Debo
pensar que puedo
comer ese melocotón?

125
Pasillos que se bifurcan
y bifurcan,
                { abiertas que cerrar,
puertas {
                { cerradas por abrir.
Cruces, rotondas, calles.
Cuartos. Habitaciones. Cruces.

126
La muerte o el arte,
la chica o el poema;
es —en tal dilema—
mejor masturbarte.

127
La desesperanza
es lo último que se encuentra.

128
Todo lo demás
estaba antes creado,
por un dios
o por la física cuántica;
una cosa solo es tuya…
Pero te lo diré otro día.

129
Era antes de estar cuerdo,
por lo que dices:
eran tiempos tan felices
que ni me acuerdo.

130
Verso del tiempo vencido,
esta metáfora llega a su fin.

egm. 2017

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24 de agosto de 2017

Álvaro Cunqueiro

Pero Meogo en el verde prado

—Di a dónde vas, mi cierva herida,
di a dónde vas, ¡ay, por mi amor!
—¡Voy para el verso de una cantiga,
mi cazador!

—Di a dónde va tu cabello, doncella,
di a dónde va, ¡ay, por mi amor!
—¡Va para un lazo de verde seda,
mi cazador!

—Dame una cita en el alba, mi amiga,
dame una cita, ¡ay, por mi amor!
—¡Donde el ciervo del monte el agua movía,
mi cazador!

—Nunca vi cierva en los labios echada,
nunca vi lazo que tense en el viento,
nunca vi ciervo que el río moviera,
¡ay, por mi amor!



Álvaro Cunqueiro. Pero Meogo no verde prado (books.google.es)
Ver la cantiga Enas verdes ervas de Pero Meogo
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

Pero Meogo no verde prado

―Dime a onde vas, miña cerva ferida,
dime a onde vas, polo meu amor!
―Vou para o verso de unha cantiga,
meu cazador!

―Dime a onde vai teu cabelo, doncela,
dime a onde vai, polo meu amor!
―Vai para unha fita verde de seda,
meu cazador!

―Dime unha cita de alba, amiga,
dime unha cita, polo meu amor!
―Onde o cervo do monte a auga volvía,
meu cazador!

―Nunca vi cerva nos beizos deitada,
nunca vi fita que atesce no vento,
nunca vi cervo que volvese o alto,
polo meu amor!




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21 de agosto de 2017

Los siete sueños de Heriberto Biosbardos



Las gacelas corren y brincan
por la sabana,
rumor de cigarras y pájaros,
miro desde la distancia, y escucho,
soy un viejo depredador,
fuerte y audaz, avanzo silencioso,
sigiloso, determinado,
atento a los olores,
a la dirección del viento y sus cambios,
atento a la velocidad del tiempo,

una gacela se destaca
de las demás, mis ojos
se fijan, mis músculos se contienen,
la gacela se exhibe,
corretea ante mí como si no
pudiera verme,
yo me encorvo, olfateo el aire,
calculo, mido,
y avanzo sigiloso, silencioso,
determinado,

el tiempo se acelera en mí,
me tenso y me destenso
en una exacta fracción de segundo,
me abalanzo con precisión,
seguro de donde asestar
un golpe único y definitivo,
ágil, la gacela salta hacia un lado,
con un brinco me evita,
mis mandíbulas se derrotan
contra sí mismas,

muerdo el aire, remuerdo el polvo,
me muerde el tiempo…
ágil, grácil, la gacela se va.

Este es el primer sueño.



En el segundo sueño
tú me miras como una hiena hambrienta,
como el águila sobre el viento
—como el futuro examina el pasado—,
como la aullante loba sin manada…
como el tiempo sobre los días.

Yo huyo entre los matorrales
—sombra bajo las sombras,
perseguido por las incertidumbres
y la velocidad del tiempo—
y en la oscuridad de mi madriguera,
sobrecogido, tiemblo.



Una mariposa sin alas
blandía su varita mágica
el hada invocaba a sus vértigos

en el abismo de los dioses
el tiempo crujía en las flores
de los besos funambulescos

fluían ficciones errantes
y musgos de luz y humedades
en el pozo del tercer sueño.



El zorro bate el monte,
entra y sale de los caminos,
dibuja, traza,
rectas, curvas, secantes y tangentes,
triángulos y cuadrículas,
apremiado por los instintos
y el soplo del tiempo en la cola.

En la sombreada ladera
está picoteando la torcaz
sus piñones tranquila;
alza un ojo, ve al zorro que la acecha,
y prosigue picoteando,
picoteando los dulces piñones
que el tiempo ofrece.

