31 de enero de 2015

Miguel Ángel Buonarroti

Rimas
(1-40)

~ 1 ~

Mucho tiempo pasa feliz un hombre
y en una breve hora gime y duele,
o por linaje antiguo y afamado
brilla otro y al instante se oscurece.

Nada hay mudable bajo el sol que no
venza la muerte y troque la fortuna.

Primera obra poética conservada de Miguel Ángel. Se trata de un soneto inacabado, escrito en el reverso de una hoja que incluye también un dibujo de un apóstol, probablemente para el San Mateo del Duomo de Florencia, 1503, y un boceto de una escena de batalla, tal vez la Batalla de Cascina, de 1504.


~ 2 ~

Solo yo ardiendo en la sombra me quedo
cuando el sol de sus rayos priva al mundo;
a todos da placer, mas con dolor
yo en tierra prosternado gimo y lloro.

Cuarteta aislada, escrita en una hoja con bocetos que datan de los años 1503-1504.


~ 3 ~

Alegre y feliz, a tus fieros males
frenar y vencer me fue concedido;
cansado ya, a menudo el pecho empapo
contra mi deseo, y sé cuánto puedes.

Y si dañinas las pasadas flechas
nunca en mi corazón hicieron blanco,
vienes ahora a vengarte con los dardos
de esos bellos ojos, todos mortales.

Cual de lazo y red huye un pajarillo,
por su muy mala suerte, muchos años
libre, para morir de peor modo,

así a mí, damas, Amor, como veis,
por darme en esta edad más cruel muerte,
libre un tiempo me dejó, como veo.

Soneto escrito en el reverso de una hoja con dibujos de caballos y escenas de batalla, tal vez para el cartón de la Batalla de Cascina, de 1504, en la que también figuran los poemas numerados 6, 7, 8 y 9.


~ 4 ~

¡Cómo se goza, alegre y bien tejida,
con las doradas flores de su pelo,
la guirnalda, que a una y a otra aparta
por ser la primera en besar su frente!

Contento todo el día está el vestido
que encierra el pecho de ella y luego se abre,
y el que llaman oro hilado, que el cuello
y sus mejillas de tocar no cesa.

Y aún más dichosa es la cinta, que goza,
dorada en la punta, puesta en tal forma
que oprime y toca el pecho que sujeta.

Y el sobrio cinto anudado, a sí mismo
decir parece: «Aquí por siempre aprieto».
Y yo, ¿qué haré con estos brazos míos?

Soneto escrito en el reverso de una carta enviada a Miguel Ángel, quien se encontraba en Bolonia, por su hermano el 24 de diciembre de 1507.


~ 5 ~

Tengo papada a causa de este agobio,
como los gatos tienen por el agua
en Lombardía o doquiera que sea,
pues la tripa me cuelga del mentón.

La barba hacia el cielo, los sesos tocan
mi giba y tuerzo el pecho como arpía,
y el pincel por encima de la cara
me hace, goteando, un tapiz colorido.

Los riñones me entran hasta la panza,
cual grupa el culo saco en contrapeso,
y pasos sin ojos voy dando en vano.

Por delante se me estira el pellejo
y se pliega detrás reagrupándose,
y me extiendo como un arco romano.

Así falaz y extraño
surge el juicio, que a la mente dirige,
pues tira mal la cerbatana curva.

A mi mustia pintura
defiende, Giovanni, y mi honor, ahora,
pues no halla buen prez, ni soy yo pintor.

Soneto “caudato” doble, es decir con cola de doble estrambote, datado entre 1509 y 1510, mientras Miguel Ángel trabajaba en los frescos de la Capilla Sixtina (1508-1512), y escrito sobre una hoja que también contiene un apunte que representa al autor pintando con la cabeza hacia arriba, como se dice en del texto. Está dirigido a su amigo Giovanni da Pistoia, un literato miembro de la Accademia Fiorentina, y expresa la precaria situación en que Miguel Ángel tuvo que trabajar sobre el andamio, en posturas forzadas y con el pincel goteando sobre su cara, además de la difícil relación que mantenía con la curia pontificia. Se entiende que con los gatos del segundo verso se refiere a los campesinos de Lombardía, a los que al parecer llamaban así, que sufrían bocio (papada) a causa del agua de la región. La serliana o arco siriaco (en el original italiano arco sorïano) es una combinación de un arco de medio punto con dos vanos adintelados; para simplificar arco romano.


~ 6 ~

Señor, si es cierto algún proverbio antiguo
es el de que «quien puede nunca quiere».
Tú has creído en fábulas y palabras
y al enemigo de la verdad premias.

Yo soy y siempre he sido tu fiel siervo
y a ti me debo como al sol los rayos,
mas mi tiempo no te importa ni duele
y si más me afano, menos te plazco.

Yo esperaba ascender junto a tu alteza;
que, con justa balanza y fuerte espada,
fueras propicio, y no la voz del eco.

Mas el cielo rechaza enviar al mundo
virtud alguna, y deja que otros vayan
a recoger fruta de un árbol seco.

Soneto datado en 1511; va dirigido al Papa Julio II, quejándose de las intrigas de Bramante y Rafael para que este último substituyera a Miguel Ángel en la pintura de los frescos de la Capilla Sixtina. En el árbol seco puede haber una alusión al apellido del papa, Della Rovere: ‘del roble’.


~ 7 ~

¿Quién es el que a la fuerza a ti me lleva,
aymé, aymé, aymé,
atado y preso, aunque libre y suelto?
Si a otros tú encadenas sin cadena,
y sin manos ni brazos me agarraste,
¿quién me defenderá de tu belleza?

Madrigal datado en 1511.


~ 8 ~

¿Cómo puede ser que yo no sea mío?
Ay Dios, ay Dios, ay Dios,
¿quién me quitó a mí mismo
y de mí está más cerca
que yo, y tiene más poder sobre mí?
Ay Dios, ay Dios, ay Dios,
¿cómo es que me atraviese el corazón
sin tocarme siquiera?
¿Qué cosa es esto, Amor,
que en el corazón entra por los ojos
y dentro de tan poco espacio crece,
e incluso se desborda?

Madrigal datado en 1511.


~ 9 ~

Aquel que lo hizo todo, y cada cosa,
de entre estas las más bellas ha elegido
por cuanto hay de sublime revelarnos,
y así ha hecho con su divino arte.

Cuarteta aislada que aparece en la misma hoja que los poemas 3, 6, 7 y 8; de 1511.


~ 10 ~

Se hacen con cálices yelmos y espadas
y a espuertas venden la sangre de Cristo;
cruces y espinas son lanzas y escudos
y aún la paciencia de Cristo no mengua.

Mas que no vuelva por estos lugares
porque su sangre se irá a las estrellas,
que hasta su piel ya vendieron en Roma
y a la virtud los caminos cerraron.

Me alegrará el perder mi ganancia
pues ya el trabajo entregué, y el del manto
puede en mí igual que Medusa en el Atlas;

mas si en el cielo es el pobre acogido,
¿cómo obtener redención, si en la tierra
otra señal nos negó la otra vida?

