28 de enero de 2012

La chispa obtenida



Del frío de los sueños somos
espíritus fugaces
vagando confundidos por la tierra,
hormiga o escarabajo,
el viento solo sopla en un sentido

y barre los recuerdos al pasado
guardándolos en cercos infranqueables,
observa los relojes, muros
de sol, de mecanismos o de arena,
inútil proseguir

ni aun retroceder,
atiende a la emisión del cesio,
o grillo o saltamontes,
distancia que se aleja hacia el futuro
ligando con enlaces quebradizos

el ciclo de arrebatos o derrotas,
momentos inusuales,
privados de palabras los rituales
de lógicas ignotas,
observa los cristales,

comprende que los ritmos son eternos,
contempla el movimiento del granito,
recibe como un don
tu exigua asignación de sexo,
la chispa que, obtenida, fluye

inmune a los impulsos del insomnio,
soñando el relojero puede
mudar la luz en sombras,
luciérnaga o libélula,
los negros convertir en melodías

de gris y evanescencia,
planetas que basculan el vacío
fortuito de los cosmos divergentes,
amor, genialidad, azar,
expulsa tu egagrópila indigesta,

moscarda o mariposa,
en evos no explorados ni medidos,
sin gafas la vidente en la baraja
escruta el universo,
no pienses en lascivas pesadillas,

contempla como cristaliza
el cuarzo en los abismos de la roca,
avispa o quizá abeja,
no sigas descifrando en los cometas
futuros que jamás llegaron,

rendida de cansancios incansables
durando desde edades desgastadas,
repara en que el recuerdo es
el cebo de la trampa de los días,
mi mano no la guía dios alguno,

mis armas se afilaron en la lluvia
de inviernos remordidos,
de lacias primaveras,
en nieblas de inexactas latitudes,
insecto, cual tú seas,

espíritus errantes,
dirige tus antenas a la bestia,
sitúa tu aguijón entre sus ojos,
ya seas el que fueres, muerde,
descarna hasta los huesos su cabeza,

escarba en sus entrañas y devóralas,
ya seas el que seas,
o tú serás la víctima
del culto a la rapiña y la avaricia,
a dioses que no creen en los hombres,

inútil regresar ni proseguir,
no hay vida en que no olvide que el olvido
debiera ser el limbo en el que viva,
sentados en la piedra,
cogidos de los hombros frente al cielo,

entonces las estrellas eran
muy blancas, muy pequeñas y distantes,
ignora los relojes,
el tiempo es ese río en que, desnuda,
no nadas en el agua que te baña,

ya fueres tú cual seas, cae
el puente que lo cruza, se derrumba
y arrastra la corriente sus arcadas
al fango sin memoria,
fricciona tus maxilas,

mi brazo no lo empuja augur alguno,
y clava tus mandíbulas,
no hay mar que no devuelva a sus orillas
las algas que arrancó, tras la tormenta,
inútil proseguir ni regresar,

adéntrate en sus vísceras,
los amos de la gleba en sus castillos
recuentan las monedas del saqueo,
impuestos comisiones y gravámenes,
el corazón devórales,

creían las sirenas que las algas
prestaban a los peces sus aletas,
las hadas no sabían
que un pene pesa igual que una sardina
o acaso un jurelillo,

si algo somos, mosca o mantis,
la anchoa y los testículos devórales
y escupe de tu labro ensangrentado
los pelos en el charco, somos
espíritus del hambre de los sueños,

los débiles inquietos animales
que en horas inusuales
su simple chispa obtienen,
estrellas diminutas, blancas,
brotando en el orgasmo deslumbrado,

la luz trozada en sombras, fluyen
quizá cuasicristales
de lógicas rituales y asimétricas,
espíritus errantes en la noche,
si somos, es el frío de los sueños.

egm. 2012

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23 de enero de 2012

Angst in Wiedikon



Hemos llegado en el tren de dos pisos;
si dudas, desapareces,
si no dudas, dejarás de existir;
las campanas amplifican la tarde,
los tranvías traquetean ansiosos
atronando Goldbrunnenplatz.

