5 de mayo de 2016

Robert Desnos

Tres estrellas

He perdido el arrepentimiento del mal con los años.
He ganado la simpatía de los peces.
Lleno de algas, el palacio que abriga mis sueños es un arrecife
y también un territorio de cielo tormentoso
y no del cielo tan pálido de la divinidad melancólica.
He perdido sin embargo la gloria que desprecio,
lo he perdido todo excepto el amor, el amor del amor,
el amor de las algas, el amor de la reina de las catástrofes.
Una estrella me habla al oído:
Creedme, es una hermosa dama,
las algas la obedecen y el mismo mar se transforma
en un vestido de cristal cuando ella aparece en la playa.
Bonito vestido de cristal, resuenas en mi nombre.
Las vibraciones, oh campana sobrenatural, se perpetúan en su carne,
los senos se estremecen.
El vestido de cristal sabe mi nombre,
el vestido de cristal me ha dicho:
«Furia en ti, amor en ti,
niño de las estrellas sin número,
dueño del único viento y la única arena,
dueño de los carillones del destino y de la eternidad,
dueño de todo excepto del amor de su amada,
dueño de todo lo que ha perdido y esclavo de lo que aún guarda.
Serás el último convidado en la mesa redonda del amor.
Los convidados, los otros, ladrones, se han llevado los cubiertos de plata.
El bosque se rasga, la nieve se funde.
Dueño de todo excepto del amor de su dama.
Tú que mandas en los ridículos dioses de la humanidad
y no te sirves del poder que se te ha sometido.
Tú, dueño, dueño de todo excepto de amor de tu amada».
Esto me ha dicho el vestido de cristal.



Robert Desnos. Trois Étoiles (poesies.net)
Recitado por Eve Griliquez en YouTube
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2016


                    ∼

Trois Étoiles

J’ai perdu le regret du mal passé les ans.
J’ai gagné la sympathie des poissons.
Plein d’algues, le palais qui abrite mes rêves est un récif
et aussi un territoire du ciel d’orage
et non du ciel trop pâle de la mélancolique divinité.
J’ai perdu tout de même la gloire que je méprise.
J’ai tout perdu hormis l’amour, l’amour de l’amour,
l’amour des algues, l’amour de la reine des catastrophes.
Une étoile me parle à l’oreille :
Croyez-moi, c’est une belle dame
Les algues lui obéissent et la mer elle-même se transforme en robe de cristal
quand elle paraît sur la plage.
Belle robe de cristal tu résonnes à mon nom.
Les vibrations, ô cloche surnaturelle, se perpétuent dans sa chair
Les seins en frémissent.
La robe de cristal sait mon nom
La robe de cristal m’a dit :
« Fureur en toi, amour en toi
Enfant des étoiles sans nombre
Maître du seul vent et du seul sable
Maître des carillons de la destinée et de l’éternité
Maître de tout enfin hormis de l’amour de sa belle
Maître de tout ce qu’il a perdu et esclave de ce qu’il garde encore.
Tu seras le dernier convive à la table ronde de l’amour
Les convives, les autres larrons ont emporté les couverts d’argent.
Le bois se fend, la neige fond.
Maître de tout hormis de l’amour de sa dame.
Toi qui commandes aux dieux ridicules de l'humanité
et ne te sers pas de leur pouvoir qui t’es soumis.
Toi, maître, maître de tout hormis de l’amour de ta belle »
Voilà ce que m’a dit la robe de cristal.


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