La gravedad allá
es bastante más débil que en la Tierra,
todo comienza con una erección,
la confirmación del yo en su cosmos,
y me cansa tanto pensar,
sube niebla del río,
si no puedes soportar la belleza
al menos oculta tu estupidez,
las inexplicables explicaciones
que los crédulos creyentes se dan
a sí mismos para justificar
la enormidad de la chapuza cósmica
no debieran ser aceptadas
por los pálidos fantasmas burlones
ni por ningún ser racional,
sé lo que digo con lo que no digo
y he aprendido a escuchar el silencio,
el alacrán reduce el tiempo
a una sola pregunta
que conviene no formular,
aunque la gravedad aquí
sea apenas más débil
que en el centro del Universo,
allí donde alguna vez
pudo existir la singularidad
de una perfecta y cósmica erección,
el alcohol no ayuda pero entontece,
escucha a los que callan,
niebla, niebla desde el río,
todo acostumbra a comenzar
con un gran estallido,
como una cósmica eyaculación
que lanza su exuberancia de estrellas
hacia el arenal de esta playa
que la marea no desbordará,
en el silencio quedan tus secretos
perfilados en tinta azul
contra el pulido papel,
y la neblina por el níveo río
de tu galaxia local,
porque siempre es tarde
para hacer lo que no hicimos
también siempre es pronto
para hacer lo que no haremos,
esta gravedad que nunca podrá
mantenerme a mi yo sujeto,
en los cañaverales del pantano
susurra confusa la brisa
los sacramentos de la convulsión
primigenia y primordial
de la que germina el Universo,
vasto, expandiente y terso,
entre pedacitos de roca
mi corazón se disemina
en haces de dinámica fugaz,
en la cueva de las brujas
es revelada la tiniebla
como un dibujo en papel transparente,
caray, esta perversa gravedad
no quiere dejarme pensar,
desde el planeta aún distingues bien
la radiación de microondas
junto al denso pantano,
una sucia mancha blanca
contra la oscura eternidad,
la celebración del yo en su abismo,
hasta ahora voy respirando
la mezcla exacta de ozono, criptón,
oxígeno, nitrógeno y argón,
creerás que es fácil quizá
pero no sabrías hacerlo,
algas en el mar, hongos en el musgo,
líquenes bajo la profunda umbría
que la luz nunca rozó,
todos creemos saber respirar
mientras esperamos que role,
no lo ha visto nadie, niebla en el río,
sobre las rocas del río,
flores de esperma en el fuego, que role
hacia el infinito la gravedad,
me despierto en plena erección,
el alcohol no resuelve los problemas
pero embota los sentidos
y desactiva el revuelto cerebro,
ser un ser racional
no es una puta elección,
ser un liquen te permite vivir
lejos del roce de la luz
y de la comprensión del Universo,
nunca ha habido y nunca habrá,
en perenne eyaculación
aun después de la última implosión,
y varada entre esquivos asteroides
mi subrazón se hiela
con esta equivocada gravedad
que estanca mi pensamiento,
surfeando sobre el chorro de estrellas
desciendo la ola del tiempo
hacia las playas de este peñasco
que la resaca no descifrará,
y en un pequeño planeta sin dueño,
viento, marea y roca,
continúan entreabriendo la boca
los muertos en su sueño,
líquenes en la lienta oscuridad,
ignoro que conozco la pregunta,
finjo olvidar la respuesta,
me basta la visión del alacrán,
contemplo la fluidez de la galaxia
sin intuir ninguna señal,
niebla, las cándidas explicaciones
que no hay modo de aceptar,
vuelvo a despertarme en tensa erección
vislumbrando algún sueño cosmogónico
que no recordaré jamás,
sospecho que no es hora de pensar,
araña enterrada en su duna,
rebusco un amuleto entre los astros
que aparte de mí a los dioses
que estos crédulos gustan de adorar.
egm. 2012
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