Soneto, probablemente de 1512, denunciando la corrupción y el extravío de la Iglesia de Roma. Según la mitología griega, en un combate en Mauritania (Mauro), la cabeza de Medusa, sostenida por Perseo, petrificó al titán Atlas, convirtiéndolo en la cordillera del Atlas; el papa Julio II (el del manto), para el que Miguel Ángel concluyó la Capilla Sixtina en 1512, con irregularidades en los pagos, tenía tanto poder sobre él como Medusa sobre Atlas. Otra señal: no la señal de la cruz sino la del oro y el enriquecimiento.


~ 11 ~

¡Cuán menos doloroso es morir pronto
que mil muertes sufrir de hora en hora,
pues por amarla, quiere que yo muera!
¡Ay, qué pena infinita
siente mi corazón cuando recuerda
la que yo tanto amo y amor no siente!
¿Cómo seguir viviendo?
Y aun me dice, por darme más dolor,
que a sí misma no ama, y yo la creo.
¿Cómo he de esperar que de mí se duela
si a sí misma no ama? ¡Ay, suerte aciaga!
¿Es cierto que traeré mi propia muerte?

Madrigal, transcrito de un autógrafo en una hoja con dibujos de Miguel Ángel por Miguel Ángel el Joven, su sobrino-nieto; fechable antes de 1518.


~ 12 ~

¿Cómo tendré el coraje
de vivir sin vos, mi bien, si no puedo
pediros siquiera ayuda al marcharos?
Qué llantos y sollozos y suspiros
al mísero corazón acompañan,
señora, y dolorosamente muestran
ya mi inmediata muerte y mi tormento.
Mas, si es cierto que por la ausencia puede
mi servidumbre fiel ser olvidada,
el corazón yo os dejo, pues no es mío.

Madrigal, también transcrito por Miguel Ángel el Joven de la misma hoja que el anterior. Fue el primer poema publicado de Miguel Ángel, con algunas ligeras variantes y dos versos más, al ser musicado por Bartolomeo Tromboncino en 1518.


~ 13 ~

La fama hace vanos los epitafios; nada valen ni antes ni después, ya que están muertos, y sus trabajos terminados.

Texto que aparece junto a un dibujo, fechado a principios de la década de 1520 para un proyecto, luego no realizado, de la capilla de los Médici de San Lorenzo.


~ 14 ~

El Día y la Noche hablando, dijeron: «En nuestro veloz curso, condujimos a la muerte al duque Juliano, y es bien justo que él se tome venganza como hace. Y esta es su venganza: que lo matamos nosotros, y nos quita la luz su cuerpo muerto y, con ojos cerrados, ha cerrado los nuestros que ya no brillan más sobre la tierra. ¿Qué nos hiciera, pues, mientras vivía?»

Texto escrito en una hoja con dibujos para la capilla de los Médici de San Lorenzo, probablemente de 1524; se refiere al sepulcro de Juliano II de Médicis, duque de Nemours, y en él hablan las dos estatuas, el Día y la Noche, situadas encima del sarcófago. Podría tratarse de un apunte para una posterior composición en verso.


~ 15 ~

Tuyo me veo y me llamo de lejos
para acercarme al cielo del que emano
y el adorno del cebo a ti me lleva,
cual pez en el hilo arrastra el anzuelo.

Y si un corazón entre dos no late,
a ti se entregó el mío enteramente;
y así quedo, lo sabes: soy muy poco.

Y si un alma entre dos va a lo más digno,
forzado estoy, por vida, a siempre amarte;
pues solo soy leña, y tú leña y fuego.

Madrigal registrado en una hoja con dibujos para las tumbas de los Médici, de principios de la década de 1520; aunque podría tratarse de un soneto al que le faltara una cuarteta.


~ 16 ~

De un objeto adorable y peregrino,
de una fuente de piedad, mi mal viene.

Dos endecasílabos aislados escritos en la misma hoja que el número 15, de principios de la década de 1520.


~ 17 ~

Corazón cruel, acerbo y sin piedad,
envuelto en dulzura y de amargor lleno,
tu fidelidad es muy breve, y dura
aún menos que una flor en primavera.

Pasa el tiempo y es, repartido en horas,
al vivir nuestro un pérfido veneno;
él es la hoz y nosotros la hierba,
... ... ...

Fidelidad y belleza caducan,
mas una es consumida por la otra,
como tu pecado quiere mi mal.

... ... ...
... ... ...
todos los años siempre entre nosotros.

Soneto inacabado y escrito a prisa que aparece en una carta enviada por Stefano di Tommaso a Miguel Ángel, desde Carrara a Florencia, el 20 de abril de 1521.


~ 18 ~

Remedios mil en vano intenta el alma:
pues fue apartada de la senda antigua,
en volver inútilmente se esfuerza.
El mar y el monte, el fuego con la espada:
en medio de estos, todos juntos, vivo.
No me deja el monte, pues me ha privado
del juicio y me ha robado la razón.

Serie de versos, sin una forma métrica definida, escritos apresuradamente a lápiz en el reverso de una carta enviada a Miguel Ángel por Giovanni da Udine desde Venecia el 27 de abril 1522.


~ 19 ~

Natura las virtudes
de doncellas y damas
creó para aprender, incluso en aquella
que me quema y me hiela el corazón.
Así en mi dolor
no hubo nadie más triste;
angustia y llanto y ayes:
a más fuerte causa, mayor efecto.
Tampoco en el placer
hubo ni hay hombre alguno más dichoso.

Madrigal, aparentemente sin terminar, en una hoja que también contiene otros versos, así como bocetos y cuentas datadas el 25 de noviembre 1522.


~ 20 ~

Tienes la cara más dulce que el mosto,
y un caracol le pasó por encima,
tanto que brilla, y más bella que un nabo;
los dientes blancos como la zanahoria,
que loco volvieran al mismo Papa;
ojos tienes del color de una triaca
y el pelo tan rubio como los puerros:
me moriré si tú no me socorres.

Aún tu belleza resulta más bella
que una figura en la iglesia pintada:
parece tu boca como una bolsa
llena de alubias, igual que la mía;
y tus pestañas teñidas con tizne
son más torcidas que un arco romano;
son, cuando ciernes, tus mejillas rojas
y blancas, como amapolas y queso.

Cuando te veo, la proa bien alta
dos sandías en un saco parece,
y todo me enciendo como una estopa
aunque la azada me deje baldado.
Y porque tienes hermoso el cogote
mejor te sigo que un perro entre todas;
mas si tuviera yo roca bastante
cosas haría aquí hoy increíbles.

Composición jocosa en tres octavas que aparece en una hoja con dibujos y bocetos arquitectónicos, datables entre 1523 y 1530. Los dos últimos versos son de difícil lectura e interpretación, y quizá contengan una referencia a la profesión de escultor de Miguel Ángel. La triaca era un compuesto medicinal usado desde muy antiguo contra las mordeduras de animales venenosos, de color amarillo-verdoso. Arco romano: La serliana o arco siriaco (en el original italiano arco di Sorìa) es una combinación de un arco de medio punto con dos vanos adintelados; el autor lo menciona en otra obra burlesca, el poema 5: I’ ho già fatto un gozzo in questo stento.