Llueve en los pasos de cebra amarillos,
paraguas contra el desprecio de dios:
sáldanos tú nuestras deudas;
la ingenua fealdad de adolescente
en los escaparates descuidados
de Birmensdorferstrasse.

Sobrevuelo dudas y errores
en el rastro azul de la masa
para demostrarme a mí mismo
que por mí aún fluye la sangre humana;
vieiras al estilo Rías Baixas
en el horno de Rotachstrasse.

Hiedra, recuerdos reversibles,
y húmeda densidad vegetal;
Meister Krähe posado en una antena
explica su breve razón
a los siempre indiferentes abetos
de los huertos de Schrennengasse.

Levanto una montaña ante mí,
los cómics de coleccionista,
olvido que los días se consumen,
la vieja Zenith Trans-Oceanic
junto a otras piezas de la antigüedad
de mañana en Badenerstrasse.

El olor del mirto, saúco seco,
Willkommen im Hotel Gemüse;
espadas cruzadas marcan las horas,
qué bonito lugar para morir;
Kampf Amsel nos da las noticias
al atardecer en Bühlstrasse.

El tiempo no será jamás así
ni los colores del sueño
volverán a brillar sobre la nieve:
se desliza la indiferencia
hacia el presente empozado de espectros,
hier, an der Rotachstrasse, in Wiedikon.

egm. 2012

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18 de enero de 2012

Otro infierno



No nacimos para heredar un reino
a las cinco de la mañana,
sed en los ojos, frío en los cristales,
niebla en los sueños,
en grupo al asalto de los vagones,

contactos huidizos, auriculares
en los oídos, roces,
veladas miradas desencontradas,
perfume y loción de afeitar,
sudor, olor de fragmentos de vida,

gafas nuevas, zapatos viejos,
el paquete bien ceñido,
la chica apoya la cabeza
en su hombro mientras él dormita,
a las seis de la mañana,

sombras en las escaleras mecánicas,
espectros por los pasillos,
hasta surgir a las calles
y dispersarse hacia las oficinas,
las tiendas y los bares,

un cigarrillo en el portal,
te has equivocado de corbata
y tu dios no puede salvarte,
nimias circunstancias incontrolables
que van desbaratando el día,

no nacimos para heredar un reino
ni una fábrica de condones
a las siete de la mañana,
no recuerdo donde dejé el llavero,
caray, qué buena está esa,

a dónde vas vestida de putilla
a las siete de la mañana,
quizá al trabajo, o vuelves
de algún pozo tenebroso
que olvidarás antes del desayuno,

confín de café y frituras,
tibias las manos, calor en los muslos
a las siete de la mañana,
plástico y papel de aluminio
en un sucio lienzo hiperrealista,

miedo a equivocarse y fallar,
cuando en realidad todo sigue igual,
triste chiquilla en minifalda,
sabes que el mundo se pudre sin ti,
flaco muchacho encorbatado,

tomes la decisión que tomes,
si todas las mariposas del mundo
vibraran sus alas a un tiempo
no podrían lograr que el leopardo
renunciara a su presa,

no nacisteis para heredar un reino
ni un imperio empresarial,
aferran y devoran los colmillos
y la hierba sigue creciendo
bajo las pezuñas de la manada,

a las siete de la mañana,
quedamos donde siempre
y regresaremos juntos a casa,
sombras por los pasillos,
espectros en los resquicios del tiempo,

lejos de la lírica y de la épica,
lejos de cualquier poema,
en grupo, sombras, espectros,
desvaídos pasajeros del alba,
no nacisteis para heredar un reino

ni un sillón en la mesa del consejo,
ni siquiera un asiento libre
a las siete de la mañana,
no nacimos para heredar ni el polvo,
ni en este ni en otro infierno.

egm. 2012

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13 de enero de 2012

Manuel Antonio

De cuatro a cuatro



Hojas sin fecha de un diario de abordo

Al capitán D. AUGUSTO LUSTRES RIVAS
Con el recuerdo de las navegaciones hechas a la par



