Aries: El aire eléctrico de una tormenta lejana te atrae hacia campos que se vuelven dorados bajo la luz oblicua. Nubes negras en el horizonte te llenan de un atroz anhelo por algo que sientes pero no puedes saber: una devoción terrible a un lugar sin forma, un amor que arde sin nombre.
Tauro: Extraños recuerdos surgen justo antes de dormir: una noche de cigarras chirriantes en la que tú jadeas vehementemente en la oscuridad, avanzando a ras del suelo por detrás de un patio de escuela vacío, el aire cargado de olor a hierba cortada y pelo de animal, el lamento de un tren lejano. Dudas de qué te pertenece aquí.
Géminis: El sueño no llega como antes solía y el aire tardío arrastra el olor de las hojas mojadas y la lenta descomposición. Sobre ti presiona un manto de tierra y maleza que llena tus pulmones. Por la noche ves ciervos en cada sombra, yendo a saltos hacia los árboles, siempre lejos.
Cáncer: En lo profundo del bosque cuelga una capa suspendida sobre el lecho de un río seco; una tela que se mueve como carne traslúcida sobre las piedras, desviando la luz. Una voz tiembla al otro lado y una docena de delgadas manos se extienden hacia ti detrás del velo, para acunarte, para llevarte de nuevo a casa.
Leo: Los días cegadores se convierten poco a poco en horas aterciopeladas, lejos de la luz. Tu cabeza cobra vida en la oscuridad, una variedad de sonidos llena de alas batientes y extendido verde. Mírate al espejo para verte a ti mismo, desconocido e intruso, un animal salvaje que te observa a través de tus ojos.
Virgo: Es otro corazón ahora, moviéndose debajo de tu piel; una cosa dormida que se da la vuelta, inquieta en su sueño final. Te conviertes en algo nuevo la noche en que se despierta, y si alguien que te busca grita tu nombre en el bosque, el sonido se pierde bajo el estruendo de los grillos, olvidado al fin.
Libra: Lo encontrarás tirado en el pavimento al morir la noche, un dios inescrutable cuya cabeza se ha inclinado hacia atrás al regresar al suelo. Dirá su secreto final bajo el balanceo de las líneas eléctricas, a través de la chisporroteante estática, gutural de dolor. Quédate hasta que se calme el aire.
Escorpio: Hay algo que has olvidado, aunque no se ha ido del todo. Al intentar recordarlo te invade una especie de dolor triste, un malestar en los ojos y los brazos. Deja que tus manos te guíen hacia algo sepultado en el fondo del lago, cerca de la orilla, enterrado en limo: huesos que una vez fueron tuyos.
Sagitario: Visiones que desgarran las esquinas de los ojos y pelan los bordes a su alrededor. Hay algo justo debajo, otro lugar que vuelve atrás como un reflejo nebuloso, a la vez familiar y extraño. Va y viene, te corta la respiración, te deja mirando hacia una montaña lejana que nunca estuvo allí.
Capricornio: En sueños escuchas un lenguaje sin palabras, un susurro grave desde las profundidades del suelo, un zumbido en el aire en torno a ti. Al despertar encuentras una hoja amarga enrollada debajo de tu lengua y un círculo de hierba junto a tu cuello. Afuera el mundo murmura, y cada sonido es como una voz.
Acuario: Al amanecer pilares de humo blanco flotan como fantasmas entre los árboles, sin llamas y agitándose entre las hojas secas. Cuéntalos antes de que se desvanezcan en la luz del día: los dejaron para tus ojos, un mensaje para marcar los días hasta que regresen a por ti. Debes esperar fuera a que lleguen.
Piscis: Para tus ojos el cielo se mueve más rápido que antes, barriendo nubes por el paisaje como rompientes en el mar. Tu sangre parece fría, acelerada, y las estrellas atraviesan el manto negro de arriba como indicadores bajo los faros, como si el mundo estuviera cayéndose.
☛ Jenna Barton. Horoscopes about you, IV (dappermouth.tumblr)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2021
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Horoscopes about you, IV
Aries: The electric air of a far-off storm draws you out, toward fields gone gold in the slanting light. Black clouds on the horizon fill you with awful yearning for what you feel but cannot know — a fearful devotion to a place without shape, a love that burns with no name.
Taurus: Strange memories rise up just before sleep — a buzzing cicada night where you pant hotly through the dark, pacing low to the ground behind an empty schoolyard, air thick with the smell of snapped weeds and animal hair, the wail of a distant train. You aren’t sure what belongs to you here.
Gemini: Sleep doesn’t come like it used to, and the late air hangs heavy with the smell of wet leaves and slow decay. It presses on you, a blanket of earth and underbrush that fills your lungs. At night, you see deer in every shadow, bounding away into the trees, always away.
Cancer: Deep in the woods, a sheet hangs suspended above a dry riverbed — a cloth which moves like translucent flesh over the stones, bending the light away. A voice trembles on the other side, and a dozen thin hands stretch out for you behind the veil, to cradle you, to pull you home again.
Leo: Blinding days slip slowly into velvet hours, away from the light. Your head comes alive in the dark, a menagerie of sound, full of beating wings and unfurling green. Look into a mirror to see yourself, unfamiliar and intruded upon, a wild animal watching you through your eyes.
Virgo: It’s another heart, now, shifting beneath your skin — a sleeping thing turning over, restless in its final dream. You become something new on the night that it wakes, and if some searcher calls out your name in the woods, the sound is lost beneath the roar of crickets, forgotten at last.
Libra: You’ll find it lying across the pavement in the dead of night, an inscrutable god whose head curls back as it returns to the ground. It will speak its final secret below the swaying powerlines, through the sizzling static, guttural with grief. Stay until the air goes quiet.
Scorpio: There is something you’ve forgotten, though it’s not entirely gone. Trying to remember it now brings a sad sort of pain, an aching in your eyes and arms. Let your hands guide you to something buried beneath the lake, near the shore — entombed in silt, bones that once were yours.
Sagittarius: Visions tear at the corners of your eyes, peeling around the edges. There’s something just beneath, another place turned back like a hazy reflection, at once familiar and strange. It comes and goes, hitches your breath, leaves you gazing toward a distant mountain that was never there.
Capricorn: In dreams you hear a language without words, a low humming from deep below the ground, a buzz in the air around you. You wake to find a bitter leaf curled beneath your tongue, and a circlet of grass about your neck. Outside, the world is murmuring, and each sound is like a voice.
Aquarius: At dawn, pillars of white smoke float like phantoms between the trees, flameless and churning among the dry leaves. Count them before they fade in the light of day — they were left for your eyes, a message to mark the days until they return for you. Be waiting outside when they arrive.
Pisces: To your eyes, the sky moves faster than it did before, sweeping clouds across the landscape like breakers on the sea. Your blood feels cold, rushed, and the stars streak across the black mantle above, like tracers behind headlights, like the world is falling away.
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