~ 21 ~

Cuanto nace va a la muerte
en el huir del tiempo; el sol
ni una cosa deja viva.
Falta el dulce y lo que duele,
y el ingenio, y la palabra;
es ya nuestra antigua estirpe
al sol sombra, al viento humo.
Cual vosotros, hombres fuimos,
como sois, alegres, tristes;
y ahora somos, como veis,
tierra al sol, falta de vida.

Toda cosa va a la muerte.
Fueron nuestros ojos plenos
y con luz en cada cueva;
vacuos hoy, horrendos, negros:
esto es lo que tiempo trae.

Composición en el estilo de la barzelletta, canción propia de los carnavales florentinos, en la que toma la voz un coro de muertos, de esqueletos; es de fecha imprecisa, de la década de 1520 o tal vez anterior.


~ 22 ~

¿Qué haces de mí? ¿Qué más, de un leño ardido
y un corazón contrito, vas a hacer?
Mas, dime algo, Amor,
y así sabré el estado en que me encuentro.

Los años de mi camino al fin llegan,
cual saeta que al blanco se reúne,
para calmar allí el ardiente fuego.
Yo te perdono mis pasados males,
por los que el corazón quiebra tus armas,
pues por la experiencia al amor no cedo;
y si tus golpes nuevo juego fueran
para el ojo, el corazón, suave y tímido,
¿querrá lo que antes quiso?
Pues si hoy te vence y desprecia, y lo sabes,
es por tener menos fuerza que nunca.

Tú esperas quizás con la beldad nueva
volverme a la peligrosa maraña
donde el más sabio menos se defiende:
es más corto el mal en la edad más larga,
y aquí he de ser como en la lumbre el hielo
que se destruye y quiebra y no se enciende.
Solo la muerte en esta edad nos guarda
del brazo cruel y las punzantes flechas,
causa de tantos males,
que ninguna jerarquía perdona,
ni situación, ni tiempo, ni fortuna.

A esta alma mía, que habla con la muerte
y con ella de sí misma discute,
con nuevas sospechas siempre afligida,
dejarla el cuerpo cada día espera,
cuando emprenda su imaginado viaje,
de esperanza y temor confusa e inquieta.
¡Ay, Amor, cómo eres rápido en hechos
y temerario, audaz, armado y fuerte,
que de muerte la idea
quieres hoy de mí echar fuera, y sacar
de este árbol tan seco fronda y flores!

¿Qué más puedo hacer? En tu reino tienes
todo mi tiempo pasado, ¿y una hora
de mis años no me toca siquiera?
¿Qué engaño, qué fuerza o qué ingenio puede
tornarme a ti, amo ingrato, que en los labios
tienes piedad y en el corazón muerte?
Sería ingrata y loca
y sin juicio el alma resucitada
que volviese a quien le dio muerte antes.

Todo nacido espera tierra en breve
y se esfuma toda mortal belleza:
quien ama lo ve, y no puede librarse.
Al gran pecado va la cruel venganza
acompañando; y quien menos se aprecia
es aquel que hacia su mal más corre.
¿Dónde quieres llevarme,
que el último buen día, que preciso,
sea el del daño y el de la vergüenza?

Primera de las dos únicas canciones escritas por Michelangelo; de esquema anómalo, consta de un exordio y cinco estancias de las que las dos últimas tienen dos versos menos que las otras. Se encuentra al comienzo de una carta del autor a Francesco Fattucci, de enero 1524.


~ 23 ~

Yo fui, ya hace muchos años, mil veces
herido y muerto, y vencido por ti,
y es culpa mía; hoy, con la cabeza
blanca, ¿voy a creer tus necias promesas?

¡Tantas veces has atado y soltado
mis pobres miembros y aguijado el flanco,
que apenas puedo volver en mí, siempre
con muchas lágrimas bañando el pecho!

De ti me duelo, Amor; contigo hablo
libre de tus lisonjas: ¿por qué quieres
coger el cruel arco y tirar en vano?

Cual termita o sierra en leño quemado,
es gran vergüenza correr detrás de alguien
que ha perdido destreza y movimiento.

Soneto escrito, junto a los números 24 y 25, en una hoja donde aparece también el comienzo de una carta a Battista Figiovanni, fechable entre 1523 y 1524 o acaso 1527 y 1528.


~ 24 ~

De mis ojos hice puerta al veneno
al dar paso libre a los crueles dardos;
nido y abrigo di a dulces miradas
de la memoria que no vendrá a menos.

Hago el corazón yunque, el pecho un fuelle
de crear suspiros, con los que me quemas.

Soneto incompleto, transcrito en la misma hoja que el anterior y el siguiente y que data de la misma época.


~ 25 ~

El siervo al que el amo en ruda cadena
tiene cautivo, sin más esperanza,
tanto se adapta a su mísero estado
que ni pedir la libertad consigue.

Se adapta el tigre y la sierpe, y se aquietan,
y el feroz león de los densos bosques;
y el joven artista, en la obra agotado,
si se adapta al sudor dobla su fuerza.

Mas el fuego tal norma no respeta,
pues, si al tronco verde seca la savia,
calienta y también nutre al frío y viejo,

y lo vuelve a la verde edad y empuja,
renueva e inflama, alegra y revive,
y el amor alma y corazón le alienta.

Y se chancea o finge
quien dice en la vejez que es vergüenza
amar cosa divina: es gran mentira.

El alma que no sueña
no peca amando cosas de natura
si usa el peso, el plazo y la medida.

Soneto “caudato” doble, semejante al número 5, I’ ho già fatto un gozzo in questo stento; se halla en la misma hoja que los anteriores.


~ 26 ~

Cuando ocurre que un tronco no conserva
la savia si de tierra es arrancado
no se evita que al calor, mucho o poco,
no se seque o no arda o no se encienda.

Y al corazón, sin la que no lo rinde,
viviendo en llanto y nutrido de fuego,
lejos de su lugar y albergue propio,
¿yo qué haré que de muerte no lo hiera?

Los dos cuartetos de un soneto incompleto, de fecha imprecisa, quizá de la década de 1520.


~ 27 ~

Huid, amantes, de Amor, huid de su fuego;
recio es el incendio y mortal la herida,
pues tras el primer golpe ya no vale
ni fuerza ni razón ni aun esconderse.

Huid, puesto que no es pequeño el ejemplo
de un fuerte brazo y una aguda flecha:
leed en mí cuál ha de ser vuestro mal,
cuál el impío y despiadado juego.

Huid, sin demora, en cuanto lo veáis,
que pensé con él tener una alianza,
y ahora siento, y lo veis, como yo ardo.

Soneto inacabado, escrito con lapiz en una hoja con varios bocetos, algunos para las tumbas de los Médici; de 1524.


~ 28 ~

Porque continuamente me embelesa
de esos ojos la idea, y la esperanza,
no solo estoy vivo, sino bendito;
fuerza y razón, y natura y Amor,
y el viejo hábito, a mirarlos me impelen
durante el tiempo que me ha sido dado.
Y si mi estado cambia,
viviendo en este, en el otro muriera;
ni encontraré piedad
en donde ellos no estén.
¡Ay Dios, y son tan bellos!
Quien no los vea, aún no ha nacido;
y quien después viniese,
lo digo entre nosotros,
fuerza es que, al nacer, de repente muera;
pues quien no se enamora
de ojos bellos, no vive.

