Las medusas
flotan en los bajíos de la bahía
como bandadas de nubes,
una docena idénticas —¿es correcto
llamar criaturas
a estas elaboradas bolsas
de nada?— Todo lo que parecen
es contorno, y cambio,
y aunque una entera hueste
de fluctuantes primas
se dediquen a sus asuntos
en el lapso de una única ola,
cada una hace algo distinto:
esta, un globo
abierto por ambos extremos
pero hinchado hasta su plena expansión,
esta otra, un corazón respirando,
esta, una flor palpitante;
esta otra, un condón enrollado,
o un monedero tragándose a sí mismo,
esa otra, una tulipa de Tiffany,
aquella, una convulsa sombrilla.
Una ópera submarina que es
toda ella subterfugio y disfraz;
su argumento, un fabuloso embrollo
de ocultación y reconocimiento:
nada sino tropo,
nada sino algo
transformándose en figuras
que enseguida se transfiguran,
mero ectoplasma, reconocible
solo como la materia de la metáfora.
¿Qué pueden hacer las palabras
sino vincular lo que sabemos
a lo que no,
y así formar un contorno?
¿Cuál se encoge o se hincha,
se configura o colapsa, florece
incluso como se representa
en algunas improbables
gasas de estampado marino:
un vestido para Isadora?
Nada sino estilo.
Lo que enlaza
una silueta a otra
también las distingue
—pero ¿qué hay más encantador
que la metamórfica
transparencia de manera y modo:
claras palabras ondulantes?—
Miramos la gracia extraña,
liberada
de forma determinada alguna,
y decimos: globo, flor,
corazón, condón, ópera,
tulipa, sombrilla, ballet.
¿Oyes cómo la boca,
tan llena
de anhelo por el mundo,
cambia de forma?
☛ Mark Doty. Difference (poetryfoundation.org)
Trad. Enrique Gutiérrez Miranda 2018
∼
Difference
The jellyfish
float in the bay shallows
like schools of clouds,
a dozen identical — is it right
to call them creatures,
these elaborate sacks
of nothing? All they seem
is shape, and shifting,
and though a whole troop
of undulant cousins
go about their business
within a single wave's span,
every one does something unlike:
this one a balloon
open on both ends
but swollen to its full expanse,
this one a breathing heart,
this a pulsing flower.
This one a rolled condom,
or a plastic purse swallowing itself,
that one a Tiffany shade,
this a troubled parasol.
This submarine opera's
all subterfuge and disguise,
its plot a fabulous tangle
of hiding and recognition:
nothing but trope,
nothing but something
forming itself into figures
then refiguring,
sheer ectoplasm
recognizable only as the stuff
of metaphor. What can words do
but link what we know
to what we don't,
and so form a shape?
Which shrinks or swells,
configures or collapses, blooms
even as it is described
into some unlikely
marine chiffon:
a gown for Isadora?
Nothing but style.
What binds
one shape to another
also sets them apart
— but what's lovelier
than the shapeshifting
transparence of like and as:
clear, undulant words?
We look at alien grace,
unfettered
by any determined form,
and we say: balloon, flower,
heart, condom, opera,
lampshade, parasol, ballet.
Hear how the mouth,
so full
of longing for the world,
changes its shape?
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