La información se daña en las revueltas
de las sinapsis, siempre en movimiento.
Los sucesos se pierden
en ciertas regiones de la memoria
y desaparecen para el cerebro,
se disipan, se esfuman
como algo entrevisto en la carretera
fugazmente desde el coche y que luego
la memoria diluye,
aunque exista allí como el mismo objeto,
quizá similar a lo recordado
o tal vez diferente.
Los hechos se transforman en el tiempo.
De lo real le queda a la memoria
tan solo lo olvidado.
egm. 2016
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