La discontinuidad no es diáfana,
tampoco mayor ni menor,
como son la aguja y la lanza,
menor o mayor, por lo que
la probabilidad no es mucha,
no menor o mayor, no obstante,
o al menos, en tanto mayor
es lo mayor y es menor
lo menor, no mayor, acaso,
ni menor de lo previsible,
ni es menos el más, ni el más menos,
ni un poco más, ni algo menos,
o nada en absoluto, pero
a veces, tal vez no del todo,
o al menos, quizá, de momento,
y, así, no nos encontraremos,
tal como la lanza y la aguja,
ya menor o mayor, no pueden,
jamás conseguirá la aguja
quebrar la lanza, ni la lanza
clavarse en la aguja, no pueden,
es así que cualquier intento,
cualquier conclusión, serán nulos,
o bien tenderán a infinito,
y es, pues, así, y no de otro modo,
que no podremos encontrarnos
—tú y yo— entre estos laberintos
de estruendo estridencia y estrépito,
o, acaso, tal vez no del todo,
o al menos, quizá, de momento.
egm.2020