23 de septiembre de 2020

Carol Ann Duffy

Entibiando sus perlas


Para Judith Radstone

Junto a mi propia piel, sus perlas. Mi señora
me pide que las lleve, se las entibie, hasta la tarde
cuando le cepille el pelo. A las seis las coloco en torno
a su blanca y fresca garganta. Todo el día pienso en ella,

echada en la Sala Amarilla, contemplando la seda
o el tafetán, ¿qué vestido esta noche? Ella se abanica
mientras yo trabajo de buen grado y mi calor entra
lentamente en cada perla. Su collar pende en mi cuello.

Es muy hermosa. Sueño con ella en mi cama
del ático; la imagino bailando con hombres altos,
desconcertados por mi tenue y persistente olor
bajo su perfume francés, sus piedras lechosas.

Le desempolvo los hombros con una pata de conejo
mirando filtrarse el suave rubor a través de su piel
como un suspiro indolente. En su espejo
mis labios rojos se abren cual si quisieran hablar.

Luna llena. Su carruaje la trae a casa. Veo cada uno
de sus movimientos en mi cabeza… Desvistiéndose,
quitándose las joyas, extendiendo su delgada mano
hacia el estuche, deslizándose desnuda en la cama,

como siempre hace… Y yo permanezco aquí en vela,
sabiendo que ahora las perlas se están enfriando aún
en el cuarto donde mi ama duerme. Toda la noche
siento su ausencia y ardo.



Carol Ann Duffy. Warming Her Pearls (best-poems.net)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2020


                    ∼


Warming Her Pearls

for Judith Radstone

Next to my own skin, her pearls. My mistress
bids me wear them, warm them, until evening
when I'll brush her hair. At six, I place them
round her cool, white throat. All day I think of her,

resting in the Yellow Room, contemplating silk
or taffeta, which gown tonight? She fans herself
whilst I work willingly, my slow heat entering
each pearl. Slack on my neck, her rope.

She's beautiful. I dream about her
in my attic bed; picture her dancing
with tall men, puzzled by my faint, persistent scent
beneath her French perfume, her milky stones.

I dust her shoulders with a rabbit's foot,
watch the soft blush seep through her skin
like an indolent sigh. In her looking-glass
my red lips part as though I want to speak.

Full moon. Her carriage brings her home. I see
her every movement in my head... Undressing,
taking off her jewels, her slim hand reaching
for the case, slipping naked into bed, the way

she always does... And I lie here awake,
knowing the pearls are cooling even now
in the room where my mistress sleeps. All night
I feel their absence and I burn.



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