24 de octubre de 2016

Elizabeth Bishop

El iceberg imaginario

Preferimos el iceberg al barco,
aunque signifique el final del viaje.
Aunque él sea inmóvil roca nublada
y todo el mar movible mármol.
Preferimos el iceberg al barco;
preferimos este llano de hielo
que respira, aunque las velas del barco
se hayan desplomado sobre el mar
como el hielo al que no diluye el agua.
Oh solemne, flotante campo,
¿sabes que el iceberg descansa en ti
y puede, al despertar, pacer sobre tus hielos?

Por esta escena un marino daría
sus ojos. Olvidando el barco. Emerge
el iceberg y se hunde de nuevo;
corrigen sus cristalinos pináculos
las elípticas en el cielo.
En esta escena recorrer las tablas
es ingenua retórica. El telón
es tan leve que sube en las finísimas
cuerdas que el etéreo hielo retuerce.
Las agudezas de estas blancas cimas
fintan al sol. Macizo, el iceberg ocupa
un cambiante escenario donde espera y observa.

Talla el iceberg sus facetas desde dentro.
Como las joyas de un sarcófago
se guardan eternamente y se adornan
solo a sí mismas, quizá así los hielos
que nos sorprenden yazgan sobre el mar.
¡Adiós, adiós! El barco aproa hacia
donde las olas ceden a otras olas
y las nubes corren cielos más cálidos.
Los icebergs estimulan al alma
a verlos (siendo ambos autoconstruidos
de elementos poco visibles)
así: corpóreos, puros, firmes e indivisibles.



Elizabeth Bishop. The Imaginary Iceberg (poemhunter.com)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2016


                    ∼

The Imaginary Iceberg

We'd rather have the iceberg than the ship,
although it meant the end of travel.
Although it stood stock-still like cloudy rock
and all the sea were moving marble.
We'd rather have the iceberg than the ship;
we'd rather own this breathing plain of snow
though the ship's sails were laid upon the sea
as the snow lies undissolved upon the water.
O solemn, floating field,
are you aware an iceberg takes repose
with you, and when it wakes may pasture on your snows?

This is a scene a sailor'd give his eyes for.
The ship's ignored. The iceberg rises
and sinks again; its glassy pinnacles
correct elliptics in the sky.
This is a scene where he who treads the boards
is artlessly rhetorical. The curtain
is light enough to rise on finest ropes
that airy twists of snow provide.
The wits of these white peaks
spar with the sun. Its weight the iceberg dares
upon a shifting stage and stands and stares.

The iceberg cuts its facets from within.
Like jewelry from a grave
it saves itself perpetually and adorns
only itself, perhaps the snows
which so surprise us lying on the sea.
Good-bye, we say, good-bye, the ship steers off
where waves give in to one another's waves
and clouds run in a warmer sky.
Icebergs behoove the soul
(both being self-made from elements least visible)
to see them so: fleshed, fair, erected indivisible.




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