18 de marzo de 2012

Moebius (Jean Giraud)

Stoë Orkeo

—¿Qué demonios es eso?…
—¡De eso se trata, Sir, que no lo sé! ¡Ha surgido en la pantalla y no hay manera de borrarlo!
¡Saluto! ¡Acabáis de entrar en la Zona Tar’Ai…! ¡Así que, ojo…! ¡Magia!
—¡Es horrible! ¡Estoy rompiéndome!
Rzzkktth. Acércate por aquí…
—Noooo.
…ya que quieres verme.
Bartmagoo tiene la sensación de ser estirado hasta una distancia enorme… Está tan asustado que la razón le falla…
¡Stoë Orkeo!…
El servicio de recepción… ¿Dónde está el servicio de recepción?
¡Ya va! ¡No hace falta gritar! ¡Aquí cada cual cumple con su obligación!
—Canicas… Con el tiempo tendré miles… Y respecto a esos dos capullos de la calle de la Bandeja, les voy a… ¡Mamá!… ¡Vuelve! Las calles de Armjourth están vacías y oscuras… La salamandra proyecta fulgores danzantes sobre la pared, encima de mi cama…
¡Eh!… ¿Eres tú, Orne Batmagoo?…
—Es el dragón, que me conoce bien… Está ahí, escondido. ¡Quiere morderme en la cabeza! Es el Dragón Rojo… Está furioso… ¡Quiere comerse mis pensamientos!
Lo sé… ¡Sube! ¡El Tar’Ai está esperándote! ¡Qué cara se te ha puesto, Orne Batmagoo! Ya se ve que no estás contento… Nunca estáis contentos cuando estáis desnudos…
—Mama no volverá nunca… Ahora lo sé… Me abandona cuando detrás de la puerta de cristales, en el oscuro pasillo, la bestia de garras afiladas, de colmillos-agujas, se acerca para morderme los tobillos… Entonces me unto con grasa de cerdo… Subo a su cama…
¡Es la regla aquí, mi estimado Orne!… Los comunicantes tienen que estar desnudos. Has de saber, para tu tranquilidad, que a mí ese espectáculo me deja frío.
—Los otros niños… Los otros niños no conocen mi verdadero rostro y además, Sper, ¿quieres ser mi amigo? ¡Sper!… Vamos debajo de la escalera del patio… Juguemos en la oscuridad… Se tocan la piel… Hacen brotar líquidos opalescentes… ¡Sper! Me has traicionado… ¡Estuve llamándote en vano, ayer mismo, delante de tu casa, durante interminables horas! ¡Caray!… Me ha mentido… ¡Es como todos! ¡Por el Interplano! ¿Cómo he podido dejarme engatusar por ese enano grasiento de Sper Gossi?… Durante estos años no ha hecho más que darme órdenes… Yo era su esclavo, al servicio de su ambición megalómana… Y él ahora es emperador. Y yo… ¿qué soy? ¡Nada!
Hemos llegado.



John Larcher, Resumen
Ediciones del Garaje
Fuenpozuelos, 2009, 7ª edición
Fragmento del capítulo segundo



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