Los campos brillan rojos
y amarillo el cielo en el cuarto sueño.
La paloma torcaz sabe,
y con un pequeño vuelo se aparta
y con otro se aleja.
El zorro aún trota tras ella
entre la abdicación y la esperanza.



Sueño y me empeño
en que en el quinto sueño
sepulto mis perversiones contigo,
Zeuxo nacida del Océano

—sigue vuelo, gaviota—,
y brindo, mierda, brindo
por el azul del mar
a través del reflujo de las algas,

un corazón de tiza en tu ventana
—es el tiempo, Zeuxo—, oh Zeuxo,
arena (lluvia) y sal,
dorada coleta, difusas pecas

—ya no vistes muñecas—,
desazón de saliva en el cristal.



En el lago del sexto sueño
de juncos de luz y humedades
fluían ficciones mutantes

con los densos besos espesos
el tiempo rujía en el dolmen
desde el vórtice de los dioses

el hada evitaba sus vértigos
cernía su varita mágica
la azul mariposa sin alas.



El tiempo se deceleraba
en la puerta del dolmen,
entremos, bailemos, dice el vencejo,
las retamas se mecen
al ritmo del tiempo en sus flores,

el cielo amarillea
sobre los rojeantes campos,
pájaros y cigarras escuchaban
su propio rumor en el polvo,
la luna disimula,

en lo hondo del bosque
el chamán recibía al visitante
llegado de otros infiernos,
desde su nido en el magnolio
ella te espía,

tibio es el sabor de estos días
en que rebrota el cuarzo,
tomaste mi acento como un mordisco
y yo tu dentellada como un beso,
en la arena y la sal,

como una hiena ella te miraba,
como la loba olisqueando
la remota velocidad del tiempo,
cedió la luna a los designios
del sueño séptimo,

armé mi débil cuerpo
de infinidades, y mi espíritu
volátil de hierro y cuero, la noche
de vidrios húmedos,
oliendo a algas,

entremos, decía el vencejo
—vuelo del tiempo—,
bailemos la dulce danza del miedo
en el séptimo sueño,
solos y eternos.

egm. 2017

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9 de agosto de 2017

Stephen Crane

En el desierto

En el desierto
hallé una criatura, desnuda, animal,
que, encogida en el suelo,
tenía su corazón en las manos
y comía de él.
Le dije: «¿Está bueno, amigo?»
«Es muy, muy amargo —respondió—;

pero me gusta,
porque es amargo,
y porque es mi corazón».



Stephen Crane. In the Desert (poetryfoundation.org)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

In the Desert

In the desert
I saw a creature, naked, bestial,
Who, squatting upon the ground,
Held his heart in his hands,
And ate of it.
I said, “Is it good, friend?”
“It is bitter—bitter,” he answered;

“But I like it
“Because it is bitter,
“And because it is my heart.”




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8 de agosto de 2017

Control de plagio (XII)



111
—El mundo está ardiendo de pronto
y solo puede salvarme el deseo…
—Es así como creo
que ya te has convertido en un tonto.

112
Diversas emociones
animales
causan algunas de las mutaciones
más letales

113
¿Cuál es
—un lugar en ti mismo—
el más, cuál es
—una mota en el tiempo—
el menos?

114
Todo lo que aprendí de cada uno
de mis errores
es a nunca reconocer ninguno
de mis errores.

115
Cuando empezaste este juego, ni el dado
ni yo éramos quien somos; ahora
incluso el nombre del juego ha cambiado.

116
No me gusta
la gente
(tampoco); solo
—también—
la necesito.

117
Los ríos son los portales
por donde los materiales
se adentran en el océano

118
Prefiero
la charla sin sustancia,
las frases sin sentido,
las palabras
sin significado.

119
—Canta en mi vaso
—reciente luna—, blanca, la sed;
solo el malvís,
que al aire enflauta, sabe qué sed.
—Amante: en tu vaso
derramo mi sed.

120
¡Quién se pudiera enredar
en la densa hiedra…
y de nuevo tropezar
en la misma piedra!


