17 de octubre de 2016

Safiya Sinclair

El centro del mundo

Los dóciles no heredarán nada.
Dios con su abrigo andrajoso
esta mañana, una lengua callada

en mi oído, pidiendo limosna,
frías manos que alcanzan mi falda.
Corderito, empobrecido rebaño,

bendice mi té negro con lágrimas.
He esquilado tu lana dorada,
grandes madejas usadas de encaje

blanco, precioso brocado, brillantes
hojas de higuera, polvo de joyas
en mi piel. Pelo de maíz en mi

dobladillo. He ordeñado a la fornida
bestia que llamáis América, y llevado
a vuestros hombres a través de mi pecho

como pieles. Zorro en alfiler y
chinchilla azul nieve: también ellos
venían a mordisquear a mi puerta,

tantos suaves ovillos rosa que atrapo.
Mis vigilantes en la sombra, mis
demonios de gruesos muslos. Con calma,

por favor. Decid a los perros que
me desnudan con sus ojos: no tengo nada
que ocultar. Me extenderé ampliamente.

Aquí, un destello de músculo. Aquí,
un poco de sangre de la caza. Ahora el centro
del mundo: mi incandescente coño.

Saludad todos a la oscura flor de azucena
y a la salvaje rosa de Damasco,
mi dulce Afrodita revelada

en el pliegue. Saludad al cálido jazmín
en la noche; denso almíbar
en tu boca, daga bifurcada

en mi lengua. Legiones en mi talón.
Aquí, en la roja meca del mundo,
arrodillaos. Aquí el Edén, aquí Belén,

aquí en la cuna de Tebas,
una altísima esfinge ronda el jardín,
devorando su alba húmeda.



Safiya Sinclair. Center of the World (poetryfoundation.org)
safiyasinclair.com
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2016


                    ∼

Center of the World

The meek inherit nothing.
God in his tattered coat
this morning, a quiet tongue

in my ear, begging for alms,
cold hands reaching up my skirt.
Little lamb, paupered flock,

bless my black tea with tears.
I have shorn your golden
fleece, worn vast spools

of white lace, glittering jacquard,
gilded fig leaves, jeweled dust
on my skin. Cornsilk hair

in my hems. I have milked
the stout beast of what you call America;
and wear your men across my chest

like furs. Stickpin fox and snow
blue chinchilla: they too came
to nibble at my door,

the soft pink tangles I trap
them in. Dear watchers in the shadows,
dear thick-thighed fiends. At ease,

please. Tell the hounds who undress
me with their eyes — I have nothing
to hide. I will spread myself

wide. Here, a flash of muscle. Here,
some blood in the hunt. Now the center
of the world: my incandescent cunt.

All hail the dark blooms of amaryllis
and the wild pink Damascus,
my sweet Aphrodite unfolding

in the kink. All hail hot jasmine
in the night; thick syrup
in your mouth, forked dagger

on my tongue. Legions at my heel.
Here at the world’s red mecca,
kneel. Here Eden, here Bethlehem,

here in the cradle of Thebes,
a towering sphinx roams the garden,
her wet dawn devouring.




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