Donde las hojas del cedro separan el cielo
escuché el mar.
En los zafíreos ámbitos de las colinas
me fue prometida una infancia mejor.
Hosca, sancionando al sol,
dejé mi memoria en un barranco,
—ocasional gorgojo que roe el cereal—
rocas proscenio, congrega peras
en fanegas de luz de luna
y despierta callejas con una tos profunda.
El verano ardió peligrosamente
(yo me había unido a la atracción del viento).
Las sombras de las peñas se alargaron a mi espalda:
En los gongs de bronce de mis mejillas
la lluvia se secaba sin olor.
«No hace mucho, no hace mucho;
mira a los rojos y negros
valles ceñidos de viñas». Pero el viento
murió hablando en las edades que tú conoces
y abrazas, ¡fuliginoso corazón del hombre!
Fui así arrastrado arriba y abajo, igual que tu humo
compendia una biografía ya muy conocida.
La noche era una lanza en el barranco
que prosperó cual roble. ¿Y yo he caminado
los doce particulares decimales del tiempo?
Al tocar un laurel abierto, encontré
un ladrón allí debajo, con mi libro robado en la mano.
«¿Por qué has vuelto, sonriendo a un ataúd de hierro?»
«Para discutir con el laurel», le contesté,
«justificándome en lo efímero, huyendo
bajo el constante asombro de tus ojos».
Cerró el libro. Y a partir de los Ptolomeos
la arena nos engulló en un resplandeciente abismo.
Una serpiente nadó en un vértice hacia el sol
—en intransitadas playas ladeó su lengua y tamborileó—.
¿Qué fuentes he oído? ¿Qué helados discursos?
La memoria, encomendada a la página, se rompió.
☛ Hart Crane. Passage (terresdefemmes.blogs.com)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2015
∼
Passage
Where the cedar leaf divides the sky
I heard the sea.
In sapphire arenas of the hills
I was promised an improved infancy.
Sulking, sanctioning the sun,
My memory I left in a ravine,—
Casual louse that tissues the buckwheat,
Aprons rocks, congregates pears
In moonlit bushels
And wakens alleys with a hidden cough.
Dangerously the summer burned
(I had joined the entrainments of the wind).
The shadows of boulders lengthened my back:
In the bronze gongs of my cheeks
The rain dried without odour.
“It is not long, it is not long;
See where the red and black
Vine-stanchioned valleys—”: but the wind
Died speaking through the ages that you know
And bug, chimney-sooted heart of man!
So was I turned about and back, much as your smoke
Compiles a too well-known biography.
The evening was a spear in the ravine
That throve through very oak. And had I walked
The dozen particular decimals of time?
Touching an opening laurel, I found
A thief beneath, my stolen book in hand.
“Why are you back here—smiling an iron coffin?”
“To argue with the laurel,” I replied:
“Am justified in transience, fleeing
Under the constant wonder of your eyes—.”
He closed the book. And from the Ptolemies
Sand troughed us in a glittering, abyss.
A serpent swam a vertex to the sun
—On unpaced beaches leaned its tongue and drummed.
What fountains did I hear? What icy speeches?
Memory, committed to the page, had broke.
☛ PyoZ ☚