Intenciones


    Llenaremos las velas
con la luz náufraga de la madrugada
    Colgando de dos puntos cardinales
el esbelto columpio
del pailebote blanco

                   Con sus doradas manos
                   saludan mil adioses las estrellas

    Inventaremos frustradas descubiertas
    a barlovento de los horizontes
    para acelerar los abolidos corazones
de nuestros veleros defraudados

    Halaremos del chicote
de un meridiano innumerado

    En la isla anónima
de cada singladura
espiaremos el remordimiento de la ciudad
                   Ella noctámbula deshojará
                   como una margarita prostibularia
                   la Rosa de los Vientos de nuestro corazón

    Enlazaremos adioses de espuma
hacia todas las playas perdidas
    Reuniremos cuadernos en blanco
de la novela errante del viento
    Pescaremos en la red de los atlas
estelas de Simbad

    Y cazaremos la vela
sobre el torso rebelde de las tormentas
para trincar la escota de una ilusión



La fragata vieja


    Tienes los ojos distantes
decorados de rostros joviales
    que los viejos marineros
permutaron en los climas antípodas

    Llevas en el timón
un impulso de brazos tensos
que retorcieron los dilatados
horizontes del mar

    El viento
           atortorando
    deshojó de los velámenes
otoños de juventudes

    Comprabas collares circunmeridianos
en los bazares de estrellas
    Amarrabas faros dispersos
con el cimbrador calabrote de la estela
    Floreciste en el Mar
primaveras amargas
de espumas y escamados

    Aunque el viento se encalme
    tembletea en tus velas
una ráfaga de transmigraciones

    En ese tu corazón innumerable
    también crecen y descienden
las mareas de mi corazón



Travesía


    Troqueles reiterados
    el reloj y el Sol
acuñaron monedas efímeras
que repetían todas
la misma cara y la misma cruz

    La costa y el Mar
escamotearon unánimes dorsos
    permutadores de la misma
lejana evasión

    Tenemos un desvencijado diagrama
recosido por todos los ovillos del horizonte
que viraron la proa y la Rosa de los Vientos

    En la silueta de los barcos anónimos
puestos a flote por la madrugada
    extraviados en el derrotero del ocaso
    persistieron siempre
la misma espuma en la roda y la misma estela

    Ese intercambio de radiogramas
que reeditaron los faros y las estrellas
    nos dio la multiplicación monótona
de las mismas letras del mismo morse

    ¿Fue la última ráfaga de viento
lo que nos deshojó de todos los recuerdos?

    El Mundo
            que ya no sabe
más que repetir un giro consabido
    rasgó clandestinamente
las hojas imprevistas de los calendarios

    Con nuestras manos suicidas
    esparciremos en el carrusel de los vientos
los cuatro puntos cardinales
    Mientras
            el timonel
arrumbará proa a Ningún Sitio

    Repetiremos los cansados corazones
cronometrando monotonías

    En las velas indecisas
    hojea el viento un indeleble
álbum de leitmotivs

    El minutero
             (tic-tac)
asumió el compás de las travesías



De codos en la baranda


    Encontramos esta madrugada
    en la trampa del Mar
    una isla perdida (1)

    Montaremos de nuevo la trampa
    Va a salir el Sol
improvisado y desorientado

    Tenemos ya tantas estrellas
y tantas lunas sumisas
que no caben en el barco ni en la noche

    Juntaremos pájaros sin geografía
para jugar con las distancias
de sus alas abrazadoras

    Y los adioses de las nubes
    mudos e irremediables

    Y armaremos una red de estelas
para recuperar las añoranzas
con su viaje realizado
por los océanos de nuestro corazón

_______
1. Mar adentro es una isla de agua
rodeada de cielo por todas partes




Solos


    Fuimos quedándonos solos
el Mar el barco y nosotros

    Nos han robado el Sol
    El paquebote esmaltado
que cosía con sedales de humo
ágiles cuadros sin marco

    Nos han robado el viento
Aquel velero que se evadió
por la cuerda floja del horizonte