Madrigal que aparece en la misma hoja que el 29, fechable entre los años 1524 y 1526.


~ 29 ~

Toda ira, toda pena y toda fuerza
que arma el amor, vence a toda fortuna.

Fragmento transcrito en la misma hoja que el 28 y que también data de 1524 a 1526.


~ 30 ~

De los ojos de mi bien vuela un rayo
ardiente, de luz tan clara, a los míos
que, aun cerrados, el corazón traspasa.
Y así va cojo Amor,
pues, tan dispar es la carga que lleva,
dándome luz, en tinieblas me oculta.

Fragmento de madrigal, datable entre 1524 y 1526.


~ 31 ~

Amor no solo, sino que los míos
en tus raros y bellos
ojos, vida y muerte entera encontraron.
Cuanto menos me oprime y hiere el daño,
más me aflige y destruye;
y más también me duele
el amor cuanto en él más gracia hallo.
Mientras yo pienso y pruebo
el mal, el bien me crece en un instante.
¡Tormento extraño y nuevo!
Mas no me desespero:
si hay angustia y miseria
es dulce aquí, donde nunca hay bondad;
voy buscando el dolor con mayor pena.

Madrigal escrito en una hoja fechada en 1522. El texto está parcialmente mutilado, pues le faltan las primeras letras de cada verso, y fue reconstruido conjeturalmente por E. N. Girardi, aunque con serias dudas, especialmente respecto a los dos primeros versos.


~ 32 ~

Vivo en pecado, muriendo en mí vivo;
no es mía mi vida, que es del pecado.
Mi bien, del cielo; mi mal de mí viene,
del libre albedrío, que a mí me falta.

Sierva mi libertad, mortal se ha hecho
mi deidad en mí. ¡Oh, infeliz estado!
¡A qué miseria, a qué vida he nacido!
… … …

Principio de un soneto anotado en el reverso de una carta enviada a Miguel Ángel desde Carrara en octubre de 1525.


~ 33 ~

Si además de las mías, otras armas
parecen defender cuanto yo quiero,
otra espada, otra lanza y otro escudo
sin las propias fuerzas no valen nada;
tal mi triste costumbre, que me quita
la gracia que el cielo por doquier llueve.

Como la vieja sierpe en sitio estrecho,
pasar puedo y dejar las viejas armas,
y del hábito renovada y libre
de lo humano será el alma en vida,
cubriéndose del más seguro escudo,
pues contra la muerte el mundo no puede.

Amor, que me consumo yo ya siento
y que el pecado está por todas partes.
Desnúdame de mí, y con tu escudo
de piedad y tus verdaderas armas
defiéndeme de mí mismo, que lo otro
pronto es como si no hubiera existido.

Mientras que al cuerpo el alma no le arrancan,
Señor, que el universo asolar puedes,
hacedor y rey de todas las cosas,
estar dentro de mí poco te cuesta;
… … …
… … …

… … …
… … …
que al hombre viril son las ciertas armas,
sin las que nadie consigue ser nada.

Sextina que aparece en el reverso de un dibujo de la Virgen con el Niño, donde los versos 23 a 26 resultan ilegibles. En el verso 16 P. Zaja lee 'colle pietose tuo vere e dolci arme'; y E. N. Girardi, aunque lee 'colla pietra e', interpreta 'con le vere e dolci tue armi di pietà'.


~ 34 ~

De mi amor la vida en mi corazón
no habita, pues sin corazón yo te amo;
allí hay mortales errores e impuros
pensamientos, y en él ya estar no puede.

Amor, cuando de Dios se apartó el alma,
te dio luz y esplendor y a mí buen ojo;
por nuestro mal, mi gran deseo solo
en lo que es en ti mortal llega a verlos.

Cual del fuego el calor, partir no es dable
la eterna belleza y toda mi estima,
que se asemeja y exalta su origen.

Si está en los ojos todo el paraíso,
por volver a donde te amé primero,
me guarezco ardiendo bajo tus cejas.

Soneto de fecha incierta, anterior a 1526.


~ 35 ~

Con color la pestaña al contraerse
no hiere el rostro; el ojo no la siente
de un extremo a otro por donde él gira.

El ojo, que allí despacio se mueve ,
poca parte de una gran bola muestra
que no resalta su aspecto sereno,

y no sube o desciende si lo cubre
donde más cortos son sus párpados,
que siquiera se arrugan cuando actúan.

El blanco blanco, el negro más que fúnebre,
si ser puede, el amarillo leonado,
haciendo escala de una a otra fibra.

Que toque abajo y arriba el confín,
y al negro, amarillo, y blanco no cerque,
[el rojo] … … …

Tercetos encadenados, escritos en la misma hoja que el número 34 y también de la misma fecha, antes de 1526. El poema, inacabado, trata del modo de pintar los ojos; el último terceto hablaría del color rojo. En el verso 12 la palabra 'vebre', desconocida en italiano, suele entenderse como fibrillas, las fibras que componen la capa fibrosa de la esclerótica.


~ 36 ~

Aquí fue donde mi amor me quitó,
por merced, el corazón y la vida;
aquí me prometió con bellos ojos
su ayuda, y con ellos negarla quiso.

Más allá me ató y acá me ha soltado;
por mí lloré y con dolor infinito
aquí desde esta peña vi marcharse
al que a mí me quitó y no me quiso.

Las dos cuartetas de un soneto, transcritas en una hoja con cuentas y, al reverso, bocetos arquitectónicos, tal vez para la biblioteca de San Lorenzo; de entre 1524 y 1534.


~ 37 ~

En mí la muerte, en ti la vida mía;
tú concedes y repartes el tiempo:
cual quieres, breve o largo, es mi vivir.

Feliz yo soy en tu benevolencia.
Bendita el alma, y no le pasa el tiempo,
por ti habituada a contemplar a Dios.

Dos tercetos transcritos en la misma hoja que el número 38, del que no está claro si forman parte; de la década de 1520.


~ 38 ~

¡Qué dulzura al corazón por los ojos
lleva aquel que tiempo y muerte nos roba!
Mas esto mismo es lo que me conforta
y en el afán se crece y dura siempre.

Amor, como virtud astuta y viva,
alza el espíritu y es digna cura.
Él me responde: «Cual persona muerta
pasa la vida quien de mí se aparta.»

El amor es un concepto de belleza
ideal o dentro del corazón vista,
ligada a la virtud y gentileza.

Soneto inconcluso, escrito junto al número 37 y también de la década de 1520.


~ 39 ~

Del fiero golpe y la punzante flecha
la cura fuera el corazón clavarme;
y esto solo de mi señor es propio:
traerme vida donde me trae el daño.

Y si el golpe primero fue mortal,
con él venía un mensaje de Amor
que dice: «Ama, aunque ardas; pues quien muere
para ir al cielo otras alas no tiene.

