Uno de esos hombres que podría ser un vendedor de coches
o un turista de Syracuse o un asesino a sueldo.
John D. MacDonald
Tú no me reconocerías.
La mía es la cara que brilla en
los húmedos espejos de los lavabos
mientras buscas el interruptor.
Mis ojos tienen la expresión
de los fríos ojos de las estatuas
atentos al regreso de sus palomas
de la comida que les has arrojado,
y yo permanezco en mi esquina
con la paciencia del mármol.
Si me muevo un poco, es
exactamente al mismo ritmo
de la sombra del toldo
bajo el que estoy esperando
y con cuya negrura parece
que ya me haya mezclado.
Hablo raramente y siempre
en un murmullo tan silencioso
como el de la gente que rodea
a las víctimas de los accidentes.
¿Debo confesar quién soy?
Tengo todos los nombres, o ninguno.
Soy el vendedor de coches usados,
el turista de Syracuse,
el asesino a sueldo, esperando.
Me quedaré aquí para siempre,
como alguien que ha perdido
el autobús, —familiar, anónimo—
en mi esquina habitual,
la esquina en la que tú giras
hacia ese lugar al que ahora
no deberías llegar.
Nota
Syracuse, ciudad del estado de Nueva York, E.U.A., no Siracusa, ciudad de la isla de Sicilia, Italia.
☛ Donald Justice. The Tourist from Syracuse (engpoetry.com)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2015
∼
The Tourist from Syracuse
One of those men who can be a car salesman or a tourist
from Syracuse or a hired assassin.
John D. MacDonald
You would not recognize me.
Mine is the face which blooms in
The dank mirrors of washrooms
As you grope for the light switch.
My eyes have the expression
Of the cold eyes of statues
Watching their pigeons return
From the feed you have scattered,
And I stand on my corner
With the same marble patience.
If I move at all, it is
At the same pace precisely
As the shade of the awning
Under which I stand waiting
And with whose blackness it seems
I am already blended.
I speak seldom, and always
In a murmur as quiet
As that of crowds which surround
The victims of accidents.
Shall I confess who I am?
My name is all names and none.
I am the used-car salesman,
The tourist from Syracuse,
The hired assassin, waiting.
I will stand here forever
Like one who has missed his bus—
Familiar, anonymous—
On my usual corner,
The corner at which you turn
To approach that place where now
You must not hope to arrive.
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