    Este océano desatracó de las costas
    y los vientos de la Roseta
se orientaron al olvido
    Nuestras soledades
vienen de tan lejos
como las horas del reloj
    Pero también sabemos la maniobra
de los navíos que fondean
a sotavento de una singladura

    En el cuadrante estático de las estrellas
se quedó parada esta hora
    El cadáver del Mar
hizo del barco un ataúd

    Humo de pipa         Añoranza
    Noche    Silencio     Frío
    Y nos quedamos nosotros solos
    sin el Mar y sin el barco
    nosotros



… Al ahogado


    Se te llevaron los ojos
    relingadores de lejanías
y pescadores de profundidades

    Se te llevaron la voz
    sumergida en la gruta giróvaga
por donde se escurren las tempestades

    Se te llevaron el aliento
    enmallado en la red sonora
de los cordajes erectos

    El viento aún excavaba
con sus garras de espuma
    en la rompiente
                 más sepulturas

    Ibas reuniendo soledades
    Por un agujero del Mar
te hundiste un día buscándote

    La novia goleta
    enlutada de blanco
    que cose rutas olvidadas
    agita en el viento sus velas
como el pañuelo de las despedidas



Guardia de 12 a 4


    Envergada en un mástil de la Luna
    nos aguarda la medianoche

    La campana de proa
    emotiva voz astral
    zarpó bogando despedidas

    Se extraviaron los pasos del Mar
por los senderos del viento desertor
    Y se perdió por la popa
    desamarrada
    la estela

    Fuimos transbordándonos
al cabotaje de las constelaciones
    Inventores de pseudocontinentes
que hemos de descubrir
    escrutamos las rutas
balizadas de luceros

    Con un farol en la mano
cronometramos el pulso de las tormentas
que predicen los semáforos astrales
    —¡Se avecina un naufragio
    con la ausencia cómplice del Sol!

                                                    Ven vientecillo del mar
                                                    ven vientecillo marero
                                                    Ven vientecillo del mar
                                                    vente nuestro compañero
                                                                                (popular)

    Y las horas a sotavento
van desviándose de nosotros

    El alba intrusa
tocó las cuatro horas
    Era la campana de proa
que volvía del Mar

                            la voz desarbolada
                            el velamen frustrado



Recalada


    Encontraremos en el muelle
las hojas evadidas
del calendario de nuestros sueños

    Las nuevas calles de siempre
exhibirán el escaparate
de las mismas novias inéditas

    Fumaremos en las pipas despectivas
todas las transeúntes
hostilidades mudas

    El vaso deslabiado en otro puerto
lo acabaremos aquí en este mismo bar
    junto al marinero desconocido
    que nos repite la misma
ubicua sonrisa rubia

    En los burdeles ya saben
que nuestra moneda
tiene el anverso de oro
y el reverso sentimental

    Los ecos imprevistos
de nuestra canción sonámbula
apagarán las farolas de la madrugada

    Mañana despertaremos
en la ausencia de esta jornada
    Se soslayó una página
del diario afectivo

    Éramos los espectadores
en la prestidigitación
de una hora artificial



Navy Bar


    Este bar tiene balanceos
    Y también está listo
para hacerse a la vela

    Nos llenaron los vasos
con toda el agua del Mar
para componer un cóctel de horizontes

    Colgados de las horas
    atlas geográficos de esperantos
están sin traducción
    Y tartalean las pipas
con el ademán políglota de las banderas

    Esa canción improvisada
                          es la misma
que ya se improvisó en algún lugar

    ¿Quién ha llegado a avisarnos
de esa cita nocturna que tenemos
con el viento al N.E.
en la encrucijada de las estrellas apagadas?