(continuará)

egm. 2017

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6 de agosto de 2017

Douglas Kearney

Las seis ciudades

I. Ciudad

Señoras y caballeros: la ciudad de bloques.
—Bloques de ciudad, no los de los niños— una letra
cada vez, aprendemos que las palabras son paredes,
casas, puentes; pero los de los niños. Bloques de ciudad,
una letra cada vez, aprendemos que las palabras pueden manchar.
Hongo es una palabra. Como lo es escondite, pero no el juego
infantil. La sangre en las fuentes de ciudad. Señoras
y caballeros: la ciudad de letras.
Planeamos palabras, una letra cada vez. Manchamos
bien las ciudades. ¡Escondite! No el juego infantil;
lecciones. Si al principio no tienes éxito: señoras
y caballeros, la ciudad de los niños. No
de bloques. Caballero, señora: aprendemos
palabras, bien, no bien: p r o b l e m a s m o r f o l ó g i c o s
una letra cada vez.
                              ¿Cómo los niños? Sí.
                                              Por favor.


II. Ciudad

Ayer me desperté y creí que yo era una ciudad, una ciudad verde.

Pero la ciudad cayó como un manto gris de taxis y neones,
de maniquíes y tapas de alcantarillado. Cariño, bajemos al agua,

Sí, aunque no al agua que no queremos. Más bien

el río que recordamos fluyendo desde el denso y húmedo soto-
bosque. Un lugar que hemos deseado visitar, los dos. Ahora vayamos por fin.

Seguiremos el agua como un niño aprende a caminar por las sombras

de sus padres, ambos llevando chaquetas verdes, como si el viento
les dijera: enseñad a vuestro hijo que la gente puede ser lugares,
puede ser matorrales,


puede ser bosques, una arboleda. Y aprendí esto. He sido tantos lugares

en mi vida; alguna vez quizá una ciudad con columnatas esmeralda y chapiteles
como mil chaquetas colgadas en sillas con respaldos-campanario.

Pero no era eso. Yo era un bosque cuyas raíces no habían sido destruidas,

una ciudad verde, pero que habían probado en sí mismas, como yo,
cuando me encontré en la boca del lugar al que llamáis río.
Y cuando bebí para ser cambiado, me convertí en un barranco. Justo ahí,

en el hueco de debajo de la ciudad que no estaba allí en absoluto,
pero distante, como un lugar en un folleto.
Sin embargo nos habíamos convertido en diversos

desperdicios, por lo que soñar con papel sería soñar
con niños in-apropiados… No,

soy ribera, limo arrastrado lentamente de nuevo a la corriente, donde el salmón,
cansado en su envoltura carmesí, dice: los niños son un lugar; si flotas demasiado

estarán detrás de ti. Tú me miras para nombrar el lugar en que nos convertimos.


III. Ciudad

Ciudad de setos pavimentados
y parcelas de cemento,
jardines de argamasa
y viñedos de ladrillo,
campos de hormigón,
huertos de enyesado
y parches de asfalto:
Antagonismo.


IV. Ciudad

Y abrimos cada puerta cerrada
en la atestada ciudad. Sabíamos cómo,
qué hacer. Derribamos
los muros de la ciudad. Se desplomaron.
Todos los niños que habíamos sido
esperaban. Cada uno al que mirábamos,
más bello que el anterior,
el anterior más bello que…
y sabiendo que el que elegimos
sería el niño en que vivir,
¿no estábamos orgullosos? nuestros ojos,
rotos de tanto sonreír,
¿no lloraban acaso rosados, azules?


V. Ciudad

La ciudad de la cimífuga negra.
La ciudad de la arginina.
La ciudad de la flor de trébol rojo.
La ciudad del zinc-zinc y el cobre.
La ciudad del abrojo y la serenoa.
La ciudad del selenio, la L-carnitina.
La ciudad de la centella, la centella asiática.
Qué hacer. Qué hacer.


VI. Ciudad

En la ciudad de los críos abollados
por-ser, todos los relojes se han detenido.
Lágrimas en los ojos, geométricas y sucias. Mugrientos
camiones con remolque avanzan, urgentes
—las marcas de frenazo, los cristales y el fluido—
con la carga ladeada. Sigue dando marcha atrás
contra las bocas de incendio. Sigue montando
sobre el bordillo. Las luces de los porches conducen
a cada felpudo. La puerta de la cocina deformada…
a dentro, a fuera, a fuera, a dentro, mi mujer removiendo su vacía
olla de hierro. El fondo de todas las cosas, seca-
serpiente-en-un-pozo-casi-drenado. Jodido
fuego —bajo aquel gran obelisco—
golpeando su cuello roto contra el humo.



