¡Permite a tu corazón
deleitarse en el combate!
Poema de Gilgamesh
Lejos del sereno cielo estrellado
escribo y pienso, hosca noche hueca,
en mi lengua un suave sabor amargo,
esquemas, encarnamientos, esquelas,
los años se han diluido como nieve,
pesa más que el universo la vida,
la devoradora de carne cruda
que se deleita en el feroz combate
y el acre derramamiento de sangre,
relámpago, rayo, el viento noctívago
deshoja las flores, agua azarosa,
dilatadas olas, el desvarío
de la mente inquieta es impredecible,
ondula como se ondulan las algas
al son de la marea, los procesos
de nuestra percepción se purifican
en la luz pálida de primavera,
el resto, mero olvido, letra inerte,
leve partícula que llevo dentro,
te amo aún en algares oscuros,
donde mi corazón va más pausado,
es solo en el sueño que el alma humana
muestra su naturaleza dispersa,
hoja que agitada por falsas brisas
vive unos cuantos días de verano,
plenos de pulsaciones palpitantes,
hasta que los pensamientos se vuelven
un gran borrón opaco y glutinoso
—bajo los robles tal vez esa hoja—,
y qué decir de los astros y nubes
de otoño, su rara esencia no es
apreciada en su diáfano valor
de abismos y erupciones, de energía:
el profundo azul de las altas bóvedas,
el plasma ionizado del espacio,
la deshilada urdimbre de los sueños…
pero la información nunca se pierde,
ni siquiera en un agujero negro,
y brotan líquenes sobre las tumbas
tras el feroz combate.
egm. 2023
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