    Aquí bebe de incógnito
el Marinero Desconocido
    —sin geografía ni literatura—
    La noche de los naufragios
    con su brazo salvavidas
    aferrará con nosotros una vela de chubascos

    El último vaso
estaba lleno de despedidas

    Por las calles dispersas
íbamos encerrándonos
cada uno dentro de su alta-mar

    En el residuo de algún vaso
todas las noches naufraga el Bar



Balada del pailebote blanco


    Escuchábamos al viento
    riéndose malévolo
debajo de su disfraz
    Y también contó el barco
    la historia del piloto
la del gaviero y la del grumete
    Vosotros ya lo sabéis todo
    Eso que dicen las estampas
del libro de Simbad
    Pero él nos contó el resto
    «Estrenaba el horizonte
una largura audaz…»
    El barco fue recorriendo
las cicatrices sentimentales
que le dejaron viejos navegantes
    Y los adioses que lleva en la vela
    grabados por miradas
tristes definitivas y distantes
    Un día se hizo a la mar
con la palabra segada en los labios
    Y ya nunca volvió
    Ahora yo busco a un viejo marinero
    o una historia del pailebote blanco
    o cualquier cosa…
                   ¿qué sé yo!

    Escuchábamos al viento
    riéndose malévolo
debajo de su disfraz
    Mas la historia del pailebote blanco
no la sabía el piloto
    ni el gaviero
    ni el grumete



El portafolio del viento


    El viento perdió las hojas
de su portafolio
    —¿Esas que los chubascos
                          mecanógrafos
    teclean en el manual de los mástiles?

    Las gaviotas no tienen quitasol
    pero hacen raudos equilibrios
sobre el alambre transparente
de todas las ortodrómicas del cielo

    El pailebote sin velas
    —¿Serán esas que el viento
se llevó en su portafolio?
    también hace equilibrios en la estela

    Con la boca abierta
    —se le cae la baba—
está mirándonos bobalicón el Sol



Lied ohne Worte


    Fluctúa un desbordar de marejadas
tanteando los cielos sin hallar la Luna
    Pero la Luna esta noche
desertó de los calendarios
    Marchita entre dos hojas
             —violetas pensamientos—
del manual póstumo
             —otoño madrigales—
que versifiqué yo

    Suaves ondas unánimes
se reorganizan detrás del viento
    Cuando pase la última ráfaga
nos dirá adiós
con el pañuelo blanco del gaff topsail

    Alude a un fracaso
de hojas amarillas
    y se renueva la sonrisa de los mástiles
    siempre con ramas nuevas y joviales

    Novia mía
            vestida de luna
    que romantizas
                 ¡tan cursi!
                          en el jardín

    Me senté a proa
fumándome una pipa
    Pero otra noche pensaré en ti



La estrella desconocida


    Yo te he visto a menudo asomada
a aquella ventana
               —¡tan a trasmano!—
    que colgaste de una constelación

    El horizonte arrancaba cada día
    para ti
    la hoja de calendario de una vela

    Pero nunca se enmalló
en la falsa red de los mapas celestes
tu rubia virginidad

          Cómplice la noche
          enjaulaba el sextante de los marinos
          ingenuas perversiones catalogadas

    Viuda reiterada de todos los veinte años
que los marineros repiten
cada vez que se ahogan
    Jamás supieron los cadáveres sin rumbo
que tú los amortajabas con tu mirar

    Aproábamos ya la medianoche
    A sotavento de nuestra singladura
va a menudo una nube desarbolada
    Con su esponja de sombra
    borró para siempre tu mudo perfil

    El alba nueva me ha sorprendido
rebuscando entre los luceros
una despedida que se me perdió



Calma de 6 a 8


    Por la rompiente se desliza el Sol
tras los ausentes oleajes
    Las velas flojas
    póstumo rompeolas de los chubascos
    cosen los jirones con hilos de sol tibio

    Una gaviota ventrílocua
picoteando el aullido inmortal
que los ahogados dejaron flotando

    La puesta de sol se cerrará
dentro del más intacto disco
    Nuestras pipas atentas
    placenteramente acodadas
    En un instante el vapor intruso
cosió de prisa la relinga del horizonte

    Allende el mundo
está el castillo de proa
    Hay un viejo marinero
que viene de vuelta de todos los naufragios
    Y trae el hilo de las aventuras
                        —no se sabe el final—
que las dársenas estáticas
han visto evadirse a bordo de los bricbarcas