Douglas Kearney. The Six Cities (placesjournal.org)
douglaskearney.com
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2017


                    ∼

The Six Cities

I. CITY
ladies and gentlemen: the city of blocks.
—city blocks, not children’s—one letter
at a time we learn words are walls,
houses, bridges; but that’s children’s. city blocks,
one letter at a time we learn words can stain.
blight is a word. as is tag but not children’s
games. the blood in the city wells. ladies
and gentlemen: the city of letters.
we plan words one letter at a time. we stain
cities well. tag! not children’s games;
lessons. if at first you don’t succeed: ladies
and gentlemens, the city of childrens. not
the blocks. gentleman, lady: we
learn words, well, unwell:— m o r p h o l o g y p r o b l e m s
one letter at a time—
like children? yes.
please.

II. CITY
yesterday, I woke and believed I was a city, a green one.

but the city fell away like a gray robe of taxis and neon,
of mannequins and manholes. sweetheart, let’s go down to the water,

yes, though not the water of what we don’t want. rather

that river we remember flowing from the thick, damp under-
brush. a place we’ve wished to visit, both of us. now, let’s really go.

we’ll follow the water like a child learning to walk shadows

its parents, both wearing green jackets as though the wind
tells them: teach your child that people can be places, can be coppices,

can be groves, a stand of tres. and I learned this. I’ve been so many places

in my life; once, perhaps a city with emerald colonnades and spires
like a thousand jackets hung on steeple-backed chairs.

but that wasn’t it. I was a forest whose roots hadn’t destroyed

a green city but had tasted it into themselves, even as I did,
when I found myself at the mouth of the place you are called river.

and when I drank to be changed, I became a gully. right there,

in the hollow below the city that was not there at all—
but distant, like a place in a brochure. still, we had become several

rushes, so to dream of paper would be to dream of children un-becoming—no,

I am riverbank, silt pulled slowly back into the current, where the salmon,
weary in its crimson envelope, says: children are a place; drift too long

they will be behind you. you look at me to name the place we become.

III. CITY
city of pavement groves
and cement plots,
tarmac gardens
and cinderblock vineyards,
concrete fields,
plaster orchards
and asphalt patches:
—antagonist.

IV. CITY
and we opened each locked gate
in the crowded city. we knew how,
what to do. we broke down
the city’s walls. they fell out.
all the children we had been
waiting for. each we looked at
more beautiful than the last,
the last more beautiful than—
and knowing the one we chose
would be the child to live,
weren’t we proud? our eyes
broken with such smiling,
didn’t they just weep pink, blue?

V. CITY
the city of black cohosh.
the city of arginine.
the city of red clover blossoms.
the city of zinc—zinc and copper.
the city of tribulus and saw palmetto.
the city of selenium, l-carnitine.
the city of gotu, of gotu kola.
what to do. what to-do.

VI. CITY
in the city of dented infants
to-be, the clocks have all stopped.
the eyes’ tears, geometric and foul. dirty
tractor-trailers lumber up, urgent—
the skid marks, the shards and fluid
—with crooked cargo. keep reversing
into fire hydrants. keep humping
over the curb. porch lights missing
every doormat. kitchen doorway’s warped—
in, out, out, in, my woman, stirring her empty
iron pot. the bottom of all things, dry-
snake-in-a-drained-well-like. fucking
fire—below that great obelisk—
knocking its broken neck against the smoke.




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4 de agosto de 2017

Incompetence is the mother-in-law of pseudoscience



I return to the doubt meditating about
Something vaguely special (come and play
With me) whereas I tear off this

Superfluous work of art from
The fund of my flaccid sternum
—Patience leads to salvation—

Don’t continue suckling the icon-udders
Of the deep petulance because
Among the skeletons you will find

All the information that you despise
Profiled on limestone
—Beautiful, melancholic, reflexive—

The murmurs of the rocks flood
The highways, in the mute doubts
(Read it as if you understood it)

You achieve the salvation —patience—
Nobody knew nor will know
But soon more messages will arrive.


egm. 2017

Autotraducción de La incompetencia es la suegra de la pseudociencia publicada en Uut Poetry.


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1 de agosto de 2017

Brizna de hierba en la niebla,



yo sé donde el viejo loco
enterró su tesoro,

hay campos cultivados,
aunque jamás lo tocaré,

hay un camino que va
y otro que viene,

pero no son el mismo,
hay árboles, pinos, robles,

acechan los cuervos la tarde,
eucaliptos, laureles,

hay un puentecillo de piedra
y otro de madera donde

el río se une al río
que va, pasa, y nunca vuelve,

el mirlo mide las sombras,
los líquenes duermen la piedra,

umbría y humedad, libélulas
y algún martín pescador,

yo soy una brizna bajo la niebla
—la niebla me alimenta y me devora—,

no sé por qué el viejo loco
escondió aquí su tesoro.

egm. 2017

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