15 de noviembre de 2012

Jorge Guillén

Los aires

¡Damas altas, calandrias!

Junten su elevación
algazara y montaña,
todavía crecientes
gracias a la mañana
trémula del rocío,
tan cándida y sin tasa,
bajo el cielo inventor
de distancias, de fábulas.

¡Libertad de la luz,
damas altas, calandrias,
lo rubio, lo ascendente!

Sean así la traza,
tan simple aún, clarísima,
de las profundas Nadas
gozosas de los aires,
con un alma inmediata,
sí, visible, total,
¡ah!, para la mirada
de los siempre amadores.

¡Damas altas, calandrias!



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