             —El capitán Pardeiro
             no se ahogó
             «Se perdió» con el bergantín—

    Se ha ajustado en sordina
    alargada como una mirada nuestra
    la bocina del Mar
    Oscila en la mareta ligera
un remordimiento o pesadilla
    El navío
           las manos trincadas
    va borrando la estela con los pies

    Ya no vendrá el viento
pues la noche cerró todas las puertas

                          —Esa luz desvelada
                          en la ventana de la Luna—

    Al dar la hora imprevista del relevo
cosió las cuentas sueltas
del toque de las Trinidades
    El cielo se ha ido macilento y friolero

    ¿Todo ha acabado?
                    ¡Oh milagro!
    Las mismas estrellas
    aún están
    aún están allí



Descubierta


    ¿Quién cerró esta noche
la ventana azul del Mar?
    Este Mar fugitivo
de todas las orillas
    Náufrago de la neblina
que desvió el rumbo
de los puntos cardinales

    Se quedaron las gaviotas
tres singladuras a sotavento
    Se desorientaron los delfines
    intrusos e impunes

    Hoy nadie da con la relinga
con que aferrar el paño del horizonte
    Y este atardecer tampoco
atraparemos al Sol

    El Sol era un pájaro triste
que se posaba en el penol



Ocio


    Gaviotas que llevan en el pico
las cartas de los marineros enamorados
    Vapores burgueses
que nos ofrecen el reembroque de su humo
    Pero nuestras velas encalmadas
espantan a bandazos
las horas como a moscas

    Vigo está tan lejos
que se han desorientado las cartas marinas

    Una pipa más
                con calma
    hasta ver qué hora da el reloj
    ¿Entra un viento gélido?
                       —¡Muy bien!

    Se enrollará la pausa
en sus espirales

    Y no sabemos
    (basta ya de paréntesis)
añadirnos otra vez
a todo eso que se nos olvidó



S. O. S.


    Todos presentíamos que la noche
preparaba algún sofisma
    Y el faro extraviado
lanzaba un S-O-S
en el morse
          —clave Orión—
                       de las estrellas

    Esos brazos abiertos de la vela
son los mismos del viento
que se ha desperezado
    En la mano del Mar olvidadizo
los luceros picotean su alimento
    La estrella de los cabarets
    con un cigarrillo en los labios
    pide lumbre a los cuatro puntos cardinales
    Por la Galaxia llena de cuarcillos
un astro viejo va con su farol

    ¿Qué prevén los almanaques
para esta medianoche?
    Pero aún no sabemos
de qué parte llegará la medianoche
    Y el faro extraviado
agotará su stock de S-O-S



Al reverso de la noche


    Luceros degollados
se desangran de oro en el Mar

    A la par de nosotros
                     la Luna
traza estelas infecundas

    Mientras ensueña la mareta
va hojeando el libro de las velas

    Irredentos velámenes exhaustos
    resignados a colgar de la cruz

    Estrellas inconscientes
mecanizan el obseso tic-tac

    El agua toda de los océanos
se absorbió en una lágrima

    Y el pañuelo blanco del nuevo día
enjugará los ojos del cielo



Adiós


    Entre la calima
                 trasponiendo mi mirada
    se rehuyó el velamen
    Nos dejó la bahía
llena de su ausencia
y la mañana sin perspectiva

    Ahora en tierra
    separado de mí mismo
por un océano de singladuras
    el viento de la Ría
va pasando la hoja de cada emoción

    —El Sol indeferente
    Sirena aguardentosa de los vapores
    Un retazo de humo
en el rompeolas del paisaje
    Los engranajes de la grúa
trituran la tibia mañana—

    Debajo de mis pasos
brota la estela de la Villa natal
    Ella con los brazos llenos de sueño
se obstina en salvarme de un antiguo naufragio
    Y mis oídos incautos
quieren dormir en el regazo
de las cantigas viejas

    Yo registraba todos los secretos
de mis manos vacías
    porque algo hubo que se me perdió en el Mar