Aquel yo soy que en tus primeros años
tus ojos volvió hacia la belleza
que vivo te alza de la tierra al cielo.»

Soneto inacabado, escrito apresuradamente con lápiz rojo; de alrededor de 1525.


~ 40 ~

Cuando Amor al cielo quiere elevarme,
y al sol, con los ojos de ella, con risa
breve que oprime y duele, el corazón
mío atrapa y me pone en él su rostro;

y si mucho durara en ese estado,
el alma, que de sola estar en mí
se queja, si allí es con él donde habita,
… … …

Comienzo de un soneto, anotado descuidadamente con lápiz rojo; de la misma época que el número 39, hacia 1525.



Nota
El texto italiano seguido para la traducción es el de la edición crítica de Enzo Noè Girardi (Michelangiolo Buonarroti. Rime, Gius, Laterza & Figli, Bari, 1960), que establece un orden cronológico basado en la evolución de la caligrafía de los manuscritos; es accesible en wikisource.org, bibliotecaitaliana.it, liberliber.it, y en pdf en letteraturaitaliana.net.
La información de las notas procede en buena parte de la edición de Girardi y de la de Paolo Zaja (Michelangelo Buonarroti. Rime, RCS Libri, Milán 2010), además de otras fuentes, incluidas las wikipedias italiana, española e inglesa.
Han sido consultadas la traducción esañola de los sonetos realizada por Luis Antonio de Villena, (Sonetos completos de Miguel Ángel Buonarroti, Cátedra, Madrid 2007), y las traducciones inglesas disponibles en archive.org, publicdomainreview.org y otras.
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2015

                    ∼

Rime

1
Molti anni fassi qual felice, in una
brevissima ora si lamenta e dole;
o per famosa o per antica prole
altri s’inlustra, e ’n un momento imbruna.

Cosa mobil non è che sotto el sole
non vinca morte e cangi la fortuna.

2
Sol io ardendo all’ombra mi rimango,
quand’el sol de’ suo razzi el mondo spoglia:
ogni altro per piacere, e io per doglia,
prostrato in terra, mi lamento e piango.

3
Grato e felice, a’ tuo feroci mali
ostare e vincer mi fu già concesso;
or lasso, il petto vo bagnando spesso
contr’a mie voglia, e so quante tu vali.

E se i dannosi e preteriti strali
al segno del mie cor non fur ma’ presso,
or puoi a colpi vendicar te stesso
di que’ begli occhi, e fien tutti mortali.

Da quanti lacci ancor, da quante rete
vago uccelletto per maligna sorte
campa molt’anni per morir po’ peggio,

tal di me, donne, Amor, come vedete,
per darmi in questa età più crudel morte,
campato m’ha gran tempo, come veggio.

4
Quanto si gode, lieta e ben contesta
di fior sopra ’ crin d’or d’una, grillanda,
che l’altro inanzi l’uno all’altro manda,
come ch’il primo sia a baciar la testa!

Contenta è tutto il giorno quella vesta
che serra ’l petto e poi par che si spanda,
e quel c’oro filato si domanda
le guanci’ e ’l collo di toccar non resta.

Ma più lieto quel nastro par che goda,
dorato in punta, con sì fatte tempre
che preme e tocca il petto ch’egli allaccia.

E la schietta cintura che s’annoda
mi par dir seco: qui vo’ stringer sempre.
Or che farebbon dunche le mie braccia?

5
I’ ho già fatto un gozzo in questo stento,
coma fa l’acqua a’ gatti in Lombardia
o ver d’altro paese che si sia,
c’a forza ’l ventre appicca sotto ’l mento.

La barba al cielo, e la memoria sento
in sullo scrigno, e ’l petto fo d’arpia,
e ’l pennel sopra ’l viso tuttavia
mel fa, gocciando, un ricco pavimento.

E’ lombi entrati mi son nella peccia,
e fo del cul per contrapeso groppa,
e ’ passi senza gli occhi muovo invano.

Dinanzi mi s’allunga la corteccia,
e per piegarsi adietro si ragroppa,
e tendomi com’arco sorïano.

Però fallace e strano
surge il iudizio che la mente porta,
ché mal si tra’ per cerbottana torta.

La mia pittura morta
difendi orma’, Giovanni, e ’l mio onore,
non sendo in loco bon, né io pittore.

6
Signor, se vero è alcun proverbio antico,
questo è ben quel, che chi può mai non vuole.
Tu hai creduto a favole e parole
e premiato chi è del ver nimico.

I’ sono e fui già tuo buon servo antico,
a te son dato come e’ raggi al sole,
e del mie tempo non ti incresce o dole,
e men ti piaccio se più m’affatico.

Già sperai ascender per la tua altezza,
e ’l giusto peso e la potente spada
fussi al bisogno, e non la voce d’ecco.

Ma ’l cielo è quel c’ogni virtù disprezza
locarla al mondo, se vuol c’altri vada
a prender frutto d’un arbor ch’è secco.

7
Chi è quel che per forza a te mi mena,
oilmè, oilmè, oilmè,
legato e stretto, e son libero e sciolto?
Se tu incateni altrui senza catena,
e senza mane o braccia m’hai raccolto,
chi mi difenderà dal tuo bel volto?

8
Come può esser ch’io non sia più mio?
O Dio, o Dio, o Dio,
chi m’ha tolto a me stesso,
c’a me fusse più presso
o più di me potessi che poss’io?
O Dio, o Dio, o Dio,
come mi passa el core
chi non par che mi tocchi?
Che cosa è questo, Amore,
c’al core entra per gli occhi,
per poco spazio dentro par che cresca?
E s’avvien che trabocchi?

9
Colui che ’l tutto fe’, fece ogni parte
e poi del tutto la più bella scelse,
per mostrar quivi le suo cose eccelse,
com’ha fatto or colla sua divin’arte.

10
Qua si fa elmi di calici e spade
e ’l sangue di Cristo si vend’a giumelle,
e croce e spine son lance e rotelle,
e pur da Cristo pazïenzia cade.

Ma non ci arrivi più ’n queste contrade,
ché n’andre’ ’l sangue suo ’nsin alle stelle,
poscia c’a Roma gli vendon la pelle,
e ècci d’ogni ben chiuso le strade.

S’i’ ebbi ma’ voglia a perder tesauro,
per ciò che qua opra da me è partita,
può quel nel manto che Medusa in Mauro;

ma se alto in cielo è povertà gradita,
qual fia di nostro stato il gran restauro,
s’un altro segno ammorza l’altra vita?

11
Quanto sare’ men doglia il morir presto
che provar mille morte ad ora ad ora,
da ch’in cambio d’amarla, vuol ch’io mora!
Ahi, che doglia ’nfinita
sente ’l mio cor, quando li torna a mente
che quella ch’io tant’amo amor non sente!
Come resterò ’n vita?
Anzi mi dice, per più doglia darmi,
che se stessa non ama: e vero parmi.
Come posso sperar di me le dolga,
se se stessa non ama? Ahi trista sorte!
Che fia pur ver, ch’io ne trarrò la morte?

