O en relámpagos me alisto
de ametisto
y a tus párpados me amisto,
antecristo
del envés de lo antevisto,
so anticristo
en un crítico aoristo,
hoy te aquisto,
como un trapo te arrepisto
y te asisto,
no me aturdo ni me atristo
si te avisto,
que ni misto y —tan bienquisto—
que ni chisto,
oh viscosa flor de cisto,
coexisto
a tu ládano conmisto,
te conquisto
como el río en que consisto,
te contristo,
me extravío —voto a Cristo,
vaya cristo—,
que a quienquiera desamisto,
desasisto,
mas de liarte no desisto,
te despisto,
de disfraces desprovisto
te desvisto
y a tu labios cuando disto
pronto embisto,
otras veces te enemisto
y me enquisto,
con mi ego me entrevisto
(he entrevisto
que de fárragos me envisto)
y equidisto
cuanto del estatocisto,
del esquisto,
pero ardo —ergo existo—
del flogisto
que me incendia, ni imprevisto
ni improvisto,
en mis trápalas insisto
y me invisto
del candor de Jesucristo
—tipo listo,
sus parábolas aun listo—,
me malquisto
en un lapso tan malquisto,
simple o misto,
que ni chisto y que ni misto,
mi modisto
me recubre de oligisto
y persisto
en andarme con gran pisto,
y hoy te pisto
y te exprimo pues preexisto
lo previsto,
mucho más que bien provisto
tan me quisto
que ni rumio —no mal quisto—
ni rechisto,
tus fronteras reconquisto
y resisto,
en sudores me revisto
—sobrevisto
de estridores— y subsisto,
te trasvisto
de mi savia, me travisto
vicecristo…
ya me lavo y ya me visto:
ya me has visto.
| O me alisto
en destellos de ametisto
y te amisto,
al revés del antecristo
no antevisto,
cual un crónico anticristo
y, aoristo,
a tus córneas me aquisto,
te arrepisto
con un tropo aunque te asisto,
no me atristo
ni me azoro si te avisto,
tan bienquisto
que ni misto y que ni chisto,
flor de cisto,
con tu ládano coexisto
y, conmisto,
como riada te conquisto,
me consisto,
te extravío y me contristo,
ay qué cristo,
que a cualquiera —voto a Cristo—
desamisto,
y si aún te desasisto
no desisto
de enzarzarte y te despisto,
desprovisto
de artificios te desvisto,
voy si disto
a tu brecha y presto embisto,
te enemisto
tal que antes y me enquisto,
me entrevisto
con mi otro (he entrevisto
que me envisto
en fangales) y equidisto
del esquisto
como del estatocisto,
conque existo,
ergo ardo en el flogisto,
ni imprevisto
ni impensado ni improvisto,
luego insisto
en mis fábulas, me invisto
Jesucristo
—tus doctrinas, chico listo,
me las listo—,
en un pulso me malquisto,
so malquisto,
de candores mero y misto,
que ni misto,
que ni chisto, un modisto
de oligisto
me acoraza y yo persisto
—me doy pisto—
en prensarte y hoy te pisto,
pues preexisto
algo más de lo previsto
bien provisto,
tanto encanto y más me quisto
—no mal quisto—
que ni ruego ni rechisto,
reconquisto
tus confines y resisto,
me revisto
de sudores —sobrevisto
aun subsisto—,
de mi néctar te trasvisto,
me travisto
en exhausto vicecristo…
ya me visto,
ya me piro: no me has visto.
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