    … alguien que llora dentro de mí
por aquel otro yo
que se va en el velero
                   para siempre
                   como un muerto
con el peso eterno de todos los adioses



☛ Manuel Antonio. De catro a catro (ogalego.eu)
Manuel Antonio. De catro a catro (wikipedia.org, pdf)
Trad. E. Gutiérrez Miranda 2012


   

☛ PyoZ ☚

8 de enero de 2012

El día de la niebla



El barquito de papel de periódico
en el río naufragó,
los niños observaban en la orilla
como la niebla iba confundiendo
los prados y el camino,

la bruma lóbrega y viscosa
que al barquito se llevaba
con labios de anhelante hostilidad,
los niños ahora corrían
hacia el pan con chocolate,

expandiéndose y creciendo
la niebla descendió hacia las orillas,
inundó el valle como una riada
densa, voluminosa, lenta,
que después de disolver en sí misma

algunas esperanzas vagas,
algún sueño descolorido,
desapareció llevándose el tiempo
en el aire impaciente de la noche,
y cada estrella volvió a su lugar,

cada planeta regresó a su órbita,
la luna iluminó a los criminales
y cada delito fue cometido
en la hora y en el sitio oportunos,
y los niños ya duermen,

vibra el agua en el ojo de la ninfa,
y cualquier ser humano
fue amado por otro ser humano
a la hora y en el lugar pactados,
en la niebla y bajo la lluvia,

a la luz de la luna o las farolas
o bajo el sol de la playa,
o en los fríos desiertos desolados
o las junglas devastadas,
el barquito de papel

nunca jamás regresará,
y los niños sueñan con brujas,
el pasado se marchó por el río
el día de la niebla inconsistente
y nunca podrá regresar,

olvida todo el tiempo bajo el tiempo,
recuerda que el ayer nunca ocurrió,
y una niebla,
sobre el río ramas rotas arrastran
lóbrega bruma

junto al pasado como un derelicto
hasta enterrarlo en la arena
con los desperdicios de la marea,
redes, algas,
y en su susurro los sauces revelan

que un grito ahoga a otro grito,
gaviotas,
que un beso disipa otro beso,
cerezas,
que un lobo reemplaza a otro lobo

en la jerarquía de la manada,
aullidos
contra la fluorescencia del crepúsculo,
y un día empuja a otro día,
vencejos,

como un rey sucede a otro rey
y una araña substituye a otra araña
retejiendo su trampa en la cornisa
en la que el vencejo cazó,
los niños,

coloca una bolsa nueva
en el cubo de la basura
y acuérdate de seguir olvidando
los desperdicios del tiempo,
recuerda que el pasado no existió.

egm. 2012

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7 de enero de 2012

Un día escampó



Durante cientos de miles de años
llovió displicentemente
sobre la Tierra vacía de vida,
arabescos de mariposa,
y un día sin día escampó,

nuevos mundos nacen continuamente
para que otros mueran al mismo tiempo
y en los taludes del presente
la nostalgia es tan solo el agitado
soplo del viento en el crambe,

la mariposa fulgura, siguiendo
el tenso arabesco del pez
por el río que fluye hacia la luz
bajo las móviles sombras trenzadas
de los sauces y las mimbreras,

y tener alguna esperanza
de que el sueño vuelva a ser como fue,
fulguración de los peces,
resulta un pulcro ejercicio de angustia
en lo alto del farallón,

la mariposa nunca volará
otra vez esa misma sombra,
olvida la memoria en la hojarasca,
como el pez no nada dos veces
el agua que ya ha fluido,

calculas mal el tiempo, y es por eso
que sueles llegar tarde al vado,
olvida los recuerdos imborrables,
que cruza el río del presente,
ya sabes, del pasado hacia el futuro,

fumareles en el risco,
charranes y pagazas en el sol,
expulsado del paraíso
y arrojado también de los infiernos,
gran ganga, viviendo una inacabable

continua temporada de rebajas,
yo soy de Aldán,
y ya me suicidé en otros bajíos,
recuerda que olvidaste tus recuerdos,
ahora no sé morir,

