23 de mayo de 2018

Perlita,



esta niña, jamás entendería,
no supo —o no cupo— encontrarme, te
compararé a un rayo en verano,

o bien al humo del tojo, yo estaba,
perla, buscando un incendio, zurita,
nuestros tibios labios que florecieran

en el prado del tiempo, o bien el humo
remolinado —no vuelve, buscaba—
entre el efímero caracoleo

de la vida huidiza, que nunca vuelve,
mas ella, tórtola desorientada,
no supo encontrarse, después el clima,

severamente variable, rodó,
no te dejes desconcertar —me digo—
por las microestructuras del acero,

la conmemoración de las luciérnagas
brilla en el recóndito claroscuro
de los cañaverales, quizá sea,

tal vez tú creas en la eternidad
pero yo tan solo tengo el ahora,
ahora que los humos se disgregan,

y ella no supo o no pudo —o no hubo—
ni yo jamás encontraré, tan nácar,
tan ferruginosamente, perlita.

egm. 2018

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