Por los mares de la ría
un barquito azul entraba;
todo el cielo se inflamaba
y en sus velas refulgía.
En un puerto resguardado
echó el ancla aquel barquito
convocando a un infinito
de medusas a su lado.
Con el alba, sin embargo,
sin que el mundo se enterara,
se marchó por la luz clara
remontando el viento amargo.
Por el día, mar arriba,
el barquito azul se iba.
egm.2020
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