no hay nadie en el andén ni hay ningún tren
y la ciudad ha muerto,
no hay nadie en el burdel ni el aeropuerto,
y se incendió el edén,
nadie sabe quién fue Hank Woothreed

ni qué mariposas amó
en el vado de las tres piedras,
entre la montaña y el arenal,
entre las viñas, los pinares
y los cañaverales junto al mar,

mientras nuevos mundos nacían
y otros morían bajo la corriente
del río de casijamás, y aquí
tanto tiempo ha estado lloviendo
que la humedad es religión,

pero comienza a escampar
en las dunas de la playa,
en las islas del presente,
detrás de los barrancos del futuro
donde el nada fluctuaba,

vibra la gota en la ninfa,
gran ganga, buen tanga,
sí, fiebre, sube un poco más de fiebre
a tu perfil personal,
algún eco quedará resonando

en las viscosas mimbreras del río,
donde el pez traza su dibujo
de sombríos violetas
y fríos verdeazules vacilantes
junto al vado del hoy,

donde el nada convergía
en la levedad del crambe,
la fugacidad de la arena
y la brevedad del océano
en las peñas de la ría de Aldán,

olvida el porvenir en el sargazo,
recuerda nada más quien eres hoy,
no deja su matiz la mariposa,
pero no volverá a volar
aquel aire que ya esquivó,

en los claros farallones la luz
reconfigura su fulgor,
el verde quiere ser azul ardiente
y el malva, el rojo de unos labios
siempre anhelantes… bajíos…

no muda el celaje de sus escamas
nunca el pez ni jamás vuelve a encontrar
el cauce que ya remontó,
recuerda que el futuro no ha venido,
olvídate de ser quien no serás,

mientras mueren estos,
otros mundos nacen continuamente
en los marjales del río de ahora,
olvida todo el tiempo entre las algas,
acuérdate de ser quien eres hoy,

en el agua verduzqueante,
sobre la Tierra sumergida
sólidamente llovió
durante miles, millones de años,
y un día infinito escampó.

egm. 2012

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4 de enero de 2012

La carretera del faro



Puedes seguir preguntándotelo
todas las veces que quieras,
la solución origina el problema,
pero no hallarás más alternativa
que joderte y soportarlo,

el mapa no está equivocado
aunque le faltan algunos detalles
que puede suplir la memoria,
caminos entre los tojos,
montes de áspera y fría belleza,

siempre esa insistente pregunta,
los pájaros atraviesan la playa,
chillando, hacia el océano,
siempre ajenas, bellas e intemporales,
las aves de aire y de sal,

puedes seguir preguntándotelo
mientras recuentas las baldosas
de las paredes del cuarto de baño,
el motor empieza a sonar
más fuerte que el mar en las rocas,

el viento es indiferente testigo
de la fugacidad del arrecife,
de la infinitud del silencio,
de las jactanciosas preguntas
que el ser humano se hace a sí mismo,

los pájaros marinos pasan
hacia el interior del océano,
donde habita la realidad,
pero la mente insiste e insiste,
aceleras un poco más,

la ignorancia de los que hablan
sin entender lo que dicen
es tan solo adelantada
por la de los que viven de escribir
de las profundidades que no alcanzan,

la moda pasa de moda
hasta que vuelve a ponerse de moda,
la arena en la playa se desmenuza
entrechocándose en la misma arena
que la ama, la goza y la destruye,
el faro sobre la peña
ya no vigila el oleaje, y
los pájaros chillan hacia la niebla
ajenos a las preguntas
que los niños le proponen al mar,

tu cuerpo se tensa, tu pie se clava,
el faro sobre el océano…
un grito breve en la rampa de piedra,
las olas pausadas e indiferentes
son un rumor allá abajo

resaltando el esplendor de la sangre
sobre el acero y el plástico,
la bruma en el velo del horizonte
va acogiendo a los pájaros,
charranes, fumareles y pagazas,

se ha detenido el motor…
la solución origina el problema,
olas, viento, voces, después
un suave silencio intranquilo,
ahora empieza a llover.

egm. 2012

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