23 de diciembre de 2025

Carlos Drummond de Andrade

Los hombros sostienen el mundo

Llega un tiempo en que ya no decimos: «Dios mío».
Un tiempo de absoluta depuración.
Un tiempo en que ya no decimos: «mi amor».
Porque el amor ha resultado inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos rozan tan solo el duro trabajo.
Y el corazón está seco.

Mujeres llaman en vano a tu puerta, no abrirás.
Te has quedado solo, la luz apagada,
pero en la sombra tus ojos resplandecen enormes.
Eres todo certeza y ya no sabes sufrir.
Y no esperas nada de tus amigos.
Poco importa que venga la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros sostienen el mundo
y no pesa más que la mano de un niño.

Las guerras, las hambres, las discusiones en las casas
apenas demuestran que la vida continúa
y que aún no todos se han liberado.
Algunos, al considerar bárbaro el espectáculo,
preferirían (tan delicados) morir.
Pero ha llegado un tiempo en que de nada sirve morir.
Ha llegado un tiempo en que la vida es una orden.
Solo la vida, sin mistificación.



Carlos Drummond de Andrade. Os ombros suportam o mundo (wp.ufpel.edu.br)

Trad. E. Gutiérrez Miranda 2025


                    ∼

Os ombros suportam o mundo

Chega um tempo em que não se diz mais: meu Deus.
Tempo de absoluta depuração.
Tempo em que não se diz mais: meu amor.
Porque o amor resultou inútil.
E os olhos não choram.
E as mãos tecem apenas o rude trabalho.
E o coração está seco.

Em vão mulheres batem à porta, não abrirás.
Ficaste sozinho, a luz apagou-se,
mas na sombra teus olhos resplandecem enormes.
És todo certeza, já não sabes sofrer.
E nada esperas de teus amigos.

Pouco importa venha a velhice, que é a velhice?
Teus ombros suportam o mundo
e ele não pesa mais que a mão de uma criança.
As guerras, as fomes, as discussões dentro dos edificios
provam apenas que a vida prossegue
e nem todos se libertaram ainda.
Alguns, achando bárbaro o espetáculo,
prefeririam (os delicados) morrer.
Chegou um tempo em que não adianta morrer.
Chegou um tempo em que a vida é uma ordem.
A vida apenas, sem mistificação.


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22 de diciembre de 2025

Carlos Drummond de Andrade

Elegía 1938

Trabajas sin alegría para un mundo caduco
en el que las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo.
Ensayas laboriosamente los gestos universales,
sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.

Héroes llenan los parques de la ciudad por la que te arrastras
y preconizan la virtud, la renuncia, la sangre fría, la concepción.
Por la noche, si llovizna, abren paraguas de bronce
o se recogen a los volúmenes de siniestras bibliotecas.

Amas la noche por el poder de aniquilación que envuelve
y sabes que, durmiendo, los problemas te dispensan de morir.
Pero el terrible despertar prueba la existencia de la Gran Máquina
y te devuelve, muy pequeño, frente a palmeras indescifrables.

Caminas entre muertos y con ellos conversas
sobre cosas del futuro y asuntos del espíritu.
La literatura arruinó tus mejores horas de amor.
Al teléfono perdiste mucho, muchísimo tiempo de sembrar.

Corazón orgulloso, tienes prisa por confesar tu derrota
y posponer para otro siglo la felicidad colectiva.
Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo y la distribución injusta
porque no puedes, tú solo, dinamitar la isla de Manhattan.



Nótese que en el verso séptimo, donde el original dice “se neblina” muchos traductores rutinarios, incluidos los automáticos, leen “si hay neblina”, pero aquí ‘neblina’ pertenece al verbo ‘neblinar’, esto es, ‘lloviznar’. Basta reparar en que los paraguas, de nylon o de bronce, son inútiles frente a la neblina, para ver que esa traducción falla.
Carlos Drummond de Andrade. Elegia 1938 (w3.ufsm.br)

Trad. E. Gutiérrez Miranda 2025


                    ∼

Elegia 1938

Trabalhas sem alegria para um mundo caduco,
onde as formas e as ações não encerram nenhum exemplo.
Praticas laboriosamente os gestos universais,
sentes calor e frio, falta de dinheiro, fome e desejo sexual.

Heróis enchem os parques da cidade em que te arrastas,
e preconizam a virtude, a renúncia, o sangue-frio, a concepção.
À noite, se neblina, abrem guarda-chuvas de bronze
ou se recolhem aos volumes de sinistras bibliotecas.

Amas a noite pelo poder de aniquilamento que encerra
e sabes que, dormindo, os problemas te dispensam de morrer.
Mas o terrível despertar prova a existência da Grande Máquina
e te repõe, pequenino, em face de indecifráveis palmeiras.

Caminhas entre mortos e com eles conversas
sobre coisas do tempo futuro e negócios do espírito.
A literatura estragou tuas melhores horas de amor.
Ao telefone perdeste muito, muitíssimo tempo de semear.

Coração orgulhoso, tens pressa de confessar tua derrota
e adiar para outro século a felicidade coletiva.
Aceitas a chuva, a guerra, o desemprego e a injusta distribuição
porque não podes, sozinho, dinamitar a ilha de Manhattan.


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