Ajo y zafiros en el fango
cuajan el árbol-eje encastrado.
Gorjeante el alambre en la sangre
canta bajo curtidas cicatrices
aplacando guerras ya muy olvidadas.
La danza por toda la arteria
la circulación de la linfa están
trazadas en el rumbo de las estrellas
ascienden al verano en el árbol
nos movemos por el árbol que se mueve
iluminados sobre la hoja trazada
y sobre el suelo mojado oímos
abajo, al podenco y al jabalí
persiguiendo su pauta de siempre
pero reconciliados entre las estrellas.
En el punto inmóvil del mundo que gira. No de carne ni descarnado;
no desde ni hacia; en el punto inmóvil, ahí existe la danza,
pero sin detención ni movimiento. Y no lo llames quietud,
donde se aúnan pasado y futuro. Sin movimiento desde ni hacia,
sin subida ni descenso. Excepto por el punto, el punto inmóvil,
no existiría la danza, y solo ahí la danza existe.
Yo solo puedo decir: hemos estado ahí, pero no sé decir dónde.
Ni sé decir por cuánto, pues es situarlo en el tiempo.
La liberación interior del deseo práctico,
la liberación de la acción y el sufrimiento, de la interior
y exterior compulsión, aun así envuelta
en una gracia del sentido, una luz blanca quieta y móvil,
ascenso sin movimiento, concentración
sin eliminación, tanto un mundo nuevo
como el viejo ya explícitos, entendidos
en la conclusión de su parcial éxtasis,
la resolución de su parcial horror.
Así el encadenamiento de pasado y futuro
entrelazados en la debilidad del cuerpo cambiante,
protege a la humanidad del cielo y de la condenación
que la carne no puede soportar.
Tiempo pasado y tiempo futuro
permiten solo un poco de consciencia.
Ser consciente no es ser en el tiempo
pero solo en el tiempo pueden el momento en la rosaleda,
el momento en el pabellón azotado por la lluvia,
el momento en la ventosa iglesia al caer del humo
ser recordados; imbricados con pasado y futuro.
Solo a través del tiempo el tiempo es conquistado.
(T. S. Eliot. The Four Quartets / Burnt Norton, II)
☛ T. S. Eliot Poems: The Four Quartets (coldbacon.com)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2016
∼
Garlic and sapphires in the mud
Clot the bedded axle-tree.
The trilling wire in the blood
Sings below inveterate scars
Appeasing long forgotten wars.
The dance along the artery
The circulation of the lymph
Are figured in the drift of stars
Ascend to summer in the tree
We move above the moving tree
In light upon the figured leaf
And hear upon the sodden floor
Below, the boarhound and the boar
Pursue their pattern as before
But reconciled among the stars.
At the still point of the turning world. Neither flesh nor fleshless;
Neither from nor towards; at the still point, there the dance is,
But neither arrest nor movement. And do not call it fixity,
Where past and future are gathered. Neither movement from nor towards,
Neither ascent nor decline. Except for the point, the still point,
There would be no dance, and there is only the dance.
I can only say, there we have been: but I cannot say where.
And I cannot say, how long, for that is to place it in time.
The inner freedom from the practical desire,
The release from action and suffering, release from the inner
And the outer compulsion, yet surrounded
By a grace of sense, a white light still and moving,
Erhebung without motion, concentration
Without elimination, both a new world
And the old made explicit, understood
In the completion of its partial ecstasy,
The resolution of its partial horror.
Yet the enchainment of past and future
Woven in the weakness of the changing body,
Protects mankind from heaven and damnation
Which flesh cannot endure.
Time past and time future
Allow but a little consciousness.
To be conscious is not to be in time
But only in time can the moment in the rose-garden,
The moment in the arbour where the rain beat,
The moment in the draughty church at smokefall
Be remembered; involved with past and future.
Only through time time is conquered.
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