12
Com’arò dunche ardire
senza vo’ ma’, mio ben, tenermi ’n vita,
s’io non posso al partir chiedervi aita?
Que’ singulti e que’ pianti e que’ sospiri
che ’l miser core voi accompagnorno,
madonna, duramente dimostrorno
la mia propinqua morte e ’ miei martiri.
Ma se ver è che per assenzia mai
mia fedel servitù vadia in oblio,
il cor lasso con voi, che non è mio.

13
La fama tiene gli epitaffi a giacere; non va né inanzi né indietro, perché son morti, e el loro operare è fermo.

14
El Dì e la Notte parlano, e dicono: «Noi abbiàno col nostro veloce corso condotto alla morte el duca Giuliano; è ben giusto che e’ ne facci vendetta come fa. E la vendetta è questa: che avendo noi morto lui, lui così morto ha tolta la luce a noi e cogli occhi chiusi ha serrato e’ nostri, che non risplendon più sopra la terra. Che arrebbe di noi dunche fatto, mentre vivea?»

15
Di te me veggo e di lontan mi chiamo
per appressarm’al ciel dond’io derivo,
e per le spezie all’esca a te arrivo,
come pesce per fil tirato all’amo.

E perc’un cor fra dua fa picciol segno
di vita, a te s’è dato ambo le parti;
ond’io resto, tu ’l sai, quant’io son, poco.

E perc’un’alma infra duo va ’l più degno,
m’è forza, s’i’ voglio esser, sempre amarti;
ch’i’ son sol legno, e tu se’ legno e foco.

16
D’un oggetto leggiadro e pellegrino,
d’un fonte di pietà nasce ’l mie male.

17
Crudele, acerbo e dispietato core,
vestito di dolcezza e d’amar pieno,
tuo fede al tempo nasce, e dura meno
c’al dolce verno non fa ciascun fiore.

Muovesi ’l tempo, e compartisce l’ore
al viver nostr’un pessimo veneno;
lu’ come falce e no’ siàn come fieno,
… … …

La fede è corta e la beltà non dura,
ma di par seco par che si consumi,
come ’l peccato tuo vuol de’ mie danni.

… … …
… … …
sempre fra noi fare’ con tutti gli anni.

18
Mille rimedi invan l’anima tenta:
poi ch’i’ fu’ preso alla prestina strada,
di ritornare endarno s’argomenta.
Il mare e ’l monte e ’l foco colla spada:
in mezzo a questi tutti insieme vivo.
Al monte non mi lascia chi m’ha privo
dell’intelletto e tolto la ragione.

19
Natura ogni valore
di donna o di donzella
fatto ha per imparare, insino a quella
c’oggi in un punto m’arde e ghiaccia el core.
Dunche nel mie dolore
non fu tristo uom più mai;
l’angoscia e ’l pianto e ’ guai,
a più forte cagion maggiore effetto.
Così po’ nel diletto
non fu né fie di me nessun più lieto.

20
Tu ha’ ’l viso più dolce che la sapa,
e passato vi par sù la lumaca,
tanto ben lustra, e più bel c’una rapa;
e’ denti bianchi come pastinaca,
in modo tal che invaghiresti ’l papa;
e gli occhi del color dell’utriaca;
e’ cape’ bianchi e biondi più che porri:
ond’io morrò, se tu non mi soccorri.

La tua bellezza par molto più bella
che uomo che dipinto in chiesa sia:
la bocca tua mi par una scarsella
di fagiuo’ piena, si com’è la mia;
le ciglia paion tinte alla padella
e torte più c’un arco di Sorìa;
le gote ha’ rosse e bianche, quando stacci,
come fra cacio fresco e’ rosolacci.

Quand’io ti veggo, in su ciascuna poppa
mi paion duo cocomer in un sacco,
ond’io m’accendo tutto come stoppa,
bench’io sia dalla zappa rotto e stracco.
Pensa: s’avessi ancor la bella coppa,
ti seguirrei fra l’altre me’ c’un bracco;
dunche s’i massi (?) aver fussi possibile,
io fare’ oggi qui cose incredibile.

21
Chiunche nasce a morte arriva
nel fuggir del tempo; e ’l sole
niuna cosa lascia viva.
Manca il dolce e quel che dole
e gl’ingegni e le parole;
e le nostre antiche prole
al sole ombre, al vento un fummo.
Come voi uomini fummo,
lieti e tristi, come siete;
e or siàn, come vedete,
terra al sol, di vita priva.

Ogni cosa a morte arriva.
Già fur gli occhi nostri interi
con la luce in ogni speco;
or son voti, orrendi e neri,
e ciò porta il tempo seco.

22
Che fie di me? che vo’ tu far di nuovo
d’un arso legno e d’un afflitto core?
Dimmelo un poco, Amore,
acciò che io sappi in che stato io mi truovo.

Gli anni del corso mio al segno sono,
come saetta c’al berzaglio è giunta,
onde si de’ quetar l’ardente foco.
E’ mie passati danni a te perdono,
cagion che ’l cor l’arme tu’ spezza e spunta,
c’amor per pruova in me non ha più loco;
e s’e’ tuo colpi fussin nuovo gioco
agli occhi mei, al cor timido e molle,
vorria quel che già volle?
Ond’or ti vince e sprezza, e tu tel sai,
sol per aver men forza oggi che mai.

Tu speri forse per nuova beltate
tornarmi ’ndietro al periglioso impaccio,
ove ’l più saggio assai men si difende:
più corto è ’l mal nella più lunga etate
ond’io sarò come nel foco el ghiaccio,
che si distrugge e parte e non s’accende.
La morte in questa età sol ne difende
dal fiero braccio e da’ pungenti strali,
cagion di tanti mali,
che non perdona a condizion nessuna,
né a loco, né tempo, né fortuna.

L’anima mia, che con la morte parla,
e seco di se stessa si consiglia,
e di nuovi sospetti ognor s’attrista,
el corpo di dì in dì spera lasciarla:
onde l’immaginato cammin piglia,
di speranza e timor confusa e mista.
Ahi, Amor, come se’ pronto in vista,
temerario, audace, armato e forte!
che e’ pensier della morte
nel tempo suo di me discacci fori,
per trar d’un arbor secco fronde e fiori.

Che poss’io più? che debb’io? Nel tuo regno
non ha’ tu tutto el tempo mio passato,
che de’ mia anni un’ora non m’è tocca?
Qual inganno, qual forza o qual ingegno
tornar mi puote a te, signore ingrato,
c’al cuor la morte e pietà porti in bocca?
Ben sare’ ingrata e sciocca
l’alma risuscitata, e senza stima,
tornare a quel che gli diè morte prima.

Ogni nato la terra in breve aspetta;
d’ora in or manca ogni mortal bellezza:
chi ama, il vedo, e’ non si può po’ sciorre.
Col gran peccato la crudel vendetta
insieme vanno; e quel che men s’apprezza,
colui è sol c’a più suo mal più corre.
A che mi vuo’ tu porre,
che ’l dì ultimo buon, che mi bisogna,
sie quel del danno e quel della vergogna?

23
I’ fu’, già son molt’anni, mille volte
ferito e morto, non che vinto e stanco
da te, mie colpa; e or col capo bianco
riprenderò le tuo promesse stolte?

Quante volte ha’ legate e quante sciolte
le triste membra, e sì spronato il fianco,
c’appena posso ritornar meco, anco
bagnando il petto con lacrime molte!

Di te mi dolgo, Amor, con teco parlo,
sciolto da’ tuo lusinghi: a che bisogna
prender l’arco crudel, tirare a voto?

Al legno incenerato sega o tarlo,
o dietro a un correndo, è gran vergogna
c’ha perso e ferma ogni destrezza e moto.

24
I’ fe’ degli occhi porta al mie veneno,
quand’ el passo dier libero a’ fier dardi;
nido e ricetto fe’ de’ dolci sguardi
della memoria che ma’ verrà meno.

Ancudine fe’ ’l cor, mantaco ’l seno
da fabricar sospir, con che tu m’ardi.

25
Quand’il servo il signor d’aspra catena
senz’altra speme in carcer tien legato,
volge in tal uso el suo misero stato,
che libertà domanderebbe appena.

E el tigre e ’l serpe ancor l’uso raffrena,
e ’l fier leon ne’ folti boschi nato;
e ’l nuovo artista, all’opre affaticato,
coll’uso del sudor doppia suo lena.

Ma ’l foco a tal figura non s’unisce;
ché se l’umor d’un verde legno estinge,
il freddo vecchio scalda e po’ ’l nutrisce,

e tanto il torna in verde etate e spinge,
rinnuova e ’nfiamma, allegra e ’ngiovanisce,
c’amor col fiato l’alma e ’l cor gli cinge.

E se motteggia o finge,
chi dice in vecchia etate esser vergogna
amar cosa divina, è gran menzogna.

L’anima che non sogna,
non pecca âmar le cose di natura,
usando peso, termine e misura.

26
Quand’avvien c’alcun legno non difenda
il propio umor fuor del terreste loco,
non può far c’al gran caldo assai o poco
non si secchi o non s’arda o non s’accenda.

Così ’l cor, tolto da chi mai mel renda,
vissuto in pianto e nutrito di foco,
or ch’è fuor del suo propio albergo e loco,
qual mal fie che per morte non l’offenda?

27
Fuggite, amanti, Amor, fuggite ’l foco;
l’incendio è aspro e la piaga è mortale,
c’oltr’a l’impeto primo più non vale
né forza né ragion né mutar loco.

Fuggite, or che l’esemplo non è poco
d’un fiero braccio e d’un acuto strale;
leggete in me, qual sarà ’l vostro male,
qual sarà l’impio e dispietato gioco.

Fuggite, e non tardate, al primo sguardo:
ch’i’ pensa’ d’ogni tempo avere accordo;
or sento, e voi vedete, com’io ardo.

28
Perché pur d’ora in ora mi lusinga
la memoria degli occhi e la speranza,
per cui non sol son vivo, ma beato;
la forza e la ragion par che ne stringa,
Amor, natura e la mie ’ntica usanza,
mirarvi tutto il tempo che m’è dato.
E s’i’ cangiassi stato,
vivendo in questo, in quell’altro morrei;
né pietà troverei
ove non fussin quegli.
O Dio, e’ son pur begli!
Chi non ne vive non è nato ancora;
e se verrà dipoi,
a dirlo qui tra noi,
forz’è che, nato, di subito mora;
ché chi non s’innamora
de’ begli occhi, non vive.

29
Ogn’ira, ogni miseria e ogni forza,
chi d’amor s’arma vince ogni fortuna.

30
Dagli occhi del mie ben si parte e vola
un raggio ardente e di sì chiara luce
che da’ mie, chiusi ancor, trapassa ’l core.
Onde va zoppo Amore,
tant’è dispar la soma che conduce,
dando a me luce, e tenebre m’invola.

31
Amor non già, ma gli occhi mei son quegli
che ne’ tuo soli e begli
e vita e morte intera trovato hanno.
Tante meno m’offende e preme ’l danno,
più mi distrugge e cuoce
dall’altra ancor mi nuoce
tante amor più quante più grazia truovo.
Mentre ch’io penso e pruovo
il male, el ben mi cresce in un momento.
O nuovo e stran tormento!
Però non mi sgomento:
s’aver miseria e stento
è dolce qua dove non è ma’ bene,
vo cercando ’l dolor con maggior pene.

32
Vivo al peccato, a me morendo vivo;
vita già mia non son, ma del peccato:
mie ben dal ciel, mie mal da me m’è dato,
dal mie sciolto voler, di ch’io son privo.

Serva mie libertà, mortal mie divo
a me s’è fatto. O infelice stato!
a che miseria, a che viver son nato!

33
Sie pur, fuor di mie propie, c’ogni altr’arme
difender par ogni mie cara cosa;
altra spada, altra lancia e altro scudo
fuor delle propie forze non son nulla,
tant’è la trista usanza, che m’ha tolta
la grazia che ’l ciel piove in ogni loco.

Qual vecchio serpe per istretto loco
passar poss’io, lasciando le vecchie arme,
e dal costume rinnovata e tolta
sie l’alma in vita e d’ogni umana cosa,
coprendo sé con più sicuro scudo,
ché tutto el mondo a morte è men che nulla.

Amore, i’ sento già di me far nulla;
natura del peccat’ è ’n ogni loco.
Spoglia di me me stesso, e col tuo scudo,
colla pietra e tuo vere e dolci arme,
difendimi da me, c’ogni altra cosa
è come non istata, in brieve tolta.

Mentre c’al corpo l’alma non è tolta,
Signor, che l’universo puo’ far nulla,
fattor, governator, re d’ogni cosa,
poco ti fie aver dentr’a me loco;
… … …
… … …

… … …
… … …
che d’ogn’ uomo veril son le vere arme,
senza le quali ogn’ uom diventa nulla.

34
La vita del mie amor non è ’l cor mio,
c’amor di quel ch’i’ t’amo è senza core;
dov’è cosa mortal, piena d’errore,
esser non può già ma’, nè pensier rio.

Amor nel dipartir l’alma da Dio
me fe’ san occhio e te luc’ e splendore;
nè può non rivederlo in quel che more
di te, per nostro mal, mie gran desio.

Come dal foco el caldo, esser diviso
non può dal bell’etterno ogni mie stima,
ch’exalta, ond’ella vien, chi più ’l somiglia.

Poi che negli occhi ha’ tutto ’l paradiso,
per ritornar là dov’i’ t’ama’ prima,
ricorro ardendo sott’alle tuo ciglia.

35
El ciglio col color non fere el volto
col suo contrar, che l’occhio non ha pena
da l’uno all’altro stremo ov’egli è volto.

L’occhio, che sotto intorno adagio mena,
picciola parte di gran palla scuopre,
che men rilieva suo vista serena,

e manco sale e scende quand’ el copre;
onde più corte son le suo palpebre,
che manco grinze fan quando l’aopre.

El bianco bianco, el ner più che funebre,
s’esser può, el giallo po’ più leonino,
che scala fa dall’una all’altra vebre.

Pur tocchi sotto e sopra el suo confino,
e ’l giallo e ’l nero e ’l bianco non circundi.

36
Oltre qui fu, dove ’l mie amor mi tolse,
suo mercè, il core e vie più là la vita;
qui co’ begli occhi mi promisse aita,
e co’ medesmi qui tor me la volse.

Quinci oltre mi legò, quivi mi sciolse;
per me qui piansi, e con doglia infinita
da questo sasso vidi far partita
colui c’a me mi tolse e non mi volse.

37
In me la morte, in te la vita mia;
tu distingui e concedi e parti el tempo;
quante vuo’, breve e lungo è ’l viver mio.

Felice son nella tuo cortesia.
Beata l’alma, ove non corre tempo,
per te s’è fatta a contemplare Dio.

38
Quanta dolcezza al cor per gli occhi porta
quel che ’n un punto el tempo e morte fura!
Che è questo però che mi conforta
e negli affanni cresce e sempre dura.

Amor, come virtù viva e accorta,
desta gli spirti ed è più degna cura.
Risponde a me: - Come persona morta
mena suo vita chi è da me sicura. -

Amore è un concetto di bellezza
immaginata o vista dentro al core,
amica di virtute e gentilezza.

39
Del fiero colpo e del pungente strale
la medicina era passarmi ’l core;
ma questo è propio sol del mie signore,
crescer la vita dove cresce ’l male.

E se ’l primo suo colpo fu mortale,
seco un messo di par venne d’Amore
che mi disse: - Ama, anz’ardi; ché chi muore
non ha da gire al ciel nel mondo altr’ale.

I’ son colui che ne’ prim’anni tuoi
gli occhi tuo infermi volsi alla beltate
che dalla terra al ciel vivo conduce. -

40
Quand’Amor lieto al ciel levarmi è volto
cogli occhi di costei, anzi col sole,
con breve riso ciò che preme e dole
del cor mi caccia, e mettevi ’l suo volto;

e s’i’ durassi in tale stato molto,
l’alma, che sol di me lagnar si vole,
avendo seco là dove star suole,
… … …


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19 de enero de 2015

Joan Margarit

Ulises en aguas de Ítaca

Te acercas a la isla y sabes ya
lo que la vida encierra, qué es azar.
Tu arco será polvo en la repisa;
polvo el telar y la pieza tejida.
Los pretendientes que en el patio acampan
son sombras por Penélope soñadas.
Te acercas a la isla: al roquedal,
cual tiempo a la Odisea, bate el mar.
Nadie ha tejido nunca tu ausencia
ni destejió el olvido sin presteza.
Y aunque la razón lo ignore, es, sin serlo,
Penélope una sombra de tu sueño.
Te acercas a la isla: las gaviotas
sobre la playa seguirán ociosas
cuando la atravieses sin dejar huella,
porque no has existido: eres leyenda.
Quizá hubo un Ulises muerto en Troya,
quizá una mujer lo lloró sola,
pero en el sueño de un poeta ciego
sobrevives. En la frente de Homero,
eterno y riguroso, cada alba
un solitario Ulises desembarca.



Joan Margarit. Ulisses en aigües d'Ítaca (detroiaaitaca.wordpress.com)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2015


                    ∼

Ulisses en aigües d'Ítaca

Vas arribant a l’illa i ara saps
el que vol dir la vida, el que és l’atzar.
El teu arc serà pols damunt la lleixa.
Pols seran el teler i la seva peça.
Els pretendents que acampen a l’eixida
són ombres que Penèlope somia.
Vas arribant a l’illa: els roquerars,
com el temps l’Odissea, els bat la mar.
Ningú no ha teixit mai la teva absència
ni ha desteixit l’oblit sense cap fressa.
Per més que, a voltes, la raó ho ignori,
Penèlope és una ombra del teu somni.
Vas arribant a l’illa: els gavians
que cobreixen la platja no es mouran
quan la travessis sense deixar empremta,
perquè no has existit: ets la llegenda.
Potser hi va haver un Ulisses mort a Troia,
i potser va plorar lo alguna dona,
però en el somni d’un poeta cec
continues salvant-te. Al front d’Homer,
etern i rigorós, cada trenc d’alba
un solitari Ulisses desembarca.


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13 de enero de 2015

7 de enero de 2015

1 de enero de 2015

Miguel Ángel Buonarroti

Tengo papada a causa de este agobio

Tengo papada a causa de este agobio,
como los gatos tienen por el agua
en Lombardía o doquiera que sea,
pues la tripa me cuelga del mentón;

la barba hacia el cielo, los sesos tocan
mi giba y tuerzo el pecho como arpía,
y el pincel por encima de la cara
me hace, goteando, un tapiz colorido;

los riñones me entran hasta la panza,
cual grupa el culo saco en contrapeso,
y pasos sin ojos voy dando en vano;

por delante se me estira el pellejo
y se pliega detrás reagrupándose,
y me extiendo como un arco romano.

Así falaz y extraño
surge el juicio, que a la mente dirige,
pues tira mal la cerbatana curva.

A mi mustia pintura
defiende, Giovanni, y mi honor, ahora,
pues no halla buen prez, ni soy yo pintor.



Nota
Soneto “caudato” doble, es decir con cola de doble estrambote, datado entre 1509 y 1510, mientras Miguel Ángel trabajaba en los frescos de la Capilla Sixtina (1508-1512), y escrito sobre una hoja que también contiene un apunte que representa al autor pintando con la cabeza hacia arriba, como se dice en del texto. Está dirigido a su amigo Giovanni da Pistoia, un literato miembro de la Accademia Fiorentina, y expresa la precaria situación en que el pintor tuvo que trabajar sobre el andamio, en posturas forzadas y con el pincel goteando sobre su cara, además de la difícil relación que mantenía con la curia pontificia. Se entiende que con los gatos del segundo verso se refiere a los campesinos de Lombardía, a los que al parecer llamaban así, que sufrían bocio (papada) a causa del agua de la región. La serliana o arco siriaco (en el original italiano arco sorïano) es una combinación de un arco de medio punto con dos vanos adintelados; para simplificar arco romano.

Miguel Ángel Buonarroti. I’ ho già fatto un gozzo in questo stento (wikisource.org)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2015


                    ∼

I’ ho già fatto un gozzo in questo stento

I’ ho già fatto un gozzo in questo stento,
coma fa l’acqua a’ gatti in Lombardia
o ver d’altro paese che si sia,
c’a forza ’l ventre appicca sotto ’l mento.

La barba al cielo, e la memoria sento
in sullo scrigno, e ’l petto fo d’arpia,
e ’l pennel sopra ’l viso tuttavia
mel fa, gocciando, un ricco pavimento.

E’ lombi entrati mi son nella peccia,
e fo del cul per contrapeso groppa,
e ’ passi senza gli occhi muovo invano.

Dinanzi mi s’allunga la corteccia,
e per piegarsi adietro si ragroppa,
e tendomi com’arco sorïano.

Però fallace e strano
surge il iudizio che la mente porta,
ché mal si tra’ per cerbottana torta.

La mia pittura morta
difendi orma’, Giovanni, e ’l mio onore,
non sendo in loco bon, né io pittore.


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