Los analistas buscan pistas,
cualquier día amanece
como cualquier otro, pero ocultando
—arcoíris tus ojos—
algún engaño insidioso,
cualquier mañana aparece
el vacío, antes del desayuno
—este o otro poema—,
disimulado entre la llovizna
y el vaho del espejo,
cualquier día la niebla
es más clara que la luz no esperada
—es solo al regresar
cuando brilla la maravilla
que no volverás a ver—,
cualquier mañana parece
que este mismo poema
ya fue olvidado antes, con las mismas
—oh diosa, sin cisnes no existes—,
las mismas o otras mentiras,
arcoíris tus ojos,
luz no imaginada, voy
a contar tus pestañas inferiores
y a enseñarte la belleza del córner,
solo vosotras, diosas,
escucháis la fluctuación del vacío,
o hoy, este día, parece
que ya has vivido esta noche
en algún sueño anterior,
o cualquier día la fría neblina
revela la oscuridad del vacío
—las chicas listas siempre dejan pistas—,
en tales casos puede
ser lo mejor olvidar el paraguas
y salir a la calle
con las más oscuras gafas de sol,
fulgor, luz no esperada
—o el fruto pudrirá el árbol
cualquier día de lluvia—, voy
a comerme todas tus pecas, desde
la cima de tu nariz hasta…
hasta las colinas de tus tobillos,
doble arcoíris tus ojos,
—paulatinamente— voy
a devorar tu fulgor y tu sombra
en la fluctuación del vacío,
oh, diosas, solo vosotras
dais sin pedir nada a cambio,
desde las vaguadas de tus mejillas
hasta tus últimos desfiladeros,
sí —cualquier día—, voy